XV. Tal vez sí
Decir que no fue extraño hablarle a Yoongi sería mentir. Justo en el momento que iba en el auto junto a sus padres y con el celular en las manos se preguntaba qué escribirle exactamente a su hyung pálido: ¿un saludo como si nada? ¿Enviar alguna imagen divertida para demostrar que no había tensión ni nada extraño? ¿O preguntarle si ha pensado en eso?
Jimin lleva más de una semana pensado en eso, de forma ocasional, en tiempos muertos o cuando está aburrido.
Lo piensa mientras acaricia el pelaje frondoso del gato gordo sobre su regazo. Tiene en su mente la idea rumiante: "Yoongi me besó, yo lo besé también". Un par de besos suavecitos que le hacen replantear la escena y arrepentirse de no haber hecho más. Porque hacía un buen tiempo que no degustaba los labios de alguien por estar fantaseando con lo que nunca tendría con Seokjin, entonces si buscó complicarse la vida besando a Min, debió hacerlo con todas las ganas, sin contenerse en nada y no solo evocar lo blandito que se sintieron sus labios, sino también el sabor de su boca.
Ahora la curiosidad lo invade y se pregunta de qué forma Yoongi podría devorar su boca. ¿Besos lentos e intensos, tortuosos al principio y falta de aire después? ¿Besos ansiosos como si no fuera a existir otro?
No sabe qué es lo que acaba de preguntarle una de sus tías. Hacen sobremesa tras cenar, pero Jimin está en las nubes, soñando despierto con besos, porque bastó aquel par de roces para recordarle la escasez de contacto físico y lo mucho que ansía experimentar cosas con alguien.
Alguien que tiene la cara de Yoongi y su voz ronquita pronunciando "Jimin-ah" con cariño.
De repente se siente tan bien poner a su hyung pálido en sus fantasías.
Le han preguntado sobre sus planes y si ya tiene claro que quiere entrar a estudiar en la universidad. Jimin se frustra, acaban de interrumpir su paraíso mental de besos y manos grandes amasando su piel por aquel tipo de interrogantes que ha estado evitando. Ha decido que dejará caer de sorpresa la noticia cuando se inscriba a danza y que pase lo que tenga que pasar.
—Todavía tengo un poco de tiempo para pensar.
—No tanto —le recuerda su madre.
—No agobien a Jiminnie, dejen que disfrute sus vacaciones sin pensar en la escuela.
Por eso y mucho más adora a su abuela. Justo a ella quiere contarle sobre qué pasó con Seokjin y ahora esto que surge con Yoongi, las cosas que provoca en su sistema nervioso cuando está tan cerca, pero no ha encontrado un momento a solas para conversar abiertamente.
Vuelve a revisar disimulado su teléfono una vez que el gato de un salto bajó de su regazo aburrido de las caricias humanas. Tiene encima esta boba ansiedad de esperar mensajes. Los mensajes de Min específicamente, también sus llamadas.
Al menos Yoongi se atrevió a escribir primero mientras Jimin se enredaba sobre qué decir, aludiendo a que esperaba un mensaje con señales de vida y preguntando si tuvo un buen viaje. Después de eso, el primer signo de que no todo se había torcido de forma incómoda, las conversaciones volvieron a fluir.
Jimin le ha enviado fotos del gato en varias ocasiones y Yoongi alega que no ve el parecido entre ambos. Por su parte insiste que sí, los dos tienen una mirada letárgica y misteriosa como si guardaran los secretos de la vida misma tras esos ojos afilados. Su hyung no se contenía de decir que es exagerado.
Así como Yoongi se atrevió a escribir primero, Jimin fue el primero en llamar. Lo hizo cuando su amigo le dijo que estaba aburrido esperando abordar el tren a la capital y conversaron varios minutos sobre los planes que tenía cada uno ideado para su viaje.
Han retomado el ritmo ligero y espontáneo de sus conversaciones, o dentro de lo que cabe. Ninguno ha mencionado nada sobre eso, ni siquiera una insinuación al punto que Jimin se plantea la burda posibilidad de haberlo soñado.
Ahora le toma fotos a los pastelitos de arroz que preparó su abuela y se las envía a su hyung, prometiendo que le llevará, porque esa mujer prepara los mejores del mundo.
Además de mantener la interacción con Yoongi activa, lo cual incluye las fotos que el mayor le manda de su estadía en Seúl —por fin conoció a su hermano, tan guapo y parecido a Yoongi, los Min tienen la belleza en los genes—, también conversa frecuentemente con Taehyung, quien le cuenta cada avance que ha conseguido con el golden sunbae, aunque ya saliendo de su círculo de Daegu y centrándose en Busan, ha aprovechado de visitar a sus viejos amigos y, por supuesto, disfrutar de la playa.
Jungkook suele estar presente en la mayoría de sus panoramas y ya puede decir que se siente más tranquilo a su lado. Algo paulatino que fue recuperando con el pasar de los días y las diversas actividades que han hecho juntos.
