"Yo Quería Abrir la Puerta"
Llegué a mi casa y preparé algo sencillo para la cena, hice suficiente para Nathan también, no sabía a qué hora volvería así que no le serví. Encendí el televisor y comencé a tomarme mis cervezas.
Empecé a recordar todo lo que Nathan me había dicho, no me había dejado en claro si realmente quería una relación con Narciso, pero no parecía interesado en tener pareja por el momento. No podía dejar de pensar en esa sonrisa tan horrible, odiaba cuando sonreía así y solo llevaba un día viéndolo actuar de esa manera; las cosas entre nosotros estaban algo raras desde hace un tiempo, pero ahora, casi no podía soportar lo incómodo que me sentía a su lado.
Me di cuenta de que Nathan estaba actuando un poco raro, es decir, él suele ser bastante atrevido conmigo y algo bromista, pero a la vez tímido, ahora era algo seco, un poco distante y para nada osado, estaba más callado que cuando llegó a la casa por primera vez.
Eran las 10:30pm y yo ya iba por la segunda cerveza, miraba una película algo compleja, no entendía nada, pero eso me distraía de la situación con mi acompañante. Estaba irritado y preocupado, era bastante tarde y el castaño aún seguía en la calle, con ese sujeto; comencé a preocuparme, podría haberle pasado algo malo; en ese momento pensé, no sabía en donde estaba, no tenía el número de ninguno de sus colegas y el único que sabía la dirección de la casa era Narciso porque Nathan le había indicado el camino para que lo trajera y yo no tuviera que irlo a buscar.
Respiré profundo, no podía estarme preocupando por él, ya era un adulto, podía cuidarse solo; a pesar de tener eso en mente no pude evitar mirar el reloj nervioso y el teléfono por si tenía algún mensaje, pero no, no había noticias.
– Cálmate Jackson, Nathan no es un bebé y tú no eres su madre, él puede cuidarse, además, te dijo que no tomaría tanto, todo va a estar bien – traté de calmarme y cambié de canal, esa película no me estaba ayudando.
Empecé a ver un programa de concursos y con él me olvidé un poco de mi compañero por bastante tiempo. Estaba interesante, los concursantes debían superar varias pruebas para ver si clasificaban para el "Monte Nitoriyama" decían que nadie había logrado superarlo hasta la fecha y que todos esos participantes tenían oportunidad.
Destapé mi tercera cerveza mientras miraba el concurso y escuché la reja de enfrente siendo golpeada; miré curioso a la puerta, parecía que alguien intentaba abrirla con una llave, no presté atención, seguramente sería la vecina borracha de al lado. El sonido de metal contra metal volvió a sonar varias veces, molesto, me levanté del sofá y abrí la puerta.
– ¡Vas a rayar la reja y tendrás que pagarla! – regañé desde mi puerta, no podía ver quien estaba tratando de abrir la reja por culpa de una pared que tenía en frente junto a mi reja. Mi apartamento compartía una reja con los otros dos, cada uno tiene una reja propia y una puerta, para ver quién era tendría que pararme en mi reja y tenía flojera.
El ruido se detuvo y se escuchó un caminar pesado, lo sabía, era la vecina borracha.
– No puedo pagarla porque no me han pagado – me paralicé al escuchar esa voz, esa no era la voz quejosa de mi vecina; incrédulo caminé a mi reja y miré sorprendido: ¡Era Nathan!
– ¡Nathan, que bueno que llegaste! – exclamé un poco fuerte, él no me miró, siguió intentando abrir la reja volviendo a hacer ruido – Es bastante tarde, me tenías preocupa... – lo miré bien, parecía tambalearse y por la forma en la que estaba "abriendo" la reja me di cuenta de que había tomado de más, negué algo molesto y caminé para buscar mis llaves y le abrí – vamos Nathan, entra – le dije.
Él me miró molesto y se cruzó de brazos mientras se tambaleaba.
– No.
– ¿Por qué no?
– Yo quería abrir la puerta.
– Nathan, estás borracho.
– ¡No lo estoy! ¡Puedo abrir por mí mismo! – gritó, le tapé la boca lo más rápido que pude.
– ¡Los vecinos te van a escuchar!
