Quiero que Sigamos Así Por Siempre
El tiempo comenzó a avanzar y para mi desdicha Nathan no estaba mejorando, había pasado un mes desde aquel horrible reencuentro, el castaño ya no lloraba como antes, pero se notaba bastante triste: se quedaba horas en la mañana mirando por la ventana y en la noche buscaba que lo acariciara como si fuera un cachorrito en busca de afecto; por mi parte verlo tan decaído me dolía, ya casi no sonreía y su risa era como una leve brisa en un desierto, casi ni existía; yo estaba esperando a que regresara aquel joven alegre y atrevido del que me había enamorado y haría lo posible por recuperarlo.
– Ya llegué – avisé luego de entrar a la casa, Chocolate corrió a recibirme con mucha alegría, como hacia siempre – hola peludito ¿Cómo te portaste? – miré hacia la sala y noté las luces apagadas como en la mañana, eso me pareció extraño, Nathan siempre llegaba antes de mí, algo no estaba bien.
Terminé de entrar y luego de colocar las bolsas que cargaba conmigo en el sofá saqué mi teléfono y lo llamé, repicó un par de veces antes de escuchar finalmente su voz, haciéndome suspirar aliviado.
– ¿Aló?
– Nathan, que bueno que contestas, acabo de llegar a casa y noté que no has llegado ¿pasó algo? – escuché el típico bullicio de la calle y eso me hizo pensar que estaba saliendo apenas.
– No, bueno si pasó algo, pero no es nada grave, ahorita estoy saliendo, te cuento cuando regrese.
– De acuerdo ¿quieres que pase a buscarte?
– No Jackson, no es necesario, ya llegó mi transporte, tengo que colgar – lo escuché algo agitado, probablemente este corriendo para agarrar el autobús – nos vemos en casa – me colgó.
Suspiré, al menos ya venía en camino. Empecé a preparar todo para cocinar, prepararía uno de los platos favoritos de Nathan: Pasta con carne molida y jugo de fresa.
Puse a hervir el agua para la pasta y monté la carne, después de todo era lo que más se tardaría y mientras eso se cocinaba comencé a hacer el jugo de fresa; cuando el jugo estuvo listo y el agua estaba hirviendo Nathan llegó a la casa.
Chocolate salió disparado hacia él y mi castaño lo recibió con una pequeña sonrisa mientras lo acariciaba con cariño.
– Hola corazón ¿Cómo te fue? – él caminó hacia mí y me dio un beso corto en los labios.
– Bien, en cierto modo ¿y a ti?
– Bastante bien, agotador como siempre ¿y cómo es eso de "cierto modo"? – pregunté un poco preocupado, Nathan se quitó la chaqueta que tenía puesta revelando su uniforme de trabajo azul y luego de dejar su bolso y chamarra en la sala entró a la cocina y se sentó en uno de los bancos del mesón, yo eché la pasta mientras lo miraba preocupado.
– Bueno – se quitó el cabello de la cara – digamos que no me ha ido tan bien últimamente – en ese momento dejé de revolver la pasta y miré al castaño preocupado.
– Nathan... ¿Te despidieron?
– No, claro que no – suspiré aliviado – es solo que, debido a todo esto yo, no he sido el mismo y... bueno, mi jefe se dio cuenta y los clientes también, no logro hacer las mismas ventas que antes y eso me molesta – miró al suelo avergonzado – que algo personal afecte mi trabajo es poco profesional – volvió a echar su cabello hacia atrás.
Dejé de batir la pasta y caminé hacia él y le sonreí.
– Lo que te pasó es bastante feo, y entiendo por qué estas así, pero – alcé su rostro para que me mirara – no te frustres por eso, es normal que esto te haya causado un enorme bajón de ánimo y es muy común que se note en tu trabajo porque eres muy transparente.
