XII. Casi...

Ahí está, la certeza de que no hay plazo que no se cumpla. No le gusta tener que decirlo como algo fatídico en su cabeza, no debiera serlo, es solo la visita de su amigo de Busan. El tipo de acontecimientos que meses atrás hubiera sido razón de ansiosa felicidad anticipada, haciendo conteo regresivo para verlo.

Ahora hay un cúmulo de emociones y sentimientos contradictorios.

Puede ver por el espejo retrovisor a Jeon sonriente en el asiento de atrás del auto de su madre, quisiera que ese nivel de alegría fuera parejo entre ambos y espera que a su amigo le sobre para compartir, porque Jimin apenas estira la comisura de sus labios por inercia y no deja de pensar en querer arrancar de lo que pronto será "Seokjin y Jungkook" como una entidad completa en cada oración.

Recién acaba de ir por él al terminal y cuando su amigo lo abrazó, Jimin se quedó congelado, atinando a responder segundos después, estrechándolo de vuelta sin fuerzas.

Su amena voz atraviesa sus tímpanos, pero no logra centrarse en la conversación, apena capta frases sueltas sobre cómo va todo en Busan, sumado a las preguntas que le hace su madre y cada tanto ella agrega que "Kookie, está tan grande". ¿En qué momento estiró todos esos centímetros? El año pasado no lo superaba por tanto, hoy se sintió bajito a su lado.

"Jungkook no necesitará pararse en la punta de los pies para besar a Seokjin", piensa sin intención, una frase fugaz que se armó por cuenta propia y la molesta vocecita mental se lo enunció con suficiencia. "Suficiente", se exige, no quiere hacerse ideas incómodas que pesen en su estómago. No quiere hablar de Jin, aunque será inevitable que su amigo lo mencione en cualquier momento y el transcurso del día se transforma en la espera anticipada a la conversación. Esa en que le cuente ya sea con o sin detalles profundos acerca de cómo fue que se dio su relación con el chico que a Jimin le gusta.

No lo hace. No lo menciona en el almuerzo cuando le comenta como ha sido su año en general, sus compañeros y profesores. Tampoco mientras visitan la cafetería, momento en que le cuenta lo feliz que está de sus avances en los entrenamientos de boxeo que inició a comienzos de años, devorando con entusiasmo un pastel y pidiendo otros para llevar a casa de regalo a los señores Park.

Camino de vuelta le pregunta tantas cosas acerca de su vida en Daegu, mencionando que tienen que ponerse al corriente de tantas anécdotas que Jimin se tienta a decir, a propósito que aún no menciona a Jin en la conversación, que justamente es el chico que le gusta, ese del que en algún momento hizo alguna referencia vaga en sus tantas conversaciones escritas, para agregar de paso "que pequeño es el mundo", riendo de la ironía.

Se contiene, además Jungkook parece genuinamente feliz de verle y le sonríe, atacándolo con una de sus miraditas de ciervo contento y Jimin se ablanda tan fácil que no puede arruinar la visita de su amigo.

Si tiene que hacer una especie de mea culpa, destacaría que nunca se atrevió a realizar una jugada directa con Seokjin. Algo que le permitiera afirmar que decidió dar la batalla y perdió. Jungkook en cambio, lo hizo.

Tal vez puede resultar menos frustrante perder cuando no se hace un intento arduo. "Ah, sí, bueno, me faltó intentarlo con ganas", podría excusarse.

Sus pensamientos hacen un tira y afloja de un extremo a otro. Contradictorios, poco concretos. Nociones vagas de lo que no hizo, lo que no fue y lo que pudo hacer.

Jungkook siempre ha sido mucho más decidido, aún sabiendo que podría ser una jugada imprudente, la hace de todos modos.

Cuando eran pequeños, Kookie era el primero en organizar una expedición camino a meterse en problemas. Como cuando insistió meterse a escondidas a la casa de un vecino a sacarle las frutas maduras a sus árboles del jardín.

Jimin siempre ha sido más cauto, incluso cuando sus acciones bordean lo conflictivo procura que sean disimuladas. Se encargaba de ocultar los rastros de las travesuras que hacía con Jungkook, eran un buen equipo.

No es hasta que están cambiándose de ropa y su amigo revisa uno de sus bolsos en busca de un regalo que trajo para Jimin, que pronuncia el nombre de Seokjin, quien varias veces le habló de la cafetería cercana a la escuela.

—Tiene razón, al menos el pastel que pedí estaba delicioso.

—Los bubbletea también lo son —comenta para no cortar la conversación. Probó varios sabores gracias a las invitaciones de Jin, pero omite mencionar esa parte, tal vez hasta ya lo sabe.

Seguramente su hyung está preparado para mimar en exceso a Jungkook los días que se quede en la ciudad y le llevaría a sus sitios favoritos. Mentiría si afirma no sentir siquiera un poco de envidia.

Al final la ansiedad se diluye, después de todo era inevitable que Jungkook hablara de Seokjin, más si su planificación de panoramas lo repartiría entre ambos.

