Buscando un Empleo
Sentí una cálida mano en mi frente, abrí los ojos y me encontré con unos hermosos ojos verdes que me miraban atentos y una hermosa sonrisa saludándome más abajo.
– Buenos días Nathan – el castaño me acercó un termómetro – no tienes que hacer esto, es solo un resfriado.
– Jackson, es mejor que te recuperes. Hoy debes ir a la universidad, ¿verdad? – rayos, lo había olvidado, por suerte aún faltaba una semana para los finales y luego de eso finalmente saldríamos de vacaciones por navidad; abrí la boca y el castaño me puso el termómetro, en un rato el aparato reveló mi temperatura: 37° – ya estas mejor, tomate una pastilla y llévate una por si te sientes mal en clase.
Sacó las pastillas que debía llevarme y empezó a guardar todo en el botiquín, noté que se había cambiado la gasa con el corte del otro día.
– ¿Cómo siguen tus cortadas?
– Bastante mejor, ya están cerradas las de la espalda, solo tengo esta vendada – terminó de guardar todo, estaba a punto de salir – Nathan, espera – se detuvo y volteó a verme – ¿Qué harás mientras estoy en la universidad? – Se quedó pensativo unos segundos.
– Buscar un trabajo por supuesto, aprovecharé para salir a buscar en donde trabajar.
– Bueno, puedo acompañarte, entro a las 2:00pm a la universidad, así que podemos salir ahorita y comenzar.
– Jackson, no creo que sea una buena idea, estás resfriado, te podría pasar algo.
– Nathan, soy más resistente de lo que aparento, no te preocupes, voy a estar bien. Un poco de aire fresco me vendría bien y ya me siento bastante mejor – me miró dubitativo, no estaba convencido – vamos, será divertido, no me va a pasar nada.
– No, es mejor que te quedes, debes descansar.
El castaño salió de mi habitación con el botiquín, empecé a darme por vencido, quería acompañarlo, salir con él era bastante divertido. De repente, empezaron a llegar a mi cabeza las imágenes de la última vez que salí con él, todo fue increíble, hasta que ese sujeto en los bolos lo miró. Ahora que lo pienso, Nathan suele irradiar siempre algo de erotismo en todo lo que hace, hasta con todo lo que se pone, no importa si es una pijama o ropa casual, siempre logra encontrar la forma de verse tan sensual. Muchos hombres lo verían con otros ojos fácilmente por esa imagen y por alguna razón eso me hizo sentir que mi sangre hervía. Corrí hasta la cocina en donde Nathan servía el desayuno: Emparedados de huevo revuelto con mantequilla.
– Nathan – lo llamé, no era necesario, me había visto antes porque entré corriendo a la cocina – déjame ir contigo, por favor.
– Esto no está a discusión, tienes que quedarte.
– Pero, en la calle hay... – Me miró confundido y yo me tragué mis palabras, no podía decirle "Hay depredadores que no dudarían ni un segundo en devorarte" o algo así, podría hacerlo enojar y no funcionaría. Pero no podía permitir que fuera solo de esa forma, saldría solo si conocía el vecindario, pero si no, eso no iba a pasar – en los trabajos, quiero decir, piden el curriculum, ¿ya lo imprimiste? – se detuvo por un momento y yo sonreí para mis adentros.
– No, de hecho, no tengo uno. No me van a aceptar sin eso, ¿verdad? – yo negué – ¿Qué voy a hacer ahora?
– No te preocupes, yo puedo ayudarte a crearlo aquí, conozco un lugar bastante económico en donde hacen impresiones, podemos ir ahí.
– No quiero que salgas de la casa, estas enfermo – me acerqué a él y lo sujeté por los hombros, un ligero tono carmín tiñó sus mejillas.
– Ya te dije que voy a estar bien, tomaré todas las precauciones necesarias, no tienes que preocuparte tanto. Tú acabas de llegar a este vecindario, te haría bien conocerlo conmigo para que no te pierdas ni te pase nada, si te pierdes me pondré peor buscándote – pareció pensarlo por unos segundos que para mí se convirtieron en una eternidad.
– Bien, pero a la primera señal de que algo malo te pasa nos devolvemos – le asentí.
Lo ayudé a crear su curriculum, nos arreglamos y salimos luego de un rato, Nathan iba muy pendiente de mí, sonreí, no me sentía mal por el momento, no tenía tanta energía como de costumbre, pero no me sentía enfermo.
Caminamos hasta llegar a una librería en donde se hacían copias: el lugar no era muy grande y olía a papel y café.
Nos movimos al mostrador y un hombre de cabellos negros caminó a nosotros.
– Buenos días ¿Qué se les ofrece? – preguntó, al verme sonrió – Jackson, cuanto tiempo sin verte ¿Cómo has estado?
– Hola Jin, bastante bien, y veo que tú también, ¿remodelaron?