Para su sorpresa, su amigo apenas menciona a Seokjin y destina buena parte de su atención en él.
Resulta nostálgico visitar aquellos lugares que marcaron pequeños pasajes significativos en su memoria. En especial la playa, abriéndose paso entre la gran cantidad de turistas, algo de lo solían quejarse años atrás cada verano, ahora Jimin dice con falsa culpa que se convirtió en lo que tanto detestaba: un invasor.
También ha podido ver de cerca el reciente pasatiempo de Jungkook cuando le pide que lo acompañe a sus prácticas de boxeo.
Debe reconocer ese otro punto...tiene el recuerdo de Jungkookie como su pequeño dongsaeng delgado y ojitos grandes como un cervatillo. Actualmente, además de centímetros a lo alto, nota el grosor de la musculatura trabajada con el entrenamiento. Se fijó en ello cuando fue a Daegu y vuelve a ser consciente de esto cada a vez que observa sus brazos definidos.
A Jungkook le gusta pasar temprano por la casa de su abuela para invitarlo a una amena salida a trotar y Jimin extrañaba que alguien lo acompañara a hacer ejercicio. Tae y Seulgi lo esquivan olímpicamente cuando sugiere un panorama que se asemeje a una clase de educación física, por lo que termina haciéndolo solo, convencido que un cuerpo fuerte y ágil facilitan su desempeño de bailarín.
Realmente aprecia la compañía de Kookie y sentir que ha vuelto a ser fácil hablar por horas como años atrás, aunque a veces quisiera que le contara más cosas, como lo de Seokjin, por ejemplo.
Hubo un tiempo en que entre ambos no existía aquello llamado privacidad y los adultos cercanos a su alrededor solían reírse y decirles que eran como siameses. No sabían discernir quién estaba pegado a quién.
La nostalgia lo ataca con demasiada frecuencia, pero prefiere no emitirlo en voz alta luego que Jungkook con su sonrisa traviesa dijera: —suenas como un abuelo, hyung —tras escucharle comentar que extrañaba como su pequeño dongsaeng lo seguía igual que una cría de pato y sujetaba su mano para arrastrarlo a mirar cualquier tontería llamativa que encontraba en el jardín o en la calle.
Menos aún iba a recordarle que antes solían contarse todo al punto de preguntarse "¿cuándo dejamos de hacerlo?".
Fue a Jungkook a la primera persona a quien le confesó que le gustaban los chicos y su dongsaeng sonriendo afirmaba que lo sabía, porque un día cuando niños Jimin en su total ingenuidad dijo que quería casarse con el protagonista de la película porque lo encontraba genial.
Jungkook no tenía reparos para hablarle de las chicas bonitas de grados superiores que jamás se iban a fijar en él o del capitán del equipo de fútbol que le empezó a parecer anormalmente atractivo y quién mejor que Jimin para entenderlo y calmar sus inseguridades.
También fue Jungkook el de la idea que puso su mundo de cabeza y todo aquello sin forma terminaba por encontrar las palabras precisas para definir los distintos tipos de afecto que sentía por el chico a quien conocía de siempre.
Es que el día que su amigo le dijo sin pelos en la lengua y plena confianza que quería practicar esto de los besos y quien mejor que su mejor amigo para ello. Jimin rojo hasta las orejas negó, porque sabía que eso sería como quemarse gratuitamente. Exponer sus sentimientos al fuego de las curiosidades de Jeon, porque no le constaba que a su amigo le gustaba de vuelta.
Luego él lo miraba como un ciervo herido y le preguntaba si no le parecía atractivo o le parecía desagradable la idea de besarlo, Jimin no encontraba la forma de decirle todo lo contrario sin poner en juego que estaba enamorado. No quería lastimarse y redujo su respuesta a que era un dongsaeng manipulador que buscaba reírse a costa suya.
Al final terminó cediendo y no porque Jungkook continuara insistiendo, porque tras ese rechazo su amigo hizo como si nunca lo hubiera preguntado. Fue por el mismo Jimin, sus debates mentales y su gusto por tomar riesgos haciéndole contrapeso a su intención de obedecer las advertencias de su ignorado sentido común.
Entonces dijo "sí, probemos", después de todo quién mejor que su mejor amigo para aprender. Hubo intentos fallidos, risas contenidas que surgían justo antes de llegar a los labios ajenos y "espera, ahora sí" antes de volver a acercarse. Interrupciones por montones, dado que sus casas no solían quedar a solas, Jimin con su pequeño hermano corriendo por todas partes lo hacía más que imposible.
Recuerda a Jungkookie tocando su rostro con cariño y delineando sus labios con las yemas y absoluta curiosidad antes de acercarse y apoyar la boca sobre la suya. Presión suave al inicio, segundos después su amigo atrapando su labio inferior. Un golpe en la puerta, la voz de la señora Jeon preguntando si se quedaba a comer y ambos con expresiones frustradas.
