Acertijos y Juegos Mentales


La luz del sol dio de lleno en mi rostro y por su culpa comencé a despertar, me estiré un poco en la cama y noté que no llevaba ropa al sentir claramente las sabanas de mi cama contra mi piel; todos los recuerdos de la noche anterior llegaron a mi mente, volteé con una sonrisa hacia el otro lado de mi cama, pero esta se desvaneció al no encontrar a mi hermoso castaño en ella.

Me levanté y me puse un bóxer azul y un pantalón de pijama marrón, caminé lentamente hasta su habitación, pero tampoco estaba allí, su cama estaba perfectamente tendida, claramente no había dormido allí. Fui a la cocina y ahí mis ojos admiraron la hermosa visión que tenían en frente: mi conejo pervertido estaba picando verduras mientras tarareaba una canción, solo usaba una camisa mía que le quedaba grande. Lo sé, ya lo había visto así, pero, sigue siendo impresionante.

Él no se percató de mi presencia, estaba muy concentrado con las verduras, las picaba despacio como para no cortarse; silenciosamente caminé hasta él y lo abracé por la espalda con suavidad llenando cada uno de mis sentidos con su presencia. Nathan dio un pequeño respingo al sentirme y continuó picando las verduras sin moverse. Aspiré el aroma de su cabello y bajé suavemente por su nuca hasta llegar a su cuello y darle uno que otro beso en aquella delicada zona, lo escuché suspirar mientras ladeaba un poco la cabeza.

– Buenos días dormilón – me saludó sonriente y yo lo apreté un poco más, era tan cálido y suave.

– Buenos días ¿Y eso que estás madrugando? – pregunté divertido mientras apoyaba mi mentón en su hombro para ver lo que picaba: tomates.

– Pues me dio algo de hambre y al verte dormir tan tranquilo no quise despertarte, así que estoy tratando de hacerte el desayuno – terminó de picar el tomate y comenzó con uno nuevo.

– Que considerado ¿Qué exquisitez preparará hoy, Chef? – sonrió divertido.

– Tostadas con huevos revueltos – yo sonreí, él casi no sabía cocinar, pero me alegraba que hiciera el intento por mí.

Vi que tenía una técnica algo complicada para picar los tomates, con suavidad llevé mi mano hasta la muñeca derecha de Nathan y guie su mano para hacer los trozos más pequeños, él me siguió con calma.

– Jackson – se quejó – lo estaba haciendo bien.

– Si, pero luego comenzaste a picarlos más grandes – le hablé al oído causándole un escalofrío, sonreí – ¿te pongo nervioso?

– No, pero me desconcentras.

– Aja, ¿Cómo dormiste?

– De maravilla, aunque cuando me levanté me dolió cuando me senté – sonreí.

– Bueno, sé que es culpa mía, pero admítelo, tú querías que fuera más brusco – se sonrojó y miró apenado al tomate a medio picar, yo besé su cuello y él solo ronroneó gustoso por mis besos. En un momento restregó su trasero contra mi ingle y luego se inclinó un poco hacia adelante pegando mi miembro a su parte de atrás – oye ¿Qué estás haciendo? ¿quieres repetir?

– No lo sé – habló mientras volvía a moverse, rosándose contra mí.

– ¡Oye! Creí que te dolía – él sonrió y volvió a concentrarse en picar las verduras, yo solté su mano y volví a abrazarlo rodeando su cintura, Nathan volvió a menear su trasero contra mi – Nathan – él comenzó a reír.

– ¿Por qué tan reacio Jackson? – preguntó juguetón.

– Tuvimos una sesión bastante fuerte ayer, dijiste que te dolía cuando te sentaste, no quiero lastimarte más, además, quería hacer algo diferente hoy – él volteó hacia mí.

– ¿Algo diferente? ¿Cómo qué?

– No lo sé, salir a algún lugar tranquilo pero agradable para que la pases bien y disfrutes un poco de tus pequeñas vacaciones ¿Qué te parece?

– Bueno, no son vacaciones exactamente – habló dubitativo y yo me reí.

