Capítulo 4

Llegamos a mi casa, y los dos empapados, le pasé una toalla a Joey para que se secará.

Joey me sonrió.

_ Gracias

_ Encenderé la chimenea para que te calientes un rato al fuego

_ Debes irte a cambiar ese vestido o si no te resfriaras – le sonreí.

_ Lo haré, descuida. Siéntate ahí junto a la estufa y te traeré algo para que te cambies – me miró intenso.

_ Ok. Aquí te esperaré...

Volví a sonreírle y subí rápido a mi dormitorio a cambiarme de ropa y a llevarle algo para que también se cambiara.

Se sentó frente al fuego y entumido, le encantó sentir aquel cálido fuego y escuchó con placer el crujir de la madera con el fuego.

Bajé con un suéter y una camisa, que eran de mi padre y me encontré a Joey sentado frente a la chimenea. Observé con detenimiento su enorme espalda y se me entre cortó la respiración.

Nerviosa, me le acerqué y titubeé...

_ Te, te traje un suéter y una camisa – él volteó a mirarme y otra vez me sonrió.

_ Gracias

_ Eran de mi padre. Espero que con ellas te resguardes un poco del frío

_ Con esto estaré más que resguardado. Muchas gracias preciosa – volví a sonreírle con pudor.

_ Por nada – insistía en mirarme de aquella tierna y a la vez intensa manera.

_ ¿Y tú, te secaste?

_ Si, en eso estoy. Iré a buscar el secador de pelo

_ Jejeje...

Volví, ahora con el secador y me senté en el sofá.

_ Haré un poco de ruido con esto

_ Descuida, úsalo

Comencé a secar mi cabello y concentrada en aquello, Joey me observó detenidamente.

Advertí que me miraba y le sonreí.

Ya con mi cabello seco, Joey me sonrió y yo perdida en él, le sonreí, cuando de pronto, hubo un apagón debido a la fuerte tormenta. Aquello me asustó y él lo advirtió.

_ ¡Ay no! ¡Se fue la luz!

_ Debe haber sido por la tormenta

_ ¡Oh no! ¿Qué haremos?

_ Tranquila, ven aquí

_ No me gusta la oscuridad – se me acercó.

_ Tranquila. Todo va a estar bien

Lo miré aún con miedo y Joey acarició mi mejilla; lo que me calmó. Me sonrió y yo lo miré perdidamente.

Me sentí bien y protegida a su lado y aún afuera lloviendo sin parar, aquello no me importó y él tomó mi mano, lo que me llenó de alegría.

_ Ven, vamos a que también te calientes al fuego

_ Sí, me estoy congelando...

Los dos sentados frente al fuego, miramos atentos sus anaranjadas llamas y escuchamos el crujir de la madera con ellas.

Miré a Joey y él me miró.

_ ¿Aún sientes frío?

_ No, ya se me pasó – me sonrió.

_ Menos mal – ahora yo le sonreí.

_ Otra vez gracias. Gracias por querer quedarte esta noche aquí conmigo. No me gusta la oscuridad

_ Tranquila, que esta noche, yo te cuidare – mi corazón brincó de alegría.

_ Es lo que más quiero - me miró perdidamente.

Aún oscuro, nos pusimos de pie y él junto a mí, caminamos a la ventana.

Con el corazón pegado al pecho, Joey me miró todo enamorado y los dos con la respiración entre cortada, él acarició mi pálida mejilla, lo que me estremeció por completo.

Me sonrió con destellos.

_ Eres tan hermosa y dulce Andrea, que no quiero apartarme de ti, nunca – lo miré perdidamente a sus ojos.

_ Yo tampoco quiero que lo hagas. Significas mucho para mí, mucho, Joey

_ Tú también significas mucho para mí

Sus ojos más brillaron de deseos y yo perdida en él, Joey no se contuvo más, sostuvo con más cariño mi mejilla junto a su mano y comenzó a besarme.

Mi corazón estalló de dicha y feliz de que me besará, lo abrasé fuerte y los dos seguimos besándonos.

Acostados juntos, y abrazados, en mi cama, la lluvia había terminado y los dos sin despertar, yo tenía apoyada mi cabeza en su pecho y podía escuchar los rápidos latidos de su corazón, que se habían transformado en los míos propios.

Amé sentir su cálido cuerpo junto al mío.

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