—No quiero que pienses que vine como excusa para verlo a él, ¿eso te tiene incómodo? —Jimin casi se atora con su saliva cuando su amigo lo dice con entonación tranquila, neutra. No parece molesto.

"¿Parche antes de la herida?", aprieta los labios para no decirlo, para no generar más tensión de la que ya invade su cuerpo.

—¿No? —De todas formas la pregunta escapa suavecita y con matices de frustración.

—No —afirma determinado—, mi mamá ha hablado varias veces con Seokjin hyung, se han visto hasta por videollamadas y me visitó hace un mes; mi familia lo adora, perfectamente podría haberme quedado en su casa si mi intención fuera solo pasar tiempo con él.

Su estómago se siente pesado y su garganta apretada, es tan extraño escuchar a su amigo hablar de todo lo que alguna vez le habría gustado contar y vivir. Momentos como su mamá preguntando si viene Jinnie a casa a cenar.

Al no saber qué contestar, termina haciendo un corto movimiento afirmativo.

—¿Me permite darle un abrazo, Jimin-ssi?

—Yah, dime hyung —se queja bajito, tragándose la incomodidad para sonreír y extender los brazos en una llamada para que se acerque.

Realmente quiere que la tensión en su estómago desaparezca. Quiere, al menos intentar, disfrutar la estadía de Jungkook.
  
  
  
  
  
  
  
 
  
 
Si en algún momento pensó que la incomodidad se atenuaría, no pudo haber estado más equivocado.

Lo piensa por la mañana, moviéndose de un lado a otro por la cocina, preparando el desayuno para su invitado y su hermanito, Jungkook recargado en la encimera decide justo hablar de aquello —aquello que no sabe, así que no puede culparlo—.

—Recuerdo que una vez me mencionaste que te gustaba un chico...—comienza con una sonrisa estirándose un poco.

Es una invitación a continuar y Jimin en su mente escucha la respuesta que podría darle:

"Oh, algo muy interesante, resulta que actualmente sales con él, ¿no es gracioso?".

Mientras permanece de espalda a Jungkook inspira profundo y aprieta los labios para no reír, aunque la tentativa de un carcajada vibra en su garganta y sacude ligero sus hombros.

—No funcionó, le gusta otra persona —responde volteando para encarar a su amigo. Al fin y al cabo en algo que sea transparente. No necesita mencionar que trata justamente de Seokjin.

Luego piensa que siempre puede ser muchísimo más incómodo cuando Jin aparece por su casa y su madre encantada lo invita a almorzar, para después agregar entre sorprendida y divertida sobre lo pequeño que es el mundo —a diferencia de Jimin que lo piensa constantemente con tedio—. Después ella lo mira con un poco de culpa, pues tiempo atrás le comentó que Seokjin era el chico de la escuela que le gustaba —y le sigue gustando—.

Incómodo.

Tan incómodo.

Horriblemente incómodo.

Incluso más que la noche de la fiesta de Jackson mientras Jin hablaba alegre sobre Jungkook.

¿Se puede poner peor? Totalmente. Hasta sería ofensivo a su inteligencia ponerlo en duda frente a tantas opciones y situaciones que tiene por delante.

Quiere escapar.

Lo hace cuando la pareja feliz lo invitan a pasear por la ciudad. "Tres son multitud", quiere responder con humor, hasta riendo —porque es mejor reír que llorar—; en lugar de ello elude el panorama con un "olvidé que tengo práctica de danza". Una mentira que transforma parcialmente en verdad cuando coordina reemplazar una de sus clases.

Aunque Seokjin y Jungkook no lo dejan ahí, insisten con sus ojos grandes y brillantes una salida. Su hyung presiona aludiendo a que no le niegue una tarde con sus dongsaengs favoritos.

—Bien, bien, pero mañana quedé de salir con un amigo, le diré que se una. —Al menos logra cortar el tema y despedirse de los dos.

—No hay problema, nos vemos mañana para almorzar —agrega alegre Seokjin antes que Jimin alcance un par de metros de distancia.

Definitivamente se siente un poco más tranquilo una vez lejos de ambos.

Camino a la academia piensa a quién pedirle que salga con él mañana. Taehyung siempre es su primera opción para este tipo de emergencias. Quizá si Jinyoung no está en clases de verano pueda hacerle compañía. Descarta a Seulgi porque todavía no regresa de las vacaciones con su novia.

Llamada tras llamada va descartando a de a uno a sus amigos. 

¿Por qué todos ya tienen un plan justo cuando los necesita? Debe ser algún tipo de ley del universo, similar a esa que dictamina que cambiarse de fila a otra más pequeña hará que justo en la que estabas avance más rápido o el pan que cae boca abajo.

Bueno, no salió como esperaba, pero no se han agotado sus opciones. Lo duda un par de veces antes de terminar marcando a su último candidato, a quien relegó porque de pensar en invitarlo a presenciar su incomodidad mientras el chico que alguna vez le gustó se deshace en mimos con el chico que actualmente le gusta, no suena para nada buen panorama.