– Si, esos estantes de madera se llenaron de insectos y tuvimos que conseguir nuevos, son mejores los de metal.
– Entiendo – Jin miró a Nathan algo confundido, el castaño se acercó un poco más a mí, parecía intimidado – él es Nathan, es un amigo que hice hace poco.
– Es un gusto Nathan, soy Jin – le tendió la mano, el castaño sonrió y le respondió el saludo.
– Es un placer, Jin.
– ¿A que han venido?
– Quiero hacer unas impresiones de mi curriculum.
El dueño del lugar llevó a mi amigo hasta la impresora y allí hicieron las impresiones, yo pagué y nos fuimos del local deseándole suerte al dueño.
Nathan imprimió 10 copias de su curriculum, así que teníamos bastantes que entregar. Fuimos a los lugares a donde necesitaran algún empleado como cajeros, vendedores, camareros, recepcionistas, entre otros. Nos detuvimos en una parada de autobuses y nos sentamos para descansar un poco.
Ambos estábamos un poco cansados y sudados, era un día caluroso. Nathan me miró preocupado.
– ¿Estás seguro de que no te sientes mal?
– Súper seguro, te dije que era más resistente de lo que pensabas, un pequeño resfriado no me hará nada. Hemos entregado muchos, solo falta uno – Nathan miró a un lugar y luego tomó mi mano y me llevó a la otra calle. Había encontrado algo.
Era un local en donde vendían ropa unisex, entramos y de inmediato un hombre de cabellera roja claramente teñida se acercó a nosotros.
– Bienvenidos a "Olympus" el local de los dioses donde todos están invitados, ¿Qué se les ofrece? – nos dijo mientras jugueteaba con su cabello en un gesto bastante coqueto a mi parecer. Nathan se acercó a él.
– Hay un cartel que dice que solicitan empleados ¿de qué tipo?
– Necesitamos vendedores con experiencia, ¿el trabajo es para ti? – Nathan asintió – ¿Tienes experiencia en ventas?
– Bueno, de pequeño solía vender caramelos – el joven de cabello rojo lo miró algo sorprendido y un tanto desilusionado.
– Bien, dame tu curriculum, te llamaremos luego de echarle un ojo – dijo con una sonrisa – ¿desean algo más? – ambos negamos – entonces que tengan un buen día – tomó a Nathan por un brazo y se acercó a él – si el negocio fuera mío te daría el puesto, tienes potencial – le giñó un ojo y lo soltó, nos sonrió de nuevo y se fue a atender más clientes.
Nathan y yo nos miramos confundidos por esa última acción y luego empezamos a alejarnos del local.
– ¿Cómo esperan que tenga experiencia si no me dejan trabajar en ningún lugar? En todos lados dicen que necesitan gente con experiencia, ¿de dónde se sacan la experiencia? – sonreí al escucharlo, eso era muy cierto.
Al regresar a casa el castaño corrió a cambiarle el chip a su celular, habíamos aprovechado para cambiar su número para que ese sujeto no pudiera contactarlo. Luego de comer me fui a la universidad dejando a mi compañero junto a su celular.
El tiempo pasó, la navidad estaba pisándonos los talones, tenía que empezar a decorar la casa para navidad, ya llevaba viviendo con Nathan un poco más de un mes. Entré a su habitación y lo encontré mirando el teléfono con tristeza, lo habían llamado para varias entrevistas, pero luego de eso no volvían a llamar, eso lo había desanimado bastante.
– Nathan – me acerqué a él – no te preocupes tanto, pronto conseguirás algo.
– Me siento como un fracaso, no me contratan en ningún lado – me senté a su lado – no me gusta ser una carga para ti, Jackson– sujeté su hombro con dulzura.
– No eres un fracaso Nathan, encontrar empleo no es sencillo. Aparecerá algo, ya lo verás – le sonreí, él me sonrió también y luego me miró de forma intensa, antes me aterraba esa mirada atrevida que tenía, pero ahora es algo que me gustaba recibir de su parte – Bueno, vamos a decorar.
– ¿Decorar? – me vio desconcertado – ¿para navidad?
– Exacto, mi madre vendrá pronto, no sé si esta semana o la que viene, pero le gusta que su casa esté decorada para navidad cuando llega – me miró un tanto nervioso – no te preocupes, es una mujer increíble, créeme, te va a caer muy bien y tú a ella, ya sabe que vives aquí – me vio aún más perplejo.
– ¡¿Le hablaste de mí?!
– Claro, sin entrar en detalles, así que no le digas nada por favor – rogué con las manos juntas, Nathan sonrió juguetón.
– De acuerdo, pero me tendrás que recompensar luego – sonrió de forma coqueta, no entendí aquella sonrisa, pero me alegró haberlo animado.
Ambos salimos de su habitación y al llegar a la sala Nathan miró sorprendido todas las cajas que había en el suelo.
– Son muchas cosas.