– Lo sé, pero me gustaría que lo disfrutaras, tienes una semana completa aquí en casa y yo empezaré a trabajar pasado mañana, así que no podré estar mucho tiempo contigo – no quería separarme de él y mucho menos durante su reposo.

– No tienes que preocuparte por mí, yo voy a estar bien, es solo una alergia, tranquilo – me habló de forma tranquilizadora y con su mano libre acarició mi cabeza, aún seguía cortando el tomate.

– Aun así, quiero salir contigo, tengamos una cita – él se detuvo, pude ver como se sonrojaba y yo sonreí mientras besaba su mejilla.

– ¿C-cita? – habló volteando a verme y yo le asentí, él miró el tomate indeciso – no lo sé.

– ¿No quieres salir conmigo? – pregunté con un falso tono triste, aunque en realidad estaba curioso, quería saber por qué estaba tan reacio a salir conmigo.

– No es eso, es que, realmente no quiero salir hoy, me gustaría quedarme todo el día descansando, es muy poco el tiempo que no estoy pensando en mi trabajo y tú finalmente estás con la mente libre de exámenes y trabajos de universidad. Yo solo, quería aprovechar la ocasión para pasar más momentos así contigo – habló apenado mirando lo poco que le quedaba del tomate, yo me sonrojé y sonreí al escucharlo.

– Podemos pasar el rato así también en algún lugar – hablé jugando con él, ya sé que no quería salir y estaba consiguiendo que yo tampoco quisiera salir, por ahora.

– Las citas son muy lindas, pero, me gusta más cuando te tengo solo para mí – habló un poco rojo, parece que hablar de forma atrevida es su zona de confort, pero se siente incómodo cuando habla de cosas cursis. Suspiró y terminó de picar el tomate – no quiero que nadie más te mire igual que yo – sonreí, este chico era increíble, pensaba lo mismo que yo. Besé su cuello con cariño y él sonrió – además de que no sería una mala idea que me lo hicieras contra el mesón.

Yo me pasmé en ese momento, mi mente quedó en blanco y mis mejillas se calentaron ¿Por qué siempre hacia eso? Decía algo súper romántico y luego aparecía su lado pervertido, ¿Cómo alguien tan adorable podía ser tan ardiente en un abrir y cerrar de ojos? Lo sentí moverse, y cuando reaccioné me estaba besando en los labios, se había girado para poder besarme, yo le correspondí de inmediato y al separarnos me sonrió.

– ¿Hablas en serio? ¿Quieres que te lo haga aquí? – pregunté y él acarició mis mejillas con cariño.

– Dije que no sería una mala idea, depende de ti hacerla realidad. Pero comamos primero, hay que empezar el día con energía.

Sonreí mientras lo veía encender la estufa para cocinar los huevos. Al final lo ayudé haciendo las tostadas y luego nos fuimos a desayunar.

No es por nada, pero Nathan se veía muy sexy con mi camisa, sus blancas piernas eran hermosas y muy suaves, además de que se notaba que, hacia ejercicio, si, cuando está libre suele hacer bastantes ejercicios para mantenerse en forma, yo me uno a él de vez en cuando, pero parece que no hará nada hoy.

Conversamos un poco, yo ya había desistido casi por completo de invitarlo a salir, pero entonces se me ocurrió una idea.

– ¿Alguna vez has visitado el parque de los botes? – me miró confundido.

– ¿Parque de los botes? No, nunca he ido.

– Bueno, si aceptas podemos ir...

– Jackson, ya te dije que no quiero salir hoy – habló un poco cansado mientras se limpiaba con la servilleta, hacia bastante que habíamos terminado de comer, pero nos quedamos hablando mientras reposábamos. Sonreí.

– No, hoy no, podemos ir otro día ¿Qué tal el fin de semana que viene? – él me miró – así disfrutaremos al máximo la compañía del otro aquí en casa, yo también quiero estar contigo aquí – hablé con una sonrisa, él se sonrojó y miró a otro lado, yo esperaba su respuesta y si se negaba lo aceptaría, no puedo obligarlo.

