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Un mes después
Sábado del otoño del 60
«Una vez me dijeron: ‘tú no cambias, el mundo lo hace.’ y le pregunté a esa persona cómo sucedía eso. A lo que me respondió, ‘Tú solo te acostumbras a el. El océano tampoco cambia, solo hace espacio para más islas, y los colores no dejan de brillar, por más significados que la humanidad les busqué.’» Gulf abre los ojos y en ellos se reflejan las miles de hojas del árbol sobre cuyas ramas duerme. Viste un traje púrpura, persikais, y un anillo color oro. Juega a rotarlo
mientras espera a que terminen las discusiones dentro del castillo. Adelia no se ha tomado bien su presencia en el castillo.
•••
—¡¿Compraste dos prostitutos?! ¡¿ESTÁS DEMENTE?! Y tras que todo, uno defectuoso. ¡No tiene pene! Bueno, hasta con pene no sé cómo te gustan, pero– — Adelia no para de balbucear mientras que Mew baja por el pasillo a las puertas del castillo. Al voltear pone un freno a sus palabras y dice, —Madre, esto no se trata sobre si lo entiendes o no, es que me gusta. Me gusta y quiero casarme. Solo eso.
—Mew, yo creo que estás delirando. Él no es Helena. Lo sabes, ¿no? Nada de lo que hagas lo transformará en tu vieja esposa.
—No busco eso, madre. Busco continuar con mi vida. Iré a festejar mis últimos días como soltero y pondré un guardia a vigilarte. Ni se te ocurra tocarle un pelo o dejaré de ser considerado contigo.
Mew se va.
Adelia pone los ojos en blanco y suspira. —¿Y dónde está la sanguijuela de esa vez? — Ella le pregunta a los gemelos al voltear. Los gemelos visten túnicas blancas y diademas de oro. Son hombres de apariencias femeninas y maquillaje egipcio a pesar de tener la piel tan blanca como la nieve. Sus cabellos caen como alfombras sobre sus espaldas y terminan al comienzo de la cintura.
—Ella está con el prostituto, Reina. Nunca se despegan. — Ambos informan.
—Cómo sea. Preparen mi baño y que el agua esté caliente.
—Sí, señora. — Los gemelos voltean hacia las escaleras y las suben acompañados de su Reina - quién se queda atrás-.
•••
Lookjun toma asiento al lado de Gulf y ambos ven marchar al rey Mew en caballo. Comenzando la famosa tradición de celebrar sus últimos días como hombre soltero. El rey se despide de ellos no con las manos sino con una sonrisa.
Ambos sonríen en su dirección hasta que el rey y su caballo son un punto en la distancia.
—No puedo creer que el rey me comprara. Ahora soy libre. — Lookjun mira abajo a sus manos. Y por primera vez en años, aprecia el sonrojo natural de sus dedos y las líneas curvas de sus palmas. —Pero no sé qué hacer con mi libertad.
Gulf toma asiento calentando el hombro de Lookjun. Él también estudia las manos de la fémina y acaricia las curvas en sus palmas.
—Puedes seguir tu sueño. — Susurra. —Viajar por el mundo, conseguir un esposo, hacer tu familia. Vivir, — Ambos se miran. —En una casa con un campo de colza.
Lookjun comienza a sonreír ahora que su libertad canta sueños y demanda cumplimientos. Pero deja de sonreír y dice: —Pero tengo miedo, Gulf. Tú no estarás en mis viajes. ¿Qué haré sin tí?
Gulf acaricia una de sus mejillas y le oculta un tramo de cabello tras su oreja. Con el cariño de un hermano varón la mira a los ojos y le dice: —Es hora de que explores tu libertad. Yo te alcanzaré. No correrás ese campo de calzo sola. Y qué hay de ese doctor, ¿eh?
Ella ríe a medida que las lágrimas caen. Se le escapa una carcajada de cerdita y se cubre la boca por eso. Gulf se muere de la risa diciendo que extrañaba esa risa, pero ella le abofetea un hombro. Era una risa que evitaba usar con los clientes. Y vaya que se le hacía difícil.
—Oink, oink. — Gulf burla mientras ella le pide que se calle. Aunque divertida.
•••
Mew llegó a un burdel exótico dónde lo mejor de lo mejor estaba en la sección de nobles.
Dentro de la habitación en la que estaba, bailaba un chico que nació sin brazos. Su hermoso cuerpo vestía pantalones níveos de finales abultados como un gitano. La correa de su pantalón era color oro al igual que la diadema. No portaba camisa.