– Si, tenemos mucho trabajo por delante – el castaño me miró cansado – vamos, no puedo hacer esto solo.
– Siempre lo has hecho solo.
– Tú dijiste que te gustaba ayudar a limpiar – le reclamé algo asustado, no quería hacer eso yo solo.
– Pero con música, pon algo en la radio y te ayudaré.
– ¿Y cuándo me enfermé? No pusiste música.
– Porque estabas enfermo Jackson, no soy tan insensible – me dijo un tanto molesto, yo sonreí juguetón, caminé a la radio y puse música, era una canción algo movida y el castaño comenzó a menearse al ritmo, no sabía que decía porque estaba en inglés, pero se había animado mucho.
Empezamos con el árbol, lo armamos y luego de enredarnos un poco con las luces empezamos a decorarlo. Nathan se enamoró de un peluche de osito que tenía para colgar en el árbol y tuve que perseguirlo por toda la casa para quitárselo, al final lo convencí de que me lo diera, pero me costó una sesión de cardio. Continuamos decorando el árbol, él me miraba de forma juguetona mientras me ayudaba a colgar los adornos y yo solo le sonreía, no entendía nada.
Colgamos una extensión en la ventana en forma de arbolito, nos costó pero al final lo conseguimos; continuamos con una extensión azul dentro de la casa en la entrada, Nathan se ofreció a poner la extensión en el techo y tuve que ayudarlo a no caer del banco en donde estaba montado, allí tenía una vista increíble de su trasero y sus piernas, estaba usando un mono por el frio, no podía verlas pero podía sentirlas porque lo estaba agarrando por ahí, se notaba que hacia ejercicio, tenía buenas pantorrillas. Me concentré en lo que Nathan estaba haciendo tratando de olvidarme de la manera tan inusual en la que nos conocimos.
Seguimos decorando, pusimos las botas de navidad en la pared y otros adornos como el mantel y el forro de los cojines.
Solo faltaba la estrella de navidad en el árbol, Nathan tomó la estrella y sin previo aviso saltó sobre mi espalda, pude sujetarlo, pero me asustó bastante.
– ¿Qué estás haciendo? – le pregunté.
– Necesito poner esto – me mostró la estrella dorada.
– Pero, ahí estaba el banquito.
– Casi me caigo sobre él, tú eres más seguro Jackson, ahora ¡Llévame al árbol! – me ordenó divertido, suspiré con una sonrisa y lo guié hasta allá, colocó la estrella con cuidado – retroceda corcel, voy a bajar – retrocedí, pero en lugar de dejarlo bajar lo sujeté con más fuerza y comencé a correr por la casa – ¡Nathan! ¡Bájame! – gritó entre asustado y risueño, yo empecé a reír, hice como caballo y me lo llevé al cuarto, lo hice bajarse en la cama y luego me tiré a su lado, ambos reíamos y jadeábamos, yo por el cansancio y él de tanto reírse, no pesaba mucho pero aun así correr con alguien encima agotaba.
Me miró sonriendo y posó una de sus manos por mi mejilla, su tacto era suave. Sonreí y lo miré directo a los ojos, se acercó un poco más a mí y me sonrió de forma coqueta, yo lo miré algo asustado, ¿Cómo diablos podía mirar de esa forma? ¡hace nada me miraba como un niño! En un ágil movimiento de su parte se puso sobre mí y se acercó a mi rostro, sentía su cabello cosquillear en mi frente, no podía dejar de mirar sus hermosos ojos verdes, sentí su nariz tocar la mía y el timbre de la casa sonó, Nathan se separó de mí y me dejó levantarme.
– ¿Quién será? – me preguntó volviendo a actuar algo tímido, ¿en dónde se guardaba ese carácter coqueto e incitante?
Caminé a la puerta y él me siguió, la abrí y una gran sonrisa apareció en mi rostro.
– ¡Mamá! – dije alegre y corrí a abrazarla, ella no me rechazó y me correspondió besando mi cabeza con ternura.
– Mi pequeño Jackson, me alegra tanto verte – me despegué un poco de ella y la ayudé a meter sus dos maletas, Nathan se acercó a ayudar y mi madre lo notó – ¿Este es el chico del que tanto me hablas? – me preguntó, yo le asentí – ¡Ay! ¡pero que niño tan bello! ¿Cómo te llamas?... ay cierto, tu nombre es Nathan, es un gusto conocerte finalmente, soy Natasha, la madre de Jackson – le tendió la mano con una sonrisa, Nathan le contestó.
– El placer es todo mío, señora.
– No me digas así, puedes llamarme Señorita Natasha o Señorita, como gustes corazón – Nathan asintió y ambos metimos las maletas de mi madre, ella vio la casa y sonrió – esta hermosa y pusiste música, que buen ambiente para celebrar, pero navidad no es hoy – apagó la radio y pude notar como Nathan se desanimó un poco.
Mi madre se sentó en el sofá y abrió una de sus maletas, sacó dos bolsas de regalos.
