Esperaré por Ti
Llevaba varias horas allí sentado, miraba con atención el pasillo esperando a que la enfermera saliera y me dijera algo, pero eso no ocurría; mi madre y mis amigos habían llegado hace bastante tiempo y se encontraban conmigo en la sala de espera, todos estábamos preocupados por Nathan.
Yo no podía creer que esto haya sucedido, no podía entender por qué ese restaurante no aclaraba los ingredientes de sus batidos, sobre todo con el maní, es la causa de una de las alergias más comunes en el mundo y ellos se reservaban que el batido tenía ese ingrediente como si fuera el santo grial, mi madre estaba planeando denunciarlos por esa estupidez, a ver si se les acomoda el tornillo que tenían flojo.
Temía perder a Nathan, en poco tiempo se había convertido en alguien muy valioso para mí, yo estaba enamorado de él y nunca se lo confesé, me arrepentía de no haberlo hecho antes de que esto ocurriera. La simple idea de vivir sin poder verlo nunca me aterraba. Aun recordaba cuando se desmayó, de verdad sentí que moría en ese preciso momento, no podía perderlo, no podía; él había tomado bastante del batido, así que había mucho maní en su interior y no sé si eso empeoraba o no las cosas.
Para la gran sorpresa de todos, la enfermera que me había atendido cuando llegué apareció junto al doctor, me levanté de inmediato y caminé hasta ellos, los demás me siguieron.
– ¿Cómo está doctor? – pregunté preocupado.
– Al inicio nos costó bastante pero ahora está respondiendo bien a los medicamentos, tendrá que pasar una noche aquí para que lo vigilemos, pero si todo sale bien mañana mismo le daré el alta.
Todos nos alegramos mucho al saber eso, mi amigo estaba bien y eso era lo más importante.
– Bueno, yo me retiro, Natalie me está esperando, le alegrará saber que Nathan está bien, avísenme sobre cualquier cosa. Por cierto – se me acercó – cuando lo den de alta llámame, vendré por ustedes – yo le asentí con una sonrisa, él se fue del hospital.
– ¿Podemos verlo?
– Si, pero está dormido, despertará pronto, está en la habitación 5 en el piso 2.
Le agradecimos al doctor y de inmediato nos dirigimos hacia aquel lugar, al abrir la puerta pude observar a mi hermoso castaño dormido, aun tenia las marcas rojas por la alergia y se veía un poco hinchado, pero estaba bien. Entramos en silencio y yo de inmediato me paré a su lado.
– Se va a poner bien – habló mi madre mientras sobaba mi mejilla con cariño – yo mientras tanto tengo que hacer la denuncia contra ese restaurante para que mínimo les pongan una multa por lo que hicieron.
– Eso es verdad, ocultar un ingrediente causante de alergias y no tener algún medicamento para contrarrestarlo es algo que definitivamente no puede pasar, o les hablas con claridad a los clientes, o tienes el medicamento – opinó Lyla molesta.
Las miré y luego vi a mi madre preocupado.
– Mamá, es mejor que no hagas la denuncia – ella me miró molesta.
– ¿Por qué? ¡Cometieron una falta muy grande!
– Si, pero tú te iras de viaje mañana, no te vas a quedar aquí para sostener la denuncia – ella me miró y luego bajó la cabeza, sabía que tenía la razón; apretó los puños molesta, Lyla lo notó y puso una mano en su hombro.
– No se preocupe señora Natasha, si quiere yo me puedo hacer cargo – mi madre la vio y sonrió.
– De acuerdo.
– Liam, vamos de una vez – mi amigo asintió y salieron de la habitación.
Me senté en una silla que estaba junto a Nathan y lo miré preocupado, estaba aliviado porque se iba a recuperar, pero aun podía complicarse, solo esperaba que no ocurriera. De pronto, a mi mente apareció algo de lo que me había olvidado por completo, abrí los ojos asustado y miré a mi madre nervioso.
