XIV. Algo en lo que pensar
Si hay algo que Yoongi agregó recientemente a su lista de cosas que le gustan y por las que vale la pena vivir es ese mohín en el rostro de Park, la forma en que se contraen sus facciones en un gesto infantil de desaprobación es adorable.
—Yoongi hyung, eres malvado. —Jimin hace un pequeño puchero—. Sabes que me gusta que pidamos sabores diferentes para compartir, pero que no me gusta el mango.
No lo hizo de forma intencional, pero tampoco se arrepiente si con ello logró sacar esa expresión.
—¿Es mi culpa que no te guste el mango?
—No, pero pudiste pedir otro sabor —insiste antes de quejarse cuando Yoongi mete la cuchara plástica en su vaso desechable.
Acaban de comprar ice rolls tras su travesía por un par de tiendas de ropa y un supermercado. Yoongi pidió una mezcla de mango, maracuyá y crema de coco, mientras Jimin eligió de frutos rojos.
—No, se me antojó este. —Agita suavemente su vaso, ofreciendo su contenido al menor que entrecierra los ojos disconforme—. Pruébalo, está bueno. ¿Tienes algún trauma con los mangos?
—Traumas no, pero son caóticos de comer y el sabor no me termina de agradar, es de esas frutas que prefiero evitar, no voy a morir ni a llorar si como un trocito de mango —se justifica mirando el rollito helado ajeno sin convencerse.
—Entonces, pruébalo, supera tus complejos con el mango —dice Yoongi con una sonrisa extensa, divirtiéndose a costa de la inseguridad con la que Jimin acerca la pequeña cuchara.
Jimin finalmente lo hace, saca un poco del ice roll de su hyung y sin dudar más, como si se tratara de esos jarabes malos que recetan cuando uno está enfermo, lo lleva a su boca y los matices ácidos y cremosos invaden sus papilas, también percibe en la lengua lo áspero de las semillas de maracuyá trituradas y el coco rallado.
Un juego de sabores y texturas que resulta entretenido de degustar.
—No está mal —admite a medias.
—No mientas, admite que está muy bueno.
—Así como "muuuy" es una exageración. Está bueno y punto.
—Un "está bueno" es más honesto que un "no está mal".
—¿A esto hemos llegado, Min? —dice fingiendo expresión de drama—. ¿A discutir por sabores de helados? ¿Qué nos está pasando?
—Son tus complejos con el mango. —Yoongi niega despacio—. No creo que podamos superarlo.
Sostienen la mirada en el otro antes de estallar en carcajadas. Yoongi disfruta del sonido agudo y alegre atravesando sus oídos, de la expresión de ojitos cerrados de Jimin. Estímulos sencillos que causan estragos en su sistema nervioso, muchas de esas cosquillas en el estómago.
Una vez estudiando para una evaluación de biología, Namjoon comentaba las reacciones neuroquímicas de las personas enamoradas y Yoongi con su característico sarcasmo no se contuvo de preguntar: ¿y qué parte de eso entra en el examen? Recuerda que su amigo mencionó algo sobre un proceso similar al de la adrenalina.
Quizá se mezclaron las señales en su cabeza entre tantas salidas a centros comerciales con Jimin. Fuera o no así, ya está en un punto sin retorno, no puede decirse "ahora me desenamoraré" y listo, fácil.
Se da cuenta de cuánto ha caído por las veces que ha dejado de lado sus siestas y su ritual de levantarse después de medio día para decirle sí a los panoramas que le ofrecía su dongsaeng.
Como cuando Jimin le insistió que su hermano menor y un par de amigos querían hacer senderismo, por lo que le pidieron que los acompañara, entonces decidió arrastrar a Yoongi en su aventura. Una mañana que inició con las energías de preadolescentes hiperventilados y su amigo con cara de disculpas. Tomaron el teleférico y continuaron después por rutas de largas caminatas.
—Hyung, estoy preocupado por tu condición física —Jimin decía sonriendo con una mezcla de burla y cariño—, ¿necesitas que te cargue?
Yoongi tenía una fila de respuestas sarcásticas en la punta de la lengua, pero en lugar de usar alguna prefirió sonreír travieso.
—Por favor, qué considerado con tu cansado hyung. —Luego se encaramó a la espalda de su dongsaeng, quien no avanzó más de dos metros con el mayor encima antes de comenzar a quejarse—. ¿Qué? ¿Ya se te acabaron las fuerzas?
