Sonrisa Desagradable
Caminaba por el centro comercial y con ese paseo esperaba relajarme lo suficiente para no entrar al bar y comenzar a tomar, debía estar sobrio para poder recoger a Nathan y luego alcanzar a mi madre en el aeropuerto, aún faltaban dos horas para que el castaño saliera, y yo de verdad quería tomarme una cerveza.
No entendía que me estaba pasando, es decir, Nathan no es nada mío, solo es mi huésped temporal, no tenemos una relación amorosa, hubo roces y toqueteos entre nosotros pero eso no es una relación y por lo que había visto hoy esa era su forma de actuar con todo el mundo; a pesar de saber eso su comportamiento me molestaba, y la forma en la que lo miraban los clientes también, a su lado yo era invisible, a nadie le importaba que yo estuviera ahí y eso me enfurecía, todos lo miraban como a un trofeo, todos excepto Narciso; él lo miraba con coquetería, casi parecía una prostituta coqueteando con alguien con quien después se acostaría y Nathan le seguía el juego. Mientras más pensaba más me molestaba, ¿Por qué tenía que enfadarme tanto por algo tan ridículo? No entendía por qué ese chico me hacía preocuparme tanto y me sentía un imbécil por haberlo cuidado todo este tiempo.
Seguí dando vueltas por los locales hasta que se me ocurrió una idea, iría al bar y compraría algunas latas de cerveza y cuando mi madre se fuera me las tomaría; sonreí al pensar en eso y corrí a la licorería más cercana, al llegar entré al local, la luz del sitio era blanca y había más o menos gente, no había nadie tomando porque el local prohibía que se ingirieran allí las bebidas. Comencé a buscar un empaque de cervezas y tomé uno, eran de lata y estaban calientes, tenía que dejarlas en la nevera para cuando llegara en la noche estuvieran listas para tomar.
– ¿Jackson? – escuché que alguien me nombró, me giré topándome con una joven de largos cabellos castaños de puntas violetas y hermosos ojos verdosos – ¡Ay si eres tú!
– Lyla, ¿Qué estás haciendo aquí?
– ¿Yo? Más bien ¿Qué haces tú aquí? ¿Hoy no se iba tu madre? – yo le asentí – entonces ¿Qué haces con esas cervezas?
– Tranquila, las guardaré para después. No soy tonto, debo estar sobrio para recoger a Nathan – me sentí incómodo al nombrarlo, inconscientemente me molestó tener que ir a buscarlo.
– Es verdad, Nathan empezaba hoy según lo que Liam me contó, ¿fuiste a verlo? – fruncí el ceño.
– ¿Por qué debería? Él debe saber cuidarse solo.
– Jackson, no me engañas, Liam me dijo que habías ido a verlo.
– Si ya lo sabes ¿por qué preguntas? – pregunté molesto, Lyla me miró confundida, me vio un rato y luego pareció preocuparse.
– Ay no ¿A caso pelearon? – se tapó la boca con la mano.
– No, no nos peleamos, pero no quiero hablar sobre él ahora, tengo muchas cosas en las que pensar – ella pareció preocuparse más y comenzaba a observarme como si me analizara – mira Lyla tengo que irme, debo pagar esto – le mostré las cervezas.
– Esta bien, te acompaño a la caja, yo también voy a comprar algo – me mostró un refresco de 2 litros que planeaba comprar, no dije nada solo caminé a la fila con cara de pocos amigos.
Con cada segundo que pasaba a mí me daban menos ganas de ir a buscar a Nathan a su trabajo, no quería verlo tan coqueto con Narciso y tampoco quería verlo en realidad, no me gustaba sentirme así pero no podía calmarme.
– Jackson, ¿estás bien? – preguntó Lyla luego de un rato.
– Si, ¿Por qué no habría de estarlo? – pregunté molesto.
– Bueno, es que pareces algo, furioso.
– Ya te dije que no estoy enojado, solo estoy estresado – ella frunció un poco el ceño.
– Mira, te conozco lo suficiente como para saber que en realidad estas molesto y podría jurar que la causa de tu malestar es Nathan.
– Wow, eres increíble Lyla, ¿te aplaudo? – le dije sarcástico, solo quería irme de allí, quería ir a mi casa e inventar una excusa para decirle a Nathan que no podría ir por él.
– No sé lo que te sucede, pero pareces, celoso – abrí los ojos como platos y la encaré.
– ¿Cómo podría estar celoso? Solo somos amigos y por si no lo recuerda a mí no me gustan los hombres.
– Si, pero parece que Nathan si te gusta y más de lo que piensas – la miré sorprendido y luego agaché la cabeza.
– Eso no es verdad – mencioné decaído – además, si eso fuera así no podríamos tener nada – la castaña se sorprendió y yo me golpeé mentalmente, me estaba confesando y no quería hacerlo.
