10. No sé por qué espero más de él

Mikey había orquestado el espionaje a Baji durante su intento de reconciliación con Chifuyu.

Por supuesto nadie estuvo dispuesto a reprimir esa curiosidad tan poderosa por finalmente conocer al omega del que tanto solía alardear, y principalmente ver de primera mano la reacción que este tendría.

—Deberíamos estar en nuestra propia escuela —Draken masculló con molestia, observando como Mikey, Pah e incluso Mitsuya se apiñaban contra la pared para ocultarse lo suficiente sin perder su visión del panorama.

—Sí, pero aquí estamos —Mikey respondió con petulancia, sin molestarse en voltear hacia el alfa—. Y me gusta más.

—Carajo, ¿a qué hora va a llegar? No quiero pensar que madrugué en vano —Pahchin refunfuñó en voz baja, resoplando por la falta de actividad de la escena que espiaban.

Baji estaba en la entrada, con la mirada apuntando a todas direcciones cada pocos segundos, atento a la llegada del dichoso omega. Incluso había llegado realmente temprano para asegurarse de poder encontrarlo justo en la entrada.

Mikey no necesitó lucubrar mucho para reconocer las emociones del rostro hermético de Keisuke: ansiedad y mucha preocupación. Debía admitir que si en un principio lo apoyó con ese tema del cortejo, ahora ya no lo hacía del todo; principalmente porque también se sintió afectado por todos esos comentarios estúpidos alegando su supuesta debilidad con su casta como única excusa. Aun así, quería atestiguar de cerca la interacción entre esos dos principalmente en un momento tan vulnerable.

Conociendo a la perfección la naturaleza de donjuán que Baji se cargaba desde su presentación como alfa, fue uno de los más sorprendidos cuando aparecieron los primeros indicios de su enderezamiento. Realmente nunca logró visualizarlo como alguien que estaría en una relación formal con alguien, más bien lo veía como el amigo que nunca terminaría de establecerse por completo porque su sentido aventurero predominaba sobre los demás. Incluso en una mini encuesta entre ellos –hecha con fines de diversión– sobre quién era él más probable de casarse primero, los resultados arrojaron a Baji en el último lugar.

Que un omega hubiera sido capaz de atraparlo así, sin insinuaciones sexuales, sin coqueteos previos, sin una pequeña probada, únicamente con su actitud, realmente era algo serio e imposible de tomar a la ligera; aún más después del discurso que se aventó alabando y simplificando de una manera tan malditamente conmovedora como era él.

Por un instante se preguntó qué pensaría Draken sobre él.

—¡Baji está hablando con alguien, Baji está hablando con alguien! ¡Creo que es él!

La voz de Mitsuya lo sacó de sus cavilaciones y de inmediato todos prestaron más atención a la escena, enfocándose solo en lo que podían ver, debido a que a esa distancia era imposible escuchar aun en lo más mínimo. Incluso Ken se había unido a la ojeada.

Baji había agarrado a un chico del brazo. Alcanzó a visualizar apenas su melena rubia y la diferencia de alturas que se atravesaba entre ambos. Chifuyu, si no recuerda mal, parecía querer zafarse con apremio el agarre, pero Baji se mantenía porfiado en obtener su atención. Sus labios se movían presurosos seguramente en alguna excusa improvisada y difícil de tragar.

—Que buenas curvas. No está nada mal, eh —Pah comentó, distrayendo a los presentes unos instantes para empezar a recitarle una retahíla entremezclada de quejas y reproches sobre no ser el momento correcto para sus insinuaciones.

—Parece que está teniendo problemas. —En los labios de Mitsuya se figuró una mueca de desazón.

El omega se removía inquieto entre el agarre de Keisuke, buscando liberarse con vehemencia y volteando la cara cada que el alfa intentaba proferir alguna palabra; señal notoria de negarse a escucharlo. Sin embargo, Baji era tan cabeza dura que continuaba intentando hacer que Chifuyu se detuviera a escucharlo.

Y cuando la primera cachetada llegó un consternado "uuuuh" salió de sus labios en coro, incluso antes de poder retenerlo.

—Entre las piernas, Chifuyu, otra entre las piernas —Mikey rogó en voz baja, extasiado por la primera reacción violenta que atestiguó—. Déjalo sin día del padre.

—Mikey, no digas eso —Mitsuya farfulló, encapsulando su frustración en un susurro vehemente.

—¡Se lo merece! En mi opinión, Chifuyu no debe darle una segunda oportunidad. Puede obtener algo mejor que Baji —dictaminó cruzándose de brazos y alzando la cabeza con altanería, solo para reafirmar su postura.

