Catorce
Fue un triunfo rotundo lo que había hecho, no sólo el príncipe Helblindi le debía una sino que había logrado con éxito y sin forzarlo, infiltrarse en la Congregación de los Hechiceros de su Majestad. Además de que Thor había retrasado la reunión con los jötuns para esperar a que se recuperara.
Marchó seguro, escoltado por los guardias, a un lado de Thor mientras ambos se dirigían a la sala de reuniones de los reinos. Esta abarcaba el triple de la sala del trono de Skadi, quien se encontraba allí mismo en la silla que indicaba la dirección oeste de Jotunheim, dado que ahí era donde residía su reino.
Ellos, los cinco forasteros hincaron una rodilla al suelo para presentar sus respetos hasta que el rey Laufey indicó lo contrario. Se leyeron los títulos de cada uno y ellos esperaron de pie como dictaba la tradición.
—Estamos aquí para firmar un acuerdo de paz o en su defecto, una declaración de guerra —habló el anfitrión.
—Así es. Aunque si me lo permite rey Laufey, quisiera agregar que en sí, nosotros vinimos aquí para reparar la ofensa contra la reina Skadi por asesinar a su padre el antiguo rey Thiazi y no entiendo cómo ha resultado así.
Cada monarca se revolvió en su asiento y le dedicó una mueca de desprecio a Thor. Sabía que traducir aquello era impertinente pero no pudo evitarlo cuando el aesir insistió. Y claro que comprendía por qué.
Hacía casi 50 años los vanir habían declarado la guerra contra los aesir bajo un pretexto similar. Odín junto con la corte de los dioses, incluido Thor, habían traspasado a una cortesana vanir con sus lanzas.
Sin embargo, tras haberla quemado tres veces en la hoguera, ella no falleció. Aquello fue una bendición para los vanir, pues teniendo quien demandara una compensación por tal ofensa, habían requerido ser reconocidos iguales por los aesir.
—Debo recordarle que los vanir traicionaron el acuerdo previo que tenían con ustedes, para asesinar a Gullveig. Nosotros no hemos hecho más que pedir una compensación justa debido a la falta real cometida contra las reglas antiguas.
—Lo sé, pero eso no deja impune el hecho de que Iduun fuera secuestrada por Thiazi.
El comentario hizo que el rey Aeigr se levantara indignado, vociferando pestes contra Thor. Al ser él el morca vecino a Thiazi, era el que más había convivido con él y en sí, este había sido su amigo en los casi 45 que años que llevara gobernando.
Loki escuchó cómo los soberanos creían que aquello debía haber sido una treta de los aesir, ya que Thiazi era incapaz de cometer semejante locura. Una que se castigaba en Jotunheim con el arrebato de los títulos nobiliarios y la deshonra de su linaje.
Así se lo hizo saber al dios del trueno, quien desdeñó dicho argumento sin fundamentos que le daba carácter de mártir al difunto rey. También ambos cayeron en la cuenta de que en teoría, Skadi por ser vástago de un hombre cuyas acciones eran vergonzosas ya no debía ocupar el cargo que seguía ostentando.
Aquello le daba más peso a las palabras de Thor que acusaban a los jötun de complotar para que Asgard pareciera el malo de la historia, sin serlo.
El hechicero mantuvo su vista en Skadi, quien había usado la escarcha para amoldar el trono gigante a su estatura. Estaba impasible, contemplando sus uñas y resoplando a cada nueva injuria. Por eso era que no había tomado ventaja de los regalos del rubio: estaba en deuda con los demás reyes por seguir reconociéndolo como uno y tampoco era tonto.
Para seguir en el poder, debía complacer a quienes estaban en él.
—¡Basta! —Un retumbar se sucedió en olas por todo el recinto. Cada rey tomó asiento y entonces Laufey se alzó—. Llevamos más de dos horas en esto y no dejaré que este dialogo prosiga si no estamos de acuerdo en algo príncipe Thor.
El jötun enano casi no podía pasar saliva de lo rápido que traducía y los pocos intervalos que los hablantes le ofrecían para hacerlo. Por una fracción de segundo captó la mirada de Laufey en él y un escalofrío recorrió su columna. Un gigante medía tres metros en promedio pero él parecía tener más de cuatro.
—¿Y qué es ese algo? —Loki pronunció las palabras de Thor pero no fue al príncipe al que el gigante se dirigió.
—En que nosotros somos los agraviados y los aesir los agresores. —Estaba a punto de transmitir el mensaje cuando Laufey se dejó caer sobre su trono—. Seguiremos luego.
.............
Compartió tiempo con Bragg al día siguiente, le parecía un tipo agradable y que pensaba dos veces las cosas antes de emitir un juicio. Urd siempre estaba ocupado pero eso le benefició en sobre manera ya que el joven le enseñó ciertas recetas que él no conocía contra la migraña y los espasmos.
Por su parte, Loki correspondió con una pócima que ayudaba contra las infecciones urinarias y fue así que rompieron el hielo. Dos días pasaron sin que viera a Thor puesto que este se había confinado a su habitación para hablar con Padre de Todo y a cambio, el hechicero había encontrado que Bragg sí era parlanchín sólo que debía agarrar confianza.
—Hay algo que me preocupa pero no sé si debería compartírselo al rey Skadi. —Aventuró Loki, quien ya le había contado al otro la historia de su baba siendo prisionero y de su reciente relación de amistad con el rey de Rahndoffh. Dejó que el otro asintiera y siguió—: Escuché cómo el príncipe aesir les contaba a los otros que tenía un aliado en la ciudad de Utgard porque el primer día un mensaje había llegado a ellos. Casi me desechan creyendo que este hechicero poderoso serviría más que yo.
—¿Te dijeron su nombre? —interrogó Bragg sin despegar su atención de Loki. Sí que le gustaba el chisme a pesar de ser un sacerdote.
—No, por eso tampoco he hablado ya que sería información incompleta. —Se rascó la cabeza y se desordenó la trenza en forma de diadema que llevaba—. Sólo sé que para convencer al aesir, este jötun les dijo que preguntaran sobre la explosión de seidr que hubo hace poco en las calles de la ciudad.
—Así que es un traidor a su raza. —Las facciones de Braggi eran de alguien que acaba de presenciar cómo matan a su madre.
—¿Tú sabes de quién se trata? —Los puños del otro jötun se apretaron mientras enmudecía, pero Loki esperó para no parecer ansioso.
—No. El maestre Urd estaba eufórico pensando que tú eras esa persona, tanto él como el consorte real buscaron sin descanso al causante. —Loki se aseguró de dar una cara de decepción a la vez que él continuaba—. Ya sé, es una lástima que no lo sepamos, aunque ahora más que nunca es preciso averiguar su identidad. Si lo que dices es cierto estamos en peligro, he de decirle al maestre Urd.
—No hace falta. —Lo detuvo con tranquilidad—. Si yo no traduzco con exactitud lo que ellos me piden no podrán preguntar o saber sobre esta persona.
—¡Sí! Y si tenemos la suerte de que envíen cartas en nuestro idioma, tú tendrás que leerlas. ¡Eres brillante Loki!
<<"No tienes idea", pensó>>.
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