"Nada como vencer a alguien en su propio juego", pensaba Yoongi mientras Jimin conseguía avanzar dos metros más apenas antes de desistir.
Ya ha dejado de resistirse al peligro que supone el contacto físico, permite que ocurra y desencadene todas esas tortuosas reacciones que rozan lo placentero. Si basta con que Jimin sujete su mano y jale de él para ir a dónde sea y provoca una inevitable sonrisa, acompañado de aquel intenso hormigueo.
El menor ha vuelto a sacar otra cucharada de su helado, excusándose que trata de convencerse que el sabor es bueno pese a que contenga mango. Yoongi no duda en hacer lo mismo, después de todo los sabores diferentes son para compartir.
Hay pequeños detalles que resultan un tanto hipnóticos en la forma en que Jimin degusta el helado o en el trayecto corto de la servilleta de una comisura a otra. Sus labios se ven tan blanditos que se obliga a dejar de mirar antes de cualquier impulso tonto como pellizcarlos y comprobar si es igual a apretar un malvavisco.
—¿Pasamos por tu casa primero? —pregunta una vez que llegan a una parada de autobús.
—No es necesario, ya le avisé a mis padres que me quedaría contigo, además llevo todo y más —afirma Jimin, acomodando la mochila en su hombro—. Me gusta mi nuevo pijama con caritas de Chimmy. Ahora puedes usar el tuyo de Kumamon y yo el mío y nos veremos como un par de mocosos felices en una fiesta de pijamas.
Yoongi sonríe con los labios apretados, su dongsaeng había insistido que lo necesitaba, que era muy bonito y por favor se ocupara de distraer al guardia de la entrada. Eso hizo, se paró cerca del hombre y comenzó a hacerle diversas preguntas sobre los horarios de atención o por qué a la gente se les prohibía entrar con sus mascotas, para finalizar con que al final del pasillo había unos mocosos con actitudes sospechosas —"justo como nosotros", pensaba—. Una vez que Jimin estaba afuera y a varios pasos, caminó disimulado hacia él. Misión cumplida.
Arriba del autobús se sientan al final, Jimin tira de la mochila contraria, dejándola sobre sus piernas, Yoongi se tienta en preguntar qué quiere hacer, pero se limita a observar como engancha una figurita colgante.
—A tu vida le hace falta Shooky.
No se dio cuenta en qué momento tomó la figurita además del pijama, batallando entre arrancar la alarma y esconderlo. De todos modos lo aprecia, le gustan los regalos de Jimin. Esos pequeños riesgos que toma pensando en él.
Le hace sentirse un poquito correspondido, después de todo, Yoongi sigue consiguiendo objetos que sabe que le gustarán a su dongsaeng.
—Gracias. —No se resiste a hundir los dedos entre las hebras castañas y descender una corta caricia hasta su nuca. No le molesta la humedad del sudor en la piel, solo es consciente de que el menor sonríe un poco más tímido y el rosado se acentúa en sus mejillas rellenitas.
A veces Yoongi se pregunta cuándo su mente le dirá que está a su capacidad límite, que debe vaciar archivos si desea guardar más, ya que ha ido registrando anécdotas como si fueran videos y esas expresiones adorables como fotografías. Incluso su aroma está grabado, la estela del perfume que permanece por horas muy tenue en el cuarto de invitados —que técnicamente es de su hermano mayor— cada vez que Jimin se queda a dormir en su casa.
El verano ha incrementado los recuerdos juntos de forma exponencial. De repente recibir a Jimin se ha vuelto tan normal como las visitas de Hoseok, Wendy o Namjoon cuando logra escaparse de las clases de reforzamiento.
Se ha visto envuelto en salidas junto a Hoseok y Taehyung; en tardes de karaoke con sus amigas y almuerzos en casa de los Park.
Jimin también se ha ido mezclando fácilmente con su pequeño círculo de amigos.
Justo ahora esperan a Wendy y Hoseok para trasnochar viendo películas, pues la madre de Yoongi no estará por el fin de semana.
La chica aparece con una botella de vino, mientras que los quesos costosos que han repartido en un tabla junto a las galletas saladas y las uvas son cortesía de Jimin y Yoongi tras su paso por el supermercado.
—A veces me cuesta creer que como esta pequeña cosita cuesta tanto —se queja Wendy sosteniendo una esfera de queso todavía sellado sobre su palma.
Hobi ha insistido en que no quiere saber detalles como de dónde salió lo que está comiendo y bebiendo, pero la joven de melena castaña sonriente agrega para su tranquilidad que el vino lo robó del mueble en el cual sus padres guardan los licores.
