Diecinueve
En cuanto Loki pisó la sala de estar, Thor se apresuró a darle la buena nueva sobre su ex-castigo. Este pareció sorprendido y a la vez aturdido. El rubio le explicó cómo habían ido las cosas y se encargó de tranquilizarlo con respecto a su posición allí que ahora era diferente pero superior.
Dos días más y podrían hablar con Farbauti para que el día después Thor terminara de cuajo con toda aquella negociación con los jötuns. No le dijo a su hechicero sobre el permiso autorizado por su padre para que estuviera a su lado, aunque aún no le había hablado de Loki en específico.
Aquello, aunque lo había puesto pensativo por lo extrañamente fácil que había resultado convencer a su progenitor sobre el tema, lo tenía en ascuas. Deseaba escupirle a cada ser de los nueve mundos que estaría con quien quería. Y es que no sólo deseaba que Loki fuera y viviera en Asgard con él, sino que ambos contrajeran nupcias.
Claro que debía ir poco a poco. Soltarle algo así, tan de repente al hechicero podría descolocarlo o peor, asustarlo. Thor era un dios nacido hacía milenios, por lo que la idea de establecerse y al fin formar su propia familia lo alentaba pero no sabía qué efecto tendría pedir lo mismo a alguien tan joven como Loki.
Desechó los pensamientos negativos que tenía y se enfrascó en restregarle en la cara a Helblindi que ahora el pequeño jötun era suyo. Cada que iban a dar un paseo a la ciudad, Thor se encargaba de caminar delante del príncipe jötun con su mano aprisionando la de su amado o bien, robarle un beso sin que este hiciera más que bajar la cabeza con pena.
Casi podía notar el humo saliendo de Helblindi mientras rechinaba los dientes detrás de ellos. Sabía que era infantil pero no podía evitarlo, que lo hubiera elegido a él lo hacía flotar en una nube que al rubio le parecía interminable.
Después de hablar con Skadi, sin embargo, había acabado aceptando algo que ella destacó sobre esos encuentros fogosos que tenían donde fuera y es que no quería denigrar a Loki tocándolo a la vista de otros. Siempre lo había hecho con sus amantes pero ahora estaba consciente de que para Loki no debía haber ese trato tan despectivo.
Las noches a la luz de las velas eran espectaculares. Habían llegado a ser más atrevidos el uno con el otro: se bañaban y después no se vestían sino que hacían un desfile sin música para que él otro contemplara la maravilla que tenía allí mismo.
Ese día al caer la penumbra no fue diferente, sólo que esta vez Thor pidió que Loki le cantara algo sexy mientras hacía su mágica entrada al cuarto que ahora, ambos compartían.
Y vaya que lo hizo, no conocía esa canción pero estaba seguro de que era digna de una taberna o un prostíbulo porque imaginar lo que la letra decía acompañado de ese movimiento de caderas y del compás que marcaban los hombros del jötun, hicieron burbujear su corazón y sí, su parte baja.
Thor se había acostumbrado ya a ver el pene delgado de Loki colgando de la maravilla que tenía bajo este. Al principio había sido, no nuevo porque ya sabía de la dualidad sexual de los jötuns, pero sí extraño.
Dos veces, el rubio se había quedado explorando aquellos labios azules que se cerraban tímidos ante su toque suave y provocador, como en ese momento. Suspiró de nuevo sobre ellos provocando arcadas en Loki mientras su pulgar hacía círculos sobre el montículo que había sobre ellos, coronándolos.
Las piernas del hechicero se expandieron para dejarle lugar al aesir en lo que ambos entendían sería una conquista disimulada a las partes íntimas del jötun. El botón era tan sensible como cualquier otro al que Thor estuviera acostumbrado así que lo mimó un rato con su lengua. Probó y jugó en intervalos con los pliegues carnosos de más abajo y claro que procuró por el pene que ya soltaba líquido pre-seminal más arriba.
No hacía falta que el hechicero hiciera lo mismo con él porque el simple hecho de repartirle caricias a su melena o soltar los jadeos de éxtasis más liricos que había escuchado lo encendían hasta niveles titánicos. Había días en que no necesitaba ir al baño para ocuparse de sí mismo, sólo se venía al contemplar el líquido transparente que el otro soltaba en su orgasmo.