– ¿Por qué lo dices? Ambos tienen muy buena química y pareces ser del tipo de Nathan – volví a fruncir el ceño.
– Claro, como no serlo si a él parece gustarle cualquiera – solté cortante, Lyla me miró con compasión y sujetó mi hombro.
– Vamos a tomar algo, yo te invito – la miré confundido – parece que necesitas hablar y yo quiero escucharte.
– Lyla, gracias, pero no necesito de tu ayuda, yo puedo arreglármelas solo.
– Si, lo sé Jackson, pero parece que algo que viste cuando visitaste a Nathan en su trabajo te molestó. Mira – me tomó de la barbilla para que la viera a los ojos – yo realmente no lo conozco tanto como tú, pero no quiero que se terminen lastimando, eres mi amigo y no quiero que él te haga daño. Hablemos sobre esto, no quiero que cometas una estupidez y mucho menos por un malentendido.
– ¿Cómo estás tan segura de que esto es un malentendido?
– Créeme, suelen pasar mucho. Vamos, charlemos un rato – me sonrió, yo la miré y le sonreí también.
Y aquí estaba, sentado en un café cercano tomando un batido de chocolate junto a Lyla. Le conté todo lo que había visto en aquel lugar, ella me miraba con suma atención y asentía a lo que yo le estaba diciendo, en un punto me sentí un poco mejor luego de contarle lo que pasaba por mi cabeza.
– Y eso es todo – ella asintió de nuevo, le dio un sorbo a su batido de fresa y con sus codos puestos sobre la mesa juntó sus manos como haciendo un triángulo.
– Bien, ¿Qué es lo que te hizo molestar? – la miré confundido – es decir ¿fue el hecho de que Nathan actuara así con Narciso, o fue por cómo le correspondía Narciso? – lo analicé unos instantes.
– Creo que fueron ambas, me molesto ver que no actúa así solo conmigo – Lyla me miró con los ojos como platos, ella no sabía que éramos tan cercanos; volvió a su postura tranquila y me hizo un gesto para que continuara – desde que él llegó a mi casa... no, desde que nos conocimos, él no para de decirme que yo soy el único que no lo ha tratado como a un trofeo; estoy pendiente de él, lo ayudo con lo que puedo sin esperar a que él me agradezca por ello y no lo obligo a hacer algo que no quiera. Ver que alguien más le corresponde mejor que yo a sus juegos me dejó un poco molesto – Lyla asintió.
– Ok, ¿y con los clientes? ¿Qué sentiste?
– Me sentí molesto, parecía que a su lado desaparecía y no es que no me hiciera notar, lo intenté, pero aun así todos ellos se le acercaban como si fueran osos detrás de un tarro de miel, yo quería que se dieran cuenta de que iba a su lado y que al menos conmigo presente podían dejar de coquetearle por un segundo.
– Jackson, no puedes molestarte por eso, es normal con alguien con una gran belleza como Nathan, si las personas no ven que están juntos entonces pensarán que tienen paso libre porque no tienen a ningún rival.
Pensé un poco en lo que había dicho, y al entender me sonrojé, ella hablaba de estar juntos como pareja, así podría alejar a las personas malintencionadas de su lado, me verían como un rival, pero...
– Eso no va a suceder, Nathan y yo no somos pareja, por su lado no creo que quiera una relación tan rápido después de haber salido de otra y por el mío, yo no quiero estar con él – ella alzó una ceja – ¿Qué?
– ¿Estás seguro?
– Si, ¿Por qué lo preguntas?
– Jackson – me miró con un veredicto en su mirada – estas celoso – explayé los ojos sorprendido mientras sentía el calor inundar mis mejillas.
– ¿Qué? Puff, ¡no! ¿Cómo crees? – hablé nervioso haciendo algunos gestos extraños, me veía patético, como si no quisiera aceptarlo y es que si, no quería, no estaba celoso.
– No te gusta que nadie se le acerqué de esa manera porque te pones celoso, eso es algo normal, hay amigos que son algo posesivos con sus mejores amigos – sonreí aliviado.
– ¡Sí!¡ese debo ser yo! – sonreí.
– Pero – mi sonrisa cayó al suelo al escuchar esa pequeña pero dudosa palabra – la forma en la que actúas no parece ser de un amigo – me miró aún más seria si eso era posible mientras recostaba su cabeza sobre sus manos – te gusta Nathan ¿verdad?
Me quedé en blanco, realmente no podía pensar, si, ya sabía que me gustaba físicamente, pero decírselo a ella era... no lo sé, sentía que no debía contarlo porque no estaba seguro. Miré a Lyla angustiado y ella me sonrió compasiva, ella estaba ahí ayudándome a aclarar las ideas de mi cabeza, así que tenía que confiar en ella.