La ansiedad creciendo les hizo apresurar las cosas y había un olvidado salón donde guardaban artículos viejos y en mal estado, supuestamente prohibida la entrada, pero la seguridad era escasa, tanto como para forzar la puerta con un par de empujones. Era de conocimiento público que usos alternativos le podían dar los estudiantes. El sitio era perfectamente oscuro, olor azumagado y polvo por todas partes; ¿hacía cuanto no entraban a realizar un orden en lugar de solo tirar cosas obsoletas y averiadas? No importaba, no cuando Jungkook se aferraba a su cintura y Jimin correspondía un beso hambriento y torpe. Más de uno, porque frenaban para recuperar el aire y continuar.
Jungkook diciendo "no dejemos de hacer esto" antes de volver a su boca. Jimin asintiendo con el corazón agitado, queriendo contestar "no, no, las veces que quieras" y "salgamos", pero las palabras morían contra su lengua y las manos que se metían bajo su camisa, explorando su espalda.
Euforia que duró hasta que apareció un profesor y los escoltó en medio de un sermón al despacho del director.
Desde ahí todo fue un caos, porque Jimin sabía que estaban buscando excusas para justificar una expulsión.
Los Jeon no lo tomaron de forma alarmante y simplemente cambiaron a su hijo a otra escuela. Jimin pensaba que su destino sería similar, seguramente sus padres no lo pondrían en la misma escuela que a su mejor amigo, pero daba igual, habían dado un salto y ya se aferraba a sus ilusiones.
Luego vino el cambio de ciudad y ahí quedó con todas las dudas que nunca preguntó, asumiendo que a su amigo quizá nunca le importó realmente de esa forma.
Hasta ahora se pregunta si al menos le gustó o fue un simple conejillo de indias para satisfacer las curiosidades y experimentos de Kookie.
Hay tantas cosas que le gustaría entender.
Y en cada panorama compartido junto a su amigo se tienta a preguntar, mas se retracta pensando que sería incómodo sacar el tema así como así.
Se han divertido bastante y los días han pasado volando.
Ya está en un punto en su calendario en que empieza la cuenta regresiva para volver a Daegu y ponerle fin a las vacaciones.
Si saca cuentas no es que haya descansado como tal: desconexión y relajo. Más bien, ha estado corriendo literal de un lado a otro. Su mente también lo hace y las interrogantes no desaparecen, resurgen por turnos a la espera de ser resueltas. Piensa en todo y no quiere pensar en nada mientras busca entre su desparramo de cosas el regalo de su amigo, para luego acordarse que anoche lo dejó envuelto bajo la cama.
Su misión de hoy es entretener a Kookie en tanto sus hermanos y amigos preparan una celebración sorpresa. Ha decidido invitarlo a almorzar dónde sea que se le antoje y ajuste a su presupuesto.
—Apuesto que tu plan es pasar el día conmigo porque me espera una fiesta en casa.
—Tonto.
—No necesitas guardar el secreto, fingiré sorpresa. —La sonrisa ladina de Jungkook le resulta contagiosa, pero sabe que reír es ponerse en evidencia.
—No sé qué clase de películas te estás pasando en tu cabecita, yo solo pretendo pasar la tarde consintiendo a mi querido dongsaeng, vamos, dime qué quieres comer.
Como lo lleva haciendo tanto tiempo, se resiste a darle cabida a todas esas dudas, se convence que no tiene sentido tener una respuesta a estas alturas.
Hasta que al final no puede. Siguen ahí, demandantes por salir, pinchando curiosas a medida que su instancia en Busan se acorta y las posibilidades de hablar cara a cara se reducen.
Cuando lo acompaña a casa, negando hasta el final que lo espera una fiesta, decide desviar el tema de conversación. Quizá haga del momento algo incómodo para el chico del cumpleaños, pero es movido por sus caprichos y ansias. Simplemente quiere entender...y darle cierre a algunas cosas.
—¿Alguna vez te gusté?
La expresión de Jungkook cambia de relajada y risueña a una de confusión.
—¿A qué viene la pregunta? —Sus mejillas se han teñido de rosado.
—Realmente me gustaste y estaba furioso al pensar que dejaría Busan —confiesa tranquilo, con los ojos en el cielo antes de ponerlos en su amigo—, muchas veces me pregunté qué habría pasado si me quedaba, luego creí que no te gustaba de esa forma de vuelta y...
—No fue así, me gustabas, por eso mi primer beso fue contigo —responde sincero con el rojo acentuándose—. En ese momento no sabía —detiene la frase como si quisiera tomarse unos segundos para ordenar las ideas en su cabeza—...no estaba preparado para enfrentarlo, además te ibas a mudar y no tenía idea cómo tomarme esto de verte a diario a no hacerlo y esperar meses para encontrarnos, también me sentía culpable, sabía que normalmente nos metíamos en problemas, pero me sentí muy culpable cuando intentaste cargar con toda la responsabilidad frente al director. A mí no me expulsaron, a ti sí...