– ¡No me importa! – volvió a gritar. Lo tomé del brazo y lo jalé, pero mientras más jalaba, más se chocaba contra todo.
– ¡Vas a despertar a los vecinos!
– ¡Me importa una mierda! ¡Quiero que se despierten! – le tapé la boca de nuevo, era muy escandaloso.
– ¡No tenemos tiempo para esto! – lo jalé hasta que pasara mi reja y cerré ambas rejas, luego lo cargué como costal de papas y me lo llevé a la sala, cerrando la puerta tras de mí.
– ¡Bájame Jackson, Bájame! – me pedía gritando – ¡Yo quería abrir la puerta! – caminé a mi cuarto y lo aventé en la cama.
– Listo ¿contento?
– Si – me dijo y me sacó la lengua, yo solo volteé los ojos y caminé a mi armario para buscar una toalla – eres feo – miré al castaño sorprendido, él me miraba molesto.
– Estás actuando como un bebé, tengo que darte una ducha, así se te quitará la borrachera – me miró aún más furioso.
– ¿Para qué mientes? Tú solo quieres que me desnude frente a ti, ¡Adelante! ¡haz lo que quieras conmigo! ¡Úsame como todos lo han hecho! – gritó furioso, en ese momento me paralicé, ¿Por qué decía eso? ¿acaso le habían hecho algo en la reunión? Finas lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de mi amigo.
– Nathan, ¿Qué te ocurre? ¿Por qué lloras? – caminé asustado hasta él, pero en ese momento se levantó e intentó empujarme – ¡¿Qué pasa contigo?!
– ¡No soy un objeto! ¡soy una persona! ¡Soy un estúpido y un grandísimo tonto! – le escuché gritar mientras me empujaba con dificultad y hablaba enredando las palabras, me sentí preocupado y lo sujeté por las muñecas para que no me siguiera empujando – ¡Suéltame! – exigió furioso.
– Nathan, deja de empujarme – comenzaba a perder el equilibrio, podía estar borracho, pero mantenía su fuerza – ¡Deja de empujarme! ¡Nos vamos a...! ¡Ah!
Caí al piso con él encima, el golpe me había dolido bastante, el suelo es de granito y era bastante duro; miré hacia arriba y vi a Nathan un poco aturdido encima mío, podía sentirlo por completo: sus piernas algo enredadas con las mías, su pelvis contra mi ingle y su pecho agitado por el susto chocando contra el mío, su respiración en mi cuello y su cabello haciéndome cosquillas. Lo miré preocupado.
– ¿Te encuentras bien? – pregunté, Nathan subió su mirada hacia mí y frunció el ceño con los ojos llenos de lágrimas, lo ayudé a sentarse en el suelo entre mis piernas y lo acurruqué contra mi pecho, me seguía mirando enfadado, pero no se resistió, se pegó a mi pecho y continuó sollozando – ¿Qué te pasó Nathan? – sollozó un poco más y luego sujetó mi brazo con delicadeza.
– Soy un idiota – soltó de repente, no dije nada, esperé a que siguiera – mi hermano debe odiarme – sollozó – no debe querer verme nunca más... – acaricié su espalda con suavidad para calmarlo.
– No digas eso, no sabes si quiere verte o no, no has hablado con él según lo que sé.
– ¡Cállate! ¡No lo conoces! – me miró furioso y me empujó un poco de nuevo – no debí haber estado con ese hombre, ¡No debí! – siguió llorando, yo seguí acariciando su espalda, esperaba a que se desahogara, después de todo, estaba alterado y hasta que no sacara esa furia de su sistema no iba a dejarme hacer nada.
Después de unos minutos en los que dejé a Nathan llorando en mi pecho, lo sentí un poco más calmado, lo empujé un poco con suavidad y limpié sus lágrimas con mis pulgares.
– Vamos, tienes que darte una ducha, yo voy a estar contigo – él me asintió decaído. Me levanté y lo ayudé a hacer lo mismo, lo llevé a la regadera y abrí la llave, al inicio se resistió, no quería mojarse y yo terminé empapándome más de lo que planeé, al rato se dejó hacer, lavé su rostro con cariño y lo ayudé a mojarse un poco más para que se sintiera mejor, por suerte el agua estaba bien fría.