Jimin prueba con curiosidad cada cuadrito de queso que coloca sobre las galletas saladas. Hoseok no parece tan maravillado, incluso frente al amargor y acidez de algunas variedades su mueca se contrae en clara señal de desagrado. En cambio Yoongi tiene una de esas expresiones de estar disfrutando, bebiendo lento, degustando el sabor del vino.
—Me siento tan elegante —Wendy agita suavemente en su copa antes de acercarla a su boca, para luego sacar un trocito de queso azul que también frunce su semblante—. Creo que prefiero comer otra cosa.
Hoseok hace un enérgico movimiento afirmativo, más que de acuerdo. De forma unánime deciden dejar a un lado la sofisticación y pedir comida a domicilio, acompañando su maratón de películas con frituras variadas y una botella de soju.
Jimin no se contiene y decide invadir el espacio personal de Yoongi, recargándose perezosamente sobre su costado, buscando la forma más cómoda de apoyarse en su hombro, para no tantos minutos después sentir la mejilla del mayor empujar suavecito encima de su cabeza.
En algún punto la resistencia se agota y la película que han elegido avanza tan lento que al combinarse con el sueño no logran sostener por completo la atención grupal. Hoseok está dormitando, Wendy bosteza de tanto en tanto y restriega sus ojos, terminando por esparcir las pequeñas partículas brillantes de las sombras que antes se repartía uniforme por sus párpados. Jimin siente que la flojera se extiende por su cuerpo, pero si algo lo mantiene despierto, es la cercanía de Yoongi, como de repente uno de sus brazos lo envolvió con cuidado y no quiere moverse, ni salirse de donde está.
Yoongi parece ser el único siguiendo la línea argumental de la película. La chica enuncia que se quedará con la pieza de invitados antes de levantarse del sillón individual en el que estaba acurrucada, Hoseok afirma que como ya es costumbre, dormirá junto a su mejor amigo en la cama de su madre porque el sofá es muy incómodo, entonces Jimin asume que se quedará en la habitación de su hyung, aunque en silencio deseando el lugar del golden sunbae.
De vez en cuando Jimin aprecia dormir en compañía de alguien. Suelen ser esos momentos en que se dan las conversaciones más entretenidas y azarosas a susurros, conteniendo las risas para no despertar a nadie. Al menos así ha sido cuando comparte cama con alguno de sus amigos o amigas.
Quiere conversar a susurros con Yoongi y enterarse de curiosidades que el mayor esconde.
Se queda con su camiseta holgada, aunque si se quita el pantalón de mezclilla y lo reemplaza por la cómoda y suave tela con estampados de Chimmy. Con pereza se mete a la cama y se cubre a media con el cobertor delgado porque hace calor, incluso con la ventana abierta.
Escucha un par de golpes ligeros en la puerta y guarda la esperanza que sea Yoongi, dispuesto a esas conversaciones flojitas y con voces somnolientas, pero es Wendy quien se asoma con una pequeña sonrisa.
—Olvidé traer mi crema hidratante, pero Yoonie usa una similar a la mía —menciona al momento de entrar sin juntar la puerta.
La mira revisar con total confianza uno de los cajones, tomar una de las pequeñas botellas con emulsionante y aplicarse con pequeños masajes y golpecitos el producto por todo su rostro. Nota sus mejillas rosadas producto de la embriaguez, piensa que ha de estar similar, se siente ligeramente mareado, pero no deja de abrazar una de las almohadas. La flojera hizo que redujera los pasos de su rutina facial a un simple lavado, así que le pide a la chica que le convide.
—Yoongi es atractivo —dice como quien hace un comentario al aire o a sí misma, pero entiende que va dirigido a él cuando lo mira de reojo antes de devolver todo a su lugar.
Jimin parpadea y detiene el masaje sobre sus mejillas. En su mente recrea la imagen del rostro de su hyung, de los ojos gatunos y sus facciones suaves. Imagina sus pálidas manos y dedos largos, también visualiza su sonrisa. Tiene una sonrisa muy bonita que cuando se extiende en su máxima expresión es contagiosa y cálida.
—Lo es —afirma convencido. Tan convencido como el rojo que empieza a arder en sus mejillas.
—No siempre nos cree cuando se lo decimos. —Suspira con resignación caminando hacia la puerta—. Podrías probar diciéndole alguna vez, tiene reacciones divertidas —agrega antes de un pequeño guiño—. Buenas noches, Jimin-ah.