Yoongi merece que le ofrezca un buen panorama y no una excusa para salvarlo de sus incómodos enredos amorosos fallidos.

La voz ronca lo saluda con sorpresa al otro lado de la línea. Por lo general se escriben más que llamarse, pero la ansiedad exige respuestas rápidas.

Se arrepiente de no haber escrito —se arrepiente de tantas cosas, una más a la lista no hace gran diferencia—. Bueno, irá directo al grano, aunque titubea al pronunciar su nombre.

—Necesito pedirte algo.

—¿Qué sería? —La voz de su hyung suena ronca y flojita, ¿lo habrá despertado de una siesta?

—Primero, ¿estás libre mañana?

—Sí, después del almuerzo, no olvides que duermo hasta medio día.

Jimin lo imagina sonriendo ladino y perezoso al otro lado de la línea, echado sobre su cama.

—Es una invitación a almorzar —especifica intentando hacerle caer con la tentación. Además lo mínimo que puede hacer es ofrecerle comida si lo ayuda con esto.

—¿Y en qué parte encaja el favor que me quieres pedir?

—En que... es una salida con Seokjin y Jungkook y todo es tan jodidamente incómodo que no quiero estar solo con ellos dos mañana —explica hablando rápido, como si con ello pudiera expulsar la tensión acumulada en el estómago, pero la frustración sigue sin desaparecer—. Lo siento, iba a pedirle a Tae, pero él saldrá con Hoseok...

—¿Quiere decir que no fui tu primera opción? —interrumpe como si sonara ofendido, pero Jimin sabe que bromea—. Solo por eso debería negarme.

—Yah, no lo veas así, no creas que no me da vergüenza pedir este tipo de favores, pero es que realmente no quiero ser un mal tercio.

Bien, dime dónde y a qué hora nos juntamos.

La respuesta le otorga una pequeña dosis de alivio

¿Qué tan incómodo puede ser? Mejor no preguntar. Cada vez que lo hace resulta ser un llamado directo a que se haga presente. 

Cuanto más se quiere escapar, con más fuerza te persigue.
 
  
  
  
  
  

 
  
  
  
  
 
, lo persigue. 

La incomodidad.

—Esto es casi como una cita doble —menciona Seokjin y Jungkook riendo le da la razón.

Recién comienza y ya quiere desaparecer. No ha querido voltear a mirar cuál habrá sido la expresión de Yoongi.

Casi —pronuncia el chico pálido con una palmada en el hombro de Jimin para que reaccionara en lugar de quedarse con la vista perdida en quién sabe dónde.

Casi

¿A Yoongi también le causa gracia?

Avanzan hacia un espacio libre guiados por la mesera que entrega el menú y les deja un momento a solas para que piensen en su elección. Jimin no tiene hambre, pero pedirá brochetas de cordero, Yoongi siempre habla de cuotas con altos intereses.

El ambiente se aligera a medida que sus hyungs conversan con total naturalidad —asume que Jin no es tan ajeno a la vida de Yoongi después de todo, parte del pequeño porcentaje de personas que no ignora—, incluso relatan a los dos menores un episodio en que estuvieron juntos en el salón de detenciones y desataron una guerra de bolitas de papel que les duplicó el castigo.

—Tengo curiosidad sobre algo —dice Jin inclinándose un poco para mirar a Jimin—, ¿cómo fue que ustedes dos comenzaron a llevarse tan bien? —pregunta directo, sonriendo y una expresión que Park no logra descifrar, como cuando a su hyung le parece divertido algo o tiene un chisme novedoso que contar.

Yoongi dirige la mirada hacia Jimin, intentando darle a entender que sea él quien responda. El menor tiene en la cabeza las escenas de las veces que se toparon sin hablarse en las tiendas y el intercambio frecuente de golosinas hurtadas. 

"Técnicamente nos conocimos cuando me avisó que la ropa que llevaba escondida tenían alarmas por dentro, justo antes que Seokjin hyung me ayudara a zafar del problema", sería la respuesta más honesta.

—Durante los días de detención, nos sentábamos juntos. —Pero prefiere optar por la más usada y no por ello menos cierta, ya que fue esa instancia que le permitió conocer al chico de mirada de gatito perezoso, acceder a él y no a los fragmentos de quien creía que era Min, compuesto por encuentros distantes y comentarios ajenos: nada concreto.

—Nos dimos cuenta que tenemos varias cosas en común —agrega Yoongi.

—¿Cómo cuáles?

"¿A qué quieres llegar? ¿Qué diga a viva voz que salimos a robar juntos?", Jimin piensa irritado.

—A Jimin-ah le gusta la danza y a mí la música, hay un lenguaje que nos une, por otro lado, nos gustan varias películas, cómics, series; es fácil llevarnos bien si partimos de los gustos en común —responde tan tranquilo y le traspasa la sensación de calma a Jimin.