Lo envolví en una toalla y salimos de la ducha, estábamos empapados y nuestras ropas goteaban muchísimo, así que me apresuré a ir a su cuarto que estaba más cerca y lo senté en una silla.
– Bien, sécate y no te muevas, yo iré a buscar algo para secarme – corrí a mi cuarto lo más rápido que pude y regresé a toda velocidad con una toalla y ropa seca en mis brazos.
Nathan aún no se había movido, miraba al suelo decaído mientras algunas lágrimas salían de sus bellos ojos. Empecé a cambiarme rápidamente aprovechando que no me veía y al terminar, caminé hasta él, me miró por unos segundos y luego volvió a mirar hacia abajo, me arrodillé frente a él y con la toalla que llevaba encima empecé a secarle el rostro, luego su cabello, después los hombros y sus brazos.
– Tienes que quitarte la ropa, necesitas secarte o te resfriarás – me miró con tristeza y empezó a subirse la camisa, lo ayudé y empecé a secar su nívea tez, él se sonrojó un poco y me detuvo.
– Está bien, puedo secarme yo – asentí y lo dejé secarse. Me di la vuelta para darle más privacidad y esperé a que se cambiara pacientemente.
Sentí unas manos tibias abrazar mi cintura y una respiración cálida en mi cuello, miré a un lado y pude ver a Nathan abrazándome por la espalda, aun lloraba y eso me preocupaba.
– ¿Qué nos pasó Jackson? – preguntó llorando – ¿Por qué las cosas han sido tan raras entre nosotros? – volvió a preguntar, yo abrí los ojos sorprendido, él pensaba lo mismo que yo – ¿Hice algo malo?... ¿Soy una molestia? – me volteé hacia él y acuné su rostro con cuidado.
– No Nathan, no eres una molestia para mí – limpié sus lágrimas, él me miró triste.
– Pero hace días, eres muy distante conmigo, y yo, no sé qué me pasa, no entiendo nada en realidad – sip, aún seguía tomado, el agua fría lo había ayudado a calmarse, pero no le iba a quitar la borrachera de golpe, solo lo hizo recuperarse un poco. Nathan suele ser sincero, pero no es tan abierto con sus problemas, no le gusta preocuparme y ahora hablaba sin más, era lógico por el alcohol en su sistema.
– Solo han sido días difíciles, es todo – me miró incrédulo.
– Siento que algo más nos hace actuar así, no entiendo que pasa, pero quiero que se detenga – más lágrimas salieron de sus mejillas – ¡Quiero que pare! ¡No lo soporto má...! – mi reacción fue inmediata, callé esos dulces labios con los míos, eran en verdad exquisitos, tanto que ya estaba preguntándome como pude haber aguantado tanto tiempo sin besarlo, Nathan no se apartó, incluso cerró los ojos y me correspondió con gusto.
El beso fue volviéndose un poco más intenso y ambos tuvimos que separarnos para tomar aire, lo miré, su rostro jadeante y sonrojado no tenía igual, era realmente bello.
– Me moría de ganas de que me besaras, Nathan – soltó casi sin aire, yo explayé los ojos y miré hacia abajo, mala idea, Nathan tenía puesta solo una camisa blanca de cuello redondo que le quedaba bastante grande, se veía bellísimo así, casi, como una chica que acababa de tener sexo con su pareja, me sonrojé al pensar en eso.
– Debemos dormir – dije tratando de soltarme, él me miró decaído y se abrazó a mí con fuerza – Nathan... – me sonrojé al instante – vamos, hay que dormir – hablé intentando que me soltara.
– ¡No! ¡No me dejes! – me detuve en ese momento y lo miré preocupado – ¡No me abandones, Jackson! – exclamó mientras más lágrimas caían por sus mejillas, lo sujeté con cariño y besé su frente.
– Cálmate, no te voy a abandonar.
– Pero te iras a dormir, sin mí – me reí un poco, parecía un niño pequeño que quería dormir con su madre, suspiré y acaricié su cabello.
– Si quieres podemos ver un poco de tv juntos, vamos a la cocina, te serviré un poco de jugo de naranja – él me asintió, pero no se separó de mí.
