XVI. Intentos frustrados

Si Jimin pensaba que todo sería sencillo, que Yoongi se pararía frente a él y en lugar de hablar sobre ello, buscaría su boca porque las acciones pueden ser más claras que las palabras, ahora se da cuenta cuan ingenuo estaba siendo.

No todo es tan fácil como los planes y películas románticas que arma en su mente.

No han hablado de aquello del parque.

Yoongi no ha intentado besarlo.

Jimin tampoco, aunque si mira el panorama general no han contando con el ambiente, el momento y todo cuanto alude a ese instante exacto en que llegar a la boca de alguien es cómodo y natural.

Si bien se prometió a sí mismo intentarlo en lugar de sentarse a esperar, se convence de ir con calma, moviendo sus piezas pausado, sin apuro. ¿Estrategia o falta de seguridad? Jimin no sabría decirlo con exactitud, prefiere quedarse con lo primero.

Algo así como avanzar lento, pero seguro... aunque siente que apenas ha dado unos cuantos pasos, casi estancado —al mismo tiempo quiere correr, mas no tropezarse, entonces vuelve al círculo: con calma, lento, las zancadas podrían hacer que sus pies se enreden y caiga; todo un desafío a su paciencia—.

Quiere un espacio solo para él y Yoongi. Quizá retroceder a ese día en el parque y besarlo con más ganas.

De momento la boca de Yoongi parece tan inalcanzable.

El semestre inicia, los días pasan y tener un momento cómodo a solas ha sido difícil.

Cuando su hyung le escribió el fin de semana que volvió de Busan, no esperó verlo tras su puerta con un peluche de Chimmy y esa sonrisa que tanto le gusta. Aquel sencillo "¿Puedo ir a verte?", le hizo levantarse de la cama, ponerse ropa decente en lugar de su ligero pijama desgastado y cepillarse el cabello con las manos frente al espejo, porque lucía perezoso y desastroso.

Su mente ansiosa demandaba exudar pensamientos y decirle a Yoongi que le gustaba, que no sabía exactamente qué quería, pero si partían por retomar aquello de los besos no se quejaría, para nada, eran muy bienvenidos. A la vez, liberaba la batalla con la inseguridad, esa que lo retenía a dar los primeros pasos y esperar a ver qué tenía que comentar el mayor —esperar, está cansado de hacerlo, pero sus intentos por acercarse los percibe tan torpes—.

Al final fue un condicionante externo que dictaminó que todos sus deseos quedaran guardados temporalmente cuando su familia estaba alrededor, centrados llenos de curiosidad en su invitado. Después de todo, no suelen llegar chicos regalando peluches a la puerta de los Park. Lo máximo que logró fue meter un pastelillo de arroz a su boca y tocar su mano un par de veces entre un roce y otro que de casual tenía poco y nada, fue un acto deliberado con aspecto de coincidencia, está seguro que Yoongi lo notó y el mejor segundo fue cuando dejó un apretón cortito al enganchar esos dedos pálidos a los propios.

Y así han seguido sus interacciones. Las conversaciones largas habituales por chat durante la noche y muchos roces que parecen casuales cuando están juntos.

Bueno, eso último sí se ha vuelto una novedad al ocurrir dentro de la escuela, en especial porque juegan a que las caricias pasen desapercibidas aún si están rodeados de sus amigos en la mesa de la cafetería que se ha hecho estrecha para todos ellos, sentados arrimados y codos chocando.

Al final, se da cuenta que ser disimulado no es lo suyo, porque recibe miraditas y sonrisas de sus cercanos.

Claro que esto también ha ido atrayendo muchas otras miradas intrigadas y alimentando rumores, que además de involucrarlo a él, meten al resto de su grupo. Por supuesto que Hoseok —el sol personificado—, ahora que se sienta con frecuencia en su mesa "marginada", ha sido un buen blanco cuando notan su cercanía a Tae. Al principio le preocupaba, pero no parece afectar la atmósfera alegre entre Taehyung y el golden sunbae, lo cual es un alivio para Jimin. Otros especulan que Seulgi y Wendy tienen algo, pero ellas bromean y se lo toman con humor. 

Tae ha tenido varios días felices el último tiempo y se contenta por ello. Todavía recuerda que camino de vuelta a Daegu su amigo le envió un mensaje de audio cargado de emoción, ya que se atrevió a besar a Hoseok, quien correspondió el gesto.

Ese y varios más que se han dado a escondidas. Jimin lo envidia, porque desea lo mismo, pero tratar de pillar un momento de tiempo libre y meterse a un aula vacía —y potencialmente en problemas— después de clases se ha vuelto imposible ahora que las prácticas de básquetbol incrementaron de forma exponencial frente a la pronta temporada de torneos con otras escuelas.