¿De verdad su hyung no es consciente de lo atractivo que es?
Ahora entiende. Logra encajar mejor la piezas de aquellas veces que mencionaba sin darle importancia que la gente encontraba que era extraño que estuviera con Jennie, pues ella era una chica muy bonita y él no encajaba a su lado, pero Jimin pensaba que se refería más a estilos o gustos diferentes...
—Recuerdo haber escuchado a una animadora hablando a nuestras espaldas, le preguntaba a otra ¿qué le vio para fijarse en él? Y su compañera le respondía "debe ser esta vibra de chico malo". Supongo que estas cosas pasan cuando sales con gente bonita.
Jimin recuerda haber respondido que lo único de chico malo que tenía era lo de robar en tiendas, pero por lo demás le parecía un gatito perezoso, ganándose una queja en respuesta. En ese momento no se detuvo a analizar entre líneas y mirar que su hyung dejaba entrever algunas de sus inseguridades.
Si lo piensa detenidamente, Yoongi es como cuando te encuentras con un paisaje bellísimo que siempre estuvo ahí, solo que lo distingues una vez que te detienes a observarlo, entonces nunca más pasa desapercibido.
No es del tipo de personas a las que inmediatamente hubiera volteado a mirar si se lo topa por algún pasillo —o así hubiera sido de no encontrarse en el centro comercial recién llegado a Daegu—, del tipo de belleza que resalte a primera vista, sino más bien de la que descubres de manera paulatina, deteniéndose en cada uno de sus rasgos armónicos en ese rostro de mejillas suaves. Un detalle nuevo que destacar en cada observación, cada día.
De esas personas que han estado tanto tiempo al lado y de repente te encuentras admirando lo atractivas que son y cuestionando cómo no te diste cuenta antes.
Así fue para Jimin, de un momento a otro cayó en cuenta de lo guapo que es Yoongi y lo fácil que es quedarse con la vista pegada en él.
Ahora solo puede reafirmar que su hyung es un sujeto muy atractivo.
—Entonces Hobi hyung me dijo que deberíamos escaparnos a la playa...
La atención de Jimin se encuentra dividida entre escuchar a Taehyung hablar por teléfono a la par que revisa diversas tiendas si es que tienen stock del videojuego que busca. Trató de comprarlo en línea y ahorrarse la exploración, pero no fue posible.
—Deberían ir, sería bonito que tuvieran una cita en la playa —responde a la par que le escribe a revendedores para cotizar precios.
Su ceño se frunce al ver lo elevado de los precios y masculla que son unos jodidos usureros.
—¿Qué?
—Lo siento, estoy en la búsqueda de un regalo de cumpleaños para Jungkook, se lo llevaré cuando vaya a Busan dentro de unos días.
—Deberíamos ir todos a disfrutar de las playa de Busan, aunque Yoongi parece ser más sujeto de bosques y montañas que de playas.
—Más bien diría que es un sujeto hogareño que disfruta de huir del sol y estar en su cama —comenta con una sonrisa extendiéndose en su rostro.
—Tiene sentido.
Jimin contesta un "uh-huh" mientras le escribe a otro sujeto que vende el maldito juego. También a un precio excesivo.
A este paso le regalará cualquier cosa. Un conejo rosado, calcetines, lo primero que logre robar de la primera tienda a la que vaya.
—¿Te gusta?
No sabe si entre su distracción se perdió del hilo de la conversación dispersa de Taehyung. ¿Siguen hablando de Yoongi u otro tema?
—¿Qué o quién?
—Min Yoongi.
Le sorprende no haber dicho simplemente "no, solo somos amigos". Algo se desconecto entre la frase elaborada en su cabeza y la pronunciación en voz alta. Se halló a sí mismo inseguro y volviendo a meditar su respuesta en busca de algo sincero.
"Min Yoongi...su tipo ideal".
"¿Te gusta?".
¿Le gusta? Sí, pero ¿en qué sentido exactamente?
—¿Jimin hyung? ¿Sigues vivo?
—Ah, sí.
Se supone que le gusta Seokjin...
Todavía siente cosas por él, todavía pincha un poco en el pecho saber que es unilateral.
—Que te guste Jin no quiere decir que sea sinónimo que por eso no te pueda gustar nadie más en esta vida.
A veces le asusta lo fácil que Taehyung puede leerlo como un libro abierto.
