"Tu alma era inocente, amor. Siempre lo fue. Sin embargo, yo me encargué de que esta cambiara; con mis palabras, acciones y falsas mentiras. Te convertí en un alma marchita, llena de rabia y pudor. Te convertí en el único deseo que quería, pero también, te llevé a rastras hacia aquella puerta. Pues, a ellos les gustaba que cumpliera con mi palabra, o tendría que arrepentirme de la peor forma. Y no, no de nuevo. Siempre lastimaban a los que quería, y como tu pertenecías a aquel grupo, hallé un solución.
Matarte yo mismo.
Así no me dolió, pero tampoco lo disfruté, digamos que tengo una forma diferente de hacer mi trabajo, y tu fuiste una excepción. Una maldita excepción que me cobró la mitad de mi creencia, y que, ahora, que te escribo sobre la lápida que lleva escrita tu nombre con una caligrafía particular, me doy cuenta de que no te olvidaré; no olvidaré la sangre que se deslizó por mis manos; estaba tan cálida que deseé poder haberla disfrutado por más tiempo. Espero verte en la otra vida, o quizás, no. Supongo que mi vida será eterna, y la prefiero así. Aunque no te preocupes, seré solidario contigo, y te enviaré a un par de almas que convivan junto a ti, y así, no te sentirás sola.
Te lo promete, Silas."