No hubo ninguna objeción y solo continuaron observando como Baji aún se mantenía en su necedad de comunicarse con el omega, casi teniendo que arrastrarlo hacia él del brazo. Chifuyu aun intentaba soltarse yendo en dirección contraria al alfa y halando su cuerpo hacia delante, sin siquiera voltear de soslayo.

—¿Deberíamos intervenir? Baji puede estarlo lastimando —Mitsuya se volteó hacia ellos con la preocupación pintándole el rostro.

—Ese imbécil —Draken suspiró con fatiga—. Si intervenimos nos la va a cobrar más adelante. Mejor esperemos aquí y si la situación se pone más fea, intervendremos.

—¡Pero, Baji ya se está sobrepasando! —Takashi insistió frustrado—. Si el omega dijo que no quería escucharlo, ya no tiene porqué insistir más.

—¿Qué no viste la cachetada que le plantó? Casi le rompe el cuello. Yo me preocuparía más por Baji que por Chifuyu —Pah resopló, reprimiendo una carcajada burlona.

—¡Pero, puede que...!

—Chifuyu está llorando.

El comentario de Mikey frenó la discusión automáticamente y descolocó a todos durante una fracción de segundo. Rápidamente agudizaron su vista para poder observar a detalle: el omega se había plantado finalmente, sus manos cubrían su cara y sus hombros se movían en espasmos suaves. Casi podían llegar a percibir las feromonas de tristeza que emanaba inconscientemente.

Mikey se sintió hostigado por el apesadumbrado ambiente que habían atraído sus lágrimas, casi sintiendo que la pena calaba en él también; sin reconocer realmente si era por las feromonas o por la simpatía que le generaba el reconocer cómo se estaba sintiendo. Ni siquiera tuvo el ánimo para hacer algún comentario socarrón al respecto.

Apenas segundos después, Baji pareció reaccionar finalmente a la escena del omega llorando frente a él y sin vacilaciones, lo atrajo hacia sus brazos, apresándolo con suavidad mientras éste parecía aun estar suprimiendo su llanto entre sus manos. Las feromonas menguaron paulatinamente. Los presentes de inmediato creyeron que esa había sido la señal definitiva que profesaba la reconciliación de ambos, con Chifuyu finalmente aceptándolo en su espacio y permitiendo que el alfa le brindara consuelo con sus feromonas.

La escena era conmovedora: Un alfa transmitiéndole a su omega una seguridad casi tangible, siendo delatado por las feromonas que eran emergidas únicamente para él, con la única tarea de brindarle la sensación de seguridad; creando una burbuja en la que solamente existían ambos, una en la que para el omega solo existían los brazos de su compañero, y que para éste su omega era el único ser presente en su universo.

Mikey quiso negarse a creer que la opresión en su pecho y el disgusto en su lengua eran celos.

Sin embargo, toda la emotiva burbuja explotó junto a la segunda cachetada que Chifuyu plató sobre la mejilla de Baji; específicamente sobre la que había permanecido intacta.

—¡ESO! —el omega vitoreó extasiado, dejando su desanimo anterior en segundo plano.

—No sé por qué espero más de él —Ken resopló con desaprobación.

Keisuke finalmente había dejado ir a Chifuyu, quedándose paralizado en su lugar y solamente observando como el omega se alejaba a pasos apresurados. 

Antes.

Cuando su ansiado omega entró en su campo de visión, vislumbró su rechazo prematuro en la manera en que le volteó el rostro cuando intentó proferir una palabra.

—¡Chi-Chifuyu espera! —pidió con deje desesperado, agarrando del brazo al aludido antes que éste pudiera ingresar al edificio.

La tensión aumentó para los presentes a su alrededor y gran parte prefirió apresurar su paso e ignorar la escena, mientras que otra se mantenía a una distancia suficiente para no entrometerse pero sí para poder atestiguar todo correctamente.

—¿Qué quieres ahora, Baji? Estoy ocupado —El omega espetó, haciendo un esfuerzo por zafar su brazo del agarre.

—¡T-te juro que puedo explicarlo todo! Verás, yo, eh, ya sabes la escuela que presiona más cada día. Asuntos de la ToMan. Mi madre hostigándome de tareas...

—No hables así de tu madre cuando te apoya hasta en tus mentiras —interrumpió, nuevamente haciendo acopio de fuerza para liberar su brazo; de nuevo el intento fue infructífero.

—¡No, no! De-déjame explicarme, Chifuyu, yo...

—¡Baji, suéltame, tengo que ir a clases!