– ¡Chocolate! ¡es la hora de su comida! – Me levanté apurado, luego miré a Nathan, no quería dejarlo aquí solo, no quería separarme de su lado. Mi madre me sujetó por los hombros y me sonrió.
– Quédate con él, te necesita – me miró con dulzura – yo iré a darle la comida a Chocolate y de paso me daré una ducha ¿quieres que te traiga algo de la casa?
– No, solo, llévate esto por favor – le entregué la toga y el birrete – no puedo cargar con esto de aquí para allá. ¡Ah! También tráele ropa a Nathan, algo cómodo con lo que pueda irse – le dije al notar que tenía una bata de hospital puesta, mi madre asintió.
– Cuídalo Jackson – me dijo antes de marcharse, le asentí y la vi salir de la habitación.
Caminé a Nathan de nuevo, las marcas rojas estaban un poco menos visibles, su rostro se veía algo inflamado y respiraba casi con normalidad, estaba respondiendo bien al tratamiento. Sonreí y me senté de nuevo a su lado, comencé a acariciar su suave cabello que en ese momento estaba bástate alborotado por todo el ajetreo.
Suspiré aliviado al verlo tan tranquilo, me alegraba mucho haber llegado a tiempo. Lentamente se removió un poco y con dificultad abrió los ojos, sonreí al ver esos orbes verdes mirándome fijamente.
– Nathan, que bueno que despiertas – hablé con una sonrisa, él me sonrió y con cuidado se acomodó un poco en la cama para enderezarse, tenía la vía conectada a la mano derecha – ten cuidado.
– Jackson, que gusto me da verte – habló con la voz algo gastada, eso podía deberse a todo lo que tosió y carraspeó en el camino, sonreí al escucharlo.
– A mí también, no sabes lo mucho que me asustaste, en verdad pensé por un segundo que te perdería.
– Yo también, pensé que iba a morir, en serio, no podía respirar. Pero me salvaste; te debo mi vida, muchas gracias – le sonreí.
– No es nada, yo, no podía dejarte así como así, la ambulancia no iba a llegar a tiempo.
– Lo sé – se sentó un poco mejor en la cama.
– No te fuerces mucho, recuerda que aún no estás recuperado – él sonrió un poco.
– Lo sé, aun siento el rostro hinchado, hasta mis labios están algo inflamados – habló mientras se tocaba la boca sonriendo – si quisieras besarme ahora sería algo complicado por mis labios – empezó a reír.
Yo me quedé quieto en mi lugar, Nathan hacia eso porque era su forma de actuar y yo le seguía el juego sin decirle la verdad, que en el fondo quería tenerlo solo para mí y besarlo no por simple capricho o juego como él, lo besaría porque es la persona de la que estoy enamorado. Él notó mi silencio y mi seriedad, me miró preocupado.
– ¿Qué ocurre? ¿Te molestó lo que dije?
– No – hablé reaccionando – es solo que... yo... – me quedé callado, no quería confesarle la verdad, no quería que nuestra amistad terminara y mucho menos en un lugar y un momento como este, pero debía ser sincero con él, casi lo pierdo hoy sin decirle lo que siento por miedo a su respuesta, pero eso debe acabarse, él debe conocer lo que siento por él, soy su amigo y debo ser sincero – bueno, yo – suspiré, no puedo creer que esté a punto de hacer esto; Nathan me miró con atención, parecía preocupado por mi forma de actuar – bueno, la verdad es que... yo... yo no puedo seguir haciendo esto.
Él me miró confundido, parecía tratar de comprender mis palabras, pero solo me vio preocupado.
– ¿A qué te refieres? ¿Seguir haciendo qué?
– Bueno, ¡Esto! ¡Besarte así, tocarte así, dejar que me toques y que me beses!, Nathan... estoy muy confundido – hablé tratando de ser sincero, él me miró un poco triste y algo asustado – perdóname, pero no puedo permitir que eso siga sucediendo.