– Lo sé, eso mismo me dijo mi jefe cuando le expliqué por qué estaba tan "melancólico" como él me llamó, él me entendió y me dio un pequeño descanso de una semana para que ordenara mis pensamientos y me centrara en mi trabajo, así que no iré a trabajar por ese tiempo – lo miré sorprendido, su jefe era bastante considerado, Nathan pareció notar mi desconcierto – él dice que soy uno de sus mejores empleados y por eso no quiere que algo como esto lo haga despedirme.
– Bueno, en ese caso, me alegra que no te despidieran y tiene razón, tienes que reponerte – él sonrió un poco y luego vio a la cocina.
– ¿Qué estas preparando? Huele muy bien.
– Como llegaste tarde, se me ocurrió sorprenderte con tu comida favorita – tomé una tira de pasta y la lancé contra la pared, esta se pegó a la cerámica y yo sonreí – ya está lista – la apagué.
– No te hubieras molestado.
– No te preocupes, sabes que yo también amo este platillo – él volvió a sonreír, pero casi de inmediato su mirada se apagó, yo le boté el agua a la pasta y acaricié su mejilla – Deberías ir a darte una ducha rápida, estas bastante sudado.
– Había mucha gente en ese autobús.
– Me hubieras dicho que te buscara.
– No quería molestarte, además de que tú trabajas más tiempo que yo. Pero tienes razón, voy a darme un baño y regreso, estoy ansioso por probar esa pasta – sonrió un poco y se fue de la cocina.
Yo suspiré, echaba de menos a ese Nathan coqueto y divertido, sé que está tratando de disimular, pero en el fondo sigue destrozado.
La cena estuvo deliciosa y para mi suerte logré sacarle una sonrisa a Nathan con la comida, le había encantado. Luego de lavar los platos y de arreglar la cocina me senté en el sofá de la sala para ver una película.
Estaban dando una que sinceramente no entendí en absoluto, Chocolate estaba a mi lado mientras Nathan hacia algo en su habitación, decidí dejarlo solo, como hacia siempre después de la comida, sé que necesita pensar y aclarar su mente, así que lo dejo tranquilo.
Como a la mitad de la película, cuando comenzaba a quedarme dormido, sentí algo sobre mis piernas, al comienzo pensé que era Chocolate, pero pesaba más que nuestro perrito, abrí los ojos y me topé con unos verdes hermosos. Miré con atención y me di cuenta de que Nathan estaba sentado sobre mí, de frente y con las piernas abiertas.
– Nathan ¿Qué estás haciendo? – pregunté algo temeroso, desde aquel día no ha intentado hacer nada sexual conmigo, eso no me molestaba del todo, entendía el porqué, pero sabía que esta noche tampoco haría nada, sus ojos tistes me lo decían. Sin previo aviso me abrazó pegando su pecho al mío.
– Jackson – me susurró con voz lastimera, estaba al borde del llanto y yo sabía exactamente lo que quería: cariño.
Comencé a sobar su espalda con suavidad mientras lo mecía en mis piernas como podía, no era pesado, pero obviamente no era un bebé. Él me abrazaba y derramaba una que otra lagrima, lo sabía porque lo escuchaba sollozar y sentía sus lágrimas caer en mi hombro.
Mientras lo consolaba, repasaba la discusión en mi mente, y había algo que por más que lo pensaba seguía sin cuadrarme ¿Por qué había llamado a Nathan de esa manera? Es decir, entiendo el porqué, después de todo él se había acostado con esos tipos, obligado, pero lo había hecho y según lo que mi conejito me había contado, habían sido 3 hombres amigos de Ángelo; mi duda era ¿Cómo Leo lo sabía?
El llanto de mi conejito comenzó a menguar, sabía que se estaba quedando dormido, yo seguí meciéndolo con calma, acariciaba su cabello y lo arrullaba con cariño, eso lo hacía olvidarse de esa escena y lo calmaba. Poco a poco se quedó dormido en mis brazos, aproveché que me estaba abrazando para sujetarlo por los muslos y cargarlo hasta mi cama y acostarlo allí, sabía que no iba a dormir solo, si lo dejaba en su habitación vendría en la noche a acostarse conmigo, así que ya se me había hecho costumbre llevarlo a mi cuarto. Cuando iba a quitar sus brazos de mi cuello lo sentí jalarme hacia él.