—No lo sé, Tae. —Al menos esa es una respuesta sincera, tiene un enredo de pensamientos y emociones en la cabeza.
Un cúmulo de momentos hechos fragmentos de imágenes y videos mentales que le muestran cómo descaradamente ha buscado reducir la distancia con Yoongi, porque se siente cálido estar tan cerca y su tacto es suave.
Cada caricia en la cabeza, palmaditas o cortos masajes en sus hombros...son más que bienvenidas y le encantan.
Busca a su hyung continuamente para sentir el grato complemento de su compañía.
Si lo pone así, es difícil decir que no le gusta.
Cree que estaría mintiendo si lo hace.
Tampoco sabría decir que le gusta.
Es decir, le gusta su compañía. Le gusta su mirada oscura y felina, también sus mejillas y su sonrisa. Le gusta su voz y las conversaciones largas. Sus manos y la forma ágil con la que rompe las alarmas. Sus dedos cuando mesan su cabello.
Quizá le gusta.
O al menos eso pareciera que se ha ido gestando con el pasar del tiempo a su lado. Justo como descubrir el paisaje que siempre estuvo. Algo como sentarse y contemplar lo bonito que son los atardeceres.
Maldición. Le gusta.
Y mientras su hermano le grita desde el otro extremo del pasillo que está listo para que lo vaya a dejar donde su amigo de la escuela, decide enviar un pequeño mensaje y probar suerte.
[¿Salimos hoy?]
Cuando el mensaje llegó la respuesta inmediata fue un sí. Seguido de quitarse el pijama holgado y meterse a la ducha. Luego cayó en cuenta que la última vez que tardó tanto en decidir qué prendas ponerse fue en su primera cita con Jennie. Al final optó por una camiseta que le regaló Jimin y supo que fue una decisión acertada cuando su dongsaeng le dedicó una sonrisa feliz, afirmando que sabía que le quedaría muy bien.
No preguntó a dónde se dirigían hasta que iban a medio trayecto y el sol quemaba en su piel mientras deambulaban perdidos en busca de una dirección puntual que Jimin revisaba una y otra vez en la pantalla de su móvil.
Si hubiera sabido que el plan consistía en enfrentarse al calor y cruzar al otro extremo de la ciudad solo para que comprara un juego a un revendedor...bueno, no se va a mentir, la respuesta seguiría siendo que sí. Porque hasta un viaje largo en autobús conversando de cualquier cosa, acompañado de la risa alegre y estridente de Jimin siempre suena a buen panorama.
Cree que lo importante es la compañía más que el lugar. Jimin podría decirle "caminemos por ese callejón feo" e iría. Entonces es consciente que las palabras y las bromas que le hizo alguna vez a Hoseok fueron como escupir al cielo.
No supo en qué momento de un sencillo gustar pasó a hundirse profundo en el pozo del enamoramiento.
Bien, ahora está enamorado.
Y como persona enamorada hace algunas cosas que normalmente no haría...como cruzar la ciudad solo porque Jimin se lo pidió, aunque no hubiera ningún centro comercial o cualquier otro atractivo por los alrededores, solo un humilde barrio residencial con comercios locales e independientes.
Jimin es el único panorama atractivo ante sus ojos.
—Sigo insistiendo que a la próxima que quedes de comprar algo, coordina que sea en una estación o un punto central —vuelve insistir ahora que por fin hacen el trayecto de vuelta a su zona de la ciudad.
—Era la única persona que lo tenía a precio razonable.
—Tengo que ser un muy buen hyung para haber aceptado que solo me trajeras al otro extremo de Daegu para eso.
—No quería venir solo, imagina que fuera un secuestrador.
—Claro, mejor que te secuestraran conmigo también, creo que voy a tener cuidado de los sitios a los que me invitas a salir.
—Yah, no seas hablador, tengo un bonito plan para nosotros ahora.
Yoongi lo mira con los ojos entrecerrados. Expresión que cambia cuando visitan una de las cafeterías que se convirtió en su favorita tras las visitas al centro comercial del sector, aunque en lugar de quedarse en alguna de las mesas, prefieren ir al parque, al mismo al que han ido con las mochilas llena a comer golosinas y ordenar la ropa obtenida en la travesía.
Ahora solo van con sus vasos en las manos, Jimin además de su té frío con perlas de tapioca, sostiene en la otra la bolsa con el videojuego.
—Quiero —dice con los ojos fijos en su frappuccino. Entiende que está pidiendo y Yoongi acerca el vaso a su compañero.