La comida llega y termina capturando el flujo de atención de los cuatro, aludiendo al sabor de los platillos y las preferencias personales. Jimin no siente la tensión desaparecer por completo, pero Yoongi se ve feliz con el aperitivo de brochetas.

Jungkook relata algunos episodios divertidos de ambos cuando todavía estaba en Busan, al menos su amigo tiene la consideración de no contar nada especialmente embarazoso, porque si alguien conoce momentos humillantes de su niñez es su dongsaeng —es mutuo de todas formas, Jimin también tiene material para avergonzar a Jeon—. Lo incómodo es ver como están tan cerca el uno del otro y la forma intencional que buscan roces, hasta caricias directas que Kookie deja en el dorso de la mano de Seokjin, dibujando círculos en la piel.

No cree tener paciencia para aguantar mucho de eso. De cómo Jungkook tiene la libertad de hacer mucho de lo que Jimin fantaseaba.

Del intercambio de miradas cargadas de afecto y esa melosa acción de alimentar a la otra persona. Porque Seokjin le ofrece a Jimin del plato, pero a Kookie le acerca los palillos con una pequeña porción a la boca.

A Jungkook siempre le ha gustado ser consentido, cuando estaban en la escuela durante los almuerzos se apoyaba contra su costado y de forma implícita dejaba señales para que Jimin le diera de comer en la boca con la excusa "la comida ajena siempre sabe mejor" —excusa que comparte—.

Seokjin es consentidor. Tal para cual.

Sí, es envidia. Jodida envidia.

Antes cuando envidiaba algo y lo quería, lo buscaba en la tienda de la cual su compañero obtuvo el artículo que deseaba y lo tomaba sin importarle nada. Ahora no funciona así, los sentimientos de alguien no se pueden robar, tampoco lo haría aunque se pudiera.

No puede volcar su rabia en lo que Jungkook tiene y él no, así que termina cayendo sobre sí mismo. El tipo de rabia que le impide disfrutar incluso si la comida le gusta.

—Pensábamos ir a E-World o a un paseo por teleférico, ¿cuál plan les gusta más? —pregunta Seokjin cuando caminan hacia la salida.

A Jimin no le sorprende la elección de panoramas. Sabe mejor que nadie que Kookie adora las alturas, lo recuerda en la cima de los juegos metálicos de colores en el parque o trepando árboles en tanto su corazón estaba en la garganta, insistiéndole a su amigo que tuviera cuidado, atento a cualquier desequilibrio.

La verdad es que no tiene ganas de pasear detrás de la pareja enamorada, escuchando a Seokjin decir con tanto cariño "Jungkookie" y sujetar su mano. 

Siente que lo miran como esperando que escoja una opción y Jimin quiere elegir salir con Yoongi a buscar un nuevo outfit veraniego.

¿Por qué tiene que ser tan difícil decir "no quiero" a ese par de chicos altos y apuestos? Cuando vuelve examinarlos uno al lado del otro piensa que son como esas parejas que podrían ir en alguna portada de revista.

—Lamento decir que este dongsaeng es un olvidadizo y tiene una cita conmigo y mi mamá por la tarde, a ella le encanta la compañía de Jimin-ah.

—Cierto, lo olvidé. —Se agarra enseguida de las palabras de su hyung pálido y el ofrecimiento de una descarada vía de escape.

—Pasaron muy poco tiempo con nosotros —Seokjin se queja con entonación de niño caprichoso.

Esa expresión, su hyung se ve adorable, Jimin solía derretirse con ella y sentir la tonta necesidad de poner el mundo a sus pies si pudiera. Ahora solo es una especie de pinchazo. Una frustración más.

—Podemos dejar E-World para uno de estos días, Jimin hyung me prometió una visita al parque de diversiones —propone Jungkook—. Lo hablamos más tarde, no les quitamos más tiempo.

Jimin sospecha que su dongsaeng sabe perfectamente que pretende escapar, no ha dejado de sostener la mirada en él como si estuviera leyéndolo. Además el hyung tiene una entonación suave que le hace cuestionarse el mensaje implícito.

—¿Vamos?

Jimin afirma con la cabeza, acercándose a Yoongi un poco más. Un par de despedidas rápidas y a medida que se alejan el alivio lo invade de una forma similar a cuando sale de una tienda sin consecuencias y objetos escondidos.

Caminan hacia una parada de autobús y necesita agradecerle a Min por el favor reciente.

—Uh, esto, ¿por qué lo hiciste? —Pero antes prioriza la curiosidad que lo carcome en la misma medida que su necesidad de agradecer.

—¿Por qué inventé eso? Bueno, te veías incómodo, supuse que no querías estar ahí.

Así es como comprueba que es jodidamente transparente.

—Gracias. —Extiende la mano para sujetar suave su brazo, dedos alrededor de la piel blanca y tibia—. Muchas gracias

—Creo que lo mínimo que merezco es una malteada —acota Yoongi antes de dedicarle una de esas sonrisas de labios cerrados que a Jimin le gustan.