Pareció analizarlo por un momento.

– De acuerdo – habló con una sonrisa – tenemos tiempo sin salir, así que será divertido.

– Créeme, lo será, es un lugar hermoso.

Continuamos hablando de temas triviales hasta que Nathan miró el reloj del comedor, llevábamos dos horas sentados hablando, eran las 9:00am.

– Tengo que lavar los platos.

– ¿Seguirás usando eso? – pregunté mirando lo grande que le quedaba esa camisa, parecía una bata, él sonrió pícaro.

– Es muy cómoda – dijo para luego comenzar a caminar hacia la cocina meciendo sus caderas de forma sutil pero incitante.

Yo esperé unos segundos y caminé detrás de él con mis trastes para dejárselos, ya que se había ofrecido a lavarlos, yo haría lo demás en la casa. Puse los platos junto al lavamanos y me paré detrás de él, lo abracé por la cintura y comencé a besar su cuello, esta vez de forma más intensa, pero con el mismo cariño que la noche anterior, sacándole suspiros y pequeños gemidos a mi castaño.

Él seguía tratando de lavar los platos pese a lo que hacía, así que decidí ver a hasta donde llegaría: mis besos bajaron por su nuca, lo sentí estremecer, ahí era bastante sensible; con una sonrisa ladina subí mis manos por su torso acariciándolo por encima de la camisa hasta llegar a sus pezones, los acaricié con mis dedos y los pellizqué como pude encima de la prenda, Nathan gimió inclinándose al frente cerrando un poco la llave del lavaplatos, aun trataba de enjabonarlos con la esponja.

Viendo que aún seguía con su labor bajé una de mis manos hasta tocar su delicioso trasero por encima de la camisa, él suspiró y se inclinó un poco más dejándome masajear sus glúteos a mi antojo. Mi miembro comenzaba a reaccionar, él de verdad era muy sensual. Un poco más osado llevé mi mano bajo la ropa descubriendo que en efecto no usaba nada más que mi camisa, sonreí y acaricié su trasero directamente pero ahora con las dos manos, Nathan había cerrado la llave y se sujetaba del lavaplatos, sonreí juguetón. Llevé un dedo a su entrada tocando con suavidad sacándole jadeos a mi conejito, con mi otra mano acaricié su piel hasta llegar a su miembro que ya estaba erecto por mis caricias.

– ¿Ya te excitaste tan pronto? Eso fue muy fácil – Nathan me miró volteando un poco su rostro, estaba sonrojado y me miraba algo apenado, sujeté su miembro y lo bombeé con suavidad, él gimió y cerró los ojos – eres muy sensible – hablé burlón y no me contestó.

Retiré mi mano de su trasero y la llevé a su boca mostrándole tres dedos, él entendió rápidamente el mensaje y comenzó a lamerlos, y de una sola los metió a su boca para chuparlos gustoso. Sus gemidos se vieron callados por eso, podía sentirlos en forma de vibración dentro de su boca y eso era excitante. Cuando los sentí bastante húmedos los saqué de su boca y empecé a prepararlo, al terminar Nathan volteó a verme, se veía ansioso, yo no había dejado de masturbarlo, pero lo hacía despacio para que no se viniera aún, lo torturaba un poco, lo sé, pero pronto lo disfrutaría.

Saqué a mi amigo de mis pantalones y con cuidado lo introduje de una sola estocada, Nathan soltó un fuerte gemido y yo solté su miembro comenzando con las embestidas. En serio, adoraba sentirme dentro suyo, era muy estrecho y cálido, además de que cuando tocaba su punto me apretaba un poco. Él se había inclinado por completo, recostándose como podía del mesón junto al lavamanos, jadeaba y gemía sin parar mientras yo lo penetraba con un poco más de fuerza y velocidad, como me lo estaba pidiendo en aquel momento.

