3
La reina Adelia no prestó oídos a más obligando a Lookjun a regresar al bosque sin ayuda. «¡Gulf!» Grita mientras que los árboles cubren los cielos y no la rodea nada más que maleza y naturaleza. Al no obtener respuesta se desespera y sin aire vuelve a gritar su nombre. Masajea su garganta como para calentarla y reforzar la voz que el frío le arrebata.
—¡Lookjun…! — Escucha un llanto a lo lejos, pero por más rota que esté esa voz, la reconocería en cualquier parte. ¡Es la persona que busca! Con otro llamado -más sútil- corre a él. Las ramas con espinas cortan sus piernas, pero ella sigue corriendo.
Hasta alcanzar el cuerpo de su mejor amigo. De rodillas, escanea el cuerpo y de dónde proviene la sangre. Al ver el lugar de origen cubre su boca con ambas manos. —¡Oh por Dios! Necesitas un médico, ¡¿cuánto tiempo llevas así?!
—Ya tenemos un médico, — El señor Imé regresa con una linterna de vela y un hombre nervioso que porta el título de médico. El hombre hace reverencia y seguido reemplaza el lugar de Lookjun. A su lado tira el equipaje médico que una tela de cuero oculta. La chica tiembla del miedo y juega con sus dedos. —tu amigo estará bien. Tú, sin embargo, tienes otro cliente. Vete.
—No iré.
—¿Cómo dices?
—Que no iré.
—¿Y crees que tu palabra importa? Tu boca no está hecha para hablar sino para–
Lookjun le patea la entrepierna y le roba la espada en menos de lo que un guardia real lo haría. Con la punta amenaza su mentón y ambos comparten una mirada. Las llamas del fuego intentan sobrevivir a la poca leña que vagamente los ilumina.
—No podré tener palabra en este mundo de hombres, pero sí tengo el derecho de amar. Y por mí mejor amigo yo haría cualquier cosa. Cualquier cosa, ¿entiendes? Atenderé a ese cliente mañana. Nadie me va a mover de aquí.
Gulf reprende a Lookjun en un susurro. Preocupado por ella, pero sin energías para gritar.
El señor Imé asiente y ella gira la espada de manera que el filo apunta su pecho. Él agarra el pomo sin evitar preguntarse, en silencio, cómo ella es tan ágil.
Lookjun toma asiento al otro lado de Gulf. Él la llama en un débil susurro y ella lo toma de la mano. Besa todos sus nudillos entonces la coloca bajo su mentón. —Perdóname por no estar aquí. En serio pensé que podría evitarlo.
—No te disculpes. Era mejor que no… estuvieras…
—Era mejor que no estuvieras aquí. — Finaliza el médico cuando Gulf pierde la conciencia y ella lo mira. —Tranquila, ha perdido la consciencia, pero aún respira. Me hubiera gustado atenderlo en otras condiciones. Estas no son condiciones humanas.
Sacó un hilo y una aguja medialuna. Comenzó a coser con la ayuda del fuego. —Si quieres que tu servidor siga vivo, consígueme más leña, por favor. — El médico le pide a Imé. Imé maldice antes de rodar los ojos e ir a buscar leña.
—¿Cómo eres tan bueno cociendo? Dicen que las mujeres somos buenas en bordar, pero yo nunca he aprendido.
—Siempre hay tiempo para todo, dama. Quizás sea buena en ello, pero las mujeres también tienen talento para lo que quieran. ¿Bordar es lo que quieres o te gustan otras cosas?
Su voz gentil, la atención al detalle, y todo sin dejar de coser como un profesional, Lookjun comenzó a llamarlo “mago” en su cabeza. —Con todo respeto, no tengo ambiciones y tampoco creo ser buena más allá del sexo y la amistad, pero si me dieran la oportunidad. Solo una oportunidad. Amaría correr por un campo de colza. Con mi hija y mi esposo tratando de alcanzarme. En completa libertad. Gulf sería el tío que mimaría a nuestra niña, — Cuánto más Lookjun cuenta su gran sueño, el doctor deja de hacer su trabajo y la mira. Ella está sonriendo, pero no ha soltado la mano de su amigo. —Sería una vida tan hermosa. Yo solo trataría de ser la esposa perfecta.
—¿Y ya tiene a alguien que la ame de esa manera?
Lookjun se fija en sus ojos. Son los ojos de un hombre compasivo. Compasivo y dedicado. Va a responder, cuando Imé llega. Tira las leñas al fuego y asusta a todos los conscientes. Pero por supuesto, no se disculpa.
•••
Dos días después,
Mew llega de Russes sin éxito en establecer la paz entre él y Calígula. Llega al castillo frustrado y aventando todo a su paso. Cuando se sienta en la cama es cuando maldice. Los sirvientes entran a su habitación junto a su madre.
—¿Llegas sin darle un abrazo a tu querida madre?
—No se me antoja y tampoco quiero verte. Sal de aquí.
—Ay amor, ¿qué pasó?