– Jackson... yo... perdón... debí haber pensado un poco más en ti y en cómo te sentirías, pero... – dijo preocupado, noté como sus ojos se llenaban de lágrimas, demonios, me había malinterpretado.
– Eso no es lo que quise decir, es que yo, me confundo, no quieres una relación, pero me haces todo eso y yo, en lugar de detenerte porque eso está mal, dejo que sigas y te sigo el juego – me miraba aún más confundido y preocupado, ¿Por qué era tan difícil explicar esto? – yo, lo que, ¡Lo que quiero decir! Es que... tú me gustas – Nathan abrió los ojos sorprendido – y no pienses que es por tu apariencia, bueno si, me gusta tu apariencia pero no es todo lo que me gusta de ti... me gustas por quien eres, me enamoré de ti – solté finalmente, sentía mis mejillas ardiendo y miraba nervioso a Nathan, él no dejaba de verme sorprendido – tenía que decirte esto porque no puedo permitir que me sigas confundiendo, me hago la ilusión de que quieres algo más conmigo pero no quieres una relación, entonces me confundo y no te lo dije antes porque no quería perder tu amistad, así que decidí que mejor te seguiría el juego y...
– Tú también me gustas.
– Te seguí y... ¿Qué? – lo escuché decir algo, pero no le entendí, Nathan suspiró y me miró sonrojado.
– Jackson, tú t-también me gustas, me gustas en serio, yo... también me enamoré de ti – lo miré estupefacto, no podía creer lo que me estaba diciendo – al inicio me gustó tu apariencia y luego empezaste a gustarme, yo, no quería asustarte con ser amigos con derecho o algo así porque, te gustan las chicas y yo, no sabía si me rechazarías, estaba muy confundido. Cuando comenzaste a seguirme el juego me sentí feliz, pero, al mismo tiempo me puse triste, no quería que lo tomaras como un juego, te quería solo para mí, te quiero solo para mí – habló mirándome con decisión – pero aun no quiero tener una relación contigo, me alegra saber que me correspondes, pero, no estoy listo para intentarlo de nuevo, aun no – me dijo con tristeza, unas cuantas lagrimas resbalaron por sus mejillas – no quiero hacerte esperar.
Me acerqué a abrazarlo con cariño, acaricié su espalda para calmarlo mientras el lloraba en mi hombro, no sé si era de felicidad o de tristeza, pero yo estaría con él para consolarlo siempre.
– Nathan – me separé un poco de él y limpié sus mejillas con mis pulgares – no te pongas así, yo no me voy a separar de tu lado – me miró con algo de ilusión, pero dudoso – te esperaré, todo lo que haga falta, nunca había sentido esto por nadie – miré sus labios algo inflamados por la alergia y sonreí acercándome a ellos, Nathan cerró los ojos y esperó a que yo lo besara pero eso no sucedió, los abrió y me miró, estaba sonrojado – ¿Puedo? – él sonrió y asintió divertido, finalmente nuestros labios se tocaron, lo besé con dulzura saboreando cada rincón de aquella boca pero sin profundizar el beso; cuando nos separamos él me miró con una gran sonrisa.
– No me beses tanto, harás que mis labios se inflamen más – reí por su comentario y junté nuestras frentes – estoy horrible así, estoy todo inflamado, parezco un globo.
– Eso no es verdad, eres como un tierno osito de felpa para mí – tomé sus mejillas y las apreté un poco – mira esos cachetitos adorables – él empezó a reír.
– Jackson, basta – me habló riéndose, bajé una de mis manos a sus labios y los acaricié con cariño, a pesar de estar inflamados y algo rojos seguían siendo muy suaves.
Nathan me dio una mirada suave, pero alegre, no había deseos ocultos, ni era seductora como de costumbre, era inocente y resplandeciente, adoraba esa mirada llena de ilusión y cariño.
– Jackson, ya traje lo necesario – Nos separamos a toda velocidad, mi mamá había entrado a la habitación sin tocar, por suerte no nos había visto – Nathan, despertaste, ¿Cómo te sientes?