Tuve que ir todo el camino desde su cuarto hasta la cocina con Nathan abrazado a mí y nos sentamos a ver la tv, el programa se había acabado, pero daban otro episodio, así que nos pusimos a verlo mientras mi amigo tomaba su jugo, sonreí al verlo tan calmado, acaricié su cabeza con dulzura y él se recostó a mi pecho con cariño, era muy tierno.
– ¿Puedo besarte? – preguntó con mirada inocente, yo me sonrojé, pero asentí, él se acercó a mi mirándome con esos intensos y enormes ojos verdes, me besó con gentileza, con cuidado, como si mis labios fueran de cristal, yo le devolví el mismo trato y luego de unos segundos nos separamos, volvió a recostar su cabeza en mi pecho y yo continué acariciando su cabello. Suspiré.
– Sabes Nathan – lo sentí gemir un poco en mi pecho – a mí también me gusta besarte – solté rojo como tomate, si, sé que estaba siendo cobarde porque él estaba borracho, pero vamos, ¿ustedes lo harían?
– Entonces bésame más seguido, Jackson – me miró con intensidad – quiero que me beses todo lo que quieras, solo tú, no quiero recibir nada de nadie más – sonreí ante esa declaración y por un buen rato lo besé hasta que me cansé por el sueño, él estaba casi igual y en poco tiempo cayó dormido en mis brazos.
Lo cargué con cariño y lo llevé a su habitación para acostarlo en su cama, él no me soltaba, sonreí ante esto, abrió un poco sus ojos y me miró con tristeza.
– No te vayas, quédate – me pidió bajito, me reí.
– No me voy a ir, solo voy a apagar todo, ya vuelvo – corrí por toda la casa apagando las luces y el televisor y regresé lo más rápido que me dieron las piernas hasta mi hermoso castaño y me acosté a su lado, él me recibió gustoso entre sus brazos y yo besé su frente con amor – buenas noches – susurré.
– Te quiero mucho Jackson – susurró y cayó dormido, yo sonreí, cerré los ojos y recé a todos los dioses que ese momento no se acabara.
Un zumbido era en lo único que podía concentrarme, apreté mis ojos e intenté volverme a dormir, el zumbido se detuvo y yo suspiré de alivio, pero me volví a molestar porque regresó y esta vez siguió sonando hasta que no lo resistí más; abrí los ojos y busqué enfurecido el objeto que hacia ese ruido, vi mi celular vibrando como loco en el piso, se me había caído ayer cuando forcejeaba con Nathan, caminé a él y contesté sin mirar la pantalla.
– ¿Aló?
– "Hola Jackson, ¿me recuerdas? Soy yo, Susana" – empecé a buscar en mi mente hasta encontrarme con el recuerdo de esa chica de cabellos rubios.
– ¡Ah! Ya veo, perdón, me acabo de levantar y no vi quien era – escuché una risa del otro lado y más atrás ladridos, ¡Ese era mi Chocolate!
– "Perdona, es que Chocolate ha estado muy inquieto desde anoche y realmente me gustaría que vinieras a entrenarlo hoy mismo si es posible" – volví a escuchar a mi perrito ladrar, vaya que estaba inquieto.
– Claro, hoy puedo después de clases, ¿te parece a las 4:30pm?
– "¡Claro que sí! Nos podemos encontrar en la tienda de ayer, queda cerca de mi casa".
– Es una buena idea, bueno nos vemos ahí entonces.
– "De acuerdo, Adiós"
– Adiós – colgué el teléfono, miré al frente y vi al castaño durmiendo muy tranquilo, sonreí y luego suspiré, aun teníamos esa conversación pendiente pero no podía hablar con él por el momento, ya eran las 8:07am, tenía que despertarlo y hacer el desayuno.
Caminé hasta él y toqué con suavidad su hombro para sacudirlo.
– Nathan, despierta. Ya es de mañana – se removió un poco mientras gemía dormido y se acurrucaba, sonreí, era como un tierno gatito acurrucándose – Vamos, levántate ya dormilón – lo sacudí con más fuerza y él me respondió con un quejido molesto.
– Solo un poco más, estoy cansado – habló medio dormido, lo sacudí.
– No, si sigues así voy a dejarte aquí para que llegues tarde al trabajo – hablé fingiendo molestia, Nathan abrió los ojos lentamente y me miró con sueño mientras sonreía un poco.
– Buenos días – me dijo mientras se sentaba con calma y sujetaba su cabeza.