El calor en mi vientre empezó a abrumarme y mis músculos se tensaron al igual que los de él, estaba por venirme, pero Nathan me ganó con un grito diciendo mi nombre y gimiendo a la vez, yo aún no acababa y seguí embistiendo sobre estimulando su cuerpo, sus piernas temblaban y él estaba enloqueciendo por las sensaciones. Finalmente obtuve mi tan ansiado orgasmo derramando mi esencia en su interior, salí de él y Nathan quedó recostado al mesón mientras jadeaba sonriente, yo me incliné y le di un beso en los labios, me recibió gustoso y correspondió entre jadeos, sus piernas seguían temblando, había tenido un fuerte orgasmo.

– Fue mejor de lo que me imaginé – habló cuando nos separamos, y yo sonreí sonrojado ante esa mirada sensual y coqueta, este chico de verdad era increíble.

El resto de la semana (o lo que pude de ella) lo pasamos casi de la misma forma, lo hicimos en muchas posiciones y en diferentes lugares de la casa: el baño, la cocina (de nuevo), el sofá de la sala, su cuarto, el mío. Pero si soy sincero, los momentos que más disfruté a su lado era cuando hacíamos algo sencillo, como cuando intentábamos platillos juntos, o cuando veíamos un programa divertido y lo miraba reír con ganas, cuando nos acostábamos agotados en la cama abrazados, cuando veíamos una película juntos, jugábamos con Chocolate o simplemente conversábamos en el balcón; esos momentos que compartíamos, aunque eran simples, eran hermosos, porque ninguno de estos momentos ocurre con alguien que solamente busca sexo por una noche.

Adoraba ver su rostro al despertar, su sonrisa al jugar, su mirada deslumbrante al mirarme, y sus manos al acariciarme. De verdad amaba cada segundo que pasaba con este conejito, era muy pervertido, pero sabía cómo pasar un rato agradable e íntimo sin la necesidad de acostarse con alguien.

El fin de semana llegó muy pronto y la semana siguiente Nathan comenzaría a trabajar de nuevo. La noche anterior habíamos tenido otra ronda y quedamos muy cansados; ese día fui el primero en despertar, él se veía tan angelical como siempre, dormía en mi pecho, se notaba que estaba cómodo ahí, podía sentir sus piernas tocando las mías y parte de su abdomen sobre el mío, además de su lenta respiración en mi pecho; esas sensaciones eran para mí un hermoso regalo del cielo.

– Nathan, corazón, despierta – acaricié su mejilla con suavidad, él se abrazó más a mi mientras suspiraba cansado – Nathan, tenemos que levantarnos.

– No quiero – habló medio dormido.

– Pero, se supone que hoy vamos a salir – hablé con una sonrisa, se veía adorable – son las 9:00am – informé.

– No, estoy cansado, ayer me dejaste sin energías, así que hazte responsable y déjame dormir sobre ti... eres muy cómodo – se acurrucó un poco más abrazándome, estaba cálido, había mantenido bastante bien el calor corporal, casi parecía una manta más arropándome.

Lo observé unos minutos y luego lo abracé con cariño.

– Bueno, vamos a dormir hasta las 11, pero a las 12 en punto salimos ¿bien? – él asintió acurrucándose un poco más, cerré los ojos y me dormí a su lado, debía admitirlo, yo seguía algo cansado también.

Nos despertamos a las 11:20am y de inmediato comenzamos a arreglarnos, alimentamos a Chocolate y le pusimos su periódico, no desayunamos en casa, decidimos comer fuera. Salimos a las 12:10pm y nos subimos a mi moto.

Conduje por la calle hasta llegar a un local que estaba justo en frente de la tienda de mascotas donde solía trabajar, guié a Nathan al café y ambos buscamos una mesa.

Un camarero se nos acercó y tomó los pedidos: él pidió tres pastelitos de hojaldre con un jugo de manzana y yo pedí unos emparedados de jamón con queso acompañado de mi refresco de cola. Al terminar fuimos a la tienda de mascotas, extrañaba a mis animalitos.

Apenas entramos los ojos de Nathan se iluminaron, supongo que nunca había entrado a una tienda de mascotas, miraba emocionado las vitrinas y las jaulas de todos los animales.

– Nathan, Jackson, es un gusto verlos ¿Cómo les va? – saludó Daniel con una agradable sonrisa, ambos nos acercamos a él.

