Tortura
*
Tanjiro llegó a su casa y habló directamente con Sabito, le pidió que se detuvieran, el contrario puso mucha resistencia, pero al ver el alma del pelirrojo a un paso de romperse, cedió para no herirlo más.
Estaba tan destrozado por el sueño, que sus piernas temblaban a cada paso, e incluso sus manos temblaban al estar cocinando, a pesar de que se "separaron", no pudo evitar querer consolar al pequeño.
-No tienes que hacerte el fuerte, puedes decírmelo y te ayudaré, sea lo que sea que te está lastimando, yo voy a seguir cuidándote aunque nada más seamos amigos.
-Tuve... Un sueño, mis pensamientos son honestos, no puedo dejar de quererlo.
El mayor lo abrazó y le dio un par de besos en la frente, se hizo a un lado y luego... Habló con calma mientras le limpiaba los ojos.
-Esta bien Tanjiro, está bien si te detienes, si quieres llorar y si quieres darte tu tiempo para sanar esa herida que llevas.
-Gracias...
Dos días después, cuando volvieron a la escuela, seguían siendo amigos, pero Genya notó la diferencia y no se atrevió a preguntar sobre su relación.
Cada profesor vio a través de los ojos de Tanjiro, el reflejo de la soledad y el dolor acumulado, con claras intenciones de levantarse y seguir su vida.
No obstante, Kyojuro le siguió pidiendo trabajos y tareas extras, hasta el punto que estar lejos un día era imposible.
De no haber sido por Uzui, Tanjiro ya no podría mantenerse en pie, se quedó paralizado y con las manos bajas, los papeles tirados en el piso al ver la escena donde Rengoku besaba de nueva cuenta a Akaza.
-Ellos regresaron ayer, Rengoku lo buscó de nuevo.
El pelirrojo cerró los ojos dejando que el frío helara su cuerpo con la angustia y su corazón roto, con el alma quebrada por completo.
-¿Puede... Entregarle estos papeles a Rengoku-sensei?
El menor se había sentado para juntar todo y ahora se los extendía al albino, esto era demasiado cruel para el niño, su amigo realmente se estaba pasando de la raya.
Sanemi vio al menor descolocado por el beso que Akaza y Rengoku estaban dándose y se sorprendió a si mismo pensando que Kyojuro era un verdadero idiota al preferir a ese tipo que al niño bien portado, amable y alegre que tenía enfrente.
La personalidad de Kamado siempre fue alegre, dulce sin ser empalagosa, noble e inocente, era aplicado en todas las materias, buen amigo de su hermano y también... De un corazón generoso y auténtico.
Todas la veces que lo había visto así, siempre había sido por el rubio, y hasta llegó a sentir compasión por el joven que no entendía de razones y seguía amando a ese maestro sin siquiera ocultarlo a los demás.
-Kyojuro... Te amo -respondió Akaza.
El chico le sujetó de la chamarra a Sanemi mientras le daba la espalda a su otro profesor, se habría quejado de no ser porque el niño se puso a llorar en silencio, sólo el apretón de sus labios tratando de contenerse. En silencio le puso una mano en la cintura y lo hizo caminar hasta su cubículo personal.
-Aquí no hay nadie, puedes llorar.
-Yo... Lo lamento, he sido una molestía.
El albino lo escondió entre sus brazos y sintió la humedad extendiéndose en su pecho, Los cálidos y delicados brazos pequeños se aferraron a su ropa.
Minutos después... Tanjiro dejó de llorar y volvió a levantar la mirada, sus ojos hinchados y aún un poco llorosos pero con esa sonrisa amable de siempre.
-Ya estoy mejor, muchas gracias.
Rengoku se asomó por la puerta, y Tanjiro tuvo miedo de que lo viera asi de destrozado, el pánico en su rostro fue tan evidente que Shinazugawa no encontró otra forma de detener el andar del rubio que bajar a la altura del niño de cabellos burdeos y plantarle un beso.
Rengoku se paralizó al ver eso, apretó sus manos, la sangre le hervía, ni siquiera tuvo tiempo de pensar lo que estaba haciendo cuando...
-¡Hey! ¿Qué le haces a nuestro estudiante?