El chico movía las caderas de una manera que Mew jamás había visto.
El chico se arrodilla frente a él y le pide que se quite la ropa. Que no deje ni una sola prenda en él. Mientras Mew se desviste, el bailarín pregunta cuándo será su boda.
—Me casaré dentro de dos semanas.
—¿Y cuánto llevan de conocerse?
—Un mes.
—¡Vaya! Eso fue rápido. ¿Amor a primera vista?
—... Algo por el estilo. Es que es tan hermoso y por si fuera poco, amable. Encantador por demás. Es muy educado. Pero está acostumbrado a cuidarse solo. Y hacer todo solo. Excepcionando a su mejor amiga, claro.
—Eso suena tierno. Pero contigo puede aprender a dejarse cuidar por otros.
El chico apoya todo el peso de su cuerpo en los glúteos y con sus pies, masajea la intimidad de Mew. De arriba abajo.
Mew comienza a gemir, mirando los pies con intriga. Se sienten suaves e irreales. Hacen el mismo trabajo de las manos, pero por alguna razón son más excitantes que ellas. Los pies del bailarín arropan la intimidad y así hacen el masaje.
Luego, bajan hacia los testículos, dónde igual son masajeados.
El bailarín muerde su labio inferior con diversión y ancla ambas rodillas en el suelo, una más adelante que la otra. Destacando los glúteos y cortando la distancia entre sus rostros. El chico tiene los ojos entrecerrados como plumas y una sonrisa labial.
Va a besar al rey cuando este recalca: “Nada de besos.”
—Muy bien entonces. — Sonríe. —Te haré sentir bien. — Retrocede ambas rodillas y le da otro uso a su boca y lengua.
Mew arquea la espalda y gime el fuego que ardía en su interior.
•••
Gulf y Lookjun visitan al doctor y Gulf los deja hablar a solas -esperando afuera de la puerta-. Los escucha reír y eso lo hace sonreír, pero capta algo por el rabillo del ojo.
Un hombre encapuchado lo observa a la distancia. Pero sólo puede ver su mentón y nota que el hombre no respira con normalidad. Hiperventila como un desquiciado. Incluso se limpia la saliva que cae de su boca.
Tras limpiarla, sonríe.
Gulf arruga el ceño e ingresa al lugar. Una vez voltea ve a su mejor amiga besándose con el doctor. Ambos son tiernos en los besos. Cuidadosos, incluso.
—Para que me recuerdes mientras estoy de viaje. — Ella desea al retroceder. El doctor sonríe.
—Estaré impaciente por tu regreso, Jun.
La mirada en sus ojos es indescriptible. Se nota lo mucho que se gustan y comprenden. Es como si fueran las dos mitades de una sola manzana.
Gulf se asoma y no encuentra al sujeto anterior. Pero, ¿quién habrá sido ese?
•••
En la noche, Gulf está parado afuera del castillo y abrazado al conejo gris. Observa a los gemelos subir a la carreta unas cajas. Cajas con ropa de la más fina y zapatos también. A la reina le daba igual tener a Lookjun en el castillo entonces cuánto menos se quedara, mejor. Le prestó algunas prendas y accesorios viejos.
La chica viste de blanco con una capucha negra. Ella acaricia al conejo y mira a su mejor amigo.
—Tráeme regalos cuando regreses.
—Bajo un árbol, como siempre deseamos en cada navidad. — Ella promete y se encoge de hombros.
—Cuídate mucho, Jun.
—Tú también, Gulf. Y tú, amigo peludo, cuida bien a mi mejor amigo. — Lookjun amenaza divertida al conejo y este no hace más que brincar la nariz. Ambos ríen entonces él la abraza (sin soltar al conejo).
Ella entra al carruaje y un sirviente del castillo lo conduce. Los caballos se alejan y Lookjun se asoma por la ventana de al lado. Ella se despide con una mano por si las despedidas verbales no fueron suficientes.
Gulf imita el gesto e incluso sonríe.
Adelia observa el carruaje a través de la ventana de su habitación. No tiene maquillaje ni tampoco accesorios, solo ropa para dormir. Con el rostro al natural lucía más de su edad, pero aún así era una cobra hermosa.
—No dejes rastro. — Le ordena a alguien detrás. —Tanto a ella como a él.
—Entendido, señora.
Ella asiente y aunque permanece quieta y en silencio, hay dolor en sus ojos. Dolor nostálgico.