—Jungkookie, es responsabilidad mía cómo enfrentaba las cosas y muchas veces lo hice de la forma problemática.
Jimin mantiene su expresión cargada de cariño y nostalgia, Jungkook no le rehúye la mirada y aquello es un alivio.
—Aunque me gustaras de vuelta, no lo habría puesto fácil, estaba tan perdido, incluso ahora no puedo decir que no lo esté, no sé que hago con mi vida.
—No es como que tengas que saberlo a ciencia cierta, ahora ya o mañana. —Sonríe buscando sujetar su brazo—. Imagino entonces que también le pusiste obstáculos al pobre Seokjin hyung.
—Por supuesto, pese a que le dije que me gusta, ninguno de los dos sabía exactamente qué hacer, todavía es un poco confuso, pero al mismo tiempo estar lejos lo hace más fácil...no sé cómo explicarme.
—Estamos llegando a tu casa, después te preguntaré todo los detalles que no me has contado —dice antes de darle un pequeño empujón.
Entonces Jungkook lo observa de reojo como queriendo decir "lo sabía" cuando lo espera su familia y amigos cantando en honor a un año más.
Ver a su amigo tan feliz disfrutando de las brochetas de cordero le hace sonreír como tonto de imaginar los ojitos brillantes de Yoongi cuando las come.
La fiesta le hace sentir cómodo, incluso ha vuelto a ver a algunos de los viejos compañeros con los que sí se llevaba bien en la escuela, con algunos continúa conservando el contacto y otros son recuerdos difusos en su mente, siendo ellos quienes traen a la mesa anécdotas compartidas y "te acuerdas cuando...", la verdad es que Jimin apenas lo hace, pero finge como que sí.
Por la noche Jungkook le sugiere que se quede, porque dentro de poco dejarán de verse por meses, probablemente.
Nota que su amigo sonríe con el teléfono en las manos, murmurando algo sobre el mensaje de buenas noches que le envió Seokjin a ambos y lo llama para enviarles un corto video de los dos en respuesta.
Antes ese tipo de cosas dolían más, ahora solo deja un sabor extraño, pero no comprime su pecho. Lo toma como una buena señal.
—En la mañana tuvimos una videollamada y también me llegó su regalo por correo, prometió preparar un pastel entero para mí cuando nos volviéramos a ver —susurra bajito antes de silenciar su celular una vez metido en la cama—. Es demasiado.
—¿Desde cuándo es un problema que un hyung te consienta mucho? —pregunta Jimin acomodándose a su lado—. Te gusta que te consientan.
—Siento como si tuviera que retribuirlo y no sé cómo.
—No es como si te pidiera algo a cambio, lo hace porque quiere y porque te quiere.
—Lo sé —murmura apenas, encogiéndose bajo el cobertor ligero—. Sé que me quiere y es demasiado cuidadoso conmigo.
—¿En qué sentido? —indaga curioso. Se siente preparado para escuchar detalles, de esos de los que antes escapaba y se negaba a saber, aunque al mismo tiempo la intriga insistiera lo contrario.
—En todo, me respeta demasiado y a veces deseo que llegue un poco más lejos, pero no quiero ser la parte que presiona —intenta explicarse. Jimin lo percibe removerse incómodo—. Él insiste en que vayamos lento y no quiere presionarme, prefiere esperar, le pregunto ¿esperar cuánto? Y sé cuál es la respuesta, entonces quiero preguntarle por qué aceptó salir conmigo.
»En ese beso que nos dimos y metí mis manos bajo tu camisa ha sido más lejos de lo que he llegado con Seokjin hyung. Cuando lo miro así es frustrante...
Jungkook continúa hablando, como si por fin tuviera el espacio para botar todo lo que ha estado conteniendo, todo lo que al parecer no conversaba con nadie. Relata cómo partió todo cuando apenas se conocían en una plataforma de juegos online, las conversaciones ligeras y las vagas insinuaciones de coqueteo cuando el otro no tenía una forma definida y era solo lo que ellos querían y recreaban en sus cabeza, por lo mismo Jungkook había sido receloso en cuanto exponer su identidad a un medianamente desconocido sujeto apuesto en su último año de instituto, porque Seokjin se regocijaba de recibir halagos de quienes se deleitaban con su foto de perfil. Sumado a eso, lo bobo de sentirse tan atraído por, básicamente, una fantasía.
—Siempre pensé que la distancia lo haría fácil y me ayudaría a no implicarme. A verlo como un juego, pensé que para él también sería así, que nada de esto era algo serio.
»Me armaba de expectativas y al novio ideal imaginario con su cara porque nos separan kilómetros. —Suspira antes de buscar mayor cercanía con Jimin, quien deja un par de caricias su pelo—. Luego aparece para superar todas mis expectativas y no sé qué hacer.