– Jackson, esto es para ti, ponlo en el árbol por favor – yo tomé la bolsa con un regalo azul y la puse bajo el árbol – Nathan, ten, pon esto bajo el árbol – el castaño lo hizo, yo lo seguí con la mirada, en un punto pareció congelarse mirando aquel regalo agachado junto al árbol, me preocupé al verlo así.
– ¿Estás bien?
– Este... este regalo dice... dice mi nombre – murmuró sorprendido, se levantó y miró a mi madre, yo hice lo mismo.
– Si, es para ti, como vives con Jackson, supuse que deberían ser buenos amigos, así que decidí comprarte algo para navidad, no me gusta dejar a nadie por fuera en una época tan hermosa como esta.
– Pero, yo no tengo nada para darle – mencionó apenado mirando al suelo.
– Oh Nathan – mi madre se levantó y caminó hasta el castaño, le sonrió con ternura y acarició su cabeza – la navidad no se trata de regalos, se trata de dar y recibir amor, pasar tiempo en familia, eso es navidad. No te conozco, pero Jackson me habla tanto de ti que siento como si te conociera. No te preocupes por el regalo, tu presencia y el que estés bien es suficiente para mí – acarició su mejilla con dulzura – bueno, cámbiense, vamos a pasear.
Ambos nos miramos un tanto sorprendidos por la invitación, eso había sido repentino.
– Mamá, ¿no quieres descansar? Vienes desde muy lejos...
– Estoy bien Jackson, tu madre aún tiene energías para mucho más. Vamos al cine, hay una película que quiero ver con ustedes, se llama Avatar: el camino del agua ¿la conocen?
Nathan asintió emocionado y yo asentí detrás de él, sé que le gusta mucho la primera y que desde que había salido el tráiler no hacía más que esperar el estreno, pero como no tenía dinero no quería verla con el mío. Parece que leyó mis pensamientos porque su sonrisa se cayó de golpe.
– Señorita Natasha, me alegra que me haya invitado, pero, yo quería ir a verla con mi propio dinero, repartí varios currículos para empezar a ganar dinero y así ayudar a Jackson con el apartamento en lo que consigo un lugar, pero hasta los momentos nadie me ha contratado, no quisiera que usted gastara dinero en mí, Jackson hace bastante con mantenerme, no quiero seguir molestando.
– No estás molestando corazón, yo quiero conocerte mejor, por eso los invito a los dos, además, no tienes que preocuparte, agradezco que quieras ayudar y espero que eso no te angustie, después de conocer lo que te pasó no quiero que te alejes de mi hijo para nada, así que tú tranquilo, cuando tengas un trabajo podrás ayudar, pero no te preocupes, no hay prisa – Nathan pareció calmarse, mi madre sonrió – Bueno ¿Qué están esperando? Vayan a cambiarse ¡Rápido!
Los dos corrimos y nos cambiamos a toda velocidad, nos llevamos un suéter cada uno por el frio y salimos. Fuimos caminando aprovechando que el centro comercial estaba cerca; mi madre y Nathan conversaban sin parar, parecían tener bastante en común, sonreí ante esto; ella solía ser muy amigable con mis amigos, pero a veces era algo metiche, me alegraba ver que no lo incomodaba.
Entramos al cine, yo me senté en medio de los dos, y tenía la caja con las palomitas que mi madre nos había comprado, tanto mi compañero de casa como mi madre tomaban palomitas, yo los miré algo molesto, la película no había empezado y estaban pasando puras propagandas. Miré la pantalla un poco fastidiado de tantas estupideces, quería que empezarán a pasar los trailers. De repente sentí una mano encima de mi muslo, miré hacia abajo y pude distinguir la mano blanca de Nathan encima de mi pierna; lo miré, parecía distraído, no le di más importancia y volví a mirar la pantalla. La mano en mi pierna comenzó a avanzar lentamente en una suave caricia, se estaba acercando a mi entrepierna, volví a mirar al castaño, pero este miraba concentrado la pantalla. Mis mejillas empezaron a calentarse, un cosquilleo me atravesó el cuerpo cuando su pequeño meñique se topó con el final de mi pierna, ese pequeño dedo se movió lentamente hacia arriba y luego abajo acariciando mi entrepierna con ese ligero tacto.
Un lado de mí quería que siguiera tocando y que esta vez usara toda su mano, pero mi parte racional me recordaba que estábamos en un cine. Nathan alejó su mano de mi entrepierna y sobó mi muslo de nuevo hasta toparse con la caja de las palomitas, su mano se regresó a la unión de mis piernas con una dulce caricia y esta vez presionó un poco más mi miembro, traté con todas mis fuerzas de mantener la compostura, no quería terminar excitándome con su tacto. Los tráilers empezaron y con ellos mi desesperación terminó, Nathan volvió a sobar mi muslo y luego de apretarlo apartó su mano dejándome una sensación fría en la pierna. Lo sentí recostar su cabeza en mi hombro, sonreí algo aliviado y feliz por ese dulce gesto de su parte y me concentré en la pantalla.