La persona al fondo se retira.
•••
Lookjun observa feliz una esponja de maquillaje que el rey le dio la semana anterior…
FLASHBACK:
—¿Entonces así me vería de mujer?— Mew preguntó al espejo con un colocado labial desastroso y rojizo. Lookjun y Gulf sentados a sus laterales sujetando delineadores y esponjas. Habían dejado al rey hecho un fantasma tan sonrojado como un tomate y sus flecos habían atado sobre su cabeza.
—Incluso de mujer es hermoso, Majestad. — Gulf halagó entre risas.
—Mientes. Sé que lo haces. — Mew sonrió.
—Entonces se ve horrible.
—No, no, aguarda. Me gustan tus mentiras. Son mentiras blancas.
Ambos se miran y ríen.
—¡Rayos! Quería quitarle su belleza con mi maquillaje, pero ni así pude quitársela. — Lookjun bromeó con un puchero.
—¿Ah, sí? ¡Pues se las quitaré a ustedes! — Mew agarró los materiales de ambos y estos corrieron a la cama entre gritos. Se subieron a ella y Mew también. Lookjun le metió con la almohada tan fuerte que la misma estalló plumas y Mew se quedó inmovil por un segundo. Los chicos dejaron de reír al ver que el rey no se movía. La fémina preguntó por su bienestar y el rey contestó que estaba bien.
Eso antes de hacer que sus ojos se miraran entre sí y desmayarse.
—¡Majestad! Golpeas muy duro, Jun. — Gulf siseó.
—Lo siento~. No medí fuerza.
—Yo le hubiera dado más fuerte.
La chica estalló en risas ante eso y Gulf bajó a revisar a su prometido. De rodillas se puso y el rostro acercó. —Mew. Mew, ¿estás bien?
Las plumas caían por alrededor de ellos y el rey no despertaba.
—Mew. Por favor. — Gulf suplicó. No pasó más de un segundo cuando el rey lo besó. Al retroceder para ambos mirarse, atesoraron sus sonrisas.
—Estoy bien. — Susurró bajo sus labios.
Todos sonrieron.
FIN DEL FLASHBACK.
Ella guarda la esponja en uno de los bolsillos de su chaqueta. —¿QUIÉN ERES? QUÍTATE. — Escucha al conductor gritar, luego un gemido ahogado y la carreta se detiene.
—¿Qué está pasando?— Lookjun susurra, pero al momento de salir algo traba la puerta desde afuera. Sin importar cuánto ella empuje o golpee con su hombro, no abre.
La puerta del otro lado sí se abre. Revelando al señor Imé. —Hola, preciosa.
—¿Tú?— Ella gruñe.
—Ven acá. — Él la jala del cabello hacia afuera, deslizándola por el asiento trasero hasta hacerla caer al suelo y fuera de la carreta. Lookjun recibe un fuerte dolor en las piernas y en el coxis.
—¡YA NO ERES MI DUEÑO! ¡SUÉLTAME!
—Sé que no soy tu dueño. Está vez estoy bajo otras órdenes.
—CONDUCTOR, AYUDA.
—Está muerto. Tengo buena puntería. No sobrevivió mi cuchillo.
Imé deja de arrastrar a Lookjun por el césped y se sienta sobre ella. Ella súplica ser soltada, pero él sonríe macabro.
—Qué triste historia. Una huérfana que trabajó como prostituta para comer al fin obtuvo su libertad, luego fue violada y asesinada por su dueño.
El señor Imé saca una daga de uno de sus bolsillos y la amenaza del cuello mientras que ella grita y deja lágrimas caer. Lo empuja sin parar, incluso cuando sabe que no lo logrará, pero si ha de morir quiere sentir que luchó hasta el último momento. Su vida valía lo mismo que las demás, pero por primera vez sintió la desesperación de luchar para contarla. Vivir aventuras, darle regalos a su mejor amigo, conseguir trabajos decentes y ser una buena esposa.
Pero no lo haría. No lo lograría.
«Lo siento, Gulf. » Lookjun piensa y al cerrar sus ojos, en la negrura de sus párpados, escucha y siente a Imé forzarse sobre ella. No los abre en ningún momento y jadea poco.
No se molestó en contar los minutos, las horas, los segundos.
El tiempo pasó y a su respiración se unió el desgarre de una carne. Su garganta. Imé cortó su garganta.
—Descansa, preciosa.
Lo escuchó decir.
*N/A: Esto me rompió 💔.*
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