– Bien, señora Natasha – habló sonrojado, mi madre caminó hasta él y acarició su cabello.
– Me tenías muy preocupada – habló con una sonrisa algo dolida – me asustaste.
– Perdóneme, no era mi intención – ella sonrió y me vio a mí, luego le dio un álbum de fotos a Nathan.
– Te traje esto para que tengas algo con lo que entretenerte, Jackson, ¿puedes salir un momento? Necesito hablar contigo – yo la miré asustado ¿nos había visto?
– Si, voy.
Ambos salimos de la habitación de mi amigo, Nathan se quedó viendo un álbum de fotos de nuestra familia. Mi madre me llevó a un costado del pasillo y me miró sonriente.
– Jackson, no voy a poder estar para cuando Nathan salga del hospital – habló algo apenada – mañana debo viajar de regreso, cuídalo bien por favor.
– Si así lo haré – ella asintió y me miró con cariño.
– Bien, así me gusta. Ahora dime ¿te gusta Nathan? – yo explayé los ojos, la miré preocupado, ella me sonreía amable y esperaba pacientemente mi respuesta, estaba por responderle, pero me interrumpió – No me mientas por favor.
Miré a todos lados, no sabía que decirle, de seguro nos había visto, mi madre sujetó mi rostro con amor y sonrió.
– No tienes nada que temer, hijo mío, si él te gusta yo estoy de acuerdo, además, se notaba que ustedes dos se traían algo desde hacer un tiempo.
– ¿De verdad?
– Si, me hablabas maravillas de él, se notaba que te gustaba y él es muy dulce contigo – me sonrojé y sonreí algo apenado.
– Perdón mamá, yo realmente... si me gustan las chicas, pero estoy enamorado de él – confesé.
– Y él lo está de ti – la miré sorprendido – no me mires así – me sonrió – la forma en la que te mira, es... casi como cuando yo miraba a tu padre.
La vi con tristeza, ella nunca me hablaba de papá, desde que nos abandonó, mi madre guardó silencio, nunca habló mal de él, pero tampoco me dijo nada bueno. Ella me sonrió y sobó mi mejilla.
– Bueno, voy a tu casa, voy a preparar la cena, mientras tanto tu vigila a Nathan, cuídalo por mi ¿sí? – yo le asentí – ya sabes, si llegan a tener una relación, por mí no hay ningún problema – le sonreí feliz y la abracé con fuerza.
– Gracias mamá – ella me sonrió y me hizo una seña para que regresáramos al cuarto, al entrar vi a mi hermoso castaño viendo una foto mía de pequeño, ella tenía razón, cuando él me mira se veía un brillo en sus ojos, y en los míos también, o eso pensé yo, porque cuando vi a mi madre observándome me sonrió enternecida.
...
Finalmente regresamos a casa, Nathan venia usando una camisa de algodón azul y un mono blanco con unos zapatos cómodos, su piel estaba mejor y ya no estaba inflamado, había regresado a la normalidad, pero el doctor le dio una semana de reposo.
– ¿Estas bien? – Nathan me asintió y se agachó para recibir a Chocolate quien corrió emocionado hacia él – parece que me remplazaste – hablé algo dolido, al escucharme mi perrito marrón corrió hacia mí y me dejó acariciarlo.
– Chocolate jamás te traicionaría conmigo, él te quiere mucho.
– Si, pero cuando lo traje estuvo pegado a ti, incluso ha dormido contigo casi todas las noches, eres un traidor – le hablé a mi cachorrito mientras lo acariciaba por detrás de las orejas, como a él le gustaba – no creas que me olvidé de ti, ya te doy atención – le hablé a Nathan quien estaba cerrando la puerta de entrada.
Caminé hasta mi precioso castaño y acaricié su cabeza con cariño, luego le di un suave beso en la frente, él se sonrojó, pero me sonrió.
– Bueno, voy a dejar todo esto en tu cuarto – hablé de la ropa que mi mamá había llevado al hospital, llevó un bolso completo por si acaso necesitaba más ropa, Nathan sonrió.