– Nathan... sigues despierto – él me miró, sus ojos estaban rojos y un poco inflamados, sonrió un poco cuando lo miré y se levantó para abrazarme mejor, yo le correspondí.
– Gracias por estar siempre conmigo, debes estar aburrido por mi actitud.
– Claro que no, sabes que yo estoy aquí contigo y no voy a dejarte solo, sobretodo en estos momentos – él me apretó más, lo sentí oler mi cabello y luego comenzó a pasar su nariz por mi cuello.
– Hueles muy bien – me habló medio dormido, yo sonreí, era gracioso cuando se estaba quedando dormido, a veces decía incoherencias o frases inentendibles, casi como si estuviera borracho.
– Es mi Shampoo – respondí con una sonrisa mientras lo dejaba olerme, su naricita me hacía cosquillas en el cuello, podía sentir su respiración erizarme la piel, me gustaba mucho tenerlo así.
– ¿Tú crees que soy una ramera? – abrí los ojos al escuchar esa pregunta, sentí como apoyaba su barbilla en mi hombro y acariciaba mi espalda distraído.
– Por supuesto que no Nathan ¿Por qué pensaría eso?
– ¿Por qué Leo lo piensa? – preguntó con la voz algo quebrada, acaricié su espalda y besé su cuello.
– No pienses en eso, mejor, descansemos, mañana debemos ir de compras – hablé dándole unos golpecitos en la espalda, él asintió y se separó de mi frotándose un ojo, se veía adorable. Se acostó en la cama y yo me levanté – voy a apagar las luces.
Corrí por toda la casa apagando todo, Chocolate estaba acostado en su cama en la sala, al parecer hoy dormiría afuera de la habitación, lo acaricié y regresé a la habitación, Nathan me estaba dando la espalda; me acosté detrás suyo luego de apagar la luz y lo abracé por la espalda, él se volteó de inmediato y buscó acurrucarse contra mi pecho, besé su frente y lo dejé dormir tranquilo luego de arroparnos.
La semana siguiente Nathan se quedó en casa, su comportamiento era casi el mismo, solo que se quedaba dormido hasta más tarde y ahora el que se despertaba primero era yo, Chocolate parecía darse cuenta del estado en que estaba el castaño, es por eso que lo dejaba dormir y cuando yo llegaba en la tarde lo encontraba sobre sus piernas dejándose acariciar por mi compañero para consolarlo.
Yo me estaba cansado de verlo así, no podía creer que ese imbécil le haya dicho todo eso, entiendo que Nathan actuó muy mal con él, pero, ¡Demonios! ¡Era su hermano, su única familia! Era un desgraciado, no podía soportarlo más.
Ese jueves noté que Nathan no había querido comerse el desayuno, si, él había empezado a comer un poco menos, pero al menos comía, y no quiso comer esta vez. Esa fue la gota que rebasó el vaso. Busqué entre mis cosas un papel de la tienda de mascotas, estaba decidido a encontrar respuestas. El viernes en la mañana preparé todo rápido y le dejé una nota a Nathan para indicarle porque había salido tan temprano, le dejé el desayuno y antes de irme le di un beso en los labios.
– Te prometo Nathan, que esto no se va a quedar así, solo espera corazón – salí de la casa inmediatamente y me fui a mi trabajo.
Ese día trabajé como un loco y al medio día pedí el resto del día, salí de allí y fui directo al edificio de ese castaño con mechas azules, debía responder mis dudas y tenía que conocer la verdad, no podía soportar ni un segundo más a mi conejito con esa mirada tan triste en su rostro.
Esperé unos 10 minutos para entrar al enorme edificio, un hombre de largo cabello azul teñido y rostro intimidante me abrió la puerta y yo corrí como bólido al ascensor, marqué el piso 4 y esperé impaciente para llegar. Cuando las puertas se abrieron salí y toqué el timbre del apartamento 3 y nadie me abrió, ¡Demonios! Parecía que no estaba; no importa, lo esperaría toda la tarde si era necesario, solo esperaba que no se me hiciera tan tarde, Nathan no sabía que estaba en el edificio donde vivía su hermano.