– Bastante bien, ¿y tú?

– Bien bien, ¿Nathan, como sigues?

– Ya estoy recuperado, pasado mañana comienzo a trabajar de nuevo – Daniel sonrió y lo felicitó.

En ese momento la puerta del almacén se abrió y cierta rubia colega mía apareció por la puerta con su ropa de calle, parece que iba a salir. Al verme me saludó contenta y luego miró a Nathan, le sonrió y se le acercó con una gran sonrisa.

– Hola, ¿eres el amigo de Jackson? – preguntó mirándolo atentamente.

– Así es, soy Nathan, es un gusto conocerte – habló el castaño con una radiante sonrisa, Marie le estrechó la mano y sonrió algo sonrojada.

– El gusto es mío, soy Marie, una ex colega de Jackson, trabajaba con él, pero el señorito administrador se fue de la tienda – habló con un tono algo dolido que hizo reír a Nathan – los animales te extrañan – me dijo con tristeza.

– Lo sé, yo también los extraño a todos – comenté mirando las jaulas, mi amigo sonrió y se acercó más a mí, vi el reloj, ya casi era la 1:00pm – bueno, me gustaría quedarme más tiempo para charlar, pero debo irme, hoy saldremos al parque de los botes – la rubia sonrió.

– Que casualidad, yo también voy para allá ¿Qué les parece si nos vamos todos juntos? – preguntó emocionada – podemos ir en el metro, escuché que hoy iba a haber algo de tráfico.

– En verdad me encantaría, pero...

– Creo que sería muy divertido ir los tres – habló Nathan sonriente, lo miré sorprendido, era una cita ¿Por qué involucraba a alguien más? Además, teníamos mi moto, no era necesario, el tráfico no podía detenernos.

– Nathan, no es necesario, podemos ir en la moto – él me sonrió.

– Con tu moto vamos a llegar muy rápido a ese parque, vamos a tomarnos nuestro tiempo, a salir con calma, sin prisa – se acercó a mi oído – como en nuestra primera cita.

Con un escalofrió por su cálido aliento recordé la vez que fui con él a los bolos, tenía razón, habíamos regresado en autobús y el viaje había sido muy agradable. Suspiré derrotado.

– De acuerdo conejito, iremos en metro – se sonrojó por el apodo, pero ya se estaba acostumbrando a él.

Salimos del local una vez que Marie tomó sus cosas, nos despedimos de Daniel y fuimos a la estación del metro que quedaba cruzando la calle. El tren no tardó mucho en llegar, los tres tomamos asiento, debíamos pasar 7 estaciones para llegar al parque, por suerte esta estaba en frente de la estación.

Yo iba un poco molesto por aquella rubia, no me malentiendan, es muy agradable, el problema es que Nathan no dejaba de hablar con ella y cuando intentaba meterme en la conversación ella cambiaba el tema; luego de 5 intentos los dejé conversar y me entretuve viendo la ventana.

Llegamos en unos 10 minutos, el metro solía ser bastante rápido cuando no había problemas, pero se llenaba un poco cada que se detenía. Nos bajamos los tres en nuestra estación y salimos a la calle; como ya lo había mencionado Nathan estaba muy entretenido hablando con ella, y no podía culparlo, Marie era una joven que sabía cómo capturar a las personas con casi cualquier tema y eso era algo que hasta a mí me tenía intrigado, no negaré que estaba celoso, pero aun podía divertirme.

El parque era algo grande y tenía algunas atracciones interesantes, como un aviario, una pequeña feria donde los fanáticos de la cultura pop podían comprar y disfrutar con los suyos, un bucanero que era como una especie de museo sobre historia y sobretodo, el enorme y tranquilo lago en donde podías navegar alquilando un pequeño bote, habían de remos y de pedales.

Al entrar al parque pudimos notar algunos puestos a lo lejos, había mucha gente sin perturbar la paz de aquel hermoso lugar, los senderos rodeados de pasto reluciente y algunos árboles lo hacían encantador.