»Entré en esta especie de debate de querer huir mientras podía, pero al mismo tiempo saber que si lo hacía perdería la oportunidad, mantuve a mi pobre Seokjin hyung en medio de esa confusión con señales ambiguas.
Jimin no se había detenido a mirar el curso de la relación de su amigo y cómo han lidiado con la distancia, con la responsabilidad que siente Seokjin de cuidarlo y no presionarlo, aún cuando Jungkook quiere empujar más lejos. Ambos con sus inseguridades que recién ahora está conociendo, ya que su hyung lo mantuvo al margen y sus razones habrá tenido. También Jungkook, quizá debió preguntarle un poco más qué estaba pasando con su vida, si algo lo confundía en lugar de intercambiar videos divertidos y hablar de cualquier superficialidad azarosa.
Estuvo proyectando en ellos la relación que fantaseaba con Seokjin —o, más bien, el retrato del novio imaginario ideal, no su hyung como tal—, pero no se detuvo a pensar en cómo la vivían sus dos amigos, sus complicaciones y confusiones, mirándola como perfecta, tan bonita y dulce como ambos.
—Además, te imaginarás la sorpresa que fue saber que Jin hyung iba en la misma escuela que tú y que tenían una relación cercana. Ni siquiera sabía por dónde empezar a contarte todo esto y más cuando era yo quien decía que este tipo de relaciones a distancia eran tontas, es decir, cómo te enamoras de alguien a quien vagamente conoces...y aquí estoy.
—Muchas personas se enamoran de alguien a quien vagamente conocen aún si han estado frente a frente —afirma todavía con los dedos hundidos en el cabello castaño. Nuevamente revivía los tiempos en que su pequeño dongsaeng le contaba cada uno de sus secretos a susurros en la oscuridad—. No tienes que avergonzarte frente a mí, puedes contarme lo que sea.
—Él es tan atractivo y dulce, ni siquiera sé por qué le gusto.
—Porque eres un dongsaeng genial. —Quiere dejar un golpecito en su nariz, pero en un error de cálculos falla y pincha ligero su ojo.
Jungkook se queja y ríe bajito. Jimin lo imagina sonrojado, su amigo se cohíbe frente a los cumplidos.
—Sabes, tres años no es mucha diferencia, digo quizá ahora lo parece, pero a futuro cuando tenga veintitrés y él veinticinco o no sé, treinta y él treinta y tres...es una brecha muy corta —menciona y hace un pausa—, siento que sueno tan tonto imaginando que llegaremos a estar tanto tiempo juntos.
—Esa es la gracia de estar enamorado.
—¿Cuál? ¿Parecer tonto?
—Esa y fantasear con las posibilidades, todavía mejor cuando se cumplen. ¿Tienen algún plan con Seokjin hyung?
—Por ahora no mucho, lo más concreto que le he dicho es que cuando salga del instituto el otro año podemos planificar algo más serio, ya sabes, vivir juntos o algo que vaya por ese camino.
»Por ahora quiero creer que estamos bien así, cada uno en sus propias responsabilidades y viéndonos de tanto en tanto, aunque mi mamá insiste que lo invite más seguido, creo que es porque le gusta que cocine tan bien y lave los platos.
Descubre algo novedoso al sentir el deseo honesto de querer que Seokjin y Jungkook consigan vencer obstáculos y llevar bien su relación. Quiere verlos felices, quiere reír y recordar años después que alguna vez sintió algo por los dos.
—No te compliques tanto —menciona tras un suspiro—, disfruta de estar enamorado y ser correspondido, no todos hemos tenido ese lujo.
—Suenas como un anciano dramático, hyung.
—Eres terrible, ni siquiera sé por qué intento hacerte sentir bien. —Le da una pequeña patada en una de la piernas y Jungkook riendo trata de inmovilizarlo.
—Porque me quieres.
Jimin batalla por liberarse, trata de escabullirse, casi cayendo de la cama estrecha en el intento, pero Jungkook lo sostiene.
—¿Estás enamorado, Jimin-ssi?
—Tal vez sí —responde y no pensando exactamente en Seokjin—. Las cosas han pasado tan rápido.
—¿Eres correspondido?
—Tal vez sí , no lo sé —aprieta sus labios y decide decirlo, porque así recuerda que no fue un sueño—: Me besó —confiesa en un susurro alegre. No habrá sido un beso de esos que roban hasta el último suspiro, pero cae en la definición de lo que Jimin entiende como uno: unión de labios.
—¿El chico pálido?
Jimin siente la risa ligera nacer en su pecho junto a un calor agradable.
—Sí.
—Sabía que era tu tipo.
—Pensaba que mi tipo eran castaños altos y con ojitos de Bambi, como tú o Jin hyung. —En esa última frase quiso dejar dicho todo lo que estuvo guardando.
Se siente liviano, por fin se permite desprender un peso.
Ahora le gusta un sujeto pálido de ojos gatunos y quiere hacer las cosas bien en lugar de cometer los mismos errores: esperar que la otra persona hiciera algo, esperar a pisar en tierra segura.
