Capitulo único

- ¡Vale! ¡Ya! ¡Haz lo que quieras, pero deja de molestar!-

La sala quedó en silencio. Esta era una de las últimamente frecuentes veces que Demyx lograba hacer perder la paciencia a Zexion.

Cómo no, habiéndolo perseguido durante todo el día (si es que en el Mundo Inexistente eso se consideraba de día) para que aceptara su pequeño capricho.

Peinarlo, eso era todo lo que le había pedido.

Si fuera una situación normal, cualquiera aceptaría, pero estamos hablando de Zexion, el Aoyama-kun de la Organización XIII, quien no soportaba ensuciarse por no hablar del contacto humano, y de Demyx, que con ver su peinado muchos se negarían a que se acercara a su cabeza.

Pero eso no era todo, Zexion se ponía más nervioso de lo normal al tener cerca a Demyx, y estamos hablando de nervios peores que cuando vuelve sucio de una misión.

Esos nervios habían aumentado cuando el rubio le pidió salir, se notaba a quilómetros que tenían sentimientos por el otro, más obvios que los de Axel por Roxas y Roxas por Xion (menudo triangulo amoroso, el de estos tres).

Lo peor de comenzar a ser pareja, es que tenían que asegurarse de que nadie los viera siendo cariñosos el uno con el otro, más por Zexion que por Demyx, ya que al último poco le importaba que Xigbar los molestara con sus apodos, o incluso que Saïx los mandara siempre a misiones separados.

Él quería el derecho a ser un osito amoroso con el cenizo por la mañana, tarde, y por la noche tal vez algo más.

Ya se había vuelto costumbre que Demyx apareciera en la cama de Zexion por la mañana, sin haber entrado con él la noche anterior. Incluso con la llave puesta, Demyx siempre aparecía abrazándolo como si fuera su querido sitar (tal vez haciendo un mal uso de los pasillos oscuros).

Y su intento de mostrar su amor hacia el menor a todo el mundo esta vez había sido pedirle lo más simple que se le ocurrió, peinarlo.

Llevaba todo el día persiguiéndolo, incluso se saltó su misión (que novedad) para seguirlo, suplicándole poder arreglarle el pelo.

No era de extrañar que Zexion se hartara, cualquiera lo haría, y como consecuencia de ello ahora estaba sentado en una silla del comedor, leyendo un libro mientras su novio lo peinaba y Marluxia sacaba fotos para su "álbum familiar".

No sabía si estar avergonzado o enfadado, así que se mantuvo inmóvil mientras el rubio se encargaba de que su pelo no tapara ninguno de sus ojos.

-Así estás mejor- afirmó - ¡Que se vean tus ojos!-

No era novedad que dijera algo por el estilo, solían haber pequeñas discusiones sobre el flequillo que tapaba sus ojos azules, pero siempre acababan con Demyx disculpándose solo para comer galletas y poder abrazar a Zexion.

Aunque era incómodo no tener pelo que nublara un poco su vista, tampoco era tan molesto que le quitara ese mechón de su cara, no podía quejarse.

- ¿Desde cuándo el emo tiene una hermana pequeña?- Xigbar entró en la sala, y nada más ver como estaba el menor decidió hacerlo su objetivo de burlas.

-No es su hermana, ¡es Zex! ¿A que es adorable?- Nada podría cambiar el buen estado de ánimo de Demyx, debía de tener un subidón de felicidad o algo para estar así.

El cenizo se obligó a suspirar con molestia, intentando ignorar todo a su alrededor y limitarse a leer.

Y así había hecho, se había concentrado tanto en leer que ya ni siquiera sentía los tirones de su cabeza cuando el mayor le deshacía un nudo con el cepillo.

-Oye, Zex- lo llamó después de un rato, extrañado por su silencio - ¿Zex?-

Se inclinó hacia delante para poder ver sus ojos, y se encontró con la ya conocida escena del menor en su paraíso imaginario.

Como no, tuvo que aprovechar esa ocasión, por lo que rodeó los hombros del cenizo con sus brazos y le dio un beso en la mejilla.

Clic.

-No jodas...- el rubio miró la cámara rosa que se asomaba por la puerta del comedor -Marluxia...-

El nombrado sonrió, desapareciendo casi al instante, dejando solos a los dos tortolitos.

-Bah, que más da-

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