🛫 15 🛫

🛫 «Cría cuervos y te sacarán los ojos» 🛫

—¿Te casarías conmigo?

No en todas las fiestas alguien se pone de rodillas para proponerse al amor de su vida, así que basta con que una persona advierta la escena para que el resto de los presentes se vuelva en dirección de Baekhyun y Chanyeol.

Al fondo, ajenos al silencio que reina a su alrededor, el gigante contiene el aliento a la espera de una respuesta y aunque la audiencia lo imita, bien atenta de la reacción del bajito, Luhan piensa que no hay motivos para sentirse inquietos. Después de todo, una vida al lado de su chico es todo lo que su amigo siempre ha querido.

—¡Sí, claro que sí!

Una ola de aplausos inunda el salón, mientras los futuros esposos se funden en un beso que se rompe cuando los vítores por fin alcanzan sus oídos. Poco a poco, los más cercanos ofrecen sus felicitaciones y en los rincones, reporteros que se han infiltrado entre los invitados redactan la exclusiva, esperando adelantarse a cualquiera que lo comparta en las redes sociales.

Baekhyun podría volverse un mar de llanto cuando el ciervo lo envuelve en un abrazo de oso. Por suerte para los dos (quienes lucen horribles con las narices rojas y los ojos hinchados) Minseok está ahí, copa en mano, para distraer la atención y llamar a un brindis en honor de la pareja.

La fiesta continúa, el éxito de la pasarela ya no es lo único por lo que festejar, pero aunque su corazón le anima a quedarse y divertirse toda la noche, los zapatos que lleva le están lastimando y hacia la medianoche, es quitárselos o terminar sin pies y Luhan ama demasiado sus patitas como para arriesgarse a perder alguna.

—¿Ves porque odio vestir formal? —gruñe, en el auto, liberándose de la tortura que ha tenido que soportar.

—Y es una lástima —Sehun asegura—, porque luces precioso con ese traje.

—¿No decías hace rato que no podías esperar para quitármelo?

—También luces hermoso desnudo, ciervito —devuelve el hombre, enviando una descarga de calor que se acumula en las mejillas del chino.

El tiempo es bueno, el otoño en todo su esplendor domina Seúl. Sehun conduce con calma en dirección a su apartamento y es que algo le dice a su novio que esa noche sus amigos querrán celebrar. Antes no tuvo oportunidad de digerir la noticia, pero cuanto más se aleja, el follaje naranja-dorado alcanzando su interior, se da cuenta de lo que un matrimonio significa.

—No más equipo dinamita.

—¿Qué cosa? —pregunta el coreano.

—Pues... no, nada, sólo otra de mis tonterías.

—Vamos, Hannie, no seas así. Creí que habíamos dejado claro que nada que te importe es una tontería.

Un esbozo de sonrisa asoma en sus labios sin llegar a dibujarse, la seriedad del momento disolviendo cualquiera rastro de humor con que esquivar la conversación.

—Acabo de pensar que este es el final de la temporada —dice—, el capítulo donde por fin me convierto en un extra en la vida de mis amigos. Baek y Yeol se casarán y tendré que irme, ya no necesitan al tonto roomie que vuelva cómico el show y apuesto que un bebé o una mascota de verdad, llegará pronto a reemplazarme.

Sehun no dice nada, le da un espacio para reflexionar sobre sus palabras y al hacerlo, el chino se da cuenta de lo que su novio intentó obviar con el silencio.

—Por Buda, sí que soy egoísta, ¿no? —bufa—. Mis mejores amigos al fin están viviendo su felices para siempre y yo aquí, quejándome por...

—¿Perderlos?

Qué palabra tan fuerte, pero no va a negar que es justo la que pensó usar.

—No creo que seas egoísta por sentir que los perderás —sigue Sehun—, al contrario, es muy normal. Has vivido con Baekhyun durante mucho tiempo y ves a Chanyeol como otro miembro de tu familia. El miedo a lo desconocido es algo muy humano y que tus amigos se casen, con todo lo que eso implica, será algo nuevo para todos.

—¿Crees que ellos piensen... ya sabes, qué piensen en mí?

—Ya te apuesto si lo harán. Y sentirán que te pierden, los aterrará siquiera imaginarlo, pero al final lo resolverán y poco a poco se darán cuenta de que no importa si están separados, siempre serán parte de la vida del otro.