– Buenos días, voy a preparar el desayuno, cuando estés más despierto ven a la cocina – él asintió.
– Me duele la cabeza – habló algo dormido mientras se estiraba un poco.
– Debe ser la resaca, cuando puedas ven, te daré algo para eso – bostezó y yo sonreí mientras salía de la habitación.
Preparé un desayuno simple, unos emparedados con jamón, queso, tomate y mayonesa; llevé ambos platos a la mesa y luego traje las bebidas, Nathan salió de la habitación con cara de sueño mientras se frotaba un ojo, tomó asiento y volvió a bostezar.
– Te serví jugo de naranja, te ayudará con la resaca – el asintió y procedió a tomar un poco – me dijiste que no ibas a tomar tanto, ¿Qué pasó? – pregunté en tono bromista y le di un buen mordisco a mi emparedado, Nathan me miró apenado y tomó su pan con ambas manos.
– Bueno, yo... verás, es que; no sé cómo explicarlo.
– ¿Te pasó algo malo allí? – me miró sorprendido.
– ¿Qué? No, al contrario, todos fueron muy amables conmigo; es solo que, al ver el local, recordé algo de lo que viví con Ángelo – lo miré mientras daba otro mordisco – y, bueno, me hizo pensar en muchas cosas. Es decir, yo salí de allí gracias a ti, para ese momento ya no lo amaba, pero, realmente nunca me planteé la posibilidad de escapar de alguna manera. Además, recordé como me manipulaba, como se comportaba antes de que me fuera a vivir con él y me sentí como un idiota al recordar cuando me fui a vivir con él.
– Bueno, eso realmente suele suceder mucho, así funcionan las relaciones abusivas, la persona te trata súper dulce al inicio y luego es que empiezan a aparecer las primeras alarmas, más adelante se vuelve controlador y abusivo mientras la victima solo espera a que su pareja vuelva a ser el mismo de antes.
– Mi hermano me lo advirtió, no debí haberme ido con él. Al pensar en todo eso, no lo sé, comencé a beber y... es decir, mi hermano realmente debe estar molesto conmigo – sus ojos que ya de por si estaban algo rojos e hinchados comenzaron a aguarse – pero, me lo advirtió, yo fui el imbécil que no le hizo caso y mira como acabé, ahora perdí a la única familia que tenía por ese hombre que no valía ni un centavo.
– Nathan, no llores más por favor – le pedí con dulzura, él se secó los ojos y le dio un mordisco a su pan – ese hombre te manipuló, te humilló y te usó. Tu hermano pudo haberte advertido, pero eso ya no se puede cambiar, así que no te lamentes más por eso; ahora, concéntrate en cómo vas a hacer para reconciliarte con él.
– Jackson, no lo conoces, Leo es muy temperamental, no debe querer verme ni en pintura.
– Me lo imagino, pero debes hablar con él – me miró angustiado, podía sentir como el temor se escapaba de su verde mirada y se metía en mi cuerpo, no quería perderlo, no más de lo que ya lo había hecho – no te preocupes, tomate tu tiempo, y no lo olvides, yo te ayudaré – le sonreí, Nathan me correspondió y continuó comiendo al igual que yo.
Luego del desayuno nos arreglamos y salimos de la casa, llevé a Nathan a su trabajo y yo me fui a la universidad donde el profesor de pasantías nos daba los horarios para comenzar. Salí a las 4:10pm de la universidad, mañana iniciaría con Liam la pasantía y los dos estábamos bastante emocionados.
Conduje rápidamente al trabajo de Nathan, debía encontrarme con Susana rápido, me moría de ganas de ver a Chocolate. Llegué, miré mi reloj, eran las 4:37pm, había llegado algo tarde, miré a mi alrededor y no vi a la rubia por ningún lado, suspiré.
– Bueno, mientras la espero voy a saludar aNathan – comencé a caminar al local y lo vi a la distancia, hablaba con un chico en la caja de larga cabellera azul oscuro bastante apuesto ¿Por qué todos los que trabajan en esta tienda son tan apuestos?
– ¡Jackson! – escuché a alguien llamarme, me giré y me encontré con Susana quien venía corriendo a mí con una enorme sonrisa – hola – me saludó jadeando – perdona la demora, se me complicaron las cosas en mi curso de dulcería ¿nos vamos? – volví a mirar hacia donde estaba Nathan, no me había visto, suspiré y me giré hacia Susana.
