Comienza el desafío

«Las gotas de Izumi son capaces de devolver la vida. Solo basta con tres sobre sus labios y la tendrás de vuelta.»

Las palabras de cierta voz en su sueño seguían retumbando en su mente.

«Ven, Denise. Ven al bosque de la Luna a luchar por ellas.»

Definitivamente ese sueño no fue creación de su imaginación.

Ellos la dejaron morir. Ni siquiera su padre tuvo el coraje de romper con una estúpida regla por su propia hija.

Alisha, princesa de los licántropos, había sido ejecutada por alta traición. Obligada a tomar hasta la última gota del veneno y dejada en el bosque como advertencia para el resto de los súbditos.

"Todo aquel lobo que sea cómplice de un vampiro será ejecutado por alta traición a su raza". He aquí la condenada regla generada de la constante guerra entre ellos.

Alisha había liberado a Denise, una vampiresa de casi trescientos años (apariencia de solo veinte), hija del Gran General Vampírico Levine y capturada como rehén de los lobos.
La había salvado de ser decapitada porque, aunque los lobos la usaran como carnada para atraer al ejército de su padre, definitivamente no tenían intenciones de dejar a nadie salvarse. 

Denise rescató el cuerpo de su salvadora y lo dejó en su cabaña secreta, un lugar que había hallado para resguardarse desde su huida, y se aventuró hacia el lugar que la voz de su sueño le había dicho.

¿Qué tenía que perder?

Se había encontrado con disímiles criaturas reunidas en ese bosque.

¿Estaban todos allí por lo mismo?

Una nube púrpura apareció frente a todos ellos, y cuando se disipó, los deslumbró con la belleza de una mujer, una famosa hechicera.

—¿Ya están todos listos para asumir el reto? —Denise reconoció su voz, era la misma que había escuchado antes—. ¿Creen ser dignos de mi poción milagrosa?

Repentinamente, apareció un portal mágico frente a cada uno.

—Lo que los espera detrás del portal podrían llamarlo "su mayor desafío". Y estará especialmente diseñado para cada uno. —Una enigmática sonrisa adornó en su rostro—. ¿Morirán intentando o vivirán para disfrutar el premio? Generosamente les permito marcharse si quedaron demasiado intimidados.

Muchos retrocedieron, sí. Pero la impulsiva Denise hizo todo lo contrario.

Los viajes en portal solían dejarla algo aturdida. Meneó un poco la cabeza y enfocó su vista en el frente, todo estaba oscuro.

—¿Dónde rayos estoy? —musitó, con el ceño fruncido.

—¡Sé bienvenida a tu desafío, querida vampiresa! —otra vez, esa voz de la hechicera.

—Genial, ¿comenzamos ya? —la impaciencia detonaba en su tono.

—Nadie más que yo quiere ver cómo te desenvuelves aquí —soltó una risa ligera—. Entra, tu "puerta al pecado" te espera.

E inmediatamente apareció una puerta. Ahora era lo único que se encontraba iluminado a su alrededor.

—Pasa por ella siete veces y tendrás mis gotas. Quédate en la habitación y... —realizó una pausa intencional—. ¿por qué arruinarte la sorpresa? Descúbrelo tú misma, querida.

Denise se acercó a la puerta, que parecía perfectamente hecha de buena madera, y tomó el pomo. Un haz de luz la deslumbró al abrirla.

—¿Qué es esto? —pensó, en voz alta.

Se encontró en una habitación angosta, que se extendía a lo largo y estaba completamente vacía.

La entrada por la que había accedido al lugar había desaparecido, tenía solo una pared detrás suyo.

—¿Qué está...? —de repente, sintió como si la golpearan. Y sus palabras no habían sido interrumpidas por el puño de una criatura.

Un olor dulce se apoderó de la habitación y volvió sus párpados más pesados.

Era como las valerianas, aunque este aroma tenía un poder mucho más fuerte, tan relajante que un humano hubiera caído dormido en ese mismo instante.

Denise sentía el cansancio expandirse por su cuerpo aunque intentara combatirlo.

Ni siquiera su cerebro estaba procesando una manera de lidiar con esta situación.

Atontada, cerró los ojos por un segundo. Un pequeño segundo que bastó para que, cuando los abriera de nuevo, encontrara cientos de almohadas.

En el techo, en la pared, ¡incluso el suelo! Las almohadas blancas hacían que, una puerta al final de la habitación, se resaltara mucho más. ¿Acaso siempre había estado allí?

Bueno, da igual ahora. Resistirse a la tentación de tumbarse se estaba volviendo más y más difícil.

La pálida pelirroja avanzaba lentamente, arrastrado sus pies entre las almohadas del suelo y apoyándose de la ahora acolchonada pared. Sintiendo como la suavidad bajo sus dedos la incitaba a parar.

Entonces, se tropezó, cayó descuidadamente. Y fue lo peor que le pudo haber pasado.

Las almohadas debajo de su cuerpo no estaban ayudándola a recobrar el sentido.

—Solo un momento... —murmuró, antes de que sus párpados cayeran por completo.

«—¡Oiga! ¡Despierte! —escuchaba la voz de una niña, olía a lobo—. ¡Señorita Levine! ¡Tiene que levantarse!

Abrió los ojos y vió una celda. Era más una cueva con una reja de hierro incrustada, pero podía percibir que esos barrotes estaban bañados con agua bendita del mundo humano.

—¿Qué estás haciendo aquí? —miró con desconfianza a la pequeña que reconocía como la princesa.

—¿Me promete que huirá lejos de aquí si la libero?

—¿Por qué me liberarías?

—Usted y yo somos peones en esta guerra sangrienta. Mi madre solía decir que las guerras no traen nada bueno... —bajó la mirada por unos instantes—. ¿Sabe? Sus ojos grises son exactamente iguales a los de ella.

No sabía si era por lo noble que le parecía o por el hecho de que ella hubiera perdido a su madre también. Sentía una empatía.

—¿Te gustaría huir conmigo, princesa?

—¡Alisha! ¡Alisha! —una voz grave comenzó a llamar. Identificó inmediatamente al rey de los licántropos.

—Rápido, no hay tiempo —susurró, mientras abría la celda.

—Ven conmigo —tomó su mano, la niña sonrió.

—Yo los detendré para que escape.

—¿Qué? —Denise vió como tomaba su forma de lobo y corría en dirección a las voces—. ¡Alisha! ¡Espera! ¡Alisha!»

—A-Alisha... —abrió los ojos.

Se puso de pie, tambaleándose, y luchó contra el cansancio hasta alcanzar el pomo de la puerta.

Estaba determinada.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top