El rubio colo sus manos a través de la espalda de Tanjiro, protegiéndolo en su pecho, Sanemi se quedó quieto, nunca pensó que Kyojuro de verdad los separaría, pues según él, no albergaba ningún sentimiento por el estudiante.
-Es un beso Rengoku, no es ninguna otra cosa.
Ante esa respuesta, le dio un empujón fuera del cubículo y se quedó a solas con el niño.
-Esta bien Tanjiro, no te asustes, no tienes que preocuparte, no te lastimara.
-Se que no lo hará... Yo le di... Permiso.
Al escuchar eso, el maestro abrió más los ojos y su muchacho le retiró la mirada.
-¿Que tú qué?
-Pues... No tiene nada de malo...
-¡Tanjiro!
-Si me disculpa... Me tengo que ir.
Su muchacho estaba por salir de su vista cuando... Las dos muñecas le fueron sujetadas desde la espalda, Rengoku agachó su cabeza y la recargó en el cuello de Tanjiro.
-¿Hablas en serio?
-¿Qué?
-Tanjiro. Mi muchacho, si me dices que estás hablando en serio y que le diste tu permiso a Sanemi, entonces no diré nada más, pero quiero que me lo digas mirándome a la cara, muéstrame tus ojos, porque quiero ver el sentimiento que pones cuando dices eso.
-Yo... No...
-Entonces no le diste permiso ¿Por qué lo hizo? Quiero entenderlo.
Kamado mostró un rostro afligido, imaginando que esto era un sueño, y creyendo firmemente en eso le respondió.
-Puedes soltar mis muñecas, te lo diré todo, a ti que eres un sueño.
-¿Un sueño? No importa, dimelo.
-Rengoku-sensei he estado enamorado de usted por mucho tiempo, Sanemi-san solo trato de protegerme, porque lo vi todo... Lo vi besándose con Akaza-san.
El rubio levantó la mirada sorprendida que tenía y le respondió.
-¿Nos viste? ¿Hace unos minutos? Déjame explicarte.
-No tiene que explicar nada, sea lo que sea, está bien, usted lo ha amado siempre.
El niño dio un paso hacia atrás, pero Rengoku le abrazó de frente.
-No, por favor, suelte, me hace daño.
-No hasta que me escuches.
-No tienes que, de verdad.
-No Tanjiro, tengo que, es una necesidad, déjame decírtelo, por favor.
Los pequeños orbes rojizos se rompieron en llanto y dejo de forcejear, cansado de tantas sorpresas desagradables.
-Lo busqué ayer para decirle que agradecía lo que tuvimos una vez, que me amase un día y me diera esa oportunidad. Pensé que me entendería, pero no fue así, hoy me buscó y me besó en pleno pasillo, pensé que nadie más que Uzui nos había visto. Le pregunté por ti y me dijo que estabas con Sanemi, pero yo... Vine a buscarte, te juro que no hay nada entre él y yo, se lo deje en claro, no hay nada.
-No me expliques más, me sentiré con falsas esperanzas.
-No Tanjiro, yo...
Sus manos bajaron hasta apretarlo contra el, movió su cara quedando sus labios en su cuello y depósito un beso.
El menor soltó un leve gemido que trato de ahogar tan rápido como fue pronunciado.
Sintió el suave beso pasar de algo tan sutil y pequeño a una mordida erótica, el recorrer de la lengua húmeda y el suave jalón que le dio a su piel, más tarde sintió eso mismo en su clavícula, en su hombro, en su garganta.
El sueño está vez no tenía barreras, estaba siendo demasiado real, tanto que lo hacía agonizar de placer.
-Rengoku-sensei...
Sanemi que estaba detrás de la puerta cerró con llave para que nadie los viera y luego se fue.
Kyojuro se relajó al verlo ceder a sus besos y caricias, el sofá estaba muy cerca, lo llevó hasta el y lo recostó.
-Tanjiro... ¿Podrías perdonarme por lo que haré?
Sus ojos confusos fueron tan inocentes que no sabía si estaba haciendo lo correcto.
-No tengo que perdonarte nada, solo déjame disfrutar de este sueño.
El profesor no entendía lo de "sueño" pero no sé quejaría si eso significaba tener derecho de continuar, ya después averiguaría eso.