La película fue entretenida, algo larga, pero con muy buenos efectos; mi madre, Nathan y yo no parábamos de hablar de ella durante el camino a casa.
– Esos efectos bajo el agua fueron sorprendentes – comentó Nathan por cuarta vez, sonreí y empecé a abrir la puerta.
– Nathan, has dicho eso como 10 veces – exageré sonriendo, el castaño me miró sonriendo.
– Vamos Jackson, déjalo, la pasó bien y eso es lo que cuenta... Oigan ¿Qué tal si ordenamos pizza para la cena? – los tres entramos a la casa.
– Suena bien para mí – dije quitándome el abrigo.
– Me gustaría ayudarla con el pago – el castaño miraba al suelo, mi madre le sobó la cabeza.
– Mi vida, solo basta con que te la comas toda, ¿vale? – Nathan asintió – Bien, iré a pedirla a mi habitación, ¿una con todo? – yo le asentí y mi amigo también – ok – mi madre se fue a su cuarto con sus maletas.
Entré a la cocina, saqué los platos y al girarme me topé con el castaño, me sonrió y con su mano me empujó al lavandero, sentí el frio cemento tocar mi trasero, me había pegado a él.
– Nathan ¿Qué estás haciendo? – pregunté algo nervioso, su mirada era coqueta y eso no era una buena señal; se llevó un dedo a sus labios pidiéndome silencio, llevó su otra mano a mi pecho y lentamente comenzó a descender, acariciando mi abdomen en el proceso. Lo miré algo aturdido por lo que hacía, su mano llegó a mi vientre provocándome cosquillas y volvió a subirla hasta llegar a mis labios. Yo sentía mi rostro arder y él sonrió, se acercó a mi oído, podía escuchar claramente su respiración tranquila dándome cosquillas.
– ¿Sabes lo mucho que me gusta verte sonrojado, Jackson? – susurró causándome un escalofrío con su cálido aliento y sin previo aviso mordió con suavidad el lóbulo de mi oreja, di un respingo e intenté moverme, una pierna en medio de las mías me lo impidió; Nathan se apartó un poco de mí y con una sonrisa coqueta descendió a mi cuello, sentí su aliento acercarse y suaves besos atacaron esa zona, suspiré, sus besos eran delicados y me daban cosquillas. Escuchamos pasos venir a la cocina, Nathan se despegó un poco de mí, lo suficiente para ver la entrada de la cocina, pero sin apartar su rodilla de mi ingle.
– Nathan – él le sonrió a mi madre de una forma tan inocente que pensé que estaba soñando por un segundo.
– ¿Dígame?
– Por favor, dile a Jackson cuando lo veas que voy a arreglar la ropa en mi cuarto, encárguense de recibir la pizza por favor – Vi mi oportunidad, intenté hablar, la rodilla del castaño presionó un poco mi miembro enviando mi cordura a otro mundo por un segundo. Él ni siquiera me miró, solo sonreía hacia mi madre.
– De acuerdo – escuché a mi madre alejarse y los ojos verdes de este chico volvieron a mirarme con una bella sonrisa adornando su rostro – casi nos descubre – volvió a acercarse más a mí, empezó a mover la pierna frotando mi miembro, lo miré asustado mientras el placer me recorría por completo, Nathan volvió a besar mi cuello con delicadeza, en esa posición podía oler el aroma de su cabello y este a veces me hacía cosquillas en la barbilla; una mano algo fría se abrió paso por mi camisa y subió dándome un escalofrío hasta llegar a mi pezón, solté un pequeño gemido ante esto, podía sentir como apretaba y acariciaba hasta endurecerlo, dejó de besar mi cuello, se alejó un poco para observarme y me besó, abrí los ojos sorprendido, ¡Me estaba besando!
Era la primera vez que me besaba, fue un beso algo intenso, pero no lo profundizó, el sabor de sus labios y lo suaves que estos eran me enloquecía, sujetó mi hombro con su mano izquierda mientras que su mano derecha descendía por mi abdomen hasta llegar a mi entrepierna sobándola por encima de la ropa; explayé los ojos mientras sentía como delineaba con la mano la longitud de mi miembro que en ese momento empezaba a levantarse. Solté uno que otro gemido bajo entrecortado por su beso, Nathan se separó de mí y volvió a bajar a mi cuello para darle uno que otro beso húmedo. Yo respiraba agitado tratando de recuperarme de todo lo que me estaba haciendo, intenté ignorar esas caricias al inició, pero era obvio que mi cuerpo estaba más que de acuerdo en seguirle el juego.
