Dieciocho
Besarse había subido de categoría en los días que se sucedieron a ese. Ir a aquel manantial había sido la cosa más sensual que Loki había hecho, mientras que para Thor aquello había sido un sueño.
Corrieron dentro del agua, salpicándose el uno al otro en un juego que acababan de crear. Thor lo atrapó y asumió que había ganado pero el hechicero le demostró que no era así: le mordió con suavidad el cuello logrando que lo soltara por la sorpresa para entonces él abalanzarse sobre el aesir. Habían acabado hundidos pero esa era la cuestión.
Al jötun le encantaba estar leyendo y que Thor llegara de sorpresa a mimarlo con más besos, a veces silenciosos y otros húmedos con la característica habilidad de hacerlo papilla allí mismo. Pronto Loki perdió el pudor y empezó ser él quien empezara los acercamientos al colgarse del otro como si no hubiera un mañana.
Pasó una semana y el rubio había hablado con su padre durante lapsos en los que le dijo al jötun, se peleaban por las condiciones nuevas que le iban a ofrecer a su gente. El rubio le pidió que lo entendiera, porque aunque entendía la igualdad que su mundo pedía, Asgard no podía quedar en condiciones desfavorables.
Loki buscó hacerlo y ahora le fue fácil. Tenía al príncipe dorado a sus pies y eso para él era suficiente. Ya no estaba solo, el mundo ya no se sentía como una piedra que cargaba en su espalda y aunque sí tuviera algunas de sus inseguridades a flor de piel, confiaba en que pronto estas cesarían.
De pronto se veía en el espejo y se encontraba atractivo, sabía que era estúpido concebirse así sólo después de que Thor aprobara dicha cualidad en él pero algo había cambiado. Ahora siempre llevaba camisas sin mangas, más que por lucirse, para que su piel tuviera más tacto con los fuertes brazos del aesir.
En una de tantos subidones de adrenalina y endorfinas por el enamoramiento, a ambos les importó un pimiento que Skadi estuviera sentado al frente leyendo y se pusieron a besarse con lengua de por medio. Con Thor sobando la espalda del jötun y pegándolo a él lo más que lo dejaba su silla.
A Loki no le gustó no tener un ángulo adecuado y sin más se subió al regazo del rubio y desde ahí restregó su cuerpo en conjunto al otro sin dejar de acariciar el cabello o las mejillas del aesir mientras este le hacía lo mismo con sus brazos y torso.
Maniobraron durante varios minutos así, abriendo sus ojos en intervalos sin dejar de besarse para provocarse de una manera que a los dos los prendía y los divertía a partes iguales. Hasta que oyeron el carraspeo de una garganta.
—Sé que están en algo íntimo, ¿pero les molestaría hacerlo en su habitación? Les recuerdo que soy un rey jötun joven y virgen, así que...
Thor cayó en la cuenta de que sus manos habían viajado hasta el trasero del jötun y ahí se habían quedado, sobando las burbujas de carne. Tampoco había notado su creciente excitación. Contrario a la de Loki que no se notaba mucho, la de él era cosa para apenarse.
—Me disculpo alteza, he de irme ahora. Necesito arreglar un problema. —Dio un último beso suave a Loki y con cuidado de ponerlo en la silla de al lado, se compuso lo que pudo para marcharse.
—Y vaya que es un problema enorme. —Sonrió Skadi con picardía.
—¡Oye! —soltó sin pensar el hechicero. Aquello lo había hecho tener ganas de arrancarle el cabello al otro—. Y te recuerdo que yo también soy virgen.
—Para serte franco ya no lo pareces, ese truco de dar sentones sobre la pelvis de otro no es muy recatado que digamos —dijo con intención el de cabellos platinados y con ello, provocó un sonrojo puro y duro en su interlocutor—, y gracias a Ymir que Thor pidió a los guardias esperar afuera porque eso de tenerlos yendo al baño durante un gran rato no serviría para su historial.