Incluso los sábados en la mañana son citados por el entrenador. Su hyung alegaba y lloriqueaba sobre lo injusto de levantarse temprano. Esos quejidos y expresión de gato enojado resultaba malditamente tierno al punto que pinchaba en su corazón. Ni siquiera se contuvo de apretujar sus mejillas pálidas y blandas cuando apoyó ambas palmas encima, notando que al instante ganaban calor.

—Jimin-ah, ahí viene el autobús —decía Yoongi sin moverse.

—¡Ánimo para el sábado! —Entonces Jimin lo soltó y nuevamente se quedó con la fantasía de atraer y besar.

De todos modos busca cada espacio disponible para verlo. Cuando no interfiere con las clases de danza va a sus entrenamientos si son abiertos al público.

Es hipnótico perderse en la agilidad con la que Yoongi se mueve por la cancha, se muerde la lengua para no gritar su nombre, aunque ya parece ser evidente la razón por la que ha comenzado a aparecer seguido en el gimnasio.

No falta quien a murmullos pocos disimulados señalan que está ahí por "el ex de Jennie" —no es solo Yoongi, sino que lo reducen al ex de la animadora, como si para darle sabor al chisme no pudieran referirse a él como una entidad separada de la otra chica—.

Ya ha escuchado comentarios despectivos si acaso pretende reemplazar a Jennie en su puesto de animadora ahora que está intentando dar vuelta a su ex.

—Así que...¿ahora sales con el ex de Jennie? —le preguntó una compañera que se sentaba adelante suyo. A veces intercambiaban oraciones en historia o se ubicaba a su lado cuando Tae faltaba a clases.

Ella no lo dijo con tono malicioso, solo curiosidad y ganas de corroborar la información expandida por los pasillos.

Jimin negó en respuesta, porque así como tal no estaban saliendo, en el sentido figurado, en lo concreto, sobre ir a lugares juntos, pues sí.

—Somos amigos —corroboró—. Solo eso.

"Por ahora, a futuro quién sabe".

Tal vez no.

Y mejor dejaba de pensar.

En la primera semana del semestre, esa pregunta apareció en diferentes estilos: directa, en rodeos, implícita, en más de una oportunidad en boca de personas que tenían un ligero grado de confianza mayor. Entonces se cuestionaba si acaso también se la hacían a Yoongi y qué respondía su hyung. Seguramente también decía que no, pero ¿cuál sería su expresión? ¿Tendría que combatir con el sonrojo y la torpeza como lo hacía él? —Ha tenido que usar ejercicios de meditación y consciencia corporal para tener algo de dominio de sus reacciones—.

Algo que no funcionó cuando brincó del asiento al oír el saludo de Jennie en clases de química. La ex novia de Yoongi le preguntó si ella y su amiga podían ser parte de su grupo para el proyecto. Miró a Taehyung, quien tan confundido como él, asintió.

Es extraño que Jennie sea tan amable, a la vez es incómodo. Jimin piensa que se debe a que tiende a ponerse encima culpas absurdas como si hubiera sido responsable en parte de esa ruptura.

Sus amigos insisten que no. Yoongi probablemente le diría lo mismo.

No pretende indagar una respuesta de parte de la animadora.

Pero ella es amable.

Mucho.

No le hace preguntas incómodas cuando se sientan en la misma mesa en el laboratorio, la chica se limita a asumir el liderazgo y repartir las indicaciones. A veces comparte caramelos con el grupo y les cuenta como si fueran amigos de toda la vida los nuevos proyectos de la escuadra y las piruetas que le da miedo aprender.

Jennie no insinúa nada.

Solo es Jimin, sus pensamientos poco justificados, la presión ajena encima y las muchas voces especulando y aumentando la intensidad de los rumores. Comentarios y mensajes anónimos de gente con vidas aburridas.

Supone que con su hyung no se meten directamente porque se sienten intimidados por él y han optado por dejar notitas estúpidas que el chico pálido ni se molestaba en leer.

A veces Jimin quiere disculparse al ver la expresión de ceño arrugado cuando Yoongi comprime los trozos de papel. Se contiene de recordarle que esas notas no eran frecuentes hasta antes de meterse de lleno en su vida, el mayor le ha dejado en claro que no le importa.

Quiere de vuelta el verano y lo simple que era estar juntos lejos del ambiente tóxico de la escuela.

Otra cosa que extraña, además de las tardes perezosas en alguna de sus habitaciones, es ir a centros comerciales con él, lo máximo que han hecho fue sacar golosinas en el supermercado cercano a la escuela después de su práctica.

Cuando Yoongi lo invitó a almorzar a su casa estaba lleno de ilusión de que sería una de esas tardes a solas, pero contrario a ello, conoció al hermano de su amigo que estaba pasando sus últimos días en Daegu. No pudo quejarse, no luego que el mayor de los Min los llevara a comer afuera.

Se queja por el tiempo escaso.

Jimin suspira mirando la hora en su celular, antes de bloquear la pantalla, escribe un rápido mensaje de ánimos a Yoongi, sabiendo que lo leerá en las pausas del entrenamiento.

