Introducción

Lately, all I feel is bad and bruised

Tired of tripping on my shoes

But when he loves me, I feel like I'm floating

When he calls me pretty I feel like somebody

Even when we fade eventually to nothing

You will always be my favourite form of loving

.

.

.

Ciertamente, pocas cosas eran capaces de intimidar al gran Baji Keisuke, líder de la primera división de la pandilla que estaba infundiendo terror en las calles de Tokyo. 

Ser el nuevo de la escuela era una de ellas. 

Sin embargo, sus nervios eran insignificantes comparado con su voluntad para no fallar ese año y por una vez al menos llevarle a su madre una cartilla con buenas notas... o al menos unas decentes en este ciclo. 

A primera vista había llamado la atención más de lo que debería, y es que su alta postura autoritaria y largo cabello atado en una coleta floja no pasaban desapercibidos fácilmente, mucho menos su aura de alfa dominante. No tuvo que esforzarse mucho para percibir las seductoras feromonas que varios omegas habían soltado con intensiones insanas, sin embrago, no pudo importarle más poco. Teniendo como único interés fijo las peleas y su pandilla, nunca se preocupó por atraer a un omega como su pareja.

A su perspectiva, los omegas eran demasiado frágiles y delicados, rozando lo débil. Ciertamente, involucrar a un omega en su violenta vida de delincuente juvenil le atraería culpas y miedos innecesarios; definitivamente lejos de sus planes a futuro estaba buscar pareja. 

--¿Supiste? Esos desalmados están detrás de ese pobre omega...

La noticia se regó como pólvora y no tardó en llegar a oídos de Baji, a pesar de no haber entablado una relación cercana con nadie aún. 

--Al parecer el omega rechazó al líder y ahora irán a buscarlo en grupo a la salida.

--Qué clase de atrocidades planearán con él... 

Baji sintió un abrumador disgusto ante tal aprovechamiento, pero lo que le molestaba aún más era escuchar tantos comentarios indignados pero nadie dispuesto a hacer algo al respecto más que recitar condolencias vacías.

Él podría ser un delincuente, pero jamás golpearía a alguien más débil solo por complacencia propia. Ese pensamiento le enervaba y le provocaba un molesto desasosiego imposible de ignorar. El recordatorio de la próxima reunión de la Tokyo Manji pasó a estar en segundo plano para dar paso a ayudar a ese omega entre su primera prioridad. 

No dejó que se perdiera valioso tiempo y salió disparado de su aula, corriendo con apremio y esquivando a los demás estudiantes que circulaban por el pasillo. Buscando con la mirada cada rincón que rodeaba la entrada del colegio algún indicio de alguna pelea, sin embargo, fue en vano; no encontró nada que pudiera dirigirlo hacia el omega en peligro. 

Hasta que fue capaz de percibir el aroma endulzado que vagaba en el ambiente, seguido de unas voces ligeramente lejanas que estaban cargadas de un tono de reproche. 

Conforme avanzaba guiándose tanto de las voces como del aroma, todo se volvía más nítido. Reconoció improperios discriminantes y  palabras clasistas que impulsaron su enojo, avanzando más rápido hacia el lugar de origen. 

--¡¿Te crees la gran cosa, pequeña mierda?! ¡Solo eres basura intentando imitar algo que valga la pena?!

--Si no valgo la pena, entonces ¿por qué intentaste coquetear conmigo? ¿Tan bajos tienes tus estándares?

Baji se paralizó frente a la escena ante las filosas palabras que habían salido de los labios del omega que mantenía una mirada firme y fiera frente al grupo de alfas que hacían un intento vano de intimidarlo. Lo analizó a detalle: baja estatura característica de los omegas, cabello rubio desordenado y rapado en el área de la nuca y los lados, y una argolla brillaba colgando de su oreja izquierda; imagen bastante rebelde para tratarse de un omega. Sin embargo, sus pies volvieron a conectar con la tierra cuando notó como los alfas enfurecidos se abalanzaban sobre el cuerpo más pequeño con intenciones violentas. 