Hoy, el aesir se sentía rudo así que antes de que comenzaran habían requerido permiso para portarse a sus anchas y al concedérselo, él iba a aprovechar.
Mordió los muslos internos del otro hasta que la piel estuvo sensible y a propósito pasó su barba por ahí.
Dio un par de nalgadas justo antes de colocar ambas piernas de Loki sobre sus hombros y cargarlo hacia arriba. Ahora el jötun estaba en un ángulo semi recto en dirección vertical, cosa que lo hizo parecer aún más perfecto con los cabellos negros húmedos esparcidos sobre las almohadas.
Ambas manos del hechicero se engancharon a las sábanas y tomó impulso del colchón para ayudar a Thor a comer la nutritiva merienda que Loki le había servido entre sus piernas. Contrario a lo esperado, la lucha por impulsarse hacia arriba fue mermada por el propio príncipe que anhelaba el control para él solo.
—Me vengo, Thor, me ven...
Su cuerpo languideció como peso muerto tras el subidón de energía usado y el tambaleo de toda su anatomía. Thor le dejó en su lugar para ir a buscar alivio al otro lado de la puerta que conectaba al baño: ver a aquel dios jötun recostado con las piernas abiertas y chorreantes le provocaba espasmos incontenibles.
—Espera —susurró Loki.
—Debo irme o si no, cometeré una locura —amenazó con voz ronca el rubio.
—Entonces hazlo. —Eso lo detuvo a medio camino e hizo que se volviera—. Quiero que lo hagas. Ahora.
Encontrar al hechicero siempre serio y engreído apoyado en sus brazos con una sonrisa suelta, resultado del éxtasis y el cabello enmarañado después de tanto tambaleo inspiró los más impuros sentimientos en Thor e hizo que preguntar lo siguiente fuera una locura:
—¿Estás seguro?
Brincar sobre Loki era buena descripción para explicar lo que hizo una vez este diera su aprobación. Lo besó, sabía que ya no necesitaba más juego previo pero Thor quería seguir tocándolo.
Enganchó las manos del jötun en sus hombros y empezó a molestar a sus pezones. No tuvo problema con hacerlos salir pero sí que le costó complacerlos. Cada uno reclamaba su atención y si bien podía lamer o chupar uno y palpar el otro, Loki lo cambiaba sus atenciones en intervalos.
Resultó que el hechicero era muy demandante. Sus piernas largas y delgadas se escurrieron hasta atrapar a Thor con ellas y pegar su miembro hinchado con su pelvis. Estaba bien, así acariciaría al pene del jötun con el propio pero este lo que buscaba era satisfacer no sólo a este sino a su vagina al removerse contra el rubio.
Thor ascendió de su pecho al cuello de Loki y su boca se entretuvo allí divertido al provocarle cosquillas con escalofríos al jötun. Succionó largo rato, esperando dejar una marca allí para que el portador de la misma al verla recordara ese momento y la persona con la que lo había pasado.
Mientras tanto sus dedos surcaron las marcas ancestrales que hacían de su amante único e intentó casi no pegar sus dígitos a la piel para que la sensación fuera tenue y así lograr su cometido: el jötun gimió ante los escalofríos placenteros que le hicieron arquear su cuerpo por oleadas potentes y constantes.
En respuesta, Loki buscó sus labios y apuró al rubio para que flagelara su lengua una vez más con su forma de enganchar y sobajar a la suya. Maniobras nuevas le fueron enseñadas y el jötun no dudó en copiarlas mientras una de sus manos dejaba los cabellos del rubio y se adentraba entre sus cuerpos para acariciar sus penes palpitantes.
Contoneando sus caderas, Thor respondió a la caricia. Estaba feliz de que el otro participara aún con la cara enrojecida de vergüenza y se las apañó para propinarle unos cuantos besos dulces a los párpados cerrados de su amante.
Una vez hecha la retirada, fue el turno del aesir descender para encontrar algo que lo hizo hincharse de orgullo: sus pelos púbicos y parte de los muslos estaban llenos de la humedad desbordante no sólo de ambas erecciones sino de la evidente excitación de la vagina que moraba escaleras abajo, escondida y expectante.
Thor paró sus embestidas al aire para descender rumbo al cálido lugar que aguardaba por él. Deslizó entre ambos pliegues hinchados y palpitantes su pene, frotando hasta provocar ardor con frustración en ambos. Aquello había sido a propósito ya que ahora el miembro de Thor también estaba cubierto del lubricante natural que la vagina de Loki babeaba.