– Tu madre es muy atenta conmigo.
– Si, te adora. Bueno, si quieres puedes comer algo de la nevera, ella preparó sopa de calabaza para que comas, eso hará que tu estomago tenga fuerzas, el doctor dijo que podrás comer normalmente en un par de días, yo mañana haré sopa de pollo y de desayuno tostadas – Nathan se me acercó y me dio un abrazo.
– No hables tanto de comida que me da más hambre y no quiero comer solamente sopa – se quejó apretando su estómago a mi espalda.
– Vamos, ve a calentarte la sopa, yo te acompañaré cuando guarde esto – le mostré el bolso, él me asintió y fue a la cocina.
Ambos comimos, él su sopa y yo un plato de espagueti que hizo a Nathan babear por él, lo entendía, quería comer más que sopa, pero su estómago estaba algo débil después de recibir algo que no toleraba bien, así que es mejor que comiera ligero, no vaya a ser que le de otra cosa.
Al final tuve que darle una manzana porque seguía diciendo que tenía hambre, eso es algo positivo, su organismo está funcionando bien, y eso me ponía feliz. Luego de la comida se fue a dormir un poco, aprovecharía esa semana libre al máximo, ojalá yo tuviera la semana libre, el abuelo de Daniel me había ofrecido una entrevista para ver si podía trabajar en su empresa, y había pasado, así que en unos días comenzaría a trabajar allí, me dolía no seguir trabajando para mis animales, pero podía visitarlos de vez en cuando.
Estaba acostado en mi cama observando el techo, tenía un poco de sueño, pero no el suficiente para quedarme dormido, esperaba un mensaje de mi madre avisándome que ya había llegado. Estaba comenzando a dormitar cuando escuché la puerta de mi habitación siendo golpeada, me levanté y caminé hasta ella y la abrí.
– Hola Nathan, ¿Qué suced...? – sus suaves labios tocaron los míos y perdí la razón por completo, en verdad no entendía cómo podía controlarme de esa manera con su boca y eso me tenía muy sorprendido. Lentamente me hizo retroceder hasta empujarme a la cama con una bonita sonrisa en sus labios, yo lo miré sorprendido – ¿Nathan?
Él no me respondió, solo rio un poco y lentamente comenzó a treparse a la cama, gateando encima de mis piernas hasta sentarse sobre mi regazo con una sonrisa seductora, yo me senté y él volvió a besarme con pasión, esa boca definitivamente era mi perdición. El beso comenzó a volverse más fogoso, más ardiente, sentía que mi miembro comenzaba a reaccionar gracias al leve movimiento de caderas de mi compañero; lo sujeté por los hombros y lo hice separarse un poco de mí.
– ¿Qué estás haciendo? – él arqueó una ceja y me miró con obviedad, pero sin quitar su sonrisa.
– ¿Tú qué crees? – comencé a pensar, él volvió a reír y puso sus manos encima de mi pecho bajándolas lentamente, yo lo miré algo nervioso sintiendo un escalofrío por su suave tacto, mi mente volvió en si cuando sentí sus manos debajo de mi camisa acariciando mi torso.
– ¡Espera! ¡No debemos...!
– ¿Por qué? – preguntó un poco confundido, pero sin borrar esa sonrisa juguetona.
– Nathan ¿estás seguro de que quieres hacer esto?
– Jackson – acarició mi mejilla con dulzura, sus manos eran cálidas a diferencia de las mías que estaba frías – yo quiero hacer esto contigo, no te preocupes, no es un capricho ni tampoco calentura.
– Pero, estás de reposo.
– Para trabajar, estoy bien – acercó su rostro al mío y me dio un besito en la frente – quiero hacer esto con la persona que quiero – habló sonrojándose, yo también me sonrojé, pero sentí a mis comisuras ascender en una sonrisa tonta que alegró a mi compañero.
– Aun no somos pareja, no deberíamos... – puso un dedo sobre mis labios.