Se separó de mi cuello y miró al bulto en mi pantalón, quitó su mano de mi hombro y bajó esta hasta mi bajo vientre, lo miré nervioso, angustiado y curioso con lo que haría. Escuché el cierre bajar y sentí la presión de mis pantalones ceder cuando desabrochó el botón, liberó mi erección y la acarició con una sonrisa, me miró de forma sensual.
– Si pudieras verte ahora mismo, estás tan rojo y tenso; pero descuida, yo me encargaré de aliviar eso.
– Nathan, n-no podemos, mi madre está a-aquí.
– No va a venir en un rato, solo, trata de no arrimarte tanto hacia adelante para que no te veas.
– Espera Nathan...!
Bajó lentamente hasta arrodillarse frente a mí. No puede ser, no pensará hacer lo que estoy pensando ¿o sí? Mis pensamientos fueron confirmados cuando lamió la punta de mi miembro, sentí un pequeño ardor, un delicioso ardor seguido de su lengua por la longitud de mi miembro causándome un delicioso escalofrió, movió su mano varias veces sobre mi erección y sin previo aviso se lo metió todo a la boca; apreté los dientes y reprimí un gemido desde lo más hondo de mi ser. Nathan empezó a mover su cabeza en un suave vaivén mientras que chupaba y jugaba con la lengua. Yo me estaba muriendo, ya lo había dicho antes, era bueno con el sexo oral, y comenzaba a enloquecerme; en un punto una de mis manos se había posado en su cabeza forzándolo a ir más profundo, yo me estaba mordiendo el labio para evitar gemir, pero a veces se me escapaba uno que otro suspiro, se sentía increíble.
Sacó mi miembro de su boca y bombeó con su mano un par de veces para volver a chuparlo un poco más rápido, mis caderas empezaban a moverse solas, podía sentir la humedad de su boca y su lengua cosquillear con mi falo, era una sensación agradable, cálida y apretada. Los espasmos en mi vientre me avisaron que pronto me vendría.
– ¡Nathan! ... ¡ah!... ¡v-voy a...! – él aumentó la velocidad y yo no pude contenerme más, la liberación llegó en poco tiempo llenando la boca del castaño con mi semilla, él tragó sin basilar mientras yo me deshacía en un túmulo de placer, casi podía jurar que veía estrellas. Mi compañero se levantó y me besó de nuevo, esta vez pude sentir su lengua buscar la mía y yo le correspondí gustoso probando un poco de mi sabor a su vez; nos separamos, Nathan me veía con una hermosa sonrisa y yo estaba agitado – ¿por... por qué hiciste esto?
– Te dije que debías recompensarme, y con esto saldaste tu deuda.
El timbre sonó y el castaño me dejó allí con la palabra en la boca, me había dejado desecho y él no tenía ni un ápice de excitación, acomodé mis pantalones y luego de que ambos nos laváramos las manos, lo ayudé a servir la pizza.
Los tres comimos contentos, pero yo estaba muy confundido por todo lo que había pasado, es decir, Nathan me había hecho eso con mi madre en casa y se veía como si nada, además de que pareció disfrutarlo y yo también; mentiría si dijera que no y me estaba llamando la atención su juego. Nathan había dicho que ese era el pago por su silencio, pero la vez anterior no me había besado y parecía querer hacerlo desde hace un tiempo y no sé por qué, lo que si sabía era que yo también quería besarlo de nuevo, esos labios finos y dulces eran exquisitos.
Mi madre estaba cansada, así que se fue a dormir luego de la cena recomendándonos que nos fuéramos a dormir temprano. Yo aún no tenía sueño, así que después de lavar los platos me senté en el sofá para ver algo de televisión. Nathan salió de su cuarto después de un rato, traía su típico mono y suéter de pijama, caminó hasta mí y se sentó conmigo.
– ¿Qué estás viendo? – preguntó con una sonrisa, nada que ver con el chico atrevido de hace rato.
– No lo sé, una película sobre tiburones, ¿y esa manta?
– Es que aún no tengo sueño, así que quería pasar el rato contigo y por el frio traje esto para los dos ¿puedo recostarme en tu hombro?
– Claro, adelante – le dije sonriendo, Nathan sonrió, se acomodó en mi hombro acercándose más a mí y luego nos arropó a los dos, yo lo abracé por los hombros para que estuviera más cómodo.
Al rato vi que la película se llamaba "Megalodón" y por lo que estaba viendo no era tan mala como me la había imaginado. Miré al joven a mi lado notando que se había quedado dormido, era de esperarse, hoy había sido un día largo, pero tranquilo y agradable.
Por algún motivo luego de ver al castaño así, empecé a ser más consiente de él: podía sentir su respiración en mi brazo, lo cálido que era y lo agradable que era abrazarlo así, además de su suave perfume que inundaba mis fosas nasales. Ya lo había visto dormir varias veces, pero nunca tenía suficiente; se veía tan hermoso, tan calmado. Recordé lo que este jovencito me había hecho antes de la cena y una idea bastante curiosa pasó por mi mente; el Jackson racional de antes hubiera sacado esa idea de la cabeza, pero mi parte traviesa sentía un poco de injusticia por lo ocurrido en la cocina.