– Creo que... me gusta, pero físicamente – ella empezó a analizarme y yo me sentí nervioso – ¡solo digo! ¡ese chico es alucinante mente bello!¡¿Cómo no podría gustarme?! – dije un poco más alto de lo que debería provocando que algunas personas me miraran un poco raro, enfoqué mi mirada en Lyla, ella parecía analizar la situación.
– Jackon, lamento mucho decírtelo, pero Nathan parece gustarte más allá de una simple atracción física.
Abrí los ojos sorprendido, eso no podía ser verdad, él no podía gustarme tanto, no llevamos tanto tiempo conociéndonos, pero... ¡no! Eso no era posible.
– Eso no es verdad, no lo conozco tanto y es imposible que me guste alguien tan rápido, más siendo un chico. Lyla – la miré preocupado – debe pasarme algo más, no puede gustarme.
– Lo siento mucho, pero eso es lo que parece – me miró comprensiva pero triste y entendí perfectamente por qué: Nathan acaba de terminar una relación con alguien abusivo, yo lo ayudé, es más que lógico que me vería al inicio como a su salvador y puede que eso le parezca atractivo, pero eso podría ser pasajero, pero para mí... no podía creer que esto me estuviera pasando – solo espero que no se hagan daño – fruncí el ceño.
– ¿Qué no me haga daño? Lyla, él está coqueteando con alguien más mientras yo me debato en saber si me gusta o no, si resulta ser que sí, ¡por supuesto que me haría daño! – exclamé molesto más conmigo que con ella.
– Lo sé – ella tomó mi mano que descansaba en la mesa y la acarició con ternura – estás empezando a enamorarte de él y ver que eso te lastima me duele, pero te voy a dar dos consejos: el primero es que lo aceptes, te gusta Nathan y te estás enamorando de él, eso te ayudará a superarlo más adelante si es que debes hacerlo; y lo segundo, habla con él, pregúntale directamente que pretende hacer contigo y qué relación tienen porque si me dijiste que parecía algo incitante en un lugar público no me quiero imaginar que habrá echo contigo – "ay muchas cosas", es lo que me llegó a la mente en ese momento – pero es en serio, tengan una conversación, necesitas saber que pasa por su cabeza y no eres adivino, él debe explicarte, y si ves una buena oportunidad háblale de tus sentimientos, puede que las cosas se pongan algo incómodas, pero es mejor que lo sepa para que se dé cuenta de que esos juegos te hacen más ilusiones.
Yo le asentí, suspiré y la miré decidido, ella tenía razón, no podía vivir mintiéndome toda la vida, aún seguía molesto por estar enamorándome de él así, pero ¿Qué puedo hacer? No puedo hacer que mi corazón se enamore de alguien más por más que lo deseara, es algo que pasa.
– Gracias Lyla, en verdad te agradezco que no me juzgaras y que me ayudaras a entender lo que me pasa – ella sonrió.
– Eres mi amigo Jackson, yo solo quiero que tú seas feliz – me sonrió y yo le correspondí.
...
Estábamos en el aeropuerto, fue algo incómodo ir a buscar a Nathan, el ambiente entre los dos estaba algo frio y eso no me gustó, pero eso no iba a detenerme, le preguntaría de todos modos.
El parlante indicó que el vuelo 6 estaba próximo a salir, así que el castaño y yo acompañamos a mi mamá hasta la zona de abordaje.
– Los voy a extrañar mucho a los dos – nos dio un fuerte abrazo, pude oler su perfume de rosas y eso me hizo sentirme un poco triste. Cómo la iba a extrañar – cuídense mucho ¿de acuerdo? – ambos asentimos y nos separamos. Le mostré la bolsa de regalo y ella me miró curiosa.
– Es un regalo de despedida, quería darte algo para cuando llegues a casa – le di la bolsa y ella la abrió, sacó la bata y me abrazó muy fuerte.
– Gracias mi pequeño, me encanta el regalo – nos separamos – lo lavaré apenas llegue a España.
Nathan nos veía enternecido por la escena, buscó algo en su morral y caminó a mi madre con una cajita en sus manos, yo lo miré sorprendido y mi madre también.
– Señorita Natasha, usted ha sido muy dulce conmigo y sabe que desde hace bastante he querido agradecerle con un regalo, así que le traje esto – le entregó la cajita azul, mi madre la abrió y sonrió encantada: era un brazalete de rosas azules, luego miró a Nathan algo preocupada.
– Lo agradezco, de verdad, pero ¿Cómo lo compraste?