Lo va a intentar. Resulte o no, sabrá que hizo algo al respecto.
Y con un exceso de buen humor, pese a que cada mañana es un día más cerca de entrar al infierno del instituto, decide tomar su celular para escribirle un mensaje a quien se ha transformado en su hyung favorito.
[Nos vemos en un par de días ♡]
—Entonces, ¿te gusta?
Yoongi no entiende en qué segundo la conversación se centró en Jimin. Cuándo fue que comenzó a contarle todo a su mejor amigo hasta dar por confirmadas sus sospechas. Wendy en cambio, lo dio por asumido de antes y le sugería lo obvio con su entonación juguetona al decir "¿así que te juntas con Jiminnie hoy?".
—Más de lo que creía —confiesa tras resoplar resignado.
Porque si se detiene a procesar todo lo que siente puede notar la intensidad con la que ha calado en sus pensamientos y cada reacción de su cuerpo, partiendo por lo fácil que resulta sonrojarse, los latidos rápidos, la ansiedad frente a cada mensaje y llamada. Los incómodos pinchazos en el pecho al recordarse que a Jimin le gusta alguien más y un par de besos no es que fueran a desterrar por arte de magia a Seokjin de la memoria de su compañero de delitos.
—¿Y qué harás? ¿Algún plan de conquista en el que pueda ayudar? —La voz de Hoseok suena tan alegre que Yoongi quiere robarle un poco de ese optimismo.
—Ninguno por el momento.
Ya hizo una tontería impulsiva como besarlo. Jimin lo besó de vuelta y ya no sabe qué hacer con eso y qué significa exactamente. No lo han hablado.
Tal vez deba ser de las conversaciones que se tienen en persona.
—¿Por qué? —pregunta su amigo sin entender cuál es el obstáculo.
—Porque le gusta alguien más. —Yoongi prefiere dejar claro el panorama.
Entonces su amigo emite un "oh" y un incómodo silencio se extiende.
—No es como que gustar de alguien fuera una condición permanente —asegura su amigo con convencimiento. "Ah, Hobi y su optimismo", quiere decirle Yoongi—. El año pasado en esta misma fecha estabas enamorado de Jennie, las cosas pueden cambiar.
Yoongi se permite afirmarse a medias del optimismo y las palabras de Hoseok, las cuáles son ciertas, pero no necesariamente le aseguran que Jimin se fijará en él.
Transita por un sube y baja con sus esperanzas. A veces se carga de optimismo, otras veces se fuerza a ser realista y ver todas las posibilidades, incluso los escenarios en que el rechazo es una opción.
Además tampoco es que quiera comenzar a salir de inmediato con Jimin como siguiendo el dicho "a rey muerto, rey puesto".
Todo en su cabeza es un continuo y agotador tira y afloja.
—Por eso prefiero esperar.
Se despide de Hoseok cuando escucha a su hermano llamando al otro lado de la puerta, preguntando si ya está listo para salir, pues su padre los espera para almorzar en el restaurante acordado.
Consiste en una especie de tradición, es lugar al que fueron la primera vez que visitaron a su papá en Seúl una vez que la economía de los Min dejó atrás el periodo recesión. Un local especializado en parrilladas, no especialmente costoso, pero que era de los lujos que no podían darse en aquel entonces.
Suele ser uno de los momentos favoritos de sus visitas ocasionales a la capital, ya que todavía evoca la felicidad de su versión crío frente un cerro de comida —bueno, ahora no luce tan grande como un cerro—.
Yoongi no tiende a ir con planes especiales a Seúl y a ratos perturba su paz el exceso de gente cuando da paseos. Es su hermano quien organiza panoramas para pasar un tiempo de calidad familiar. Lo demás es un poco de aburrimiento e improvisaciones. Conoce a pocas personas, apenas uno que otro ex compañero de escuela de grados superiores con quienes solía llevarse bien y aprovecha de reencontrarse con ellos.
El resto son paseos en solitario. Afortunadamente su sentido de la orientación es bueno y no suele perderse.
Ha notado que sin Jimin no resulta tan entretenido robar. Las cosas que esconde son de poco valor como golosinas, otras un poco más costosas que eventualmente le dará a su dongsaeng de mejillas llenitas. Así era hasta que arriesgó su alma por llevarse en medio de un impulso un peluche de Chimmy bajo un brazo, siguiendo la técnica de su compañero "como si siempre hubiera sido tuyo".
Piensa que si no lo atraparon saliendo con todo el descaro del mundo con un llamativo peluche amarillo fue porque agotó todas sus reservas de suerte. Que una estupidez saliera bien una vez no significaba que fuera a ser así siempre, por lo que prefiere la adrenalina a dosis comedidas y no el susto que pasó al atravesar la mampara con la sensación fría en la espalda que el guardia pondría la mano en su hombro en cualquier segundo y nada lo salvaría del problema.