Jimin le ofrece de su té. Dulce, muy dulce. Todavía juega con la bolita de tapioca dentro de su boca, apretándola contra el paladar.
Buscan un espacio apartado de los niños que corretean por todas partes, lo cual los lleva a alejarse del sector de juegos, por más que el menor quiere quitarle un puesto a los críos en los columpios. Se sientan en el pasto y se distraen mirando a las personas que pasean a sus perros. Jimin señala a un pequeño caniche adorable de pelo rizado y Yoongi menciona que parece un pollito frito.
—Nooo, es bonito.
—No digo que no sea lindo, eso no es excluyente que si lo miras acurrucado se ve como una de esas piezas de pollo apanado.
—Yoongi hyung.
—Jimin-ah —pronuncia como incitándole a seguir.
—¿Te han dicho alguna vez que eres muy apuesto?
Y tal vez para Jimin fue buena idea seguir el consejo de Wendy, porque Yoongi acaba de hacerle férrea competencia a los tomates con esas mejillas coloradas.
—¿A qué viene eso? —dice con la voz ahogada por la sorpresa, sin entender en qué segundo dejaron de hablar de los perros.
—Solo lo pensé y lo dije —contesta con la sonrisa extendiéndose—. Pensé que te lo decían seguido.
—Pensaste mal.
—Quizás a la gente le asusta recordarte lo atractivo que eres o no les permites estar tan cerca para que lo noten, Yoongi hyung.
No sabe cómo interpretarlo. Esa mirada traviesa pareciera señalar que su menor se divierte a costa suya.
Quiere apoyar la mano en su pecho como si le ayudará a calmar el ritmo violento de su corazón.
Se fuerza a enfriarse.
No quiere empezar a comparar, pero inevitablemente lo hace. Hay gente atractiva como Seokjin o el mismo Jimin que parecen príncipes de cuentos y luego está él que se considera en absoluto corriente. Del tipo de persona promedio y no en particular llamativo dentro de una multitud.
Quiere cuestionar cuáles son los estándares de Park, para finalmente recordar que la belleza y el atractivo son por completo subjetivos.
—¿No crees que sea así?
—¿Quieres hacer sentir incómodo a tu pobre hyung? —reclama bajito, todavía avergonzado.
Jimin se ha dado cuenta que Yoongi eludió por completo su pregunta, pero no puede negar que así de rojo luce tierno.
—Un poco, pero también quiero hacerte saber lo que pienso de ti y tus ojitos de gatos.
—Si hablamos de personas bonitas, encabezas la lista, mocoso. —Suelta abrupto y se detiene apenas procesa el curso de sus pensamientos. Podría seguir, porque su nariz pequeña es adorable y su boca mullida es la tentación misma, pero es su mirada aquello que termina por atrapar su atención, encantadora en cualquiera de sus matices. Pequeños ojos brillantes que le recuerdan al cielo oscuro—. ¿Podemos dejar esta conversación incómoda?
—Hyung, me gustan los halagos y feliz escucharía las cosas que encuentras bonitas de mí.
Le faltó agregar su sonrisa. Le fascina esa sonrisa.
—Olvídalo.
Su risa aguda y alegre también van a la lista.
"Basta, Park Jimin, eres demasiado".
Su dongsaeng se está aferrando a su brazo y clava una mirada caprichosa y suplicante, jalando suave, esperando los halagos que no llegan, porque Yoongi niega y cambia el tema, aprovecha de comentarle que se irá por diez días a Seúl a visitar a su padre dentro de poco. Jimin, en cambio, se va por dos semanas a casa de su abuela.
El chico de mirada sonriente se entusiasma comentando lo mucho que le gustan los paseos en la playa, también vuelve a hablar del amado gato gordito de su abuela, prometiendo fotos. Incluso en medio de la emoción deja la invitación abierta a su hyung a que vaya a Busan con él las próximas vacaciones.
Yoongi no resiste a invitarlo a recorrer centros comerciales en Seúl a futuro y Jimin sonríe amplio, afirmando que le gustan sus panoramas ilícitos.
—Te recuerdo que el chico malo de los dos, eres tú.
—Me lo dice quien arriesgó el pellejo para conseguir un examen para mí —le recuerda elevando las cejas. A Yoongi le gusta esa expresión—. Somos chicos malos —bromea pinchando con uno de sus dedos el abdomen contrario—. Feliz voy a cometer crímenes menores contigo a Seúl.