—¿Por qué suenas como un experto? —Luhan increpa.

Están llegando al edificio, así que la repuesta se hace esperar. Sehun aparca el auto y le impide poner un pie fuera, ofreciendo llevarle en su espalda para no hacer sufrir sus mutilados piececitos. Vivi gruñe al recibirlos, pero pronto olfatea quien es el bulto trepado en su humano y menea la cola en señal de bienvenida. Los dos se apretujan en el sofá, listos para retomar la charla.

—Cuando iba a la preparatoria, Donghae me presentó a su novia. Era una chica increíble, súper lista y divertida. Estaban tan enamorados que ni me sorprendí cuando anunciaron que se casarían, pero la alegría me duró hasta que lo procesé. Hyung-se-iba-a-casar.

—Uh, conozco el sentimiento —murmura Luhan.

—En ese entonces, mi concepto del matrimonio era el de una pesadilla. Me imaginé a hyung y noona viviendo un infierno y a mí, de nuevo en la zona de olvido. Pude haber tenido una crisis, pero Yoona vino y habló conmigo. Me dijo lo que mismo que yo te dije hace rato y al oírlo, vi la vida tal como sería.

El ciervo lo intenta, se fuerza a visualizar los días con el Chanbaek casado, acompañando al rubio ese día tan especial, yendo de visita a la casita donde formen su hogar, recibiendo llamadas en plena madrugada porque Byun tuvo otro de sus arranques de inspiración y su ocupado marido se negó a hacerle la plática por seguir durmiendo para presentarse bien temprano en el juzgado.

—Ser un extra no es tan malo, ¿verdad?

—Todos somos extras en la vida de los demás, pero en nuestros propios shows, las aventuras nunca terminan. En mi programa, al fin estoy teniendo un arco amoroso y ya te lo digo, es justo lo que la audiencia pedía: cursi, cómico y caliente.

—¿Caliente, eh?

—Lo pensé bien y creo que te ves mejor sin el traje puesto.

Un gritito se le escapa cuando Sehun lo levanta en brazos para llevarlo a la habitación, la sonrisa se congela en su boca al entregarse a un beso que le roba el aliento y aunque cree que todo rastro de vergüenza ha desaparecido de sí tras las tantas veces que lo han hecho, el menor todavía es capaz de hacerle ruborizar al irlo desnudando y descubrir que, bajo la finísima camisa, un escudo del Hombre Araña se adhiere a su piel.

—¿Pensabas salvar al mundo esta noche?

—Joder, cierra el pico. Lo juro, quemaré esta cosa a primera hora.

—No lo harás —refuta—, porque un gran poder, conlleva una gran responsabilidad.

Podría reclamar, debería sólo lanzarlo lejos y huir a la cama de Vivi, pero su novio es listo y conoce sus reacciones demasiado bien, de modo que antes de que Luhan pueda hacer nada, su boca lo calla con un beso que demanda tanto como sus manos al recorrer su cuerpo. Y así, sin más, todo deja de importar y el mundo se reduce al hombre que le está haciendo el amor.

🛫

Nadie asoma la cabeza fuera del departamento ese domingo. Incluso el perro, que cada día urge al coreano llevando la correa en el hocico para salir a pasear, se queda en cama, roncando como bestia hasta que el hambre puede más que el sueño.

Luhan prepara el almuerzo y Sehun lo consciente subiendo el volumen a la lista de reproducción de 1D, la coreografía de One way or another haciéndolos carcajear al caer en cuenta de lo bien aprendida que la tienen. Ya cuando se sientan a comer, el menor le habla un poco más de la esposa de Donghae, esa mujer que llegó para hacer crecer la única familia que ha tenido y que lo significa todo para él.

—¿Quieres oír un secreto? —pregunta.

—¿L-Lo dices en serio? —balbucea el chino, sintiéndose inesperadamente emocionado y, al mismo tiempo, privilegiado. Sehun asiente con la cabeza y el ciervo le corresponde, apremiándolo a contarle lo que sea que valga su confianza.

—Después del accidente, Yoona y su hija se mudaron a Busan, a una casita en la playa lejos del bullicio citadino y el ojo metiche de los medios.

—Así que, el día que nos conocimos...