Seokjin debe estar por llegar, lo espera en la mesa habitual de la cafetería. No puede negar que ha extrañado verlo seguido, después de todo el cariño que siente por él no es algo que fuera a desaparecer, la mayor variación tiene relación con la intensidad de las cosquillas en su estómago. Antes hubiera sido más ansiedad que persona tras leer ese: "¿estás desocupado hoy por la tarde?".

En tanto, juega con la servilleta de papel intentando armar una flor que parece cualquier cosa, piensa que además del "fighting!" que le dijo a Yoongi antes de despedirse al salir de clases, moría de ganas de añadir una propuesta basada en incentivo en besos, después de todo los refuerzos positivos pueden funcionar bien.

O quizás a Yoongi ni siquiera le interesa y por eso no ha querido ni retomar la conversación.

No olvida que las personas tienen derecho a retracto.

Sería triste, más ahora que tiene algunas cuantas luces sobre lo que siente por aquel chico de ojos gatuno que tiempo atrás le susurró que las prendas de ropa tenían alarmas por dentro.

¿Sería muy dramático pensar que está destinado a ser de esas personas nunca correspondidas como en las canciones de amor cursis y trágicas?

—Jiminnie, disculpa la demora.

Jimin alza la cabeza hacia Seokjin quien le sonríe antes de desparramarse exhausto sobre el asiento. Luce tan apuesto como siempre, incluso con ese mechón de cabello que escapa de su lugar y las mejillas rosadas delatando el esfuerzo.

Se ha decolorado el pelo y le queda tan bien que Jimin sonríe y alimenta ese gran ego destacando que se ve atractivo y le sienta el rubio.

—Tienes el privilegio de ser de las primeras personas que me ven con este cabello —afirma con la expresión alegre brillando en sus ojos y una mano que se desliza ordenando las hebras rubias.

—Que no te sorprenda si Jungkook bromea en lugar de decirte un halago directamente —menciona encogiendo los hombros.

—Al menos tú, como buen dongsaeng, me dices cumplidos.

A Jimin le continúa provocando ternura esa expresión de falso drama y labio inferior abultado en un puchero. Su hyung nunca dejará de ser lindo y robarse las miradas de medio mundo, pero su estómago ya no se retuerce ansioso a la espera de tener toda su atención y ojitos desbordando cariño encima.

Seokjin le invita un pastel y un té con perlas de tapioca, Jimin se deja consentir. Se lo merece, es un buen dongsaeng después de todo.

Le gusta lo ligero que se siente la interacción. Incluso mucho más que cuando las conversaciones lo tenían constantemente con esas mariposas en las entrañas y expectativas haciendo presión en su pecho. Hablar y reír nunca había resultado tan fácil a su lado como en aquel minuto.

Jin le menciona en qué consiste el nuevo trabajo con su grupo de teatro para este semestre y el poco tiempo libre que tendrá entre eso y las exigencias de la universidad. Se ajusta bastante bien a lo que comentaba Jungkook sobre los beneficios de la distancia en los proyectos personales en una de sus últimas conversaciones, aunque a la vez en ambos está presente de forma implícita el extrañarse cada vez que mencionan el nombre del otro con anhelo, sin exponer directamente un "lo echo de menos, quisiera que viniera a verme". Lo lee entre líneas cuando el ahora rubio menciona que Kookie nunca ha tenido el honor de ver una de las obras que protagoniza, pero que esta vez le prometió que haría lo posible por asistir.

—Sabes que conozco a Jungkookie desde que ambos éramos críos en pañales, demás está decir que lo cuides mucho.

Lo mismo le dijo a Jungkook, enfatizando que no mantuviera al pobre Seokjin en medio de señales ambiguas, siendo una víctima de sus inseguridades.

—Lo mismo me pidió él, incluso me dijo que si alguien te rompía el corazón tenía que patearle el culo, luego vendría el mismo Kookie desde Busan, ya sabes, con todo esto del boxeo puede noquear a cualquiera.

—Creo que hay formas más civilizadas de resolver las cosas —contesta Jimin conteniendo la risa.

—Claro, me lo dice el chiquillo que nunca hace fila fuera del despacho del director por peleas.

—Bueno, en teoría hay formas civilizadas, en la práctica no siempre funciona —argumenta con la sonrisa amplia que hace que sus ojos terminen por cerrarse—. Estos días no me he metido en problemas.

—Buen chico, recuérdame después acariciarte la cabeza como premio —se burla con entonación cariñosa—. ¿Hay alguien, Jimin-ah? ¿Debería preocuparme?

—Nadie me va a romper el corazón.

—Creo que eso no responde del todo mis preguntas —dice sosteniendo la mirada en el menor—. ¿Seguro que Yoongi no va romper tu corazón?

