Un Dia ¿Aburrido?
Un mes había pasado desde mi encuentro con Nathan, yo había seguido mi vida como si nada, pero de vez en cuando me preguntaba qué había pasado con aquel chico. No le conté a nadie sobre lo ocurrido en aquel lugar, no me creerían y yo no había actuado de la mejor manera posible, cedí ante mis impulsos y realmente me molestaba haberlo hecho, no quería aprovecharme así de nadie y mucho menos con una persona que estaba amordazada y encerrada en un armario como él.
Me sentía mal por lo que había hecho, pero eso era algo que no podía cambiar, solo esperaba que estuviera bien.
Como las navidades estaban por llegar, comenzaba a hacer más frio. En la región en donde vivo no cae nieve, pero si llueve bastante, así que era indispensable para todos traer un paraguas si no queríamos terminar empapados.
Ese día había sido particularmente aburrido, las clases eran tediosas y yo estaba cerca de quedarme dormido, por suerte Liam me había asustado un par de veces, los maestros solían ser bastante pesados con los que se dormían en sus clases, así que se lo agradecía. Miré por la ventana y noté el cielo gris, otra vez iba a llover bastante fuerte, por suerte había traído mi paraguas. No tenía que ir a trabajar, mi horario se había reducido por las clases y como Daniel es hijo del dueño de la tienda, me permitieron trabajar los fines de semana, extrañaba a mis pequeñitos, pero era un sacrificio que debía hacer si quería terminar mi trimestre.
Finalmente, la última clase del día termino. Solo unas tres semanas más y vendrían los exámenes y luego, nada más, solo paz y tranquilidad, saldríamos de vacaciones y podría relajarme en mi casa y esperar a que mi madre venga de visita para navidad.
Mis compañeros salieron a toda velocidad, pero Liam y yo decidimos salir con calma, habíamos desarrollado una pequeña costumbre hace poco de revisar todo porque a él siempre se le olvidaba algo.
– ¿Guardaste la regla?
– Sip.
– ¿Teléfono?
– También.
– ¿La cartuchera? Siempre se te olvida debajo del pupitre – Liam miró y negó con una sonrisa – bien, creo que hoy no olvidaste nada, vamos.
Ambos salimos del salón, caminábamos por el pasillo y justo cuando pensaba que hoy mi amigo no hablaría más, Liam se volteó hacia mí y abrió la boca. Aquí vamos.
– Oye Jackson, ¿te gustaría ir a tomar con Mario, Daniel y conmigo?
– ¿Qué? Liam, sabes que no me gustan las fiestas.
– Si, lo sé, pero no es una fiesta, hoy no hay ningún evento en el bar del señor Tomas y es viernes, la gente siempre sale a tomar los viernes.
– La gente, no yo – comencé a caminar más rápido, el castaño aceleró el paso y me detuvo.
– Jackson, últimamente has estado más frio de lo normal y siento que no me estás diciendo algo – me asusté un poco cuando dijo eso, pero me mantuve serio ¿tanto se me notaba?
– No te estoy ocultando nada, es solo que, ya sabes cómo me pongo por los exámenes, me preocupo de más.
– Si, pero siento que hay algo más molestándote – Liam en serio podía llegar a ser bastante perceptivo y cuando se ponía así daba algo de miedo, parecía casi adivino, solo espero que Daniel no piense igual porque si no me iba a insistir más que el castaño – no quiero que lo malinterpretes, no quiero que vayas a tomar con nosotros para que te emborraches y nos cuentes todo, solo quiero que vayas y te diviertas un poco con nosotros, tenemos mucho tiempo sin salir juntos y como todos podemos ir hoy a tomar, se me ocurrió invitarte.
– Eres muy amable amigo, pero...
– Vamos Jackson, no seas amargado, sal a divertirte un poco, créeme que unas cuantas copas harán que eso que te preocupa se desvanezca. Solo por esta vez, ven con nosotros.
Lo pensé un rato, hacía mucho que no iba con ellos a ningún lado y si me vendría bien salir a tomar para despejarme un poco y divertirme, miré a mi amigo quien me veía con rostro suplicante y le sonreí.
– De acuerdo, tú ganas, iré con ustedes – mi amigo me abrazó con fuerza y celebró con un pequeño baile de la victoria.
– Ok, nos vemos a las 7:00pm en el bar del señor Tomas, no llegues tarde.
– No lo haré.
Llevé a Liam a su casa y luego fui a la mía, aún tenía dos horas para arreglarme, así que me relajé. Primero me preparé algo de comer para ir con el estómago lleno y evitar que la bebida me caiga mal, luego me senté a ver una película y cuando terminó fui a bañarme para empezar a arreglarme: me puse un pantalón negro no muy ajustado, una camisa blanca y un suéter azul por el frio, además de unas botas negras, me peiné y espanté mi cabello y luego de rociarme algo de perfume, tomé una mochila en donde llevaba mi billetera, mi paraguas y mi celular y salí de mi casa.