– Vamos, no hay tiempo que perder.
Luego de caminar unas cuantas cuadras llegamos a su casa, no estaba lejos. Entramos al edificio y subimos al elevador, vivía en el piso 5, entramos a su apartamento y como me lo imaginé todo era un desastre: había papeles regados por todas partes, la casa olía a perrito, había una maseta en el suelo y las cosas de las mesas de la sala estaban por todo el piso.
Un ladrido familiar me hizo sonreír de inmediato, de repente un pequeño perrito marrón corrió a toda velocidad hacia mí, me olfateó un poco y empezó a mover la cola emocionado.
– ¡Chocolate! – me agaché a acariciarlo – ¿Cómo has estado? – me ladró un par de veces, aún estaba pequeño, pero noté que había crecido un poco.
– ¡Chocolate! ¡¿Qué es todo este desorden?! – lo regañó Susana – perro malo.
– Bueno, para eso estoy yo aquí – ella me asintió y me hizo una seña para que pasara.
– Perdona el desorden, aunque creo que ya conoces la causa – mencionó mirando feo a Chocolate – no tengo patio, espero que no sea un inconveniente enseñarle aquí adentro.
Yo negué y me senté en el suelo para acariciar a mi hermoso cachorrito, en verdad lo había extrañado mucho.
Comencé a enseñarle cosas mientras Susana me miraba con una sonrisa desde una esquina, no me malinterpreten, esa sonrisa era encantadora, pero había algo en ella que me hacía tener escalofríos.
– Jackson, ¿quieres un poco de agua? – la miré mientras le daba un premio a Chocolate, estaba aprendiendo bastante rápido y eso me alegraba.
– Claro, si no es molestia.
– Para nada, ya regreso – se fue a la cocina. Miré de nuevo la casa, aún estaba desordenada; desde que llegamos Susana no ha hecho más que mirarme entrenar a Chocolate, realmente me incomoda su mirada en mí. Le he preguntado varias veces porque me mira y ella solo me contesta que le gustaría aprender para poderlo controlar ella más adelante; a veces pienso que esa no es toda la verdad, la casa seguía echa un desastre y ella no se veía para nada interesada en limpiar.
De hecho, ahora que miraba la casa con más atención me di cuenta de una cosa, ese desorden era demasiado grande para que un perrito como Chocolate lo hubiera hecho todo, había demasiadas cosas tiradas y muchas de ellas no estaban al alcance de Chocolate, ni moviendo un mueble o saltando llegaría a los muebles más altos del lugar. Esto era sospechoso.
Chocolate era un perrito bastante tremendo, pero empezaba a cooperar conmigo, en unas cuantas horas le enseñé a sentarse, a echarse y más o menos aprendió a alejarse cuando uno se lo ordena.
– Bueno, creo que eso es todo por hoy, avanzamos bastante, con todo lo que le enseñé podrás mantenerlo quieto.
– Oh ¿Ya te vas? ¿Tan pronto? – preguntó sentada en el sofá, me levanté del suelo y sacudí mi ropa.
– Si, además, creo que he estado mucho tiempo aquí – miré el reloj, eran las 7:00pm, ya era bastante tarde, Nathan ya estaba saliendo del trabajo, por suerte me dijo que no me esperaría.
Empecé a guardar mis cosas en mi bolso, Susana se levantó y se paró frente a mí.
– Jackson, no te vayas todavía, yo... quiero hacer algo para agradecerte, te haré la cena.
– Perdón Susana, pero en serio tengo que irme.
– En serio Jackson, no me tardaré nada lo prometo – puso su mano en mi pecho – solo se paciente, has hecho mucho por mí, no sería justo – dijo viéndome apenada, la miré por un momento y luego de quitar su mano de mi pecho suspiré.
– De acuerdo, pero no comeré aquí – sonrió y saltó emocionada – iré a lavarme las manos, ya regreso.
Caminé al baño y entré cerrando la puerta tras de mí, en verdad no quería quedarme, Susana era algo extraña, no miraba a Chocolate y no parecía prestarle atención en lo más mínimo, eso me parecía extraño y me molestaba.