– Oh, ahí está Jhon – habló la chica de cabellera rubia – Bueno chicos, fue un gusto haber venido con ustedes, cuídense mucho – nos dio un abrazo a los dos mareándome con su perfume y luego de sonreírnos corrió hasta un joven de cabello teñido de rosa.

– ¡Adiós! – se despidió el castaño con una gran sonrisa y agitando el brazo, yo solo me despedí con la mano, ella sonrió y comenzó a caminar junto al hombre – Jhon parece un buen tipo – miré a Nathan confundido.

– Pero, ni siquiera nos sonrió.

– Nos saludó con la cabeza, miraba a Marie con mucho cariño – sonreí enternecido, Nathan solía ver lo bueno de muchas personas, lo miré y le hice un gesto para que caminara a mi lado.

– Bueno, es momento de continuar con nuestra cita – se sonrojó de inmediato y yo sonreí divertido – vamos.

Comenzamos a caminar con calma por uno de los senderos del lugar, Nathan miraba el paisaje con una enorme sonrisa: había niños jugando con discos y pelotas, algunos adultos y jóvenes jugando volibol, además del agradable ambiente que se podía ver y sentir de aquel hermoso parque.

– ¿A dónde vamos primero? – pregunté después de unos minutos de tranquila caminata, el castaño se detuvo y miró el lugar un poco perdido.

– Yo... no lo sé, es decir, nunca había venido, así que realmente no sé a dónde podríamos ir.

– De acuerdo: a nuestra derecha está el área donde los fanáticos de anime, manga, comic, kpop, etc, compran mercancía de lo que les gusta. A nuestra izquierda está el aviario y al frente está el lago con los botes y el museo del bucanero con un hermoso restaurante.

Nathan se quedó pensando por unos segundos, por mi parte no había ningún lugar al que quisiera ir en especial, estaría feliz si voy con él.

– Creo, que quiero ir primero al aviario, después podemos ir al lago y luego a comer, realmente no me llama la atención ir al área de fanáticos, podríamos venir otro día – asentí y le sonreí – ¿no te molesta?

– Nathan, no importa a donde vaya, seré feliz siempre y cuando vaya contigo, ahora, vamos al aviario – él se sonrojó, pero sonrió y caminó a mi lado.

El aviario no estaba lejos, miré al castaño caminar feliz a mi lado y al verlo tan tranquilo sonreí gustoso, él me vio con curiosidad.

– ¿Por qué me miras tan alegre?

– Tenerte a mi lado hace que todos mis celos desaparezcan – me miró sorprendido.

– ¿Estabas celoso? ¿de quién? – comenzó a mirar a los alrededores por si había alguien más viéndolo de forma rara.

– Bueno, si te soy honesto, de Marie.

– ¿Marie? ¿Por qué?

– No dejabas de hablar con ella y cada que intentaba meterme en la charla me dejaban fuera – Nathan sonrió y luego me vio un poco apenado.

– Jackson, estábamos hablando de la película que vimos hace poco, ella adoró la película tanto como yo y me habló de cómo se producían ese tipo de películas porque ella está estudiando audiovisual, por eso casi no hablabas. Además, Marie es muy bonita, pero jamás la vería como te veo a ti, perdón por hacerte sentir así – sonreí, Nathan en verdad podía ser muy dulce cuando quería, aunque fuera más pervertido de lo que parece, tiene muy buen corazón y es bastante tímido – además, su trasero no es tan firme como el tuyo.

Me pasmé al escuchar eso de su parte. Ya sé, debería estar acostumbrado a ese tipo de comentarios, pero no podía evitar paralizarme al escucharlo, siempre te sorprende.

Nathan comenzó a reír con ganas cuando me vio paralizado por su comentario, sujetó una de mis mejillas y me miró con cariño.

– Ya te dije que adoro ver ese color en tus mejillas – me miró con picardía – no me provoques, que estamos en un lugar público, si quieres en casa podemos intentar algo, pero ahora no – me sonrojé más y él negó divertido, luego sus ojos se dirigieron a algo detrás de mí con asombro, yo me volteé y vi lo que estaba observando.