Sin cuestionármelo tanto con cuidado llevé una mano a su cuello y lo acaricié un poco, el castaño no se movió, estaba bien dormido y eso me dio más cuerda a mí. Bajé mi mano acariciando su torso por encima de la ropa, busqué bajo la sábana hasta llegar a sus piernas y con suavidad acaricié su muslo derecho; Nathan no reaccionó mucho, solo se removió un poco. Su muslo era grueso, pero sin exagerar, de buena proporción y muy suave, sobé lentamente la cara interna de su muslo y abrí un poco su pierna, así mi mano logró tocar su entrepierna y desde ella volví a subir por el tronco metiendo la mano debajo de la camisa. Su torso era fuerte y su piel muy suave, tristemente no podía ver por la manta, pero lo sentía erizarse bajo mi toque.
Acaricié su abdomen y lentamente llevé mi mano a uno de sus pezones, comencé a tocarlo sintiendo como este pasaba de blando a duro en poco tiempo, Nathan dejó salir un pequeño suspiro; moví mi mano al otro pezón y lo acaricié con dulzura, el dueño de aquel botón dejó salir un gemidito muy bajo y yo sonreí.
Con suavidad bajé mi mano por su torso cálido hasta llegar a su entrepierna, comencé a tocar esa zona, Nathan se removió un poco, pero con mi brazo lo mantuve junto a mí; un bulto comenzaba a formarse en aquel lugar, metí la mano bajo el mono y la ropa interior sacando su hombría semi endurecida y empecé a masturbarlo. Nathan gimió un poco, sus mejillas estaban tornándose rojizas y fruncía el ceño, adoraba ver ese rostro porque a pesar de estar apretado por el placer, se veía hermoso. Yo sentía mis mejillas calientes, pero no podía detenerme, en serio me había contenido todo este tiempo para no tocarlo.
Nathan despertó un poco desorientado, pero yo no me detuve; cuando se dio cuenta de lo que hacía me miró asustado.
– Jackson ¿Q-que haces?
– Bueno, tu recompensa no me dejó satisfecho, no fue justo lo que hiciste, solo tú me tocaste, ahora es mi turno, además – bombeé un poco más lento y Nathan se recostó de mi hombro reprimiendo un gemido – tú te lo mereces y lo necesitas.
Se recompuso un poco, llevó sus manos a la mía e intentó detenerme, sus manos estaban calientes y no tenían fuerza.
– Jackson, detente... t-tu madre esta d-durmiendo ¡Ah!
– No te preocupes, solo trata de no hacer ruido, ella no va a salir y si lo hace, la sábana cubre esa parte, no te verá. Así que ponte cómodo y disfruta.
– Jackson... no es gracioso – en ese momento escuché la puerta del cuarto mi madre abrirse, Nathan se asustó y yo también, pero con la sábana no nos vería. El castaño intentó que lo soltara, pero lo abracé más fuerte y continué con mi labor, al verse atrapado se acurrucó en mi hombro y cerró los ojos.
– Jackson ¿aún no se acuestan?... Oh, veo que Nathan se durmió.
– Si, cuando termine la película lo llevaré a su cuarto y me iré a dormir – podía sentirlo temblar sobre mí, mis movimientos eran más lentos y eso lo estaba torturando, lo podía escuchar tratando de calmar su respiración.
– De acuerdo – mi madre asintió – voy al baño – dijo y al rato la escuché cerrando la puerta del baño, Nathan levantó la cara y me miró con el ceño fruncido.
– Casi nos descubre... ¡Ah! Por f-favor detente.
– Tú mismo lo dijiste, casi, así que no te apures – él iba a decirme algo más, pero la puerta del baño abriéndose no lo dejó, volvió a recostarse en mi hombro cubriendo su rostro con su cabello, mi madre pasó, entró a su cuarto y cerró la puerta, Nathan volvió a mirarme con su carita suplicante – ¿en serio estás seguro de que quieres parar?
No me respondió, se acercó un poco más a mí y escondió su cabeza en mi cuello, sus suspiros me daban cosquillas, para mí eso era un no. Aumenté la velocidad y él empezó a gemir un poco más fuerte, se mordía el labio para evitarlo y eso no parecía funcionarle. Busqué su rostro con el mío y él levantó la cara, sin dudarlo me besó, lo sentía gemir contra mi boca mientras el beso se intensificaba. Unos segundos después se separó agitado y ocultó de nuevo su rostro, al verlo de cerca pude ver como pequeñas gotas de sudor, pegaban sus cabellos a su frente.