—¡No hasta que me escuches!

Lo siguiente de lo que Baji fue consciente fue de la fuerza impactada contra su mejilla derecha, dejando el ardor que aumentaba de intensidad con la brisa fría que azotaba sobre ella. Le costó unos segundos procesarlo: Chifuyu le había dado una cachetada, y una bastante fuerte.

—¡Si me vas a decir más mentiras, no quiero escuchar nada! —el omega profirió casi gritando y aprovechando la distracción del alfa para liberar su brazo—. Adiós, Baji.

Pero, Keisuke en su necedad, salió de su trance para alcanzar a Chifuyu antes de que pudiera cruzar la entrada, volviendo a agarrar de su brazo. Esta vez el rubio se mantenía impulsándose hacia adelante, sin girarse hacia atrás para siquiera mirarlo a los ojos.

Reconoció que de esa manera solamente le estaba haciendo daño, así que lo soltó con suavidad, abandonando la fuerza de a poco a poco.

—Solo... te ruego que me escuches un segundo —murmuró rendido, clavando la vista en el suelo e implorando internamente porque Chifuyu no hubiera aprovechado esos microsegundos para correr lejos de él.

Sin embargo, el omega seguía de pie delante, aun dándole la espalda.

—¿Qué me vas a decir? Si te aburrí solo dímelo y ya. Lo hubiera comprendido y no hubiera estado como perro detrás de ti todo ese tiempo.

Baji se sintió el ser más miserable del planeta en cuanto escuchó el primer sollozo escapar de los labios de Chifuyu.

—No me aburriste, Chifuyu. Jamás podrías aburrirme —intentó responder con balbuceos que resultaron torpes y vacilantes.

El omega finalmente lo encaró: sus orbes azules estaban empañados de lágrimas que rodaban una tras otra por sus mejillas y éstas eran profanabas por un sutil tono rojo que incluso llegaba a su nariz. Sus labios se apretaban en una línea recta forzada, luchando por suprimir los sollozos que anhelaban salir.

Casi al instante se rindió, usado sus manos como único amortiguador para cubrir su llanto.

—Chifuyu... —susurró con deje lastimero ante la imagen tan deplorable que el omega le estaba regalando, acoplado a las feromonas que estaba desprendiendo involuntariamente.

La única respuesta que sus atrofiadas neuronas pudieron darle en ese momento de desespero fue abrazarlo. Solamente se lanzó a apresarlo entre sus brazos, escuchando como sollozaba en su oreja y sintiendo como algunas lágrimas caían sobre su propio uniforme. No le importó nada. Solamente quería consolar a Chifuyu y que este dejara de llorar.

—No fue mi intención hacerte sentir así, en serio que no —murmuró con suavidad contra su pelo y moviendo su mano de arriba a abajo sobre su espalda.

—Eres un mentiroso —espetó, encapsulando su cólera en un susurro entrecortado—. Me sentí tan mal estos días...

—De verdad, de verdad que no fue mi intención que te sintieras así. No lo volveré a hacer, lo prometo, Chifuyu.

En ese momento, se permitió liberar feromonas de confort dedicadas únicamente a él, para que Chifuyu se embargara de ellas y pudiera atraer la calma que tanto necesitaba en ese momento. Permanecieron en ese estado al menos un minuto.

—¿Qué pasó? ¿Por qué te alejaste tan de repente? —el omega murmuró con su tono de voz más estabilizado y sus lágrimas ya frenadas por completo.

—Creí que un omega no era apto para nuestro circulo social porque suelen más delicados que los alfas.

En su defensa, Baji únicamente formuló esa respuesta con su boca. A su cerebro no le dio oportunidad de procesarla y verificar si era un comentario apto como excusa. En él solamente estaba la intención de no volver a mentirle a Chifuyu, y ni siquiera se detuvo a pensar en algún eufemismo para suavizar esa verdad.

Ay, pensó cuando visualizó la expresión seria e incrédula de Chifuyu clavada fija sobre sus ojos.

La segunda cachetada le volteó la cara por completo. Justo en su mejilla izquierda, la que había estado intacta.

Esta vez no tenía argumentos para excusarse, así que solo lo dejó ir. Un Chifuyu enojado era mil veces peor que un Chifuyu triste y consideró más racional pausar temporalmente su intento de reconciliación si no quería perder algún diente con otra cachetada.

AAAAAA quiero agradecer infinitamente a la linda personita que fue tan amable de hacer un tiktok sobre esta historia :') me sentí importante sjaksjkja

También quiero darles la bienvenida a los nuevos lectores y muchas gracias por la oportunidad! ♡

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