—Tonto —dice con una entonación suave que para Jimin suena casi como una caricia.
Si bien a Jimin le gustan sus viajes esporádicos a Busan, extrañará sus tardes de verano al lado de Yoongi. A la vez se siente ridículo, porque es solo un par de semana y no es como si fueran a perder la comunicación o algo semejante.
—Por lo general en mis vacaciones contaba los días para ir a Busan, pero esta vez mis semanas se fueron tan rápido que tengo el viaje encima —confiesa recargando parte de su peso contra el costado del mayor—. Demás está decir que espero que me escribas seguido y que llames.
—Asumo que extrañarás mi fantástica compañía.
—Asumo que te llena el alma saber que sí, tanto como tú extrañarás la mía.
Yoongi no solo siente el calor en las mejillas, también se desparrama en el pecho y se expande por el resto de su cuerpo. Está convencido que Jimin no dimensiona el peso que tienen sus palabras para él.
Está tan cerca que tiene que resistir las enormes ganas de abrazarlo.
Jimin desvía su mirada de los ojos felinos de su amigo cuando su celular emite un par de vibraciones cortas, lo saca para ver de qué se trata, pensando que quizás es su hermano diciendo que vaya por él antes de la hora acordada porque se aburrió en el cumpleaños de su amigo o se metió en algún problema tonto —no sería la primera vez que interrumpe sus panoramas—. Aunque no es acerca de eso, sino más bien un par de fotos de Jungkook y Seokjin en la playa y un audio enviándole saludos con el bullicio de la gente y el oleaje de fondo.
Yoongi lo mira curioso y el chico de cabellos castaños se arrima un poquito más para enseñarle las fotos, añadiendo que los envidia porque están disfrutando de la arena y el mar —bueno, honestamente no solo los envidia por eso—. Mantienen los ojos en la foto en que ambos chicos con miradas de ciervo observan la cámara y posan con sus mejores perfiles dignos de estrellas famosas, atractivos como aquellos idols que aparecen en la televisión y publicidades por las calles.
—A veces me pregunto si acaso Seokjin nunca se dio cuenta...creo que si miro en retrospectiva fui tan evidente que hasta me da vergüenza —masculla espontáneo.
—Tal vez sí y no dijo nada porque te aprecia y no quería hacerte sentir mal —plantea Yoongi sin apartar la vista de la foto hasta que la pantalla se bloquea por inactividad—. Quizá no, ya que puede que esté acostumbrado a que las personas a su alrededor coqueteen con él y por lo mismo no se lo toma en serio.
—Espero que sea lo segundo —dice antes de volver a meter el teléfono en el bolsillo.
—Entiendo que te guste, digo, cuando uno mira a Seokjin pareciera que tienes en frente a un protagonista de un anime shoujo.
—Si has visto un anime shoujo te darás cuenta que siempre hay más de un personaje detrás del atractivo protagonista y el camino para juntarse con la chica es todo un enredo lleno de dramas innecesarios.
—Supongo que eso es lo que hace entretenido un shoujo para quienes les gusta el género.
—Sí, pero que se quede ahí en el manga o la serie, no quiero algo así de engorroso para mi vida romántica —responde Jimin con un suspiro cansado—. No quiero seguir pensando en eso, quiero solo sacármelo de encima y cuando creo que lo estoy logrando...aparece una foto de ambos, insistiendo en enrostrarme su amor feliz de cuento.
—Suena como si te molestara.
—Un poco, es decir, no estoy molesto con ellos, es solo...la situación, cómo se dieron las cosas —intenta explicarse, no quiere sonar como una especie de mal perdedor, aunque nunca se trató de una competencia, solo de caminos confusos y de aquellas ilusiones que nunca estuvo en el destino que se concretaran—. No quiero sentirme así, quiero a ambos, pero todavía me duele un poco.
—Lleva su tiempo. —Yoongi deja una caricia en su hombro, manteniendo apenas el tacto de su mano encima, aunque quisiera no tiene como ayudarlo, simplemente puede ofrecer su compañía para cuando quiera intentar expulsar en palabras la frustración.
Si bien Yoongi admite estar enamorado, entiende que podría ser unilateral y que el afecto que le entrega Jimin responde a que su dongsaeng es una persona cariñosa con sus amigos. Sabe que hay un proceso y que tal vez después...
O tal vez no.
Prefiere no hacerse ilusiones y que su buen autocontrol mantuviera todo a raya. Van bien así. Disfruta lo que tienen.