– Un colega de la tienda me ayudó, no se preocupe, él lo pagó por mi como regalo de bienvenida. Espero que le guste – sonrió de forma dulce, mucho más cariñoso que en la tienda, eso me hizo sonreír a mí también.
– Me encanta, de verdad, yo... gracias – lo abrazó con mucha fuerza y él le correspondió con cariño, ambos se separaron – cuídate mucho, sabes que cuentas conmigo para lo que sea ¿sí? – él asintió.
– ¡Último llamado para los pasajeros del vuelo 6! – se escuchó por los parlantes.
Mi madre guardó ambos regalos en la maleta que llevaría en el avión y nos sonrió.
– Adiós muchachos cuídense mucho – empezó a alejarse mientras se despedía con una mano, Nathan y yo hicimos lo mismo.
– Adiós mamá, ¡te quiero! – ella se frenó y me lanzó un beso, eso significaba "yo también".
– ¡Adiós, cuídese mucho! – se despidió mi compañero. La vimos caminar hasta desaparecer por la puerta.
Ambos nos miramos sonrientes pero el aura volvía a ponerse incómoda.
– Bueno – lo miré y él a mí – ¿quieres que te lleve al local donde tendrás la reunión? – pregunté bastante incómodo.
– No es necesario, Narciso se ofreció a recogerme, voy a avisarle para que me venga a buscar – sacó su teléfono y empezó a mandarle un mensaje.
Me sentí un poco apartado; mientras Nathan enviaba el mensaje y recibía una respuesta yo me torturaba tratando de pensar en cómo empezar la dichosa conversación que debía tener con él.
– Salgamos de aquí ¿Dónde te va a recoger? – pregunté mientras caminaba, Nathan asintió y empezó a caminar a mi lado mientras leía el dispositivo.
– En la entrada principal, se cómo es su auto, así que no te preocupes – no apartó la vista de su teléfono mientras me respondía, me empezaba a molestar, pero no quería interrumpir, tal vez leía algo importante. Un silencio molesto apareció, respiré profundo, no sabía cómo iniciar, debía comenzar de alguna manera, me guiaría por la situación.
– Narciso parece ser un buen tipo – me miró y asintió.
– Sí que lo es, es muy amable, atento y se preocupa por los nuevos empleados de la tienda – alagó con una gran sonrisa.
– A puesto a que fue él el que te dio el brazalete para mi mamá – Nathan me miró sorprendido.
– Si fue, ¿Cómo lo supiste? – fruncí el ceño.
– Según lo que me cuentas, el sujeto es todo un encanto – un encanto de idiota.
– Si es muy encantador.
– También es apuesto.
– Bastante. Muchos clientes lo han invitado a salir – volteé los ojos, Nathan no me vio, estaba revisando su teléfono.
– Ustedes dos harían una buena pareja – solté casi a modo de chiste, él me miró sorprendido y luego se sonrojó.
– No ¿Cómo crees?
– Claro que sí, serian la sensación del local, ambos son hermosos y parecen llevarse bien, sería estupendo – hablé algo sarcástico, Nathan se puso aún más rojo y luego sacudió la cabeza.
– No creo que seamos una buena pareja si te soy sincero. Tú por otro lado te verías muy bien con esa chica rubia con la que te vi en el local – volteé violentamente hacia él, Nathan solo miraba al frente mientras sus mejillas volvían a su tono níveo.
– ¿Me viste?
– Claro, cuando me desocupé te vi hablando con ella, no quise interrumpir, parecían bastante concentrados – dijo volviendo a mirar su teléfono. Yo por alguna razón me sentí culpable, como si hubiera hecho algo malo. Sacudí la cabeza, no había hecho nada, no podía asumir la culpa de algo inexistente – y ¿de que hablaban? – preguntó mirándome de reojo, lo vi confundido – esa chica y tú ¿de que hablaban?
– Nada importante, ella es la chica que adoptó a Chocolate, el perrito del que siempre te hablo – Nathan asintió – y como ese cachorrito es muy travieso me pidió ayuda para entrenarlo.
– Oh, entiendo, ¿Dónde lo entrenarás?
– En su casa – Nathan explayó los ojos y me miró sorprendido.
– ¿Por qué allí?
– Bueno, es mejor para Chocolate entrenar en un lugar que conozca, es un buen comienzo.
– ¿Cuándo irás?
– No lo sé, cuando me llame, supongo.
– Ya veo. Te deseo mucha suerte – me sonrió. Otra vez esa sensación de desagrado, esa sonrisa no me gustaba, era encantadora, pero a mí me parecía horrenda. Agradecí y continuamos.
Al final no pude hablar bien con él, llegamos rápido a la entrada y de inmediato se fue con ese tipo, se despidió, pero aun así me molestaba verlo con ese sujeto. Era irritante, tan perfecto, tan diferente a mí.
Continuará...
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