El bar del señor Tomas era bastante popular, tenía un estacionamiento pequeño y por eso me había sorprendido encontrar puesto para mi moto, estacioné y luego caminé a la entrada. El lugar era elegante, era un restaurant también, pero muchas personas iban solo a beber por lo buenas que eran las bebidas y el servicio en la barra, había una pista de baile para los que quisieran ir y bailar un rato, una banda tocaba cada semana y en el segundo piso del lugar había juegos para que los jóvenes se divirtieran allí con las maquinas. Las luces y la música me abrumaron un poco, había bastante gente en el lugar y una bachata se escuchaba por todo el local, busqué a mis amigos con la mirada y en el fondo vi a Liam agitándome la mano. Rápidamente caminé hasta ellos.
– Hola chicos, perdón por la demora, el local está bastante lleno – tome asiento junto a Liam y Daniel.
– Si, ya pensábamos que no ibas a venir – dijo el castaño con su típico tono de burla.
– Liam, no llego tan tarde, no es para tanto – le respondió Daniel.
– ¿Cómo te ha ido en la universidad? – me preguntó Mario.
– Bastante bien, pero, ¿Liam no te ha hablado de eso?
– Claro que sí, pero no le creo mucho sabes, suele decir que no sacas buenas notas.
– ¡Oye! Mis notas son bastante decentes, no como las tuyas – dije viendo a mi amigo castaño con burla, este solo me sacó la lengua como un niño y todos reímos – ¿y a ti Mario? ¿Cómo te va con medicina?
– Bien, la universidad está algo lejos de mi casa, pero me enseñan bien.
El señor Tomas trajo las bebidas, nos saludó y luego se fue a atender a la barra, mis amigos me conocían muy bien, habían pedido mi cerveza favorita.
Empezamos a tomar y a conversar sobre nosotros, sobre nuestro pasado, sobre cómo nos conocimos y me di cuenta de que en serio teníamos mucho tiempo sin reunirnos porque en verdad extrañaba salir así con ellos. Mentiría si dijera que no la estaba pasando bien, había buena comida, la charla era amena y el lugar agradable, por un momento sentí que todas mis preocupaciones se esfumaban, en verdad necesitaba esto. No sé cuando llegó la banda a cantar en vivo o como terminé cantando varias de sus canciones, pero al ver a mis amigos me di cuenta de que no era el único, cantábamos horrible, pero nos divertíamos.
No estaba tan tomado, o eso es lo que pensaba, porque de repente vi a Nathan parado justo en la puerta de entrada. Vaya, en serio me preocupaba ese chico porque ni con el alcohol podía sacármelo de la cabeza, espero que este bien. De repente me di cuenta de algo, eso que estaba viendo era real y lo noté cuando un hombre más alto que él y de cabello violeta oscuro lo empujaba a la salida. No sé por qué, pero sentí que algo malo iba a pasar y sin previo aviso me levanté de la silla y salí del local, no sé qué cara habrán puesto mis amigos, pero no me importaba, tenía que saber que estaba pasando.
Afuera estaba lloviendo, maldije por lo bajo y miré a los lados, se habían ido caminando a un costado del local, cerca del basurero del mismo, vi que ese hombre iba con otros dos que usaban lentes oscuros, uno tenía el cabello rojo y alborotado, además de que era bastante feo y el otro, que era el más bajo del grupo tenía el cabello negro con un raro reflejo verdoso. Caminé a ellos y me escondí detrás de una columna para ver lo que ocurría.
El hombre de cabello morado corto lo sujetó por el brazo y lo empujó, Nathan se tambaleó un poco, pero se mantuvo de piel bajo la lluvia justo frente al basurero, miraba a ese hombre molesto y sin titubear.
– ¡Repite lo que me dijiste! ¡repítelo ahora si tienes el valor para hacerlo! ¡o te lo sacaré a la fuerza! – le exigió el hombre que lo había empujado.
– ¡Me voy! ¡Ya no quiero vivir más contigo Ángelo! ¡No soporto más esto! Antes te amaba, pero ahora, solo te veo con repulsión. Estoy cansado de que me trates como a un esclavo, ¡yo no soy un sirviente! ¡soy tu novio por el amor de Dios! – gritó molesto – pero eso se acabó, ¡terminamos! – le dijo con el ceño fruncido.
Vi al hombre frente a él verlo sorprendido y luego se enfureció, lo sujetó por el cuello de la camisa y lo sacudió. Los cuatro se estaban mojando, pero a ninguno parecía importarle ese detalle.
– ¡Eso es mentira! ¡no puede ser cierto! ¡sabes que no tienes ningún lugar a donde ir! ¡ni siquiera tienes dinero!
– ¡No me importa!