Luego de unos 30 minutos el ascensor se abrió y vi a mi objetivo salir de él con su portafolios negro y traje elegante, caminó hasta su puerta y empezó a abrir, yo estaba en las escaleras y él desde su departamento no podía verme, caminé silenciosamente hasta pararme detrás de él.
– Tenemos que hablar – informé con voz segura, Leo se volteó algo sorprendido y molesto, cuando me vio frunció más el ceño.
– Vaya, el hombre que se quedó con la puta al final. Perdón por desilusionarte, pero no tengo nada que ver contigo – empezó a mover más rápido la llave, lo sujeté por la muñeca y lo miré molesto.
– No le digas así a Nathan, él no es ese tipo de persona.
– Parece que te ha engañado tanto como a mí, solo que al final yo si pude ver la verdad – se soltó de mi agarre, fruncí más el ceño y dejé caer la bomba.
– ¿Y cómo es que sabes que Nathan se acostó con esos otros tipos? – Leo pareció pasmarse un poco en su lugar – se supone que Nathan y tú dejaron de tener contacto hace más o menos dos años ¿o me equivoco? – el castaño volteó a mirarme – ¿Cómo estas tan seguro de que tu hermano es una "puta"? – el mayor notó que comenzaba a subir la voz, miró a todos lados y abrió la puerta.
– Entra – me ordenó con voz firme, yo lo miré confundido – no tengo ganas de hacer un escándalo frente a los vecinos, así que entra si no quieres que te muela a golpes – acepté su "amable" invitación y pasé a su casa.
Era muy elegante, definitivamente su apartamento era más grande que el mío y noté que tenía muchas macetas y plantas, además de cuadros y esculturas, la casa era de paredes blancas, pero era bastante acogedora. Leo entró a la cocina luego de quitarse su saco y se sirvió un vaso de agua.
– Que conste que estas aquí para evitar problemas con los vecinos, eres un molesto polizón, así que no te ofreceré nada – asentí en mi lugar y me senté en uno de los muebles, él hizo lo mismo mirándome molesto – ¿Qué mierda quieres? Vengo bastante cansado de tratar con idiotas todo el día para que vengas tú a terminar el trabajo.
– Solo quiero entender por qué, ¿Por qué le dijiste todo eso a Nathan? ¿Cómo sabes que él se acostó con esos tres tipos? Se supone que ustedes cortaron lazos, así que ¿Cómo sabes todo eso?
Leo tomó un poco de su vaso y luego lo puso en la mesita que tenía a un lado.
– Supongo que ya sabes por qué nos distanciamos ¿no? – yo asentí – al comienzo decidí apartarme, no quería saber nada de él y por unos meses fue así, pero el hermano protector que hay en mi interior me empezó a molestar, así que solo por las dudas decidí ir a la casa de ese hombre y ver si estaba bien – hizo una pausa para tomar otro sorbo – fui a escondidas una tarde que tenía libre, al llegar vi salir del apartamento a ese malnacido y a otro hombre, estaban conversando, yo me escondí en las escaleras y cuando los escuché me quedé sin palabras, el sujeto desconocido hablaba de lo "maravillosa" que había sido la mamada que Nathan le había hecho y le agradecía a Ángelo por haberlo invitado, yo no podía creer que mi hermano fuera capaz de venderse así.
– Leo, eso no es...
– Aun no he terminado. Luego de ver eso me fui a mi casa sorprendido y molesto, pero volví a preocuparme, pensé que algo más podía estar pasando, así que un tiempo después volví a ir y vi a esa puta muy feliz besando a Ángelo y se despedía de él con una gran sonrisa, una llamada del trabajo me impidió acercarme a él pero cuando me desocupé fui de nuevo al lugar, ahora de la casa salían dos tipos desconocidos y Nathan los besó a los dos en la boca – yo me sorprendí al escuchar eso, no sabía que había hecho eso, Leo tomó otro poco y continuó – me fui furioso del lugar y unos meses después de debatirme si perdonarlo o no, decidí confrontarlo, pedirle que me explicara la situación, y cuando fui a su casa te vi a ti entrando con una gran sonrisa.