—¿Ahora? —Espera que sí. Estaría encantado de ofrecerle un mejor panorama.

—Cuando quieras.

—¿Tienes algo que hacer más tarde?

—Jimin-ah, ya despejé mi agenda de siestas largas para ti.

—Entonces, propongo un paseo al centro comercial y una invitación por malteadas.

—Me gusta la idea, creo que aceptaré casi citas contigo más seguido.

Hay algo en aquella entonación juguetona que bordea el coqueteo, más bien provoca algo en Jimin y no sabe por dónde comenzar a describirlo, pero sí puede afirmar que le gusta y espera que Yoongi no se contenga de mostrarse desinhibido a su lado. Bromear con confianza.

—Deberías —responde con una sonrisita altanera.

Yoongi revuelve su cabello, desacomodando varios mechones. Jimin reclama con un quejido, rehuyendo del contacto para reordenar el flequillo que pica en sus ojos.

A veces los chicos hétero juguetean entre ellos al límite de traspasar la línea, a veces la cruzan, pero luego con un "no homo" todo parecía arreglarse y esconder la tensión existente entre ellos. Lo ha visto, ha tenido sospecha de compañeros que eventualmente terminan saliendo y se siente todo un clarividente.

Ha visto con tanta frecuencia nalgadas, apretones de pezones, comparaciones de tamaños y tanto más de lo que suele ser excluido. Supone que al ser tan abiertamente homo, entran en una especie de gay panic y lo tratan como con pinzas con la errónea idea: "cuidado que se puede fijar en mí, gran ejemplar de hombre".

No hace tanto en el probador en la academia de danza uno de sus compañeros, quien siempre se cambiaba de ropa dándole la espalda, le comentaba a otro que temía que Jimin se fuera a sentir atraído por él, justo al momento que entraba a las duchas y ambos se callaron de modo abrupto. No era la primera vez que oía algo semejante y ya no tenía intenciones de aclarar que no le iban todos los hombres del mundo.

Le gusta que Yoongi no tenga ese tipo de recatos y pensamientos estúpidos a su lado.

Ahora que lo piensa, nunca ha indagado en la orientación sexual de su hyung y como estuvo con Jennie simplemente lo asumió como hétero.

No hay que dar por asumidas las cosas, pero tampoco pretende preguntarle, esperará que sea Yoongi quien algún día lo mencione si es que hay algo que decir al respecto —el promedio de gente heterosexual no necesita dar aclaraciones, dan por sentado que el mundo sabe que lo son—.

—Hoy no vine pensando que nuestra casi cita incluiría un paseo al centro comercial, así que tendrás que compartir espacio en tu mochila.

—Claro, hyung, necesitamos planificar nuestra estrategia.

Priorizan qué es lo que quieren obtener de camino al primer centro comercial que visitaron juntos. Ha pasado un tiempo, por lo que consideran que no es riesgoso volver.

Jimin utiliza todas sus artimañas para obtener un perfume, aprovechando que solo hay una vendedora en el mesón. Yoongi observa a la distancia encantado por la forma en que su menor se desenvuelve, coqueteando con descaro; luego viene su parte del juego, cuando se acerca desentendido de todo a pedir sugerencias de perfumes a la misma chica.

—No se preocupe, puede atenderle, aún no decido —dice con amabilidad mirando a Yoongi con una pequeña sonrisa.

Mientras la vendedora trae un frasco del estante y le explica a su amigo sobre las familias olfativas, Jimin decide salir una vez que ha logrado meter la pequeña botella en el bolsillo. Espera a su hyung lejos de la tienda y le envía un mensaje para señalar su ubicación.

—Ah, hyung, me encanta poder contar contigo —menciona alegre apenas lo ve acercarse a la banca en la que estaba sentado, planificando mentalmente que más se le antoja obtener.

—Lo mismo diré después que me ayudes a conseguir audífonos nuevos.

Tras los audífonos hacen una parada en una librería, Yoongi obtiene honestamente un libro cancelando su valor con un cupón de descuento a poco de caducar. Se suma al itinerario una tienda de cuidado facial porque Jimin necesita bloqueador solar. Paga por un bálsamo labial con filtro, aunque esconde dos envases formato barra. Insiste que le gustan porque no dejan la piel aceitosa y son fáciles de llevar —en todo sentido—.

Luego el descaro asciende de nivel cuando en una tienda de ropa el menor ni siquiera procura disimular en esconder una chaqueta de mezclilla, una vez arrancada la alarma se pasea con ella en el brazo y de la misma forma sale de la tienda.

—Jimin-ah, eso fue muy descuidado —aunque no lo dice en plan de queja, de hecho tuvo que contener las ganas de reír al pasar por al lado de vendedores y el personal de seguridad sin que ellos se inmutaran.

—Si haces como que la prenda es tuya desde el principio, como si hubieras llegado con ella, es probable que pases desapercibido. —Jimin guiña un ojo y Yoongi hace un pequeño movimiento negativo, lo suyo es ser más cauto.

