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Y allí me encontraba yo.

Sumido en mis pensamientos una ves más. Pero esta ves me daba miedo hasta pensar.

Bandos contrarios, rivalidad. Siempre ha existido. El daño colateral no existe, es solo daño intencional. Y yo estoy allí, dispuesto a recibirlo, en exhibición total, desnudo ante el mundo.

No siento miedo por perder mi vida, sino por el daño que pueda llegar a causar mi pérdida.

Unos golpes a mi puerta me llevaron a la realidad.

─ ¿No mencioné que el proyecto era para mañana? ─ era Lana.

Me molesté un poco. No me gusta que nadie venga a mi casa, y no por vergüenza o algo parecido, sino porque es mi espacio personal y privado, pero ella es así. Ella pasa los límites y no le importa las indicaciones que le dé una persona, siempre hará lo que quiera, y eso me gusta.

─ Te dejaría pasar pero no para hacer el trabajo ─ le contesté.

Ella sonrió y haló la puerta de un empujón. Entró y se tiró al sofá. ─ Cuéntame, ¿qué pasa?

Fruncí el ceño confundido, ¿que ha de pasarme? ¿cómo lo notaría si ni siquiera lo he demostrado? Estoy actuando normal. ─ No me pasa nada, solo me dio horror verte aquí en mi casa sin que sea halloween.

Ella entendió la broma y rió. ─ Te conozco tan bien ─ pausó. ─ Cuando estás preocupado tienes este tic raro de tocarte mucho la nariz.

Ni me había dado cuenta de ese movimiento involuntario. ─ ¿Y tú cómo lo sabes?

─ Cuando tu hermano y tu mamá sufrieron aquél accidente años atrás.

Mi familia sufrió un accidente en auto hace unos años atrás. Lana estuvo allí, siempre lo ha estado. Nos conocemos de hace mucho tiempo, siempre quedamos juntos en las clases