Tarde
11 de Junio
4 PM
Seokjin estaba más aburrido que nunca.
Namjoon estaba de cuclillas frente al ramen, indeciso sobre cual debía comprar: si el de habanero, pollo o el de chile piquín.
El mayor volvió a blanquear los ojos, golpeando constantemente con los dedos el carrito del supermercado, perdiendo poco a poco la paciencia.
Antes de que Hoseok y Yoongi se fueran a la universidad, los cuatro, como era ya costumbre, comieron juntos. La única diferencia es que esa vez la mesa estaba más callada de lo habitual y los ojos de los menores se detenían constantemente en el plato del pelinegro, con solo una alita de pollo en él.
Una que ni siquiera terminó.
Aun así, los menores quedaron satisfechos porque su hyung le había dado dos mordidas a la pieza de pollo, porque al menos ya tenía algo en el estómago.
Cuando terminaron de comer los tres chicos tuvieron vigilado a Seokjin, alarmándose cada que el mayor caminaba cerca del baño. Temían que volviera a provocarse el vómito.
Desde el momento que el mayor bajó las escaleras, supo que sus amigos no iban a dejarlo solo.
Y eso le gustaba, y le aterraba.
El ambiente se sentía ligeramente tenso, más cuando Namjoon insistía en meter todas las cosas que le gustaban al carrito.
—Me llevaré los tres —Namjoon dejó caer los paquetes de la pasta en el carrito —Los podemos preparar al mismo tiempo, y así comemos de todos.
—Esta bien —Contestó el pelinegro, fingiendo no sentirse aturdido —¿Qué sigue en la lista?
Namjoon llevó la mano a la bolsa trasera de su pantalón, sacando la pequeña hoja donde habían escrito todo lo que se necesitaban.
—Papel higiénico —Seokjin asintió —. Pero vamos por las galletas cubiertas de chocolate que tanto te gustan.
—No se me antojan.
Namjoon frunció el entrecejo, mirando a Seokjin como si tramara algo —Aun así. Se te pueden antojar mañana.
—No lo creo.
—Seokjin hyung —Usó un tono de reprimenda, ganándose una mirada vacía del mayor.
—Además del papel, nos hace falta pasta de dientes, vamos.
Namjoon no quería insistir más, conocía a su mejor amigo y sabía que si volvía con el tema lo iba a mandar a la mierda y eso era precisamente lo que se quería evitar. Por más que quisiera ayudarlo, tenía que hacerlo a su manera.
Caminando juntos, y arrastrando el carrito, recorrieron todos los pasillos del supermercado sin prisa alguna. Namjoon iba metiendo al carrito papas y postres que sabía que a Seokjin le encantaban. El mayor no decía nada, solo fulminaba con la mirada a Namjoon cada que se volteaba, sabiendo exactamente el motivo por lo que lo hacía. Tentaciones.
Pero por otro lado, se sentía muy afortunado por tenerlo como mejor amigo, sabiendo que él y todos estaban al pendiente de él.
Namjoon se atrasó un poco, caminando unos pasos detrás del mayor.
—Hyung, ¿a qué hora iremos a Pulse?
Seokjin frunció el ceño, volteándose para mirarlo—¿Nueve? Casi siempre vamos a esa hora.
Namjoon asintió, frunciendo los labios.
—Mmmh, ¿pasa algo Namjoonie?
El castaño solo negó, encogiéndose de hombros —Tengo flojera. No sé si quiero ir.
—¿Y eso? Te encanta pulse.
—Ayer no dormí muy bien.
Seokjin asintió con una pequeña mueca.
Siendo honesto, se desanimó un poco. Quería que los cuatro fuesen a bailar y a divertirse sin los problemas que habían sucedido la noche anterior, como el estado de ebriedad del segundo mayor del grupo, o las miradas de asco que recibió cuando bailó en la pista con Jungkook.
Muy dentro de él, sabía que si quería divertirse sin problemas como esos, siempre tenía que acudir a antros gays. Ahí nadie lo juzgaba ni se metía con él ni con sus amigos. Al contrario, conocía gente –generalmente muy buena y amable– y hacía muy buenas amistades.