– Ambos estamos enamorados, no hay nada más que tratar, yo no quiero estar con nadie más que contigo ¿y tú?
– Yo tampoco.
– Entonces ¿Por qué dudas? – preguntó, yo lo miré algo sonrojado.
– Es que, realmente no creo ser bueno en esto y temo que te decepcionarás de mí, hace mucho que no hago esto – él comenzó a reír y me miró con una dulce sonrisa.
– Hablas como si yo tuviera mucha experiencia, sé que me he acostado con varias personas antes, pero si te soy sincero, yo tampoco estoy seguro de como seré contigo – habló sonrojándose mientras miraba hacia abajo, se veía un poco nervioso, incluso pude notar un pequeño temblor en sus manos. Sonreí, ambos estábamos iguales – ¿quieres hacer esto conmigo? – lo miré con cariño y acaricié su mejilla con dulzura, lo besé suavemente y luego jalé un poco su labio inferior sacándole un pequeño gemido.
– No voy a interrumpirte más, yo también deseo hacer esto contigo.
Nos volvimos a besar, íbamos con calma, no había ninguna prisa. Acaricié su mejilla y el abrazó mi cuello con sus brazos mientras profundizábamos el beso, lentamente comenzó a mover sus caderas encima de mi pelvis provocando que nuestras partes bajas se rosaran, bajé mis manos acariciando su piel por encima de la ropa hasta llegar a su trasero y de allí sujeté sus piernas con fuerza, me levanté de la cama y con cuidado lo acosté poniéndome encima de él.
Comencé a besar su rostro bajando hasta su cuello, besándolo con dulzura y sacándole uno que otro suspiro, él acarició mis hombros presionando un poco con las yemas de sus dedos mi espalda. Seguí besando su cuello dejando algunas marcas rojas no muy visibles, fui bajando por su clavícula hasta toparme con su camisa, por suerte ambos usábamos de botones, pues él se había puesto su pijama y yo también.
Uno a uno fui abriendo los botones de su camisa para dejar al descubierto su blanco pecho, besé su barbilla y bajé con un camino de besos hasta su pecho; mi boca se cruzó con uno de sus botones y eso lo hizo soltar un gemido, sonreí y empecé a lamer aquella zona tan sensible, Nathan se removió un poco inquieto por mis acciones y con suavidad acarició mi cabello desde mi nuca enredando un poco sus dedos, yo me levanté un poco y sin mirarlo cambié de tetilla, besé y lamí la otra mientras acariciaba con una mano la que había dejado desatendida sacándole más gemidos al castaño, al parecer mis manos frías no parecían molestarle, estaba acostumbrado.
Bajé lentamente por su pecho dejando besos por su abdomen y comencé a quitarme la camisa sin dejar desatendida su blanca piel, él seguía suspirando gracias a mis caricias en su cintura, bajé mis manos hasta sus caderas y las sobé acariciando lo más que podía; cuando me topé con el borde de su mono di un último beso y subí hasta su ombligo besándolo, subí mi mirada y lo vi con los ojos cerrados, sonrojado y con la boca entreabierta dejando salir suspiros y uno que otro gemido. Me separé de su cuerpo y él abrió los ojos buscándome, cuando me vio se sonrojó más y yo me acerqué para darle un beso en los labios, él me correspondió gustoso mientras acariciaba mis hombros y mi pecho con suavidad haciéndome temblar con su tacto.
Me separé de él y lo vi con una sonrisa, me sonrió y besó mi nariz incorporándose un poco para acariciar mi espalda y tocar mis glúteos masajeándolos con una sonrisa traviesa.
– Eres un pervertido – le hablé al oído, lo sentí erizarse por mi susurro y sonreí, sus manos subieron por mi espalda hasta llegar a mis hombros.
– Tal vez, pero a ti te gusto así – me dijo sonriendo pícaramente, volví a besarlo mientras acariciaba su cintura deslizando mis manos hasta su cadera.