Jimin es experto en delatarse a sí mismo y ninguno de sus ejercicios de consciencia corporal le impide controlar cuando la sangre sube de golpe a sus mejillas.

—Seguro.

Nadie le va a romper el corazón. Porque incluso cuando creyó que pasaba, que cada una de sus ilusiones desaparecían, no sería justo decir que su corazón se rompió en añicos víctima de una profunda decepción. Fue triste, le dolió, pero pudo mantenerse entero y no hacer alguna estupidez que tirara su dignidad por la borda. Más injusto sería decir que no tuvo apoyo, porque Yoongi ha sido justo aquel tipo de compañía reparadora, quizá sin él se habría recuperado igual, pero mucho más lento.

—Creo que tengo que decirlo a la inversa —menciona Jin con una sonrisa suave—. Yoongi es un buen chico, no le rompas el corazón.
 
  
  
  
  
  
  

 
 
  
  
  
  
  
  
  
Yoongi se siente cansado. Física y mentalmente, más la primera que la segunda. Durante las tardes libres de prácticas ya ni siquiera le quedan grandes dosis de energía, pero aún así quiere recargar su batería interna si logra juntarse con Jimin, cuando no tiene clases de danza, por lo que sus tiempos compartidos se han reducido considerablemente a horas de almuerzo, algunos recreos y quizá una que otro panorama tranquilo, que por lo general coincide con más compañía de la que desearía.

Quiere un tiempo a solas para los dos, pero el sábado que pasó la tarde con él estaba su hermano y quería conocer a ese dongsaeng de quien tanto le habló cuando estuvo en Seúl.

Es frustrante.

Extraña esas tardes en centros comerciales, adrenalina al tope y su compañero susurrando en su oído alguna indicación o precaución a tomar.

Extrañar las largas horas arrimado a su lado, perezosos y lánguidos frente al televisor.

Ahora está lánguido y exhausto desparramado sobre su cama mientras Hoseok conversa animadamente, se supone que deberían estar eligiendo el tema del proyecto de ciencias que harán junto a Wendy, quien dijo "decidan ustedes, tengo una cita". La envidia un poco, él quiere invitar a Jimin a una cita, podrían pasar al centro comercial, querría besarlo dentro de un probador de ropa con el corazón golpeando fuerte su pecho, después un café vendría bien y finalizar con otro beso de despedida suena a un panorama perfecto.

Envidia a Hoseok también, divagando feliz acerca de su salida al cine con Taehyung mañana. Se estrena una película y él consiguió los boletos en la preventa.

Yoongi mañana tiene práctica y sus músculos están fatigados. Al menos el entrenador está dejándolos medio tiempo dentro para probar estrategias y la otra mitad está en la búsqueda de un buen novato talentoso para darle un puesto titular.

Al final eligen tres temas sencillos solo porque deben registrarlo con la profesora con plazo límite esta semana, envían el mail y los tópicos ordenados por prioridades por si alguno está ocupado.

Lo último que hace antes de dormir es intercambiar algunos mensajes con el chico que le gusta. Es inevitable sonreír cuando le envía ánimos y gifs de gatitos, aludiendo que le recuerdan a "su Min favorito".

Se ha vuelto una constante el hormigueo expandiéndose por su cuerpo.

Las cosquillas invadían su estómago cada vez que lo veía en las gradas durante los entrenamientos abiertos. Debía esforzarse el doble para no distraerse y enviar los pases en cualquier dirección. Hoseok no ayudaba cuando le decía que jugara bien para impresionar a Jiminnie, Wendy en lugar de ayudar, sonriendo pronunciaba con entonación juguetona que ese chico ya estaba embobado por completo aún si Yoongi hacía el ridículo en la cancha.

No quiere hacer el ridículo, ni perjudicar al equipo con distracciones innecesarias. En la cancha debe dejar de lado todo lo demás. Así como esperaría que fuera del gimnasio la ansiedad pre partido se mantuviera a raya, pero el básquetbol se está metiendo hasta en sus tiempos de descanso, distrayendo sus momentos de inspiración o cuando cierra los ojos y quiere fantasear.

Llega a soñar con balones rebotando, canchas y contrincantes. Prefiere dirigir un esfuerzo consciente para recrear un momento junto a Jimin.

Le gusta cuando las fantasías cobran fuerza e imagen nítida en su cabeza, a veces estas se arrancan de los límites y toman vida propia. Como cuando recordaba esa foto de Jimin maquillado y se imaginaba un beso ansioso, con esa boca pintada manchando la suya, un desastre de sombra emborronada y glitter transferido a su piel, caderas empujando entre sus piernas y ya estaba duro bajo la delgada tela del pijama.

Hoy recrea algo tenue, acorde a sus escasas energías y ganas de estar recibiendo mimos. Piensa en todas las ocasiones que su dongsaeng enredaba los dedos entre su cabello y dejaba de esas caricias que le provocan ganas de dormir.