—CARAJO, SOLO SAL DE AQUÍ. ESTA PUTA GUERRA ES TU CULPA. TU CONDENADA CULPA.
—¡¿MI CULPA?! — Ella lo abofetea. —Tú estuviste demasiado ocupado fornicando con ese lastre como para no firmar el acuerdo de paz. Busca a quién más culpar si no quieres culparte a ti mismo, pero a mí no.
La mujer se va y él llama a sus sirvientes. Les pide que busquen a Gulf y lo traigan al castillo.
En dos horas regresan diciendo que no se puede. —Por qué, ¿él no quiere?— Pregunta y los gemelos comparten una mirada preocupante, pero niegan en respuesta. —¿Entonces qué pasa?
—Él fue castrado, señor. Aún no puede caminar bien–
—¡¿Dónde está?!— Se levanta desesperado.
•••
Llega a la ubicación del médico y en una habitación se encuentran Lookjun y Gulf. El chico yace en la cama completamente débil, pero una vez mira a Mew, se avergüenza por completo.
—¡Su Majestad! ¿Qué hace aquí?
Lookjun también mira y se pone en pie, haciendo reverencia y mencionando el título. Mew le dice que no se preocupe, que no es necesario, pero se acerca al chico.
—Los dejaré solos. — Lookjun se excusa y se va con el médico, quién esperaba en la puerta.
Mew toma asiento, impactado. No deja de mirar el regazo contrario y cómo la sábana no se alza en ese lugar.
—¿Quiénes te hicieron esto?
—Majestad, no necesita saberlo. Estoy bien. Estoy mejorando–
—Te acabo de hacer una pregunta.
—Todos los esclavos. — Gulf traga grueso. —Junto a los señores. Entenderé si ya no quiere mis servicios, Majestad.
—Quiero tus servicios. Pero cuando te recuperes. Vendré todos los días a verte y no saldrás hasta que te recuperes de verdad. No mataré a esos que te hicieron daño, ¿porque sabes qué será peor?
—¿Qué?
—El hecho de que te seguiré queriendo incluso tras lo que te hicieron. Eres hermoso y único, Gulf. Tu personalidad es deslumbrante. Y eso es algo que ellos no te pueden quitar.
Gulf sonríe y las lágrimas ruedan por sus mejillas.
—¿Qué pasa?
—Es que pensé que ya no me iba a querer. Realmente pensé que ya no le sería útil.
—No vuelvas a pensar eso, ¿sí? Aquí estoy.
•••
Mew va hacia el lago dónde los esclavos se bañan e Imé le sonríe. —¡Majestad! Regresó–
El rey le pega un puño que lo tumba al suelo, seguido de otro y otro, escuchando los gritos de algunos esclavos. Luego descuelga el látigo de Imé, rodea su cuello y lo arrastra al agua, donde le sumerge la cabeza. Oyéndolo burbujear. El hombre lanza mordiscos al agua y se retuerce como una lombriz.
Todos los esclavos miran con furor mientras que el agua que Imé golpea cae sobre Mew. El mismo los amenaza con la mirada.
—Vuelvan a herir a Gulf, y sí les haré algo. ¿Me entendieron? — No contestan por el shock. —¡¿ME ENTENDIERON?!
En el segundo llamado sí contestan.
Mew saca a Imé del agua y el mismo tose en la orilla. Vomita agua y respira. —Puedo matarte cuando me plazca, hijo de perra. Solo estoy siendo considerado. — Comienza a marchar, pero se detiene para amenazar con la mirada al señor Uut. Le deja saber que él tampoco está a salvo. El señor Uut brinca en su roca y tiembla del miedo. Mew continúa la marcha con una mirada sombría.
•••
En los siguientes días, visitó a Gulf con flores, luego libros -que él leyó porque Gulf no podía-, instrumentos de música (que falló en tocar, pero fue divertido), el conejo mascota y al último día de recuperación total, fue sin nada más que amor. Para ese día habían pasado dos semanas y Gulf estaba sentado.
Ambos tomados de las manos en la misma habitación médica.
—Me alegra que estés mejor, Gulf.
—Se lo debo a usted y a Lookjun. Gracias. Un pajarito negro me dijo lo que les hiciste a los demás esclavos.
—¿Y qué te pareció?
—No me gusta que se ponga en peligro por mí, Majestad.
—Pues tendrás que lidiar con eso, porque pienso entrar en muchos peligros por ti.
Gulf ríe cabizbajo. —Es usted un tonto.
—Escucha, lo he pensado bastante, pero ¿te gustaría casarte conmigo?
Mew se coloca en una rodilla y saca de su bolsillo lateral un anillo color oro de ramas florales. Gulf se sorprende tanto que respinga tras sus manos y lo mira a la cara sin poder creerlo.
—¡Señor…! ¡Yo no puedo! ¿Por qué me pide esto? Jamás podré darle nada más que–
—Amor. Eso es lo único que pido y pienso que es mutuo.
*N/A: PEGA GRITITO. Fue un capítulo “tranquilo” entre comillas porque habrán sucesos brutales. ¡¿Qué les pareció?!*
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top