—¿Qué tan seguido juegas con las probabilidades?

—Supongo que todo el tiempo, la vida es un conjunto de posibilidades y elecciones —responde amarrando la chaqueta en su cintura, aunque la dura tela de mezclilla no le facilita el trabajo—. Algunas jugadas tienen mayor porcentaje de éxito que otras —agrega, pensando en ejemplos: alto porcentaje de éxito en sus delitos menores, altos porcentajes de fracaso su vida romántica—. Tal vez en la vida no se puede tener todo. —no sabe si lo dijo o fue para sí mismo, una vocecita recordándole certezas cotidianas.

—Definitivamente no, hay que ser realistas, lo cual no quiere decir que no puedas obtener mucho de lo que deseas si aprovechas o siembras las oportunidades. —Algo que Yoongi afirma más allá de tomar cosas cuando se presenta el momento preciso—. De hecho, no pretendo perder mi oportunidad de una malteada gratis y ni decir de las cuotas pendientes de brochetas.

—Yah, hyung, esa deuda está saldada. —Jimin ríe de forma ligera, asintiendo.

—No, no, dijiste muchas brochetas.

—¿Cuántas son muchas para ti?

—Jiminnie, como buen hyung te daré un consejo de vida, dado que eres un pésimo negociante; asegúrate de fijar cantidades o sujetos como yo pueden aprovecharse de conceptos poco concretos como "muchos".

"Jiminnie". Se le hace extraño lo bien que suena viniendo de Yoongi, casi le dan ganas de decirle: de nuevo, dilo una vez más.

—¿Te quieres aprovechar de mí, hyung?

—Solo hago valer lo prometido: muchas brochetas.

—¿Una tienda más y vamos por malteadas? Específicamente una malteada para mi hyung.

—¿Grande o extra grande? —pregunta con aquel tipo de expresión que asimila a un gato travieso.

Jimin de meses atrás no habría pensado que Yoongi, tan bad boy —según rumores, poco ciertos a impresión del menor— y semblante de tedio constante, pudiera ser así de adorable.

—Pequeña.

Yoongi resopla y apoyando la mano en su hombro lo empuja para avanzar. Al final deciden ir a una tienda amplia y concurrida luego de tasar posibles objetivos. Nada que supusiera un esfuerzo mayor para finalizar bien su aventura del día.

Jimin pasea entre las camisetas, toma algunas que cuelga en su brazo, otras las devuelve. Hay varias apiladas en un estante, llama su atención el estampado de superhéroes de Marvel, la de Iron Man instantáneamente le hace pensar en Jungkook. La esconde en la mochila junto a una negra sin patrón ni estampado, sencilla, pero fácil de combinar.

Siempre es bueno tener varias camisetas negras y Yoongi está más que acuerdo con él. Buena parte de la ropa de su hyung es oscura por lo que ha podido notar. Aunque también le ha visto usar blanco, azules y grises. Jimin tiene un arcoiris de ropa, tanta que a veces va regalando.

¿Cuántas veces se ha llevado alguna prenda que después se da cuenta que no la quería del todo? Un capricho porque quería y podía.

Tae y Seulgi son los más felices de recibir regalos textiles. La segunda sabe perfectamente de dónde salieron.

Arranca las alarmas una vez que está en el probador. Un mensaje de Yoongi lo distrae de su tarea, le avisa sobre sospechar que uno de los vendedores lo ha estado siguiendo y de seguro ya dio aviso al guardia de la entrada. No quiere entrar en pánico, pero tiene una mochila llena de cosas y es imposible que el personal de la tienda no sepa.

Su hyung lo tranquiliza, propone ser el distractor en tanto Jimin escapa. Advierte que lo tiene que hacer rápido, que al primer flujo de personas saliendo tiene que unirse.

Comprueba que es cierto, hay un guardia con los ojos en ellos cerca de la salida. Cruza los dedos porque el plan de Yoongi funcione. Podrían meterse en un enorme problema, él especialmente que carga con todo. El miedo y la adrenalina se mezclan y se recuerda a sí mismo que lucir como si fuera culpable es lo peor que puede hacer en ese momento.

Justo antes que Jimin atraviese la mampara junto a tres personas más, Yoongi avanza primero y hace sonar los sensores, el guardia lo sujeta del brazo y lo lleva un costado, examinando el interior de la bolsa con el libro nuevo, pidiendo que vacíe su bolsillos, haciendo que extienda los brazos y tanteando los costados. Su misión está cumplida al ver que su dongsaeng rápidamente ha escapado libre de polvo y paja, escabulléndose entre la gente, ignorando el llamado en voz alta al "chico de la mochila" del vendedor que estaba cerca e intentaba llegar a él.

Jimin lo espera a un par de cuadras, justo en un paseo peatonal repleto de puestos de comida. Todavía con el corazón latiendo fuerte. Con el "casi" en la mente, queriendo ser pronunciado en cada bocanadas de aire.