—Es que no puedo evitarlo...
—Eres más joven que yo e inexperto es lógico que quieras experimentar, está bien. Sólo..., ten cuidado. Thor es un príncipe, heredero de un reino muy importante, el más importante del universo para bien o para mal. Tiene obligaciones.
—Lo sé. De hecho aun no entiendo por qué se fijó en un enano jötun como yo. Bueno sí sé, pero es que hay muchísimas más opciones...
—¿Estás de broma cierto? —Preguntó levantando una ceja—. Para él eres del tamaño correcto y bueno, eres muy atractivo si me lo permites, es a mí a quien le extrañó que no estuvieras enlazado todavía.
—¿Ahora tú estás bromeando? Soy un enano, nadie querría enlazarse conmigo así, al menos no un gigante.
—El que repitas eso me parece curioso desde que te conocí. No sé de dónde sacaste esa idea de que no eres deseable solo por tu estatura pero déjame preguntarte algo, ¿desde qué saliste de tu villa, alguien te ha denigrado o insultado por ello?
Recapituló, entonces, lo que le acababan de cuestionar y dio vueltas en cada recuerdo. Le dirigían miradas extrañas al punto de que él parecía ser el centro de atención pero jamás nadie le había faltado al respeto insultando su condición.
—Ahora que lo mencionas, no. —Dudó un poco al contestar y apretó el ceño para forzarse a analizar mejor—. Bueno, al menos no explícitamente pero me veían de una forma fija siempre.
—No te voy a engañar, hay algunos gigantes que sí desprecian las deformaciones cuando aparecen en algún familiar suyo, pero al no ser algo de ellos el resto tiende a ignorarlo o adorarlo porque es percibido como "símbolo de realeza". —La cara de extrañeza que le dirigió el hechicero le hizo explicarse—: Gerd y yo somos de linaje real y ambos somos enanos. La razón de esto es porque se busca que las casas reales mantengan su sangre pura por lo que los de nuestra clase tienden a enlazarse entre hermanos. Además algunos de los que tienen nuestra peculiaridad a menudo poseen un seidr muy poderoso como el mío.
Aquello dejó a Loki con un revoltijo en su cerebro. ¿Cómo era posible lo que decía Skadi? Pese a que le dio vueltas durante un lapso considerable, los problemas no se hicieron esperar y relegó esos juicios al apartado "checar después" ubicado en su cabeza.
Claro que los amigos del rubio habían opinado al respecto. Sif sólo atinaba a rodar los ojos y en una ocasión le había soltado a Thor, estando él presente, que ya estaba harta de que en cada misión recolectara un amante. Aquello había dolido como si le hubieran arrancado las uñas una por una.
Le había costado un día entero creerle al aesir que si bien era cierto que había tenido varios amantes a lo largo de los siglos, él había caído enredado con ellos por la atracción hacia su físico y no por esto junto con las cualidades de la persona o su ser, como con Loki.
Cuando el jötun abrió la puerta, el aesir estaba dormido frente a ella como un animal doméstico que esperaba paciente, contrario a lo que el hechicero había pensado sobre su exasperación y pronto abandono en su insistencia por él. Se agachó y abrasó al dios del trueno sin que este hiciera otra cosa más que recibirlo.
Escuchó con satisfacción las palabras vehementes que Thor le dirigió a la guerrera con el tópico de no meterse en sus asuntos y entender que el jötun no era una aventura. Volsstag, quien lo había felicitado por su nuevo amante, también recibió una llamada de atención.
—Loki no es un pasatiempo —aclaró al final.
Estaba tan feliz que esa noche se coló en el cuarto del príncipe y durmió a su lado, acurrucados como una vez lo habían estado cuando él estuviera enfermo. No fue raro entonces que al final comenzaran a hacerlo a diario y la costumbre se arraigara en ellos.
...............