—¿Te ha pasado que no quieres pensar en algo y con más insistencia se te adhiere en la cabeza? —pregunta Jimin sin apartarse con la mirada perdida en la textura del pasto.
Su cabeza es un lío entre ese par que vive su feliz romance en Busan y la cercanía de Yoongi que mantiene la mano sobre su hombro y su tacto siempre se siente tan bien.
Un caos entre aquello que no logra soltar como si se aferrara con sus dedos, usando su último resto de fuerzas; sumado a la idea que instaló Jungkook y la pregunta de Taehyung.
"¿Te gusta?".
La fuerza cede de a poco.
Le gusta que esté así de cerca. Le gusta tener esa mirada felina encima como si quisiera ahondar hasta lo más profundo de sus pensamientos.
Su hyung es jodidamente atractivo, su rostro es precioso, ¿de verdad no está convencido de ello?
Su boca se ve bonita cuando la frunce un poco antes de responder.
—A veces, mientras más escapo de algo, me doy cuenta que lo tengo encima —dice a volumen bajo.
Así fue haberse enamorado de Jimin. Escapar, intentar seguir refugiado en su zona segura, pero ya era muy tarde porque ese sujeto de ojos sonrientes y barritas de chocolates en los bolsillo había burlado cada barrera con facilidad.
Yoongi se pregunta si son ideas suyas o Jimin está con la vista fija en su boca.
Quizá sea la señal equivocada, pero lo hace...
¿Autocontrol? ¿Qué es eso? Se jactaba de mantener sus deseos a raya, pero bastó la primera señal de la que pudiera agarrarse para anular la distancia.
Un ligero roce de labios que toma por sorpresa a Jimin y en seguida comienza a sembrar el pánico en Yoongi, quien escaso tiempo atrás intentaba convencerse de no apurar nada y no querer poner a su dongsaeng en una situación difícil, para luego buscar su boca.
Piensa que eso de robar besos es incómodo e invasivo si se hace así como así.
Le resulta más sencilla la idea de robarse una camiseta o un paquete de caramelos que un beso.
Aún así lo acaba de hacer y se obliga a enfrentar la mirada cargada de confusión que le dedica Jimin.
—¿Te molestó? —Debería disculparse, comienza a buscar una frase que suene bien. No, no así, las peores disculpas son las que tienen excusas, no debería pensar tanto y sencillamente hacerlo—. Jimin-ah, disculpa si...
—No es eso, no, es que... —En realidad ni siquiera sabe qué decir, su mente es un caos—. Me pilló por sorpresa y...—las palabras se atascan.
¿Y qué...? ¿De no haber sido así iba a corresponderle? Puede ser. El tacto de esos labios causaron cosquillas en los suyos. Fue tan rápido que ni siquiera pudo hacerse una idea de qué tan suaves son en realidad, sospecha que no tanto porque el verano los ha resecado y Yoongi suele mordérselos continuamente al igual que sus uñas.
—Supongo que acabo de darte algo nuevo en lo que pensar —dice como si se tratara de una especie de acto generoso de ayuda, aunque Yoongi siente que los nervios lo carcomen por dentro, evaluando si lo que ha hecho implica haber estropeado la relación.
—Yah, hyung, eso es cruel, no puedes solo —hace una pausa que le ayude a ordenar sus ideas, pero es imposible cuando todo está confuso y enredado—...sé que dije que no quería pensar más en eso —pues realmente quiere dejar de aferrarse a lo que siente por Seokjin—, pero...
No esperaba que fuera a costa de instalar más caos.
Apenas está digiriendo que Yoongi sacude su mundo, que le gusta y de repente tiene una avalancha encima.
—Entonces, piensa en ello. —Su hyung sonríe, no con maldad, sino como un niño, de esos que han hecho una travesura.
Yoongi también tiene que pensar en ello.
Mucho más cuando Jimin se empuja hacia delante y envuelve el labio inferior contrario entre los suyos, lo percibe un poco áspero, tibio y blando. Presiona un poco más, dejando una caricia con su boca sobre la de Yoongi.
—Piensa en ello —devuelve con entonación satinada, aliento rozando su piel.
Porque Jimin no piensa ser el único que pase una distancia de kilómetros y un par de semanas confundido, procesando un exceso de información y recordando que se besaron en un parque.
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Gracias por llegar hasta aquí 💖
¿Perrito o pollito?
(recordé a los muffins de arándanos que tienen caras de perritos).
Feliz fin de semana~
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