Lástima que no soñó con Jimin, sino una mezcla catastrófica e incoherente del partido de basquetbol, el proyecto de ciencias y guardias de centros comerciales.
 
  
  
 
 
 
 
 
 
 
Yoongi hyung.

El susurro lo estremece tanto como la sonrisa de Jimin entregándole un vaso desechable de café para ayudarle a despertar. Es un buen inicio a su día, en especial aquel detalle, esos dedos suaves y gorditos rozando su mano deliberadamente y una parte de él se tienta a soltar el vaso y sujetarla, pero su cerebro alcanza a poner lógica al asunto de los impulsos.

Le gustan esas caricias rápidas, un recordatorio que tal vez no está imaginando que los coqueteos son señales malinterpretadas y que ese par de besos en el parque no fueron accidentales y un poco de confusión.

Algunos de sus compañeros de equipo le han preguntado curiosos si tiene algún tipo de relación con "el gay de la escuela", como si de repente él estuviera fuera de esa categoría, así como el resto de personas homosexuales que circulan por los corredores y pasean por su lado. Incluso el principal alero lo es, aunque lo mantiene como un secreto bien guardado y si lo supo fue por accidente cuando lo vio el año pasado besándose con un chico de otra escuela en una de las fiestas de Jackson, se acuerda haber pronunciado un sencillo "pongan bien el seguro" —entrar a un baño en las fiestas siempre puede ser una caja de sorpresas—, luego le pidió que por favor no lo comentara y Yoongi no es amigo de los chismes, así que ha hecho como si no lo supiera.

Supone que es porque Jimin se ha metido en problemas desde que llegó, lo cual aporta material al aburrimiento ajeno que desemboca en rumores. Sumado a su presencia tan carismática, él es tan brillante y bonito que resulta difícil no mirarlo —o será porque le gusta y en su primer encuentro lo vio robando y por eso nunca más pudo despegar sus ojos del chico—. 

Aunque no le queda un gran porcentaje de energía después del entrenamiento, decide pasar a una corta visita al supermercado, hay varias personas haciendo compras, lo que facilita sus planes ilícitos.

Sonríe victorioso una vez que cruza la entrada perdiéndose entre la gente, pretende alegrar el viernes de Jimin con aquellas barritas de caramelo cubiertas con chocolate que lleva en los bolsillos del pantalón.

Está seguro que esa golosina tiene una especie de significado y complicidad para ambos.

Durante la noche planifica el lugar perfecto para encontrarse, sabe que los viernes tiene clases de danza y no puede retenerlo a su lado durante la tarde, prefiere invitarlo a su casa por la noche: "barritas de chocolate y algo que ver en la televisión, ¿qué dices?", aunque el sábado por la mañana el entrenador los citó a todos para definir a los titulares y suplentes para el partido del miércoles.

Si el plan A no funciona porque llegó muy tarde a reclamar un lugar en su agenda, buscará un momento a solas en la escuela para sujetar sus manos, poner la golosina en una de ellas y decirle "Jimin-ah, he pensando un montón en 'eso', no estoy arrepentido, ¿tú lo estás?".

Si todo sale bien y Jimin no lo rechaza con un "lo he pensado y creo que tú y yo no deberíamos tener ese tipo de relación", quiere pedirle que lo acompañe a Seúl el próximo fin de semana a la celebración de cumpleaños de su padre.

De cualquier forma esa barra de caramelo llegará a las manos de su dongsaeng.

Cuando le pregunta a Wendy y Hoseok qué lugar de la escuela ofrece relativa privacidad, Hobi propone la azotea y su amiga desbarata la idea al mencionar que han bloqueado la entrada, sugiriendo que quizá un baño o algunos pasillos de la biblioteca son sitios donde la gente va a besuquearse con frecuencia —Yoongi admite que usó la azotea para los besos y pequeños toqueteos junto a Jennie, pero la privacidad ahí es frágil y depende de la suerte—.

No es que su intención principal sea besuquearse con Jimin. Quiere, pero prefiere evitar los problemas para ambos, a ninguno le conviene ganarse una detención en su primer mes del nuevo semestre.
 
 
[Prueba en el pasillo de libros religiosos, rara vez van ahí]
 
Propuso Wendy por experiencia propia.
 
  
 
A la hora de almuerzo se sienta al lado de Jimin y sonríe a modo de saludo. Hay varias conversaciones en la mesa cruzándose unas entre otras, por lo que se acerca un poco más para poder hablar a volumen normal, le propone que vaya a su casa después de sus clases de danza, podrían ver alguna serie y pedir comida, pero su dongsaeng con un puchero le comenta que irá a una aburrida cena familiar para celebrar un aniversario de matrimonio de sus tíos.

Yoongi deja que un suspiro resignado escape de sus labios.

—Podríamos hacer algo el sábado por la tarde.