--¡Oigan, no se atrevan a tocarlo! --La potente e imperiosa voz de Baji resonó en medio del caos. De inmediato tuvo todos los pares de ojos clavados en él, delatando tanto sorpresa como irritación--. ¡Dejen en paz a ese omega!

--¿Y a ti quién demonios te llamó? --De los finos labios del omega salió la incógnita impregnada de molestia e incluso fastidio--. No necesito tu ayuda, gracias.

Al notar como el líder del grupo aprovechaba su distracción para atacarlo, Baji decidió ignorar el reproche y lanzarse a golpear a los acosadores.

Pero, no se esperó que el pequeño y supuestamente frágil cuerpo del omega esquivara con agilidad el golpe para de inmediato proceder a atestarle uno con la fuerza suficiente para tumbarlo al suelo. Keisuke sintió su mandíbula caer de la impresión mientras observaba como el rubio hacía caer uno a uno a sus acosadores, a bases de golpes y patadas que parecían emerger de forma natural. Igualaba su falta de altura con potentes patadas y saltos, moviéndose de forma experta. Repentinamente y contrariando la situación, el aroma endulzado de antes se intensificó. Ahora se podía reconocer con exactitud que se trataba de un suave olor a frambuesas acoplado a un toque exquisito de fresas. No fue difícil dilucidar que el omega estaba liberando sus feromonas en medio de la pelea, hipnotizando a los alfas de voluntad débil y permitiendo, con su distracción, poder acabar con ellos con más eficiencia.  

Baji se sintió maravillado a un nivel inexplicable. 

Durante mucho tiempo tuvo la creencia indudable de la debilidad de los omegas por naturaleza y sus experiencias del día a día no eran más que corroboraciones a este hecho, conviviendo con alfas dominantes y peleando contra ellos. Se había topado con omegas que únicamente habían intentado seducirlo, o algunos omegas que defendió al ser atacados por alfas desagradables. 

Era la primera vez que atestiguaba a alguien que le desmintiera esa opinión sin oportunidades a refutarlo. 

Si se sintió seducido por el placentero aroma no lo dejó denotar, porque ante todo el omega merecía respeto, pero lo que encontraba verdaderamente irresistible era la fiereza que brillaba en sus ojos verdosos, la carencia de vacilación en sus movimientos y  el respeto imperioso que infundió desde un primer momento.

Cuando ya todos los acosadores estuvieron mal heridos y sin aliento en el suelo, el rubio los observó con aburrimiento, luciendo totalmente intacto; ni siquiera se veía cansado o su ropa se había ensuciado. Cuando Baji creyó que solo se marcharía, el omega se agacho frente al líder del grupo que al parecer fue el que se llevó la peor parte de la pelea. Lo agarró del cuello de la camisa y con intenciones amenazantes lo acercó hasta quedar a centímetros de su cara. 

--Así que... ¿qué se siente que un omega te pateé el trasero? --susurró con sorna despectiva y desafiante.

Baji sintió su boca moverse involuntariamente hasta morder sutilmente su labio inferior.

--Mi nombre es Chifuyu Matsuno. Grábalo bien en tu estúpida cabeza y no vuelvan a meterse conmigo si no quieren que los mate.

Keisuke no se dio cuenta que su boca seguía abierta hasta que el omega, Chifuyu lo miró con una ceja alzada en señal de confusión. 

--¿Por qué sigues aquí?

Las palabras quedaron atoradas en la garganta del alfa y en un principio solo dejó salir balbuceos incoherentes que provocaron una mueca de burla en el rostro del rubio. 

--T-tú... eres tan fuerte. 

--Dime algo que no sepa --sonrió con autosuficiencia y cruzando los brazos a la altura de su pecho, en una pose presuntuosa. 

Baji no supo en qué momento había empezado a avanzar hacia el omega a pasos firmes y con la cabeza en alto, actitud que provocó sospechas en el rubio. Se paró frente a él, inclinando levemente su cabeza para observarlo a los ojos y notando como Chifuyu hizo una mueca de fastidio ante la diferencia de alturas. Antes de que cualquiera de los dos hubiera podido predecir algo, o antes de qué incluso Keisuke se diera cuenta, de su boca salió fuerte y firme:

--¿Puedo ser tu alfa?

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