Y claro, una que otra aventurilla.
Namjoon pareció notar el cambio de expresión de su hyung, por lo que pensó mejor las cosas.
—...Pero si no me siento tan cansado iré con ustedes.
Seokjin se agachó para tomar un paquete de papel higiénico apenas llegó al pasillo que buscaban.
—No es necesario, Joonie. Podemos salir siempre, deberías de aprovechar que no hay cosas que hacer y dormir temprano.
Namjoon torció sus labios —Ya veré, hyung.
—Ten —Seokjin le pasó el paquete de papel para que el menor lo acomodara en el carrito —¿Ya no nos falta nada?
—No hyung. Eso ya era lo último.
—Oh, la pasta de dientes —Recordó —. Iré por ella, mientras ve a hacer fila ¿si?
Namjoon asintió y se llevó el carrito del supermercado, caminando hacia su lado contrario.
Seokjin caminó hacia la zona donde estaban los artículos de higiene dental pero unos murmullos a su espalda lo hicieron parar en seco.
«Dos hombres comprando. Par de maricones»
Jin no sabía si reír o reír por el comentario tan imbécil que ese hombre había hecho.
No porque dos hombres compran juntos significaba que eran pareja. Namjoon pudo fácilmente ser su hermano, su padre, su primo, como en su caso, su rommie y mejor amigo.
Era algo idiota el hecho de que por ver a dos hombres o a dos mujeres juntos, ya aseguraran que eran pareja.
Seokjin soltó una risa nasal y blanqueó sus ojos en lo que pasaba de largo las malas miradas que un matrimonio le daba. Llegó a las pastas de dientes y se inclinó levemente para escoger un paquete, cuando sintió dos presencias a su lado.
El pelinegro se congeló por un segundo en lo que el hombre canoso comenzó a hablar:
—Padre mío, te pedimos por el alma de uno de nuestros hermanos que ha caído en el asqueado camino de la homosexualidad. Ilumínalo con t–
—Tienen que estar jodiendo.
El señor siguió murmurando cosas mientras Seokjin los miraba atónito.
—Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino...
—Pero qu–
La pareja siguió rezando con un volumen de voz exageradamente alto, mientras elevaban levemente sus brazos con los ojos cerrados, llamando la atención de las personas que pasaban por ahí.
Seokjin hizo puños con sus manos, tomó el primer paquete de dentífrico que encontró y echo furia, caminó hacia las cajas. No sabía si lo estaban siguiendo o no, solo caminó con rapidez hacia Namjoon apenas lo vio, con la quijada tensa por el coraje.
Aunque Seokjin creía en Dios, se sintió humillado y asqueado.
¿Cómo mierdas se atrevían a hacer esa falta de respeto? Principalmente hablando sin saber.
Namjoon, justo cuando terminó de pasar las cosas del carrito a la caja, caminó hacia su hyung mirándolo con los ojos muy abiertos al verlo con la quijada pronunciada y con los ojos llenos de furia. Lo tomó de los hombros esperando que le dijera algo, una explicación de su estado.
—¿Qué pasó, hyung?
Seokjin negó, deslizándose del agarre de su mejor amigo y fue hacia la caja, dejando el paquete entre las cosas y esperando a que terminaran de pasar todo para poder pagar.
La cajera lo miró con miedo. Seokjin lucía intimidante con la espalda completamente recta y las facciones duras y serias como si fuera una piedra. Tímidamente tomó la tarjeta que el pelinegro le tendió y lo atendió lo más rápido que pudo.
Cuando terminaron de meter todo en bolsas y las colocaban de vuelta en el carrito para llevarlas al coche, el matrimonio de antes se aproximó a la fila, mirándolos con asco.
—La homosexualidad se castiga con el infierno.
Seokjin abrió la boca. No quería ser insultado frente a Namjoon, principalmente porque él –así como Hoseok– eran heterosexuales y no tenía que estar recibiendo insultos que claramente solo le dirigían a él.