Miré a Leo sorprendido, podía entender su molestia, él pensaba que su hermano estaba en peligro, pero no era así según lo que estaba viendo.
– Si eso es todo lo que querías saber la puerta está abierta – me señaló la salida y volvió a tomar del vaso, yo fruncí el ceño.
– ¿Por qué no le preguntaste directamente a Nathan sobre eso? ¿Por qué te quedaste callado? ¿Por qué no lo viste a él directamente? Él te hubiera explicado todo – él me vio con burla.
– ¿Explicar? ¿Qué más explicación necesitaba? Él estaba más que feliz cogiéndose a quien quería y complaciendo a ese bueno para nada, no podía creer lo bajo que había caído, ¿Cómo podía venderse así? Y yo que pensaba que estaba en peligro.
– ¡Si lo estaba! – Leo me miró sorprendido, sin querer me había levantado del sofá y le había gritado – él estaba en peligro, era miserable en ese lugar.
– Eso no fue lo que yo vi.
– Solo viste un poco de lo que ocurría, ¿sabías que ese desgraciado tenia cámaras por toda la casa y que con ellas espiaba a Nathan desde su trabajo? – él me miró asombrado – ¿sabías que lo amenazaba para que se acostara con esos tipos? Ah y, por cierto, solo fueron 3, Nathan estaba en contra de eso, pero ese infeliz lo obligó a hacer eso, ¿Sabías que en ocasiones Ángelo dejaba a Nathan amordazado por completo y encerrado en un armario completamente solo? – sí, eso pasó más de una vez. Leo me miró sorprendido y un poco angustiado, pero luego retomó su compostura.
– ¿Por qué debería creerte?
– Leo, tú conoces más a Nathan que yo, sé que él tiene un carácter algo incitante y juguetón a veces, pero no está por ahí acostándose con cualquiera.
– Se acostó contigo ¿no?
– De echo eso no pasó así – le terminé contando todo a Leo: como nos conocimos, como nos habíamos encontrado de nuevo, como terminó viviendo en mi casa, lo que ese sujeto quiso hacer con sus cosas, la aparición de Ángel en el parque, obviamente omití la "relación" que poseíamos, aun no éramos una pareja oficial, además de que eso tampoco era algo que él debiera saber por el momento.
Leo me miraba atento mientras yo le explicaba todo, noté su mirada cambiar, se veía un tanto preocupado y algo triste. Yo me sentía asqueado relatando lo que había pasado Nathan y enterarme de más cosas me ponía peor, solo podía pensar, si así me sentía yo, ¿cómo se sentiría él? Cuando terminé de hablar Leo me miró sorprendido.
– Leo, él ha pasado por mucho, no puedo imaginar lo sucio que debe sentirse y aun así se mantiene en pie, consiguió un trabajo y le está yendo bastante bien, pero ahora...
– ¿Y yo que? – me interrumpió de golpe con una voz extraña, se veía molesto – ¡¿Y yo que, eh?! ¡¿Sabes todas las noches que pasé sin dormir por su culpa pensando si estaba bien o no?! ¡¿Sabes cuantas veces pensé en hablarle?! ¡Él se lo buscó! ¡Sabía que eso pasaría! ¡Yo...! – sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, yo lo miré sorprendido – ¡Yo...yo se lo advertí! ¡Se lo dije tantas veces! – las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas – Yo...sabía que esto iba a pasar – se llevó las manos a la cara tratando de oculta sus sollozos, yo me quedé de piedra en el mueble, no esperaba que se pusiera a llorar – Ay Nathan... ¿Por qué no me hiciste caso? – empezó a llorar, se podía notar la frustración y el dolor que sentía.
