Capítulo 22

—Te dije que estoy yendo hasta la parada de autobús más cercana —informó rodando los ojos, su novio podía llegar a ser muy fastidioso cuando se lo proponía.

—No hay necesidad de que andes a estas horas por la calle, te dije que pasaría por tu casa —le reprochó desde el otro lado de la línea, molesto porque no había hecho caso a sus palabras.

—Ambos sabemos que ibas a soltar todo en cuanto mi padre te diera una mirada, no sabes mentir, Jimin.

Jeon le había hecho prometer que no diría nada sobre el encuentro que tuvo con ese hombre. Su padre le prohibiría salir y de seguro que contrataba un montón de guardaespaldas para que lo siguieran. No estaba dispuesto a permitir eso, ya ese maldito había causado suficiente daño hace 11 años, no iba a aceptar tan fácil que también afectara su vida diaria ahora en el presente.

—Ahora concéntrate en conducir y no tardes, si nos perdemos la película será tú culpa —ese día se estrenaba un nuevo filme de "The Avengers" y él no se lo pensaba perder por nada del mundo.

—Bien, tú ganas —suspiró sin poder quitarle la razón al menor—. Llego en unos minutos, te quiero.

—Y yo a ti —rió al escuchar el largo "awww" que soltó el rubio. Jimin era un tonto de primera.

Soltó una risita, finalizando la llamada. Inspiró observando el cielo, notando como solo se distinguían pocas estrellas debido a la cantidad de nubes que había esa noche. Tal vez esa era la razón por la que casi ningún auto circulaba por la carretera, igual, hace minutos que no había visto a ninguna persona pasar por su lado.

Sacó su teléfono para mirar la hora, pero de pronto una mano tapando su boca lo hizo pegar un pequeño brinco en su lugar. Una camioneta negra apareció de repente, siendo una puerta abierta de manera veloz por un hombre encapuchado.

—Te dije que nos veríamos pronto, Jungkookie —susurró en su oído quien lo tenía apresado, su cuerpo congelándose al reconocer la voz.

Intentó forcejear, pero el paño con extraño olor que pusieron en su nariz lo hizo marearse, su cuerpo flácido cayendo segundos después en los brazos del secuestrador, completamente inconsciente.
El teléfono cayó en un golpe sordo sobre la acera, el cristal de la pantalla cuartéandose en varias grietas. El cuerpo fue metido en la camioneta de manera rápida, siendo solo testigo una mujer, que salió corriendo asustada cuando el hombre hizo una señal de silencio, poniendo su dedo índice sobre sus labios.

Pronto se marcharon de allí, siendo el teléfono en el suelo la única prueba de lo que había acontecido en el lugar.

Jimin llegó un par de minutos después, quedándose extrañado al no ver a nadie allí. Se supone que Jungkook debería haber llegado ya a la parada desde hace un par de minutos. Se encogió de hombros, pensando que tal vez se había atrasado por quedarse mirando algo en el camino. Su novio a veces parecía un niño capaz de entretenerse con cualquier cosa.

Sonrió ante el pensamiento, bajando el auto para esperarlo fuera. No obstante, su sonrisa se borró al ver el teléfono del pelinegro tirado en la orilla de la acera. Su ceño se frunció, la preocupación comenzando a llenar su organismo.

Jeon podía pensar que era un poco paranoico, pero desde el encuentro que tuvo con ese maldito pedófilo días atrás en el centro comercial, había estado velando para que no estuviera solo en ningún momento del día. Temía por su seguridad, por esa razón estuvo buscándolo y llevándolo en su auto a todos lados.

A pesar del nerviosismo y el miedo que arrasaron con su mente y capacidad de pensar, hizo lo único que pensó podía hacer en esa situación: Iría a contarle todo lo sucedido a Jeon Gongyoo.

[...]

El olor a humedad y moho lo hizo arrugar la nariz con desagrado. Pestañeó varias veces, intentando acostumbrar sus ojos a la oscuridad del lugar. Solo un pequeño rayo de luz se colaba por la ventana rota de lo que aparentaba ser un viejo almacén, con algunos gotas de agua cayendo por varios lugares debido a lo deteriorado del techo.

Estaba atado a una columna y sus muñecas dolían, apresadas por algún tipo de cuerda que no era capaz de ver.

—Veo que ya despertaste —un rayo, seguido poco después de un fuerte trueno, iluminó el lugar dejando ver el rostro envejecido de su secuestrador frente a él.

Se obligó a sí mismo a tragarse su miedo, no dejando ver ningún tipo de debilidad ante el hombre. No iba a demostrarle lo aterrado que se encontraba.

—Eres tan lindo como hace años —habló, acercando su mano a su rostro. El menor tuvo que retener las arcadas que le causó el asqueroso tacto—. No has cambiado mucho, tus ojitos siguen igual de bonitos.

—No me toques, viejo estúpido —masculló alejando su rostro.

—Debo aceptarlo, antes eras más dócil —comentó con una sonrisa de completa ironía pintada en su rostro—. ¡No, suélteme por favor! ¡Me duele, ya basta!

Profirió de forma aguda, imitando la voz de un niño. Jungkook apretó la mandíbula, viendo con enojo como el hombre se burlaba de él tan cínicamente. Aprovechando la cercanía que tenía con él, se impulsó dándole un cabezazo que lo hizo alejarse llevando ambas manos a su nariz y soltando un grito de dolor.