—Ah. Gracias por el dato. —Namjoon habló, mirandolos por un segundo mientras terminaba de bajar las bolsas de plástico.
—Dios hizo al hombre y a la mujer.
—Tienen que estarme jodiendo —Seokjin colocó dos dedos en el puente de su nariz, apretando más la mandíbula.
—Estos chupapollas deberían ser castigad–
—¿Perdón? —Namjoon caminó lentamente hacia ellos mientras Seokjin sentía como si se fuera a desmayar.
—Que los putos como ustedes deben ser castigados —Habló la mujer, siendo callada por su marido de inmediato.
—Oraremos por sus almas sucias, cielo.
Namjoon blanqueó los ojos —Oren por las suyas, ignorantes. Y lárguense de mi vista antes que peque de verdad.
La pareja comenzó a rezar, prácticamente gritando frente a las cajas con sus brazos elevados.
—Vámonos Nam.
La cajera los miró con pena, pero no hizo nada para callar o correr al matrimonio. Solo articuló un "lo siento mucho", agachando la cabeza sin querer dirigirles la mirada.
—Nam... —Insistió.
—Espera. Solo una cosa más.
Y antes de que se diera cuenta, Seokjin ya tenía los labios de Namjoon contra los suyos.
Trató de no parecer sorprendido, pues sabía perfectamente que ese beso era para molestar –o provocar– al matrimonio frente a ellos, pero cuando Namjoon abrió la boca y profundizó el beso, se congeló.
Escuchó como la pareja acezó de inmediato, gritando insultos y versículos de la biblia al aire.
—¡Levítico 18:22! ¡Génesi–
—Jódanse —interrumpió Namjoon cuando se separó de los labios del mayor. Y los mejores amigos, furiosos, empujaron rápidamente el carrito con todas las cosas que acababan de comprar.
Namjoon intentó decir algo, pero al recordar lo que le había hecho a Seokjin, prefirió callarse.
Cuando llegaron al coche, el pelinegro se metió al asiento del piloto y apoyó su cabeza en el volante, dándose un golpe en seco.
Namjoon guardó todas las cosas en la cajuela con calma y terminó y se subió al asiento del copiloto, Seokjin rápidamente se giró hacía él.
—¿Enserio Nam? ¿Un beso? ¿Era eso necesario?
El castaño soltó una risa —Ay hyung ¿viste sus caras? Creo que les dio una embolia.
Seokjin no se inmutó —No es gracioso, imbécil.
—Tienes razón, tienes razón —Respiró hondo por dos segundos —Les pudo haber dado un infarto —Y sin aguantarse más, volvió a reír.
Seokjin no le encontró la gracia. Observó con una de sus cejas elevadas al menor, quien poco a poco dejaba de reír.
—Oh vamos Jinnie, no dejes que te amarguen el día.
Seokjin mordió su labio inferior —Pues ya lo hicieron. Además ahora piensan que eres gay.
Namjoon se encogió de hombros —¿Y? Que lo piensen, me da igual.
—Debiste decirles que solo somos mejores amigos.
—¿Por qué? Eso que mierda les importa. Estoy harto. Y ya deberías entender que jamás me voy a quedar callado cuando tú o Yoongi se ven en situaciones de mierda como estás.
Seokjin bufó —Gracias, Joonie.
—No agradezcas hyung —Sonrió levemente —Y no irás al infierno, no te preocupes.
Namjoon sabía que el tema de la religión era uno bastante delicado para el mayor y aunque este actuara con indiferencia, sabia que las palabras de esas personas le habían afectado, por lo menos un poco.
El pelinegro soltó una risa nasal —Todos me dicen lo contrario.
—Pues todos me la pelan.
—Lo sé, lo sé —Sonrió —¿Tienes que ir a otra parte?
Negó —Ya vamos a casa.
Y con música de fondo y con sus expresiones relajadas, condujeron hacia el departamento.
3/5
Sé que va muy lento, pero es necesario
Gracias por leer!!!
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