Yo sentí mis ojos humedecerse, caminé hasta Leo y con cuidado acaricié su espalda, él no me apartó, siguió llorando por un rato más. Entendía su dolor, esa impotencia, era la misma que yo sentía cuando Nathan no quería hablar con él, no podía hacer nada para aliviar su tristeza, ese sentimiento, no poder ayudar a alguien que quieres, es muy desagradable.
Leo dejó de llorar, yo le ofrecí un pañuelo y luego le mostré el papel que cargaba conmigo.
– Estas son las indicaciones que me dio ese malnacido el día en que conocí a Nathan – Leo tomó el papel y lo leyó, luego me miró dolido – Leo, realmente me gustaría retroceder el tiempo y cambiar las cosas tanto como a ti, pero desgraciadamente eso no se puede hacer – puse una mano sobre su hombro – Sé que esto no va a cambiar lo que pasó, Nathan cometió una estupidez muy grande y de eso todos estamos conscientes, sobretodo él, una simple disculpa no va a reparar dos años de distanciamiento entre ustedes, no va a cambiar lo que sufrió Nathan y mucho menos lo que pasaste tú, y realmente que lo perdones tampoco arreglará nada, pero si cambiará las cosas para mejor.
– Yo, la pasé muy mal esos dos años, no podía creer que mi hermano, mi única familia, se hubiera alejado de mi por culpa de un hombre como ese. Sabía que eso pasaría, uno de mis colegas conocía a Ángelo y él sabía lo que le había hecho a su anterior pareja, ofreciéndolo como trofeo a todos, todos lo sabían. Yo traté de advertirle y mira lo que pasó.
– Lo sé, no puedo ni imaginar lo que sentiste en ese momento, lo único que sé es que los dos se hicieron bastante daño – él me miró preocupado.
– ¿Cómo está él? ¿Sigue viviendo contigo?
– Si – dije con una sonrisa – él, bueno, ahora no está muy bien – Leo se preocupó más, yo traté de calmarlo – no es nada "grave", él, está bastante deprimido por lo que pasó y, bueno, no la está pasando muy bien, está bastante desmotivado ahora mismo. Es por eso que estoy aquí. Leo, no vine a obligarte a que lo perdones porque, eso realmente debe nacer de ti, yo no puedo interferir de esa manera en su relación, pero no podía quedarme callado sin que conocieras la verdad de todo lo que ha pasado tu hermano.
– ¿Por qué no me habló antes? Lo pude haber perdonado hace mucho tiempo.
– Él pensaba que tú seguirías molesto, además de que estaba consiente de todo lo que te podía haber hecho pasar, se sentía miserable por hacerte daño, lo conoces, se culpa demasiado a veces – él sonrió nostálgico y yo sonreí de lado – Como dije antes, no te voy a obligar a que te disculpes con él, vine a contarte la verdad. Sé que esto no es fácil, tomate tu tiempo para pensar en todo lo que discutimos – me levanté del mueble, me había sentado a su lado cuando lo consolaba. Caminé a la salida.
– Jackson – volteé a verlo, él sabía mi nombre por el papel que le mostré – a ti te gusta Nathan ¿verdad? – yo lo miré sorprendido y el frunció un poco el ceño – vamos, un amigo no vendría hasta aquí para convencerme de que Nathan no es una ramera – suspiré derrotado.
– Tienes razón, estoy enamorado de tu hermano – Leo me analizó por un momento, yo me sentí algo nervioso, pero al final él sonrió.
– Espero que mi hermano te corresponda, porque si fuiste capaz de venir hasta aquí a hacer esto por él, eres una persona que vale la pena – se levantó detrás de mí y tomó sus llaves – llévame a tu casa por favor – lo miré sorprendido – yo... estoy muy apenado por lo que hice y sé que Nathan hizo mal, pero yo también la cagué en cierto sentido, debí haberme acercado a él cuando pude en lugar de sacar conclusiones, creo que ambos nos lo tenemos merecido. Quiero hablar con él, déjame esperarlo en tu casa hasta que regrese de su trabajo.