Había un señor con una tabla blanca que decía "Juegos mentales" y debajo del nombre había un montón de esculturas y figuras de alambre y de metal.

– "Juegos mentales" ¿Qué es eso? – preguntó el castaño curioso.

– Vayamos a averiguar – caminamos al señor quien nos recibió con una enorme sonrisa.

– Buenas tardes señor, ¿Qué son esos? – preguntó mi amigo curioso, el hombre le sonrió y sacó de aquella tabla unos clavos que estaban curvados y se entrelazaban entre sí.

– Buenas jóvenes, me alegra que pregunte jovencito: estos son desafíos mentales, yo los hago con alambres y cuentas. El objetivo de ellos depende de la figura, así como la dificultad, pero en efecto es sacar algo de aquella figura o separar algo. Como con este – nos mostró los clavos y se los dio a Nathan – tienes que separarlos, a ver, inténtalo.

Mi amigo los miró confundido y trató con calma de separarlos como podía, pero no lo consiguió, yo miraba atento los demás ejercicios, muchos eran para sacar una vara o un muñeco de alguna estructura y se veían complicados. Nathan luego de varios intentos fallidos se lo entregó al señor con curiosidad. El hombre con un rápido movimiento de manos los separó casi por arte de magia.

Los dos nos quedamos como imbéciles viendo como el hombre lo había resuelto en menos de tres segundos, lo volvió a unir rápidamente y se lo dio a Nathan de nuevo.

– Inténtalo, sin compromisos – habló con una sonrisa.

El castaño siguió intentando sin éxito tratando de imitar el movimiento de manos que había hecho el hombre.

– ¿Los demás son así también?

– Eso depende, hay de tres niveles, el que tiene tu amigo es uno de un nivel, hay algunos en donde deben pasar dos o tres cosas para separar el acertijo y resolverlo, como este – sacó uno de un delfín, debía sacar un alambre que parecía un clip del tamaño de un dedo, lo sacó de la parte de abajo del delfín y luego lo sacó por completo.

– Impresionante ¿Cuánto cuestan?

– Los de un nivel cuestan 1$, los de dos 2$ y los de tres 3$.

Miré a Nathan, se veía muy entretenido, el señor se lo pidió para enseñarle de nuevo como se hacía (obviamente rápido) y se lo devolvió para que lo intentara de nuevo. Saqué un billete de 1$ y se lo ofrecí.

– Quiero el que tiene mi amigo – él asintió y tomó el billete.

– Se lo puede llevar, espero que se diviertan con él, cuando quieran pueden intentar con otro – habló sonriendo – cuídense muchachos.

Nos despedimos del señor y continuamos nuestro camino al aviario, Nathan seguía intentando separar los clavos, yo lo miraba imitar el movimiento de manos que había hecho el señor, pero los clavos seguían igual.

– ¿Cómo vas?

– Es que... trato de sacarlos, pero siguen sin moverse, los giro y los retuerzo, pero, nada de lo que intento los libera.

– Bueno, eso es de esperarse, el señor los hizo y se ve que sabe mucho sobre eso – Nathan asintió y trató de soltarlos de nuevo.

– Es que él hizo un movimiento así – trató de imitar el movimiento y los clavos se separaron sin aviso, Nathan y yo nos quedamos de pie viendo los clavos finalmente libres.

– ¡¿Qué?! ¿Cómo lo hiciste? – se los quité y comencé a jugar con ellos.

– No lo sé, yo solo, imité al señor – habló sin haber salido de su asombro y es que era asombroso, miré hacia atrás viendo al señor como a unos 20 pasos de nosotros.

– ¡No avanzamos casi nada y ya lo resolviste! – hablé sorprendido tratando de encajarlos, intenté recordar como los había unido el señor y de golpe los uní, Nathan me miró sorprendido y me los arrebató de la mano.

– ¿Cómo los uniste? – negué confundido, ni yo sabía cómo se hacía, pero luego sonreí divertido.

– Sepáralos otra vez – le pedí juguetón.

Continuará...

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