Me separé de sus labios cuando mis manos tocaron el mono de su pijama y con suavidad empecé a bajar por sus piernas revelando su bóxer negro y sus lampiñas y blancas piernas mientras las acariciaba son suavidad, él gimió un poco por esa caricia, al parecer sus muslos eran algo sensibles.
Tomé el mono y lo arrojé al suelo, subí mis manos por sus piernas hasta llegar a las rodillas, subí un poco más y con una sonrisa traviesa apreté ambas piernas recibiendo de su parte un gemido y un pequeño salto, reí un poco ante esa reacción, había sido adorable.
– Jackson, no me aprietes ahí – habló sonrojado, yo volví a apretar y el volvió a saltar mientras temblaba un poco – ¡Jackson!
– Perdón, pero adoro que hagas así cada que aprieto tus rodillas – me incliné sobre él sin soltar sus piernas y le di un beso en los labios, volví a apretar y el saltó de nuevo.
– ¡Jackson!
– Niégalo, te gusta – él me miró sonrojado y tomó mis brazos, sujetándose de mí se sentó en la cama y llevó sus manos a mi cintura bajando un poco mis pantalones – bien, ya me los quito.
Me quité el mono de mi pijama revelando mi bóxer con un bulto en medio de mis piernas, Nathan me miró con picardía luego de ver mi erección escondida, yo llevé mis manos a sus rodillas y volví a apretar encima de ellas, Nathan dio un brinquito y gritó mi nombre quejándose.
– No me mires así, pervertido – hablé juguetón.
Volví a recostarme encima de él y lo besé de nuevo en los labios, mis manos volvieron a danzar por sus caderas jugando con el elástico del bóxer, lentamente comencé a bajarlo revelando el resto de su cuerpo y dejándolo completamente desnudo, él me miró sonrojado y yo besé su cuello con cariño.
Una de mis manos empezó a bajar acariciando su torso hasta llegar a sus caderas y de aquí acaricié sus muslos, bajé hasta su pierna derecha y besé la cara interna de su muslo sacándole otro gemido, comencé a dar besos por toda esa zona subiendo hasta llegar a su ingle, tomé su miembro erecto y lo acaricié, no se pudo contener y empezó a gemir con más frecuencia mientras suspiraba.
Mi miembro comenzó a palpitar, quería penetrarlo, pero debía ser paciente, ambos estábamos disfrutando el momento. Con mi lengua acaricié la punta y luego de unas cuantas lamidas lo metí en mi boca, Nathan soltó un gemido más alto y movió sus piernas, llevó sus manos hasta mi nuca y empezó a empujarme más hacia él. Succioné su miembro mientras lo sacaba de mi boca y me quité el bóxer revelando mi erección, Nathan me vio y se sonrojó apartando un poco la vista, era gracioso verlo ser incitante y tímido a la vez.
Busqué en la mesa de noche el frasco de lubricante y volví a la cama rápidamente, Nathan me miró algo nervioso, me acerqué a él y volví a besar sus labios con suavidad.
– ¿Estas asustado? ¿me detengo?
– Te mataría si te detienes – reí ante su comentario, pero noté el temblor en su cuerpo.
– ¿Estas nervioso?
– Es solo que... hace un tiempo que no hago esto, por favor, se gentil – habló mirando a otro lado, sonreí y volví a besarlo, mientras tanto destapé el lubricante y dejé caer un poco en mis dedos, como estaba distraído aproveché para empezar a acariciar su orificio, él jadeó y se separó de mis labios.
– Tranquilo seré gentil, no te preocupes – lo calmé mientras mi otra mano jugaba con su pezón, él al comienzo trataba de no gemir, pero lentamente se soltó.
Mi dedo acariciaba su orificio dando círculos, pero sin intentar entrar, luego comencé a presionar de vez en cuando mientras seguía dando círculos, su entrada fue cediendo y en poco tiempo recibió mi dedo, él gimió y apretó las sabanas, yo jadeé, estaba muy estrecho.