Le relaja, aunque no del todo —su sistema sigue sobreexcitado—, ver que su mayor camina despreocupado hacia él y alza el pulgar en señal de éxito.

—¿Qué pasó? ¿Qué te dijo? —pregunta atropellado.

—Me preguntó por qué tenía una alarma en el bolsillo y simplemente respondí que siempre quise tener una —responde con una sonrisa ladina—. Estaba enojado, pero no tenía más opciones que dejarme ir, después de todo no tenía nada.

Jimin imagina la escena, incluso evoca la entonación desinteresada del mayor, aquella que roza el desafío pasivo-agresivo con un semblante neutro.

"Mi hyung es genial".

—Pediré para ti la malteada más grande y con las frutas que quieras.

—Es lo mínimo que merezco —dice con una falsa actitud altiva, semi sonrisa y sosteniendo la mirada.

Sabe que su mayor juega, lo nota en sus ojos brillantes y alegres. Se ve tan contento mientras elige los sabores y toppings.

En algún punto se hace incómodo avanzar con vasos fríos en las manos esquivando a la gente que paseaba como ellos, por lo que deciden asentarse en el primer lugar con bancas disponibles.

—Quiero probar —dice Jimin sin pensar con la vista fija en la malteada de frutos rojos de su hyung, suponiendo que la gracias de pedir sabores diferentes es para disfrutar la variedad.

Yoongi sin poner resistencia extiende su vaso y tampoco busca mayores significados al aceptar el ofrecimiento de vuelta de Jimin, quien a su gusto pidió una demasiado dulce. O así es hasta que cae en cuenta que los labios del menor se apoyan justo donde estuvieron los suyos un par de segundos atrás.

En el camino de vuelta al atardecer Jimin se apoya con pereza en el hombro duro de su compañero. Se ofrece a acompañarle a casa, mencionando que tiene varias de sus cosas en la mochila y que mal amigo sería si le entrega todo para que camine con ellas en los brazos.

—Puede pasar, si quieres —invita Yoongi con la torpeza presente y jugando un poco con el dobladillo de la ropa.

—Me encantaría, pero quiero llegar antes que Jungkook —declina con un pequeño puchero que al otro chico se le hace adorable.

—Entonces, hablamos más tarde, la oferta de mi compañía sigue presente por si no quieres estar solo entre Seokjin y Jungkook, por tratarse de ti podemos negociar una tarifa cómoda. 

—¿Cuál sería la tarifa esta vez?

—Otra malteada estaría bien.

—Bien, espero que te gusten los parques de diversiones, hay bastante gente, sol y ruido.

—Puedo hacer el noble sacrificio.

Yoongi le está dedicando una de esas sonrisas que le parecen demasiado bonitas al grado que lo estremece. Decide rehuir de la sensación hormigueando en su estómago, sacando con cuidado artículo por artículo.

No son demasiados, por lo que Yoongi cuelga las prendas de ropa en su brazo izquierdo, los audífonos al interior de la bolsa junto al libro, al igual que su nueva botella de tónico.

—Tu piel se ve que es delicada, así que como buen dongsaeng te ayudaré a protegerla —enuncia solemne, dejando uno de los bloqueadores en la mano de Yoongi una vez que abre la puerta—. Puedes llevarlo cuando vayamos al parque.

—Estaré esperando que me digas cuándo tendremos una casi cita doble.

Jimin casi se atora, logra evitarlo con un ligero carraspeo disimulado.

—Nos vemos en la próxima casi cita doble. —Se aventura a seguir el juego, aún sin entender por qué percibe calor tenue en las mejillas.

Casi cita.

Jimin siente que fue un día de casis.

Casi se desarma.

Casi los atrapan.

Casi es un desastre, pero Yoongi estuvo ahí, con él.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  
Jungkook regresa una vez que anochece, lo sabe por el par de golpes en la puerta y la mezcla de carcajadas sonoras. Imagina que tras otro día asombroso y agotador paseando contentos y enamorados por la ciudad la euforia debe seguir a flor de piel.

—Traje sano y salvo a Jungkookie —comenta su hyung alegre. Jungkook también tiene una expresión feliz en la cara. Es casi contagiosa—. Deberíamos volver a salir los cuatro, estaré esperando la visita al parque.

—Uh, sí, le avisaré a Yoongi hyung —responde a la par que asiente, porque es más cómodo con su amigo pálido que estar solo entre la parejita feliz.

Jin se despide con un par de caricias afectuosas revolviendo el cabello de sus dos dongsaengs, agregando un hasta luego y arrojando un beso volador hacia Jungkook, quien avergonzado se contiene de sonreír incluso más extenso.

Le ofrece a su amigo calentar la cena que quedó, pero el castaño alto agradece el gesto y niega, mencionando que está satisfecho. Al final termina por servir té verde para los dos. Uno en hojas en un frasco bonito que sacó en su reciente expedición al supermercado.

Luego Kookie señala con ojitos brillantes de ciervo la consola. ¿Cómo negarse? No puede, había olvidado lo poderosa que es esa mirada de Bambi.