– ¡Esto es por alguien más ¿verdad?! ¡¿te gusta otro?!
– ¡No! ¡estoy cansado de esto! ¡no lo hago por alguien más! ¡lo hago por mí mismo!
– ¡Eres un mentiroso! ¡eres una ramera cualquiera! – le gritó en la cara – Sabia que esto iba a pasar, porque tú siempre has sido así, por eso te dejé revolcarte con otros hombres, pero ya veo que ni eso valoras.
– Sabes bien que eso no me gusta, Ángelo, te lo dije muchas veces y nunca me escuchaste. Tú te lo buscaste.
– No te vas a ir así de fácil, créeme que no, nunca olvidaras esto, por más que lo intentes.
– ¡Hazlo! ¡ya me has quitado todo, ya no me importa lo que me hagas! ¡no me importa!
– ¡Cállate! – lo empujó, Nathan casi se cae, pero logro mantenerse en pie, el hombre que llamó Ángelo lo empujó de nuevo, esta vez con mucha más fuerza, el castaño no pudo evitar caer esta vez y cayó justo encima de la basura. Ángelo lo levantó por la camisa y lo lanzó de nuevo a la basura.
Yo no pude más, no podía seguir viendo eso. Sin que me importara la lluvia caminé decidido hasta aquel hombre y le di un puñetazo en todo el rostro y lo tumbé al suelo.
– ¡No permitiré que le hagas daño! ¡Desgraciado!
Ángelo me miró desde el suelo, se limpió la sangre que salía de su nariz.
– ¡Adrián, Andrés! Denle su merecido a este insolente – los otros dos asintieron y se me vinieron encima.
Lograron golpearme, pero derribé a uno, el más alto me golpeó en la mejilla y me tumbó al suelo y justo cuando estaba por darme otro golpe, vi a mi amigo Daniel golpearlo a él. El bajito se levantó e intentó golpear a mi amigo, pero Liam le dio una patada y lo derribo otra vez.
– ¡Dejen en paz a nuestro amigo! ¡o se las verán con nosotros! – gruñó el castaño molesto, yo me levanté y me paré junto a ellos listo para pelear. Los dos hombres se levantaron con las mismas intenciones.
– ¡BASTA! – gritó Ángelo – ¡Agh, Demonios! ¡creo que me partió la nariz! – se quejó mientras se sostenía el puente de la nariz, me sentí orgulloso de mi golpe – ¡Tú ganas mocoso! ¡lárgate, no quiero volver a verte! Ya me conseguiré a otro como tú. Vámonos, llévenme al hospital – les habló a sus colegas y estos se lo llevaron a un coche negro y se fueron, inmediatamente corrí hasta Nathan, estaba arrodillado junto a Mario quien lo revisaba con atención, después de todo estaba estudiando medicina.
– Nathan, ¿estás bien? – le pregunté preocupado.
– Tiene algunos cortes no muy profundos por los vidrios rotos de la basura, pero todos son superficiales. Solo está algo golpeado, estará bien.
Ayudé a levantar al castaño y vi que era verdad, tenía uno que otro moretón por el golpe que se había dado contra el basurero y algunos cortes en uno de sus brazos y en su otra mano. Me quité la chaqueta de encima y se la puse para abrigarlo porque estaba comenzando a temblar por el frio, aunque mi chaqueta también estaba empapada.
Todos caminamos hacia el local y nos refugiamos bajo el techo del lugar.
– Gracias por ayudarme, no sé cómo pagarles por lo que hicieron.
– No te preocupes, esos abusones se lo merecían – respondió Liam con una sonrisa.
– No pensé que te encontraría aquí – me dijo Nathan y pude ver una pequeña sonrisa dibujarse en sus labios, pero desapareció rápidamente volviendo a su rostro serio y algo frio.
– ¿Ustedes ya se conocen? – preguntó Daniel.
– Es una larga historia.
– Tenemos que irnos, si nos quedamos así podemos resfriarnos, dejemos la fiesta para otro momento – nos dijo Mario y todos asentimos.
– Oigan, pero ¿y qué hacemos con él? – Liam señaló a Nathan – según lo que escuché lo echaron de casa y no tiene a donde ir, sería estúpido dejarlo aquí después de esforzarnos tanto para ayudarlo.
Liam tenía un punto, y yo tenía la solución.
– Vendrá conmigo, puede quedarse esta noche, claro, si tú estás de acuerdo – Nathan me miró y sonrió asintiendo – bien, asunto arreglado, vamos.
Buscamos nuestras cosas en el bar y luego nos dividimos, Mario llevaría a Liam y Daniel, y yo a Nathan en mi moto. Abrigué lo mejor que pude al castaño y lo subí a mi moto, no parecía asustarle, porque al subirse sonrió como si recordara algo agradable. Solo espero que esta lluvia no le haga daño.
Continuará...
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