Sentí su miembro palpitar y Nathan presionó más su rostro contra mi hombro, me miró y pude ver sus hermosos ojos oscurecidos por el placer, su ceño fruncido, como mordía su labio y ese hermoso sonrojo. Dio un gemido bastante fuerte que contuvo con todas sus fuerzas y recostó su cara de nuevo a mi hombro, se había liberado manchando parte de mi mano, sonreí mientras lo escuchaba jadear exhausto y limpié mi mano con la sábana.
– ¿Qué te pareció? – me miró tratando de recuperar el aire, yo saqué mi mano de la sábana y acaricié su rostro con cariño.
– Eres muy atrevido... ¿Qué hubiera pasado si tu madre nos descubría? – se acomodó las prendas bajo la sábana.
– No lo haría por la sábana, es algo gruesa así que no se ve nada – sin poder resistirme a esos hermosos labios jadeantes lo besé, él me correspondió gustoso, nos separamos y me sonrió – adoro tu rostro sonrojado – su sonrisa se amplió más – no has respondido a mi pregunta – rio un poco.
– Si me gustó, es solo que me asusté cuando vi a tu madre salir de su habitación... aunque eso le dio más emoción. ¿Por qué lo hiciste?
– Ya te lo dije, no es justo, yo soy el único que disfruta, tú también te lo mereces Nathan – el castaño se sonrojó y apartó un poco la mirada.
– Recuerdo que cuando nos conocimos hiciste lo mismo, ya veo que no has cambiado, sigues tratándome como a una persona – yo lo vi algo sorprendido, soltó una risita – nunca nadie me había preguntado si me ha gustado algo, eres el primero.
Ese comentario me gustó, me alegró ser el primero, pero al mismo tiempo me dolió que nadie se haya preocupado por él de esa manera. Lo abracé, su cuerpo era muy cálido y suave, él me correspondió con dulzura.
– ¿Y el abrazo por qué? – preguntó al separarnos, sonreí.
– Siento mucho que nadie se preocupara por ti de esa manera – comencé a sentirme culpable, prácticamente lo había tocado sin su permiso – perdón por tocarte, estabas dormido y yo volví a ceder por mis instintos, no... – un beso de su parte me hizo detenerme, sus labios suaves me distrajeron, no podía pensar en nada; un beso suyo era la gloria.
– No te arrepientas, a mí me gustó y... me gustaría que se repitiera. Y yo también te hice lo mismo – dijo sonrojándose, yo también me sonrojé – me gusta estar así contigo Jackson, eres un amigo increíble.
No sé por qué, pero sentí que esa sola palabra arruinó todo el momento, era como si un fierro de metal ardiente me atravesara el pecho, Nathan pareció notar mi malestar porque me miró preocupado, sacudí la cabeza y me recompuse.
– Nathan, tú también eres un gran amigo para mí, me gusta estar así contigo también – le dije sonriendo, él me correspondió, pero sentía que esa sonrisa estaba dolida.
Nathan es una persona maravillosa y despertaba sensaciones muy confusas en mí, físicamente me gustaba, ya no podía negarlo después de lo que le hice, pero para mí era solo un amigo, uno cercano porque se había ganado ese lugar, pero eso era, nada más. No entendía esa molestia en mi pecho, decidí ignorarla. Miré al televisor, la película se había acabado.
– Deberíamos ir a dormir, es bastante tarde – le dije y me levanté, tomé la sabana y Nathan se levantó detrás de mí. El ambiente se sentía un poco tenso, no sabía que decirle y él no me hablaba, parecía distraído mirando al suelo. Apagué la tv y luego la luz, caminamos al pasillo, el castaño caminó en dirección a su habitación y yo le seguí, al voltearse con una toalla en sus manos me miró un poco confundido y yo lo vi igual – ¿te darás una ducha?
– Sí, estoy sucio por lo que me hiciste – dijo sonriendo, yo me sonrojé un poco – ¿se te ofrece algo?
– Amm, bueno, creo que deberías quedarte con la manta, por mi madre, ella lavará las cosas mañana y registra mi cuarto, yo vendré por ella para lavarla – él asintió, puse la sábana a un rincón.
En ese momento un teléfono sonó, Nathan corrió hasta su celular y contestó rápidamente.
– ¿Aló?... sí, soy Nathan Álvarez ¿en qué le ayudo?... oh, sí lo recuerdo – lo vi sonreír, yo me hubiera molestado, era muy tarde para recibir una llamada – ¡¿De verdad?!... ¡En serio, muchas gracias! ¡daré lo mejor de mí! ¡no lo defraudaré! Que pase buena noche – colgó y me miró contento.
– ¿Quién era?
– Me aceptaron – lo miré confundido – el local en donde entregamos el último curriculum, me dieron el empleo... ¡Me contrataron Jackson! – corrió hasta mí y me abrazó con fuerza, yo le correspondí con alegría, ya era hora de que alguien lo aceptara, con esto estaría de mejor ánimo.
– Felicidades, te lo mereces Nathan – él dio pequeños saltitos de felicidad y yo lo seguí, me encantaba verlo feliz.
Continuará...
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