Juegan hasta el cansancio, solo se detienen para cambiar de posición, ir al baño o un asalto al refrigerador a medianoche recalentando la cena, con risas contenidas y sigilo de ninja para no despertar a los señores Park.

Es raro cuando Jungkook se acuesta a su lado en la cama en lugar del colchón que está en el suelo. Si quiere cambiar de lugar no tiene problemas en bajar y cederle su espacio.

—Recuerdo que solíamos dormir juntos cuando niños —menciona Jungkook en voz baja—. Especialmente cuando mi hermano nos contaba historias de terror.

Jimin sonríe al evocar episodios de los dos acurrucados bajo el cobertor como si este tuviera el mágico poder de protegerlos de cualquier peligro, cualquier fantasma o criatura maligna atenta a agarrar sus extremidades si tan solo asomaban una mano o un pie. Jungkookie sujetaba su mano y él como buen hyung le decía que lo protegería, aunque al final Kookie terminaba siendo más valiente.

Aún como han resultado las cosas no puede negar que lo adora y que lo extrañaba. 

No puede estar molesto, no con él.

—Sabes que meterte en mi cama es sinónimo que despertarás con mis brazos y piernas encima.

—Puedo aguantarlo.

Es tan raro sentir como en Jungkook hay notas del perfume de Seokjin. Una mezcla de aromas que afortunadamente no generan el monto de angustia que imaginaba. Solo una pequeña contracción en el pecho. Una que se suaviza cuando Jungkook se arrima un poco más, aún si hace calor y las noches de verano han dejado de tener piedad.

—Hoy conseguí algo para ti en el centro comercial.

—¿Qué es? —pregunta bajito, pero con el entusiasmo infantil vibrando en su entonación.

La camiseta de Iron Man está doblada dentro de su mochila.

—Mañana lo sabrás, hace tiempo no conseguía nada para ti.

—Desde el verano pasado cuando fuiste a Busan.

—Un año sin vernos es bastante tiempo.

—En vida canina serían como siete años.

Si bien pudo compartir en buena medida el verano anterior con Jungkook, el tiempo pasó volando que la semana se sintió solo como un par de días.

—Imaginé que chicos como Yoongi serían tu tipo ideal. —Jungkook esboza una sonrisa aunque no sea visible en la oscuridad.

Jimin parpadea confundido, intentando descifrar si escuchó bien.

"Espera, ¿qué?"

—¿Qué es mi qué?

—El tipo de chicos que te gustan.

Nunca ha sentido que tenga "un tipo de chico" en particular. Y si lo tuviera a partir de los chicos que le han gustado como Seokjin y Jungkook serían castaños altos con ojitos de ciervo, sabiendo de antemano que también se sienten atraídos por hombres.

Entonces, ¿Yoongi, su tipo?

—¿Mi tipo? —cuestiona incrédulo, esperando algo clarificador. "Lo chicos con pinta de malotes", "delgados y pálidos como salidos de libros de misterio", "delincuentes menores, justo como tú, tal para cual" o quién sabe, solo quiere saber las extrañas ideas que se arma Jungkook en su cabecita.

Aún así, Jimin no cree tener un tipo de chico ideal.

—Sí, no lo digo porque vayan a robar juntos cosas de las tiendas —eso lo apenas lo menciona en un susurro—, sino porque se ven como —hace una pausa y resopla al no encontrar una explicación fluida basada en sensaciones e intuiciones—...no solo como si se llevaran bien, es como cuando estás cómodo con alguien y encuentras a tu cómplice en esta vida.

¿Cómplice en la vida? Jimin comienza a reír bajito.

—Yah, no sé cómo explicarme —se queja el menor, dando una corta patada sin fuerzas en su pierna para que deje de reír a costa suya.

Si lo mira desde ese punto de vista suena como a lo que busca en cualquier amigo. En cualquier persona que se gane un lugar importante en su vida y es justo lo que tiene con Yoongi. Se siente jodidamente bien a su lado, es su cómplice en muchas formas y ha sido un buen apoyo en el último periodo.

No sabe si Yoongi es su tipo, pero es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo.

Yoongi es mucho y ahora no puede dejar de darle vueltas a lo que dijo Jungkook, con su hyung y aquellas sonrisas de labios cerrados en su mente. Su hyung y su mirada de gatito perezoso.

En las cosquillas en el estómago cuando están tan cerca, cuando Yoongi susurra algo con su voz rasposa en su oído.

Quizá no tiene un tipo ideal, pero eso no quita que ahora las palabras de Jungkook sean una especie de revelación que casi no lo deja dormir.
  
  
  
  
   
  
  
 
 
  
 
 
 
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Gracias por apoyar a mi bebé >u<

Esta es la actualización 1/2, pronto subiré la otra ;D

Tonelada de cariños para uds~ 💖

Pd. Lo vi en face y pensé "algo así se sintió Jimin" 😂
(Y también yo en más de alguna ocasión)

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