Continué con la dilatación, primero simulando embestidas con mi dedo, luego metí el segundo volviendo a las embestidas y comencé a dar círculos con los dos, Nathan se removía y gemía sin parar, si así estaba con mis dedos enloquecería cuando lo penetrara. Luego de hacer tijeras y cuando su entrada cedió más metí un tercero, me estaba controlando lo máximo que podía y estaba empezando a llegar a mi limite, por suerte su entrada parecía estar lista.
Dejé caer algo de lubricante en mi miembro, estaba frio, pero se sentía agradable; separé sus piernas y posicioné la punta en su entrada, Nathan se tensó un poco cuando sintió la presión de mi miembro, besé sus labios y sujeté una de sus manos, él la apretó con fuerza a medida que yo iba introduciendo mi falo en él, finalmente todo estuvo dentro, Nathan soltó un fuerte gemido y yo jadeé, estaba muy apretado.
Esperé a que se acostumbrara a mí y unos segundos después él movió su cadera.
– N-no te quedes q-quieto, m-muévete – habló entrecortado, le hice caso, comencé a moverme lentamente sacándole suspiros, me incliné sobre él viendo cada una de sus expresiones y escuchándolo disfrutar.
Rápidamente aumenté la velocidad, se sentía increíble, esto era como estar en el cielo; Nathan gemía sin parar y yo lo acompañaba a medida que aceleraba, en un momento él dio un grito y yo sonreí, lo había encontrado, seguí dando embestidas profundas justo en el mismo punto, y Nathan parecía estar feliz por eso.
– ¡J-Jackson!... ¡Ah!... ¡Más!... ¡R-rápido! ¡Ah! – yo aumenté la velocidad, él estaba sonrojado y todo sudado al igual que yo, un poco de saliva salía de la comisura de sus labios y tenía los ojos húmedos por el placer, yo estaba feliz de hacerlo disfrutar así.
En un punto me miró, sus verdes ojos estaban oscurecidos por la lujuria, di una embestida un poco más fuerte y él gritó abrazando mi cadera con sus piernas, las embestidas eran más profundas de esta manera.
Sentí sus piernas temblar y mi vientre tensarse, ambos estábamos muy cerca.
– ¡Nathan... Voy a...! ¡Ah! ¡C-correrme! – avisé mientras lo envestía con más fuerza y me acercaba a él.
– ¡Ah! ¡Y-yo t-también!
Continué penetrándolo hasta que finalmente alcancé el orgasmo, Nathan dio un último gemido y se corrió entre los dos, mis músculos se tensaron mientras yo me derretía por tan ansiada liberación, gruñí y jadeé mientras que por un segundo tocaba el cielo con mis manos mientras él me exprimía por su orgasmo. Me recosté encima de Nathan quien jadeaba exhausto, lentamente dejó caer sus piernas de mi cadera y me abrazó sin apretarme.
Cuando logré recuperar levemente el aliento me levanté, mis brazos temblaban al igual que él resto de mi cuerpo y el castaño también temblaba un poco, lo miré y él me sonrió, nos besamos de nuevo y al separarnos saqué con cuidado mi miembro de su interior, él gimió un poco y suspiró. Tomé una sábana y nos arropé a los dos, aun estábamos cansados y respirábamos agitados, me acoté a su lado y él puso su cabeza en mi pecho, acaricié su frente quitando sus cabellos que se habían pegado a ella por el sudor.
– ¿Te gustó? – pregunté y él me sonrió asintiendo.
– Nada mal para ser nuestra primera vez, fue increíble – sonreí victorioso, no era mi primera vez, pero sin duda se sintió como si lo hubiera sido, en verdad lo disfruté, Nathan sonrió juguetón – solo espero que se repita – habló pícaro.
– Por supuesto que serepetirá – sonreí y lo acuné en mis brazos. Poco a poco él comenzó a quedarsedormido y yo lo seguí satisfecho y feliz de tenerlo a mi lado.
Continuará...
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