—Había ido a verlas, sí. En una sociedad corporativa como la nuestra, mi vuelta al país para asumir el cargo de CEO causó revuelo en la prensa y temía que, si cometía el mínimo error, acabaría llevando a los reporteros a las puertas de su hogar.

—Por eso me pediste que no mencionara haberte visto en ese vuelo —concluye Luhan, atando los cabos.

—Noona le está dando a mi ahijada todo lo que yo no pude tener en la infancia, está siempre para ella y la ama con todo su corazón. Me dio el honor de ser parte de su familia y como su padrino y amigo de su papá, haré hasta lo imposible para protegerla... a ambas.

Ahí está otra vez, ese corazón tan cálido que posee y que de una forma u otra acaba siempre enterneciendo a Luhan.

—¿Tienes fotos de ellas?

—Yoon-hee me repudiaría si no la tuviera en mi teléfono.

Ignorando el montón de notificaciones que se acumulan en la pantalla, Sehun le muestra el álbum de fotos más lindo que el ciervo ha visto en mucho tiempo. En los retratos, una mujer de rostro amable y una niña de seis o siete años, juegan, bailan, cantan, incluso dan fe de sus dotes para la gimnasia. Son bellísimas y donde quiera que esté, es seguro que Donghae piensa lo mismo.

Entre recuerdos, se cuelan algunas pics de Vivi y una que otra vieja imagen de Sehun y su hyung, cuando ambos eran sólo unos adolescentes. El menor le cuenta las historias más interesantes tras las fotografías y a diferencia de un tiempo atrás, su voz ya no guarda la tensión y esa mota de tristeza que lo acompañaban. Como si el hombre se hubiera liberado de una pesada carga.

Como ninguno tenía cabeza para acordarse de recargar las baterías de los teléfonos, el móvil no tarda en morir y sin otra fuente de memorias, los ermitaños sobre el sofá deciden ocupar lo que queda de día para hacer... nada. Sehun ordena pizza para la comida y la noche los pilla, maratoneando con la primera temporada de Peaky Blinders.

—En mi otra vida, creo que fui gánster de los años 20's —dice Luhan.

—¿Ah, sí? Pues si podemos elegir, pido ser el personaje de una tierra donde las almas tomen forma animal y caminen a nuestro lado.

—Uh, yo me sé esa. ¿Te hago spoiler?

Un día perfecto sólo puede acabar de manera perfecta, así que el chino pasa la noche con su novio y en la mañana, se preparan juntos para ir a trabajar.

Sehun le presta algo de ropa (un pantalón que le va algo largo de las piernas y una polera de manga larga que se encogió en la lavadora) y, como quien no quiere la cosa, menciona que debería llevar algunas de sus cosas para ocasiones como esa. Luhan lo medita, pero sus pensamientos se desvían y acaba diciéndose que no puede postergar mucho más el comenzar a organizar su mudanza.

Por el camino, hablan un poco de lo que harán ese día. El menor tiene que acudir a la presentación de propuestas del equipo B y el chino terminar de graficar sus estadísticas para la rendición de cuenta que tendrán esa semana. Se despiden un semáforo antes de llegar a la agencia, ya que Luhan no puede faltar a su encuentro diario con Minseok.

—Sé honesto, me estás botando para ir por tu café —lo acusa su novio.

Dicen que el que calla otorga y el chino decide otorgar.

Ya está pensando en que podría acostumbrarse a empezar los días con Sehun a su lado, la sonrisa idiota en sus labios delatando su felicidad, cuando al saludar a su amigo, Minseok lo arrastra a la parada de autobuses, refugiándose tras el anuncio de cerveza para decir:

—Lo saben.

—¿Quiénes? ¿Y qué es lo que saben?

—¡Todo el mundo ! —exclama el mayor—. ¡Saben que estás saliendo con Sehun!

No sería el hyung más listo que conoce si no estuviera preparado para adelantarse a los interrogatorios, así que Minseok va directo a las pruebas y le muestra los artículos que dominan la internet, además de la revista donde se relata con santo y seña la pasarela de modas que el diseñador de PRIVÉ celebró la noche del sábado.

Entre el éxito de la línea que Baekhyun presentó y la pedida de mano que su novio protagonizó, algunos párrafos se destinaron a elogiar a los asistentes del evento, incluyendo una serie de fotos, entre las que se distingue a Luhan y Sehun llegando abrazaditos a la gala.