– Nathan está en casa, como estaba deprimido su jefe lo mandó a descansar una semana. Te llevaré a mi apartamento, ya es momento de que hagan las pases.
Ambos salimos del edificio y nos subimos a mi moto, llegamos al estacionamiento y subimos a mi apartamento, Leo se veía algo nervioso, se veía arrepentido por haber hecho todo lo que hizo. Entré con cuidado, Nathan no sabía que regresaría temprano, Chocolate salió a recibirme con alegría y olfateó a Leo en la puerta, pareció no importarle porque volvió a correr a mi lado.
Miré la sala y vi que mi castaño no estaba ahí, así que supuse que debería estar en la habitación, miré a la cocina y noté su desayuno intacto, de nuevo no quería comer.
–Volvió a dejar el desayuno – susurré para que no me escuchara – Leo, escucha, quédate aquí en la sala, déjame traerlo, debe estar en uno de los cuartos – el mayor me asintió, cerré la puerta y caminé al pasillo, lo busqué primero en su cuarto y no estaba, revisé el baño y tampoco estaba, así que solo me faltaba mi habitación.
La puerta estaba cerrada, la abrí lentamente y vi a mi hermoso castaño dormido en la cama abrazando una almohada, caminé hasta él y comencé a moverlo con una dulce sonrisa.
– Nathan, Nathan despierta – él comenzó a despertarse lentamente, me miró confundido.
– Jackson, hola ¿Qué haces aquí tan temprano? – preguntó medio dormido, Chocolate se subió a la cama y comenzó a lamerle la cara – ¡Chocolate no! – exclamó riendo un poco y acariciándolo en el proceso, eso lo ayudó a despertarse – ¿Qué pasa? Nunca llegas a esta hora – se veía algo preocupado, yo sonreí – ¿pasó algo bueno? – preguntó al notar mi sonrisa.
– Más o menos, vamos a la sala, quiero mostrarte algo.
Él se levantó de la cama con su pijama abrigador y yo le di la mano con una sonrisa, Nathan parecía confundido, pero me siguió por el pasillo, al salir a la sala vi a Leo esperándonos junto al sofá, sentí la mano de Nathan apretar mi mano con fuerza, lo había visto, sus ojos comenzaron a humedecerse mientras lo veía estático.
– Hola – habló Leo nervioso, se veía cómico así considerando que era bastante intimidante – Nathan, yo, lamento mucho lo que te dije el otro día, la ira me tenía segado completamente y... – el castaño se soltó de mí y corrió a toda velocidad para darle un fogoso y dulce abrazo, Leo le correspondió acariciando su cabello.
Ambos se separaron y se miraron a los ojos con unas enormes sonrisas, los dos comenzaron a llorar y se abrazaron de nuevo con mucho más cariño.
– Perdóname Leo, debí hacerte caso, no debí haber hecho todo ese alboroto – el castaño con mechas azules se separó de él y limpió las lágrimas de su hermano.
– Perdóname tú a mí, la forma en la que te traté fue inhumana, tenía mis razones, pero no pensé antes de sacar conclusiones.
Ambos se perdonaron dándose un abrazo otra vez, los dejé abrazarse y llorar todo lo que quisieron, después de todo, así debió haber sido el reencuentro en primer lugar.
Ambos platicaron y explicaron los malos entendidos, decidimos cenar los tres con una pizza grande, Nathan estaba muy feliz junto a su hermano y yo no podía estar más que contento de verlo tan animado después de tanto tiempo. Hubo muchas bromas y juegos entre los tres, Leo no era una mala persona conociéndolo un poco más a fondo, pasamos una noche divertida, al final Leo terminó regresándose a su casa casi a las 10:30pm, por suerte su amigo David (con el que vivía) lo vino a buscar.
Nathan estaba rebosante de alegría y esa noche luego de una movida y calurosa ronda, ambos nos acostamos uno junto al otro, abrazando nuestros cuerpos desnudos, solo sintiendo la calidez del otro, él me abrazó y besó mi pecho que estaba lleno de marcas por su causa, al igual que el suyo.