El único ojo de su padre le hacía saber que aquello no le parecía del todo razonable pero que no era una mala idea. Estar ante una imagen en miniatura de su progenitor era mejor que tenerlo en persona o verlo a través de Heimdall. Estaba feliz de que al fin hubiera accedido a proyectar una ilusión por medio de su brazalete holográfico, lo cual consideraba muy "moderno" para su gusto.
—Padre es razonable: aunque afirmen que hacen esto por el pueblo y la discriminación que en verdad se sufre, no creo que se rehúsen.
—No, tienes razón en eso. —Asintió Odín, acariciando la cabeza del cuervo Munin posado en su lanza—. Lo que no me convence es el que cinco familias enteras se conviertan en dioses. Es demasiado, arriesgamos demasiado.
—Ellos no tendrán aliados y les pondré la condición de que sólo sean los miembros directos. Nada de tíos, sobrinos o hermanos —explicó cruzándose de brazos y manteniendo una actitud regia, propia de un rey—. Tal vez con el tiempo irán concibiendo y tendrán más gente divina entre ellos pero entonces seremos fuertes. Es mejor que sea cuando terminemos con las tensiones que hay entre los vanir y nosotros, ¿acaso Mimir no te ha aconsejado que así sea?
Era Mimir el que había puesto en marcha aquella travesía de Thor. Ahora su cabeza era lo único que quedaba para darles consejos, debido al nuevo intento de revuelta de los vanir, pero seguían siendo los de un sabio. Uno que era por bendición de Yggdrasil, omnipotente.
Según lo dicho por él era preciso descartar la guerra de los jötuns a toda costa y someter a los vanir sin la fuerza, de modo que ellos mismo eligieran entregarles su lealtad. Con eso estarían listos para el Ragnarok o cualquier otra vicisitud que el sabio avistara.
—Así es.
Padre de Todo escaneó a su vástago y heredero. Frigga había suplicado porque le levantara los castigos que retrasaban su regreso a Asgard. Verla sufrir le dolía, pero ya había sacrificado muchas veces el amor eterno que le profesaba a su esposa por mantener la mente fría y siempre daba resultados favorables. Como ahora.
—Veo con orgullo y alegría, hijo mío que has comprendido a no subestimar a tus enemigos, cualesquiera que sean sus circunstancias. —Su sucesor no le dio una sonrisa de suficiencia y eso lo glorificó más. Estaba listo—. Bien, teniendo en tus manos la solución que dará fin a esto, te despojó de tu penitencia y te devuelvo los dones que te restringí.
Dentro de su alma algo que se había desenchufado, volvió a estar conectado a él y por fin, sintió que estaba completo. Escuchó risas afuera y comprendió que el allspeak había sido devuelto de igual manera a sus amigos.
—Padre —interrumpió Thor la desaparición del holograma de su progenitor—. Estoy consciente de que lo que le voy a pedir afectaría nuestra situación interna aún más pero necesito hacerlo...
—Quieres romper tu compromiso con Freyja —afirmó Odín.
Parpadeó un par de veces en su lugar, descolocado por el extraño poder de adivinar que tenía su padre hasta que recordó que había siempre alguien para presentarle lo que podría deparar el futuro.
—¿Las nornas te han visitado o ha sido Mimir?
—¿Acaso importa? —Odín observó el cuerpo de su vástago tensarse, intranquilo ante su respuesta. Era como le habían advertido que sería: Thor sin saberlo ya había comenzado a amar al jötun. Casi sintió pena por él—. En efecto, tu ruptura con la diosa vanir traería serias repercusiones. Además está el tema de la profecía.
—Una que no dice con claridad a quién se refiere.
El rey suspiró.
—De acuerdo —respondió. El dios del trueno estaba a punto de darle las gracias con fervor cuando el anciano alzó una mano pidiendo silencio—. Me gustaría que no te apegues más al jötun por el momento ya veremos lo que dice su porvenir cuando lo traigas a Asgard.
Enfrascado en su dicha, el rubio no percibió la tristeza en el semblante de su padre.
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