—¡Yah, esto es invasión a la privacidad! —estalla, pero Minseok se apura a negar.

—Era un evento público, Lu, y no es como si las cámaras estuvieran ocultas.

—Aun así... —su cabeza es un lío, no falta mucho para que el caos interior se refleje en el exterior—. ¡Me lleva! ¿Y si los de la oficina ven esto? ¡Me asesinarán! Los de mi equipo y todos los de los otros departamentos, seré...

—Oh, no, no te atrevas a decirlo —le advierte el mayor.

—...debería ir a casa, reportarme enfermo o, joder, ¡sólo debería presentar mi renuncia!

—Ya estuvo bueno, no digas tonterías —Minseok lo toma de los hombros, esa mirada de loco en sus ojos crispándole los nervios—. No faltarás hoy y tampoco renunciarás. ¿Qué razón tendrías para eso? No hiciste nada malo.

—Pero ellos-

—Al diablo con todos. Tú y Sehun, ustedes tienen eso que las personas pasamos toda la vida buscando y el hecho de que trabajen juntos no vine al caso por ningún lado. Si alguien, quien sea, se atreve a juzgarlos, será sólo por falta de amor propio, no porque haya algo malo o perverso en su relación, ¿capisci?

Luhan asiente con la cabeza, agradeciendo tener a Minseok a su lado. Juntos se encaminan a la empresa, olvidando los cafés que tanto valoran y aunque al cruzar las puertas, el temor todavía punza en su pecho, nadie los mira o les presta atención innecesaria, como si fueran sólo dos más de los tantos empleados que ahí trabajan.

«No-abaniques», murmura su voz interior, evocando la línea de una de sus películas favoritas. El ciervo se aferra a esa idea, atento de las personas que suben al elevador y hasta la más mínima mirada que llegan a dedicarle. Cuando su amigo debe salir, deja de aferrarse a su brazo y presiona con fuerza la correa de su mochila. Empieza a lamentar no haberse puesto la playera del Hombre Araña.

Y es que, el verdadero campo de batalla, lo espera en su piso.

—Vaya, vaya —escupe Jinyoung, desde su escritorio—, miren quien decidió honrarnos con su presencia. ¿Tienes permiso para llegar tarde o es tu nuevo horario especial, eh?

—Sólo me pasé dos minutos —responde Luhan, mirando el reloj—, ¿y de cuándo acá te importa a qué hora llego?

El otro se encoge de hombros, volviéndole una mirada de los más agria. Luhan va a hasta su sitio, advirtiendo a su paso la misma revista que su hyung le mostró, decorando la mesa de Jihyo.

Fingiéndose ajeno a la mera presencia de sus compañeros, el ciervo se centra en graficar las estadísticas de su estrategia, soportando casi toda la mañana asfixiado con el hedor de la tensión, hasta la hora del almuerzo cuando todos se dispersan para ir al comedor. Minseok sube, ahorrándole el tener que salir de su cueva, pero lo que lleva consigo no son buenas noticias.

—Los pasillos parecen enjambre, donde quiera que vayas se oyen los zumbidos y mejor que no vayas al baño. Estuve a punto de meter al retrete a uno de contabilidad, ya sabrás, uno de esos que aparte de chismoso, resultó homofóbico. Tuve que recordarme que Jongdae no gana tanto y que no podrá mantenerme si me echan o demandan.

—Perdón —Luhan compone un mohín—, odio arrastrarte en todo esto.

—Que va, no te preocupes por mí. Mejor da gracias porque soy yo y no Baekhyun, ese chico ya habría puesto de cabeza este sitio.

El panorama no es bueno y sus ánimos están por los suelos, pero Minseok tiene razón y no puede darle a los demás el gusto de verlo bajar la cabeza. «No estoy cometiendo ningún crimen, sólo estoy enamorado», se repite.

Y sigue haciéndolo, cuando al volver del almuerzo, Taeyeon anuncia:

—Todos, preparen sus cosas. Los veo en la sala de juntas en veinte minutos. Jihyo, Luhan, mejor que tengan listos sus informes, hoy sabremos quién ganó esta contienda.

🛫 Continuará... 🛫

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