Ahora que mira el peluche sobre la repisa imagina la sonrisa que pondrá su dongsaeng cuando lo vea.
Ayer su hermano le preguntaba si era para Jennie e incómodo le recordó que habían terminado. Si bien le ha hablado de Jimin, no ha especificado que le gusta mucho, detalle que le haría decir "no sabía que también te gustaban los chicos", tampoco es como si tuviera que dar explicaciones. De cualquier forma no es un tópico complicado para los Min que no son exactamente una familia conservadora.
Cuando llegan al restaurante, su padre lo espera en una de las mesas en compañía de quien supone que es su posible pareja. La mujer los saluda con amabilidad y Yoongi responde de la misma forma.
Intenta mantener aquella ansiedad que cosquillea al margen, en especial tras las continuas vibraciones del teléfono en su bolsillo. Las posibilidad de que algunos mensajes fueran de Jimin son altas y sus manos pican por sacar el pequeño aparato y revisar.
Intenta centrarse en la conversación ligera de la mujer que comparte con ellos, una ex compañera de escuela y amiga de su padre, por lo que tiene anécdotas divertidas que contar de décadas atrás.
Cuando ella se levanta al baño y su padre llama al mesero para pedir la cuenta, saca su celular y mira los mensajes, primero los de Jimin, quien envió fotos de su día en la playa, Yoongi responde capturando la imagen de los platos y vasos vacíos antes que los retiraran.
Intercambiar fotos de sus vacaciones se ha vuelto parte de su rutina. Había estado temiendo que Jimin guardara su distancia después de lo ocurrido en el parque, le alegra que no fuera así, que las conversaciones continuaran ligeras y con aquellos tintes de coqueteo que le arrancan sonrojos, como cuando le mandó una selca junto a su hermano y respondió con un:
[Qué apuestos son los Min ♡]
Yoongi sintió el calor subir a su rostro y prefirió canalizarlo a través de un poco de humor.
[¿Quieres que te presente a mi hermano? Está soltero]
[No es necesario]
[Ya tengo un Min favorito]
A veces le gusta releer las conversaciones y volver a sentir aquel hormigueo sintomatológico del enamoramiento.
Luego vuelve su atención a los otros mensajes pendientes. Uno es de Jennie mandando saludos y recomendándole un libro que sabe que podría gustarle. Retomaron la comunicación hace poco, ella le escribió porque extrañaba conversar con él, si le parecía incómodo y que no creía que fuera una regla eso de que una ex pareja no pudiese llevarse bien después. Yoongi debe admitir que le alivia.
Responde otro par de mensajes a Wendy y Namjoon. Justo al segundo que bloquea la pantalla esta se ilumina, Jimin ha escrito nuevamente.
[Llámame a la noche]
[Extraño hablar con mi Min favorito]
Entonces Yoongi ansía que las horas pasen para escuchar su voz al otro lado de la línea. Al menos su hermano le ayuda a acortar el resto de su día. Lo invita al cine y después lo lleva a una reunión con sus amigos de la universidad.
No llegan tan tarde al apartamento de su padre, considera que la medianoche es una hora razonable para llamar a un adolescente en plenas vacaciones. Jimin no es de los que se duerme temprano, lo sabe muy bien.
Una vez instalado cómodamente en la cama marca el número de su amigo, quien comenta haber creído que por poco se olvida de llamarlo, Yoongi le responde que es un hombre de poca fe, omite revelar que estuvo esperando esa llamada toda la tarde.
Jimin pasa varios minutos relatando qué ha hecho desde la última vez que hablaron por teléfono un par de días atrás. Le cuenta que ha acompañado a Jungkook tanto a hacer ejercicio por las mañanas como a sus entrenamientos de boxeo.
—Tu rutina me hace sufrir. —Yoongi de pensar en levantarse temprano para salir a trotar se siente cansado. Incluso cuando tenía que ir un par de días por la mañana a las prácticas de basquetbol era una tortura abandonar su colchón y tenía que obligarse.
—Hyung, eres un gato, entiendo que necesitas dormir dieciséis horas.
—Me gusta dormir.
—Te ves adorable cuando duermes, justo como el gato de mi abuela. —Antes que Yoongi alcance a decir que no, agrega—: duermo con él, le gusta buscar un espacio entre algún hueco ya sea de mis piernas o brazos y una vez que se acomoda, ya no puedo moverme.
—Podrías hacerlo perfectamente.
—No pienso perturbar el sueño del rey de la casa, ¿qué clase de esclavo humano sería si lo hago?
—Supongo que uno muy malo —dice con una sonrisa en los labios.
—¿Has conseguido algo para mí? —pregunta curioso— ¿o ya se acabó nuestro ritual de intercambios?
—Espera y verás.
—Quiero saber —insiste con voz caprichosa.
—No arruines la sorpresa.
—Puedo poner cara de sorpresa cuando lo vea.
—No.