—¡Maldito mocoso! —lo agarró del cabello, halándolo con fuerza para que lo mirara de frente, su nariz chorreando hilos de sangre debido al golpe—. Escúchame bien niño, vuelve a hacer algo así y te juro que te mataré.

—Prefiero eso a que vuelvas a tocarme —le escupió en el rostro.

—Haz eso de nuevo y te haré una cicatriz igual en el otro lado del pecho ¿entendiste? —sacó un cuchillo de la gabardina negra que llevaba puesta, apoyándolo en su mejilla por el lado contrario al filo—. Quédate así de tranquilito, te ves precioso así.

El rostro del ojigris se arrugó en una mueca al sentir los labios del hombre en su cuello, le resultó imposible no temblar ante lo repugnante y nauseabundo que le resultó aquello. Cuando la mano de su secuestrador se posó en su cintura no aguantó más, así que sin pensarlo mucho alzó su rodilla dando un golpe directo a la entrepierna del mayor.

—¡Tú... aghh! ¡Me las vas a pagar, mocoso de mierda! —cayó de rodillas, llevando ambas manos al lugar.

—Para la próxima me aseguraré de dejarlo completamente inservible —dijo con una ceja alzada y una sonrisa victoriosa estirando sus comisuras.

—¿Se encuentra bien, jefe Lee?

Dos hombres más aparecieron, tal vez por los gritos que soltó el que perecía ser el jefe. Ambos se acercaron a él, poniéndolo de pie y caminando hacia afuera, pero no sin antes dejarle en claro que lo que había hecho no pasaría desapercibido.

—Veamos cuantos días soportaras sin tomar agua ni alimentarte.

Simplemente se quedó callado, esperando a que sus secuestradores salieran y lo dejaran completamente solo. Miró hacia abajo, sonriendo un poco al ver el cuchillo con el que el tal Lee le había amenazado. Se estiró un poco, arrastrando el arma con el pie hasta dejarlo escondido como mejor pudo, detrás de la columna a la que estaba atado.

[...]

Miró los leves rastros de sangre alrededor de sus uñas soltando un suspiro. La ansiedad por no saber nada de Jungkook después de todo un día lo había hecho comerse las uñas hasta que comenzaron a doler y sangrar. Sus labios estaban igual de tanto morderlos. No iba a soportar ni un día más sin tener noticias de él.

Gongyoo lo miró levemente, comprendiendo sus emociones por igual. Habían estado a la espera de que el secuestrador llamara para pedir el rescate, pero hasta el momento nada había sucedido. De solo imaginar lo que podrían estarle haciendo al pelirizado un escalofrío recorría su cuerpo.

—¡Debemos hacer algo! —exclamó poniéndose de pie de golpe, ya harto de solo esperar sin poder hacer nada.

—Te dije que te calmaras, Jimin. Involucrar a la policía puede poner en peligro la vida de Jungkook —llevó una mano a su frente, frotando la zona—. Ya he lidiado con él antes, sé su manera de operar, por ahora solo nos queda esperar a que llame.

—¡Ya sé, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados! —sus ojos se cristalizaron por la impotencia—. ¡Mientras estamos aquí pueden estar haciéndole daño a Jungook!

Y como si hubiera sido una invocación, el teléfono de la casa comenzó a sonar. Ambos se miraron con los ojos bien abiertos; Jimin asintió y el mayor se acercó a tomar la llamada.

—Hola de nuevo, respetado señor Jeon —la voz chantajista y burlona lo hizo apretar la mandíbula—. Es un placer comunicarme una vez más con usted.

—Maldito hijo de pu-

—Ah ah, no le recomiendo que se altere, a fin de cuentas la vida de su bebé está en mis manos —le cortó, soltando una risita al sentir el silencio del otro lado de la línea.

—¿Cuánto quieres?

—Diez millones, mañana en la zona sur de Mullae-dong, a la media noche —contestó sin un ápice de inseguridad—. Ambos sabemos que es poco en comparación con todas tus posesiones, pero como me voy a quedar con tu hijo... creo que me parece justo.

—¡No te atrevas a tocarle un solo cabello a mi hijo! —gritó encolerizado, con el rostro rojo y las venas de su cuello hinchándose—. ¡Si le haces daño no verás ni un solo billete!

—Si no pagas lo mataré, así que más te vale estar allí a la hora indicada, nada de policía, nada de trampas.

La llamada se cortó y Jimin lo miraba expectante a que le contara lo que habían hablado. Gongyoo se sentía inútil. ¿De qué le servía tanto dinero si no podía proteger a su pequeño?

—Quiere diez millones.

—Bien, pues vamos a dárselos —contestó Jimin al segundo sin dudar.

—No, llamaremos a la policía.

—Pero usted dijo qu-

—Cuando lo secuestró la primera vez hice todo lo que me pidió y terminó disparándole  a Jungkook después de abusar de él —le interrumpió, mirándolo con lágrimas rodando por sus mejillas ante el doloroso recuerdo—. Esta vez no cometeré el mismo error.

—Bien, entonces vayamos a la policía y que ellos resuelvan esto. Vamos a salvar a Gguk, señor Gongyoo, se lo prometo.

No estaba dispuesto a perder a la persona que amaba una segunda vez. Haría hasta lo imposible por traer a su novio a casa, sano y salvo.

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