Pequeñas mordidas en sus labios le advirtieron que el jötun estaba ya cansado de juegos y Thor entendió que era hora. Le dio un pequeño toque al botón inflado por sobre los pliegues de Loki y este abrió las puertas a su pene un poco más de lo que ya lo estaban.
El perpetrador atacó, hambriento por llegar a la meta. Fue cuidadoso y procuró distraer al jötun, tragándose sus gritos y dibujando un ocho constante en su clítoris magullado. Ya había llegado a lugares así de apretados en su vida pero nunca había experimentado la sensación de calidez y totalidad que lo embargó al arrastrarse por ese túnel estrecho y suave.
Topar con el fondo de su hogar lo hizo querer quedarse quieto pero el clamor de su cuerpo por destruir aquellas paredes y minar el túnel húmedo lo hicieron balancearse como un desquiciado una vez Loki se acostumbró a su intromisión.
El aesir era fuerte y potente, un dios de la fertilidad. Algo que se le aviso al jötun pero que no contempló en todo su significado hasta que estaba siendo golpeado con la furia de una tormenta.
Estaba acorralado pero oh, como le gustaba estarlo. Abrió más las piernas invitando al dios del trueno a invadir más sus entrañas y a seguir despedazándolas con cada empuje dado a su centro de placer.
Su clítoris estaba impresionado y no le importaba ser vejado de esa manera. El pene que lo invadía era tan grande que pasaba trayéndolo con cada nuevo choque suyo y de paso lo provocaba con las diferentes formas que tenía de penetrar su joven vagina.
Los movimientos circulares le hacían jalar del pelo de Thor con más fuerza al exigirle mayor rapidez y no sólo profundidad, mientras que los firmes y emitidos en línea recta lo hacían delirar tanto que sólo alcanzaba a arrastrarse bajo él y rezar a Ymir porque no se detuviera.
Iba a venirse pero no sin experimentar el nuevo ritmo que el rubio acababa de imponer, ese que hacía que la fricción fuera casi opresiva con cada ir y venir del gordo y largo pene que se alojaba en su interior. Era tan veloz la cabalgata que temió por un momento que la cama se rompiera.
Estaba a punto de morir, lo sentía, su corazón no iba a aguantar. Sus uñas negras se enterraron en su espalda baja y para apresurar su próximo homicidio, se engancharon en las nalgas del rubio, acompasándose con ello a las brutales embestidas.
Loki estaba sollozando, no pudo evitarlo en cuanto sus labios fueron soltados. Aquello se parecía más a un berrido que no había podido contener en cuanto Thor se había replegado para tomar sus caderas y ya sin distracciones, había seguido con el sólido vaivén dentro de su útero.
Quería terminar, ya no podía más. Su vagina y clítoris estaban en carne viva, palpitando duro y esperando por explotar. Aquel sentimiento de fatalidad se sembró en lo más recóndito de su matriz y entonces experimentó los espasmos.
Unos casi tan dolorosos como placenteros que lo fulminaron poco a poco hasta acabar sin un halito de vida, unos que martillaron su centro mismo hasta desgarrarlo y convertirlo en partes roídas esperando volver a ser cosidas.
O así se sentía.
Creyó que eso era lo mejor, que ya nada podría mancillar su cuerpo como lo había sido hasta que sintió un disparo, dos, tres, cuatro chorros de un líquido espeso que su interior amó recibir. Estaba encantado, un subidón de endorfinas lo hizo tomar al cansado Thor recostado sobre su cuerpo y arrastrarlo hasta su boca para besarlo con devoción.
No sabía cuánto había anhelado estar tan lleno hasta que ahora lo estaba. Sabía que era semen lo que se escurría entre sus muslos y empapaba sus colchas. Entendía lo que significaba y no podía sino cantar de alegría.
Adoración apareció en los orbes azules de Thor quien se rio con las pocas fuerzas que le quedaban y lo besó acaloradamente. Él quería seguir pero el jötun no podía más. Así que el rubio comprendió y sólo se quedó velando el sueño de su amante quien se relajó aún con él entre sus piernas.
No hubo una canción de cuna más amable que la que el corazón de Loki cantó para él esa noche, al dormir sobre su pecho.
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