—Quedamos junto a Taehyung de avanzar en una presentación para el lunes. —Era tan fácil coordinarse en verano cuando contaban con todo el tiempo del mundo—. Podrías venir a almorzar a mi casa el domingo, a mi mamá le gusta que nos visite "Yoongi, el chico que te regaló un peluche".

Yoongi se sonroja, pero la frustración se expande. No debería ser tan difícil hacer coincidir un tiempo para los dos —a solas, de preferencia—.

—Saldré a almorzar con mi mamá, ¿quieres venir?

Jimin asiente, lo cual es un alivio para el chico pálido que estaba a segundos de maldecir internamente a la vida misma.

De cualquier modo no pretende esperar al domingo, la molesta ansiedad invasora lo empuja a hacer las cosas rápido, a salir de dudas lo antes posible, teme que la barrita en su bolsillo esté más derretida que firme, por lo que en el último receso del día le escribe un mensaje.
 
  
 
[Alguien me prometió cargarme en sus hombros cuando necesitara un libro]

[Estoy en la biblioteca esperando]
 
    
 
  
  
  
    
  

 
  
  
 
  
 
 
 
  
Durante el almuerzo Jimin pensaba que la frustración lo iba a carcomer a medida que los planes se descartaban en sus tiempos dispares. Al menos coinciden el domingo, incluso tal vez, después de comer puedan escaparse a la habitación de Yoongi o a un parque, donde sea que tengan un espacio solo para los dos.

Se plantea la posibilidad de decirle a su madre con ojos de cachorro que quiere faltar a la celebración de sus tíos, pero ella no lo vería con buena cara y negaría, argumentando que ellos lo quieren y la unión familiar es importante.

En el bloque de literatura el nuevo profesor arma parejas al azar para discutir preguntas del último texto que dejó de tarea. Y como él y el azar son buenos amigos, le toca con una de las compañeras de escuadra de Jennie.

Es extraño trabajar con ella, más cuando los ojos curiosos lo examinan como queriendo extraer información que nada tiene que ver con el fragmento de texto que les toca analizar.

—No creo que a Jennie le moleste que salgas con su ex —comenta ella al terminar de redactar la última respuesta—. Es más, a ella la invitó a salir un chico que le da asesorías de preparación para el examen de admisión.

Y es así, con la ligereza de los comentarios casuales, que los rumores terminan por crecer como enormes bolas de nieve. A veces con oraciones dichas sin malicia, solo curiosidad y ganas de saber más como si se tratara de mirar un drama de televisión, apostando cuál ship se hacía canon y quién engañaba a quien.

—No estamos saliendo, solo nos llevamos bien —responde bajito, arrancando con cuidado la hoja del cuaderno y anotando el nombre de ambos en la esquina superior. La mirada cargada de intriga sigue insistente sobre él—. No porque me gusten los hombres significa que me enrollo con cada chico que me simpatice —puntualiza en un susurro cansado.

Satura su paciencia tener que aclararlo.

Lo ha tenido que hacer tantas veces, incluso sabiendo que no le debe explicaciones a nadie, pero se niega a que sigan transmitiendo una idea absurda, que así como lo piensan de él, seguro que también lo asumen de otros y alguien tiene entrar a cuestionar.

Aunque justo sea el caso que Yoongi le simpatice y le guste.

—Lo siento, no quería que sonara así.

"Así es justamente como suena". Se contiene, muerde su lengua y solo hace un pequeño gesto de negación, restándole importancia, ante la mirada avergonzada de su compañera.

Cuando comienza el receso Jimin avanza por el pasillo, quejándose sobre lo aburrido que está que le pregunten si se metió con Yoongi —y por ende, engañaron a Jennie, causando la ruptura de la polémica pareja "animadora popular-chico malo", esa es la historia que ha tomado más fuerza—. Taehyung casi encaramado a su espalda y con el mentón sobre su hombro insiste que lo ignore y Roseanne lo anima diciendo que en cualquier momento pasará algo que desvíe la atención, otra historia de aparentes infidelidades y romances para alimentar el morbo ajeno.

—La gente y sus chismes —dijo la animadora en cuestión tras la última clase de química antes de dedicarle una sonrisa y alejarse con su libro bajo el brazo. 

Jennie no parece prestarle importancia. 

Tal vez es su forma indirecta de decirle que él tampoco lo haga. Que no lo responsabiliza de nada.

Cuando están llegando a las bancas del jardín Seulgi los espera, estirada con pereza a lo largo.

—La estaba reservando —menciona con un bostezo que apenas altera la modulación de la frase.

Su celular vibra en el bolsillo y el mensaje hace que se muerda el labio para no sonreír tan extenso. Pronuncia un ansioso "Yoongi", "biblioteca"; ni siquiera seguro en qué orden y si armó una oración con sentido, pero Roseanne le da un pequeño empujoncito y las risitas alegres de sus amigos le inyectan ánimos para avanzar con amplias zancadas —o lo que permitieran sus piernas—.