—Entonces, para que se me haga menos tortuosa la espera, cuéntame cómo te fue hoy, una foto fue muy vaga para mí, o sea, me consta que comiste bien y eso es bueno, pero qué más has hecho, me gusta escucharte hablar.
Yoongi no puede con tanto, la ansiedad crece tan rápido en su pecho. No pretende negarse a la petición, lo hace, le habla de las distintas cosas que hizo en el día, de lo escaso que es tener momentos para compartir con su padre y su hermano, siendo esto lo que más disfruta de sus visitas a Seúl. Nunca se ha detenido a contarle sobre la admiración que tiene por ambos y, en general, pese a todo, lo satisfecho que se siente con su familia, ahora lo dice bajito sonriendo con las mejillas más tibias de lo normal.
Sonrojado por todo, por la atención que le dedica Jimin, por estar más sentimental que nunca con el corazón en las manos.
Jimin escucha atento, haciendo preguntas curiosas en el proceso y Yoongi está blando como una masa. Las largas conversaciones con su compañero de crimen son un suavizante, algo que lo derrite por dentro.
Es tan bueno como un día frío arropado con frazadas, cafecito caliente y una buena melodía en la cabeza.
Está jodidamente enamorado. Una vez que alguien suena como música, es señal de que las posibilidades de escapar se acabaron, no las tomó cuando pudo o tal vez no las vio, Jimin se metió silencioso y ya fue muy tarde para cualquier cosa.
Duerme con la sensación tibia en su pecho, deseando soñar con Jimin, porque eso suena más cercano que a las fotos que han intercambiado.
No sueña con él.
No sueña nada de lo que se acuerde.
Da igual, la mirada sonriente de Jimin está grabada en su memoria.
Además, apenas despierta a mediodía recibe aquel recordatorio que le viene tan bien, aún si implica que el verano se acaba y entrar a clases está a la vuelta de la esquina.
[Nos vemos en un par de días ♡]
[Entonces, cuenta las horas]
Al menos él lo hace.
En algún momento Yoongi pensó esperar a entrar a la escuela para ver a Jimin, tal vez invitarlo una tarde a su casa y sorprenderlo con el peluche de Chimmy en el sofá listo para captar la atención de su nuevo dueño, pero no pudo resistir, la ansiedad empujó más fuerte.
¿Para qué esperar?
Nervioso aguarda a que Jimin se asome por la puerta después de haberle enviado un mensaje. La verdad es que le avergonzaría estar con el regalo bajo el brazo enfrentando la mirada curiosa de alguno de los señores Park, por lo que prefirió que su dongsaeng estuviera al tanto de su visita.
Jimin aparece sonriente. Se ve muy apuesto y bastante radiante. En su piel se evidencia el paso del verano, un bronceado muy ligero que le sienta muy bien, como si el sol apenas le hubiera dado una caricia.
—¿Qué? —dice aún con los labios que se extienden alegres y su mirada llena de intriga tratando de ver que es lo que Yoongi esconde a su espalda.
—Te ves bien —admite con el calor tomando un color carmín en sus mejillas pálidas.
—Gracias —dice con esa entonación que perfectamente podría interpretar como un coqueteo—. Me gusta que me digas eso.
—Antes que la curiosidad termine por matarte —menciona sonriendo casi tímido—, ten. —Ofrece el peluche de Chimmy.
La mirada de su dongsaeng se ilumina y estruja el perrito de felpa entre sus brazos.
—Un mocoso me dijo que podría pasar desapercibido si me lo llevaba como si fuera mío.
—Veo que te enseñé bien —dice altanero—. Me encanta —agrega hundiendo la cara en la textura afelpada de su Chimmy—. Así como mi hyung.
Yoongi siente que su corazón se agita bruscamente, de repente le falta aire y al instante su mente lógica dicta un "¿escuché bien? ¿No fue mi impresión?". Quiere decir algo, lo que sea que permita prolongar ese instante de mejillas rojas y miradas tímidas.
Quiere decirle "y tú a mí", abre la boca para pronunciar su nombre y seguir con el resto de la frase...
—Ven, entra, traje para ti los pasteles de arroz que hicimos con mi abuela —el menor lo interrumpe antes de abrir la puerta y hacerse a un lado para que su invitado ingrese.
Ya tendrá la oportunidad para decirle eso y más. Nadie lo apura, quiere ganarse lentamente un espacio permanente en los pensamientos e ilusiones de Park Jimin.
Infiltrarse silencioso en él de la misma forma que su dongsaeng lo hizo.
***
Creo que es buen momento para empezar la cuenta regresiva de capítulos, quedan como unos cinco más. Inicialmente iba a tener 12, luego se extendiooó -como me pasa con todo en mi vida xD- mientras planificaba.
Quizá si mi cabeza cruje saque un par de extras para Tae y Hobi, es que ese par es tan lindo.
Gracias por leerme y me disculpo por tardar ;n;
Pd. Vi esto y pensé "así se siente este par"
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