De golpe, estruendos fuertes se escucharon afuera, yo me asusté, parecía que algo bastante grande se había caído en la sala.
– ¡Chocolate! ¡¿Qué hiciste?! – escuché un golpe y luego a Chocolate chillar adolorido – ¡Deja de hacer eso! ¡Te estás lastimando! – se escuchó algo más cayendo y volví a escuchar un chillido, salí preocupado del baño aun con la toalla en mis manos.
– ¡¿Qué está pasando?! – pregunté preocupado, la sala estaba aún más demacrada que cuando llegué, un gran reloj estaba despedazado en el suelo y algunos floreros habían sido tumbados; miré a un lado de la habitación y vi a Chocolate completamente aterrado chillando, caminé a él preocupado – ¿Qué pasa? – le pregunté, me miraba con sus ojitos llenos de terror y trató de huir, pero cojeó al moverse – ¿Qué pasó? – le pregunté a Susana.
– No lo sé, comenzó a correr apenas entraste al baño y tumbó todo esto – miré alrededor, era imposible, había aún más desorden, un reloj de madera estaba en el suelo hecho añicos y algunas fotos familiares también estaban en el suelo. Chocolate cojeó hacia mí y lo cargué con cariño, Susana lo miró entre preocupada y molesta – debió haberse hecho daño al tumbar todo esto. Parece que no progresó nada.
– Y no lo hará si no se lo ordenas – contesté mirando el lugar y luego la miré a ella – debes hacer lo que te enseñé, estuviste mucho tiempo observándome, pensé que ya habías aprendido algo.
– Perdón, mi memoria no es muy buena – se disculpó apenada, la miré confundido.
– ¿Entonces cómo es que me recuerdas tan bien? – me miró algo sorprendida – solo te vi un par de veces en la tienda, me has visto ordenarle hacer varias cosas por bastante tiempo y no lo recuerdas – hablé un poco molesto, Susana miró a un costado, parecía nerviosa.
– Mi memoria falla a veces, pero créeme, aprenderé a controlarlo, pero no bastará con una sola lección, tendrás que venir más veces a enseñarme – me miró algo coqueta – no te preocupes – caminó hasta mí y acarició mi hombro – te daré algo a cambio.
– ¿Cómo qué? – estaba actuando bastante extraño, llevó ambas manos a mis hombros y me sonrió juguetona.
– Eres algo inocente Jackson. Ya sabes, un poco de esto y un poco de aquello, sabes a que me refiero – comenzó a acercarse a mis labios, ahí entendí lo que estaba pasando, me aparté bruscamente con el perrito en brazos y lo llevé a la mesa para atender su pata, lo puse encima de un mantel y Susana me miró furiosa – ¡Baja a ese asqueroso perro de mi mesa! – me ordenó.
Yo la miré sorprendido y volví a cargar a Chocolate, ella me miró un poco nerviosa y comenzó a reír.
– Es decir, se podría caer de allí y podría lastimarse – puse a Chocolate encima de otro mueble y empecé a examinar su pata ignorando por completo a la rubia.
Su pata trasera izquierda estaba empezando a hincharse y cuando la moví pareció dolerle.
– No parece estar rota, pero le duele bastante, tengo que llevarlo a un veterinario.
– ¿Veterinario? ¿a esta hora? Puff, no hay ninguno que atienda tan tarde – caminó hasta mí y bajó a chocolate del mueble y lo puso en el suelo, luego se acercó a mí y me acorraló contra la pared – dejémoslo descansar y... sigamos con lo nuestro.
Intentó besarme un par de veces, pero yo se lo impedí.
– Susana, no podemos hacer esto.
– Claro que podemos, déjate llevar Jackson – comenzó a acariciar mi torso y yo llevé mis manos a sus muñecas para tratar de alejarla.
– ¡No! ¡Hay que llevar a Chocolate con un doctor!
– No te resistas, vamos.
– Susana ¡Basta! – ella frunció el ceño.
– ¡Deja de resistirte! ¡¿Por qué te resistes ahora?! ¡Tuve que pasar por mucho al adoptar a ese sucio animal para conquistarte así que cállate y bésame! – me gritó, yo me quedé en shock por lo que había dicho y ella vio su oportunidad y me besó.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top