– Gracias Jackson, en serio gracias por aparecer en mi vida, gracias – me besó en los labios con una gran sonrisa.
– No, gracias a ti por llegar a ella de repente – él sonrió y se acurrucó besando mi cuello y los dos caímos en los brazos de Morfeo.
Dos meses más pasaron, el resto de la pandilla conoció a Leo y a David y para mi sorpresa todos parecían llevarse de maravilla, Nathan y yo no podíamos estar mejor, había pasado un año desde que él y yo nos habíamos reencontrado en aquel bar y queríamos celebrarlo, Liam sugirió reunirnos y tomar todos juntos, pero nosotros al final decidimos festejar a nuestro modo, era nuestro día especial, así que queríamos pasarla súper los dos solos.
Aprovechando que era domingo los dos decidimos quedarnos en casa y festejar allí, compramos una botella de champan y decidimos tener una hermosa cena en el balcón del apartamento, rodamos la mesa hacia la ventana y pusimos luces decorando el lugar, pusimos un mantel elegante y decoramos con más cosas el balcón; preparamos entre los dos nuestro platillo favorito y nos pusimos nuestra mejor ropa, hasta a Chocolate lo habíamos arreglado para la ocasión.
Nos sentamos a la luz de las bombillas azules y cenamos a gusto mientras hablábamos de todo lo que había ocurrido ese año, yo no podía creer que ya tuviéramos tanto tiempo viviendo juntos y estaba muy feliz, quería que siguiéramos así, esa era la vida perfecta.
Desgraciadamente una cigarra gigante nos arruinó el momento, porque cuando me levanté para ver algo por la ventana, la condenada se enredó en mi cabello, yo grité tratando de espantarla y cuando se desenredó voló hacia adentro de la casa, era gigantesca y verde.
Parte de la noche Nathan y yo estuvimos tratando de atraparla y al final él la liberó. Yo aún seguía con la sicosis de tenerla enredada en el cabello así que me fui a dar una ducha, Nathan me acompañó y podrán imaginar que no solo nos duchamos allí.
Salimos del baño y con nuestros pijamas preparamos palomitas, terminaríamos la noche viendo una película, Nathan fue a buscarla mientras que yo terminaba de arreglar la sala para la función, cazando a la cigarra habíamos desordenado bastante la sala; le quité el traje a Chocolate y este se acostó a un lado de sofá, teníamos una enorme sabana para disfrutar de la película calientitos y las palomitas y bebidas estaban preparadas.
– ¡Jackson! – me gritó Nathan desde mi cuarto – ¡¿Qué tipo de película te gustaría ver?! – me preguntó.
– ¡La que tú quieras! ¡Sorpréndeme! – le respondí, me crucé con un bolso que se había llevado a la casa de Leo el día anterior, iba a visitarlo seguido y el castaño con mechas azules nos visitaba a nosotros. Tomé el bolso, no me di cuenta de que estaba abierto y todo lo que estaba adentro se salió y cayó al suelo – Demonios – me agaché para recoger todo y guardarlo dentro del morral, guardé sus audífonos, su libreta, su cuaderno, una cartuchera y una carpeta, cuando estaba acomodando los papeles que se habían salido de esta última noté uno que me pareció interesante.
Lo tomé luego de guardar todo, lo que tenía en mis manos no era un papel, era un catálogo de casas que estaban en venta, no le di importancia, después de todo Leo era agente de bienes raíces, así que era normal que Nathan tuviera eso allí, tal vez lo había guardado por error. Empecé a ojear las casas hasta que me topé con una que estaba marcada con un circulo, me quedé viendo la casa, era el estilo de casa que a Nathan le gustaría según lo que me había contado.
¿Por qué esa casa tenía un circulo? ¿Qué hacía esto en el bolso de Nathan? Mis preguntas fueron pausadas cuando el dueño de aquel morral apareció por el pasillo.
– Creo que esta película te gustará – habló sonriente, luego miró lo que tenía en la mano y su sonrisa se derrumbó ¿Nathan planeaba mudarse?
Continuará...
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