Abrió el uniforme del pequeño y le dejó otra marca en su hombro.
La camisa le estorbaba, pero no la abriría si su muchacho no quería, esperaba que lo detuviera o todo se saldría de control.
De pronto pudo ver el sonrojo y las pupilas dilatadas, todo su autocontrol se fue por el caño.
En seguida le pregunto:
-Estas seguro de que puedo...
-Mmm...
El niño le sonrió mientras lloraba con anhelo, estiró sus brazos para alcanzarlo y unirse en un beso con él, Rengoku sintió como su pene se ponía duro por el deseo, pero al recargarse en su muchacho, supo que no era el único en ese estado.
Mientras estaban en un beso, ambos en el sofá, bajó su mano para acariciarlo y entró bajo su ropa, para soltar el botón.
La cremallera fue abierta y luego se separó para desabrochar los botones de su camisa y esto le permitió ver los pequeños pezones rosados.
Lamerlos, chuparlos, acariciarlos, nada fue suficiente, lo besó con desesperación y finalmente bajo hasta el pene del niño para succionarlo con delicadeza, el pecho del menor subía y bajaba agitado por el placer, su cuerpo se arqueaba ante la sensación de la lengua recorriendolo.
-Por favor Rengoku-sensei, no puedo más... Me voy a correr...
El rubio pareció ignorar la súplica y finalmente Tanjiro se corrió en la boca contraria, aún estando tan agitado pudo observar a su amado comerse todo y lamer sus dedos.
-Tanjiro... Para mí... Por favor.
El menor humedeció los dedos y luego mientras se distraía con las caricias y besos no se dio cuenta cuando entró el primer dedo, ni el segundo y tampoco pudo percibir el tercero, solo sabía que su cuerpo ya estaba reaccionando a la necesidad de sentir al mayor dentro de él.
Kyojuro lo miró con nerviosismo...
-Puedes...
Al escuchar eso, irónicamente ambos se sonrojaron, como si todo lo que antecedió no hubiera pasado nunca.
El menor vio cuando el mayor se posaba cerca de su entrada, estaba nervioso, pero asintió con la cabeza, segundos después Tanjiro volvió en si.
El dolor era intenso, demasiado intenso para ser un sueño, Rengoku realmente estaba allí, el realmente estaba penetrándolo.
-¿Sen-sei?
El niño miró al contrario empujar por completo dentro de él, y su mente divagó de forma tan irracional que se dio cuenta que si había llorado, si se había confesado, si era correspondido y si... Sí estaba haciendo el amor con su amado maestro.
El rubio le tomó la mano y la besó.
-¿Puedo moverme?
El pelirrojo empezó a llorar, esto debía ser un juego de su mente, no había forma de que él lo amara.
Extendió sus brazos al rostro contrario, lo acunó con sus finos dedos y le dedicó la mirada más anhelante que jamás le había mostrado a nadie.
Sus sollozos asustaron al mayor, que lo miraba con una fuerte interrogante.
-Realmente eres tú, estás aquí... Realmente estás dentro de mi...
-¿Qué pasa mi muchacho?
-Ya puedes moverte.
El mayor suspiró y luego... El movimiento no se hizo esperar, Tanjiro le clavo las uñas en la espalda debido al placer y eso en vez de herirlo lo excitó más.
-Mi muchacho...
-Kyojuro... Yo...
Las últimas palabras se detuvieron por unos segundos cuando los dos terminaron al mismo tiempo.
-Te amo, siempre te he amado.
Nada... Ni una palabra, Kyojuro no pudo contestar a eso, el lo quería... Mucho, pero no estaba seguro de que esto fuera amor.
-Siempre quise que mi primera vez fuera contigo, con mi ser amado.
Ante eso... Se sintió un poco culpable por no poder corresponder a eso, a pesar de quererlo tanto, no le nacía responder que lo amaba.
El niño se dio cuenta de eso y abrió los labios expulsando un soplo de dolor, se cubrió los ojos con sus manos y le dio la espalda al contrario.
-No es necesario que me correspondas, entendería si me dijeras que esto fue un error.
-Lo lamento...
-Sólo... Vete, dormiré un poco más.
*
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