Da igual, que pensaran lo que quisieran. ¿Qué si quiere salir con Yoongi? ¿Desde cuándo es algo que le incumbe a alguien más? Su hyung ya dejó claro que no le importan los comentarios ajenos.

¿Por qué tiene que contenerse?

Mira al chico pálido con las manos en los bolsillos y aquella expresión de gatito travieso brillando en sus ojos, asomada en su sonrisa.

Que se joda la gente y los rumores.

—Llegas tarde.

—He aquí un hyung impaciente —se burla con los labios que se extienden. Jimin también ha estado impaciente.

Yoongi no dice nada más, sujeta su brazo y con pasos lentos lo guía entre el espacio estrecho que dejan los estantes. Jimin siente aquella ansiosa necesidad surcando su estómago.

Cuando se detienen, batalla con las ganas de echar los brazos a su cuello y atacar su boca de manera precipitada. Quiere creer que Yoongi correspondería, que no se ha arrepentido de nada en el transcurso de estos días.

El mayor saca de su bolsillo una barrita de caramelo cubierta de chocolates y la deja en la mano de Jimin, acariciando sus dedos.

Una barra de caramelo justo como al inicio de sus interacciones, de esas que Yoongi sabe que le gustan tanto.

Una barra de caramelo que endulzó la noche que empezó a asumir que Seokjin estaba enamorado de alguien más.

Una barrita como las tantas que han alegrado sus tardes de mano de Yoongi y sus sonrisas de labios cerrados.

—No pienses que dejaré morir nuestros rituales.

Jimin sonríe incluso más y sus ojos se entrecierran. Rompe el envoltorio despacio, el chocolate derretido se adhiere al papel metálico, lentamente lleva la golosina a sus labios, mordiendo con el mismo cuidado.

—Tan malo, Jimin-ah, comiendo en la biblioteca.

—¿Quién no come a escondidas aquí? Ten, prueba un poco.

"¿Quién no se ha besado aquí?", piensa con el sabor dulce inundando su boca. A escondidas en el mismo lugar en el que están ellos. Le han dicho que es un clásico usar el pasillo de libros religiosos.

Piensa que en cualquier momento su corazón dejará de funcionar. Yoongi se ha agachado un poco al alcance de su mano para morder la barrita. Algo así como el montón de besos indirectos compartidos cuando esos labios envuelven cualquier cosa en la que estuvieron los suyos anteriormente. Mira sus ojos cerrados y las cortas pestañas lisas y oscuras. Maldición. Su hyung es condenadamente atractivo.

Jimin de a poco va aflojando el control, el deseo toma el mando de sus acciones al acercar su pulgar a la boca de su compañero de delitos. La intención inicial era retirar una minúscula mancha de chocolate derretido, pero termina delineando su labio inferior con absoluta calma. Nervioso por dentro, corazón latiendo acelerado, pero la yema empuja y recorre despacio la superficie blanda.

Yoongi con el pulso latiendo en sus oídos y el calor en la cara, fija su mirada en los ojos de Jimin, se arriesga a besar apenas su dedo. Un primer llamado.

El segundo llamado es al aferrar su mano a la nuca contraria y hacer presión ligera. "Vamos, acércate, ven por mí". Jimin lo escruta con la misma agonía de un depredador hambriento y Yoongi no tiene problemas en asumir el papel de presa esta vez. Quiere que Jimin lo ataque con todo ese deseo que guarda. Que lo sorprenda con su beso duro.

—Ustedes, al despacho del director.

La voz tajante de una profesora les hace separarse bruscamente, Yoongi nota un pequeño dolor que se extiende por su espalda luego del golpe contra el estante, pero contiene el quejido.

—Pero si no... —Jimin intenta excusarse.

—La biblioteca es un lugar para estudiar —interrumpe firme con semblante de desaprobación.

Oh y yo que justamente quería estudiar la boca de mi compañero.

Tanto Jimin como la mujer enrojecen ante el comentario tan descarado de Yoongi. Ahí está su hyung con sus frases mordaces y mirada desafiante, pero al mismo tiempo mostrándose tan compuesto, burlándose con aparente indiferencia.

Con mayor razón la maestra los envía hasta con el papel acusatorio a la oficina del director. Jimin más que lamentarse porque empieza su semestre con lo que son probables días de detención, se queja para sus adentros porque no obtuvo lo que buscaba, porque su boca era y sigue siendo material dispuesto para el estudio minucioso que pudo haber hecho Yoongi si tan solo pusiera los labios encima de los suyos —otra vez, como ese día en el parque—.

Avanzan por el pasillo en silencio, Yoongi se tienta a arrugar la hoja, tirarla al primer tacho de basura que vea y decirle a Jimin que pueden continuar en cualquier lado, en el baño, el patio, en pleno corredor lo que quedó a medio camino, mas su sentido común sigue fuerte y sabe que acabarían de todas formas en la oficina y con el doble de castigo.

—Lo siento, ya ves porque los maestros me suelen enviar a detención —comenta bajito y ronco.

Justo la entonación que a Jimin le gusta, aquella que se imagina sobre su oído y eriza su piel.

—¿Por estudiar la boca de tus compañeros? —bromea sonriente.

—Dongsaeng tonto. —Yoongi ríe y niega despacio—. Supongo que nuestra sesión de estudio queda pendiente.

Muere, o sea no, solo se atora con su propia saliva. Las reacciones de su organismo le sugieren que podría morir de felicidad. Su hyung deja un par de palmaditas en su espalda.

Jimin vuelve decidir que nada le importa, ni las miradas de los otros estudiantes, ni las afirmaciones de lo que podría llegar a tener/hacer con su hyung, solo busca la mano contraria a tientas con la vista hacia lo largo del pasillo y Yoongi no duda en sostenerla.

Se sueltan cuando llegan a la fila de espera, al parecer hubo varios altercados hoy porque es más larga de lo normal. El chico pálido nota que Jimin se inquieta, reconociendo a Taehyung y Roseanne a un par de personas de distancia.

—¡Tae! —lo llama a la par que hace una seña con la mano—. ¿Qué haces aquí? —pregunta alarmado al ver que el costado de su labio luce hinchado y todavía hay sangre reseca en una pequeña herida cerca de la una de las comisuras.

Taehyung no suele ser una presencia tan recurrente en el despacho del director. Si se mete en problemas es por alguna tontería o por algún plan grupal para poner incómodos a los profesores y mandos de la escuela, no por liarse a golpes. Suele ser Jimin quien lo hace justamente para no tener que ver a su amigo cabizbajo y el labio roto.

Roseanne más allá del cabello desordenado, no tiene ningún rasguño y eso le alivia.

—Un tipo de tercero se burlaba de él y Hoseok sunbae —responde Rosé en voz baja.

Jimin apela buscando la mirada de su amigo que permanece callado y mano hecha un puño, conteniendo la rabia.

—Debiste haberme llamado —dice apenas en un murmullo, paseando los dedos por su pelo castaño.

—No puedes defenderme siempre, también tengo que hacerlo por mi cuenta.

Cuando llaman a Tae a la oficina, Seulgi aparece con el mismo aspecto desordenado de Roseanne y le cuenta que poco después que él se fuera se desató casi una batalla campal. Jimin parpadea confundido tratando de imaginarse la escena. Pelea verbal al inicio, después Tae atacó y se fue metiendo gente al altercado. Su noona menciona reprimiendo la risa que le arrancó un mechón de cabello a una chica de su grado que le cae pésimo.

Yoongi saca su teléfono y le escribe a Hoseok, ajeno a todo, ni siquiera estuvo presente.

 
[Ven a esperar afuera de la dirección a tu mocoso favorito]
 
 
 
 
  
  
  
 
 
 
 
—Tae-Tae. —Hoseok avanza a pasos largos y rápidos hasta acortar la distancia con su dongsaeng—. ¿Duele mucho? —pregunta acunando sus mejillas con suavidad.

—Estoy bien, Hobi hyung.

A Jimin le tranquiliza el intercambio de miradas cariñosas de ese par y sus conversaciones a susurros. Le enternece la forma tímida en que Tae pareciera derretirse con las caricias delicadas de Hoseok.

A ambos no les importa si atraen ojos curiosos. Tampoco hay un chisme más elaborado sobre su historia amorosa, no hay tercera parte supuestamente engañada, solo algunos cuantos comentarios —para nada agradables—, no tan diferentes a los que han escuchado buena parte del periodo de instituto.

Aún tienen que regresar al último bloque de clases, pero su amigo pareciera no querer despegarse del golden sunbae, aferrado a un abrazo.

Yoongi permanece tranquilo esperando a Hoseok, en algún punto Jimin nota como los dedos de su hyung se entrelazan a los suyos.

Con todo el embrollo y la fila de estudiantes que pasaron antes que ellos, se notaba que el director solo quería sacarlos rápido de su despacho, así que se limitó a un sermón, advertencias y ambos asintiendo, llevándole el amén porque ni siquiera había mencionado darles una semana de detención justo ahora —después, si se repetía la falta—, lo cual fue casi milagroso.

Jimin realmente no quería ganarse una tarde de castigo y perderse el juego de su hyung.

—Jimin-ah —lo llama suavecito, apenas tirando de su mano—, ¿irías a Seúl conmigo el próximo fin de semana?











***
Escribir y editar este capítulo fue una frustración con wattpad cambiándome los guiones.
Así como voy atrasándome, terminaré de nuevo actualizando los jueves x'D.

Gracias por leerme 🥺💕
Feliz semana~

Pd. Estoy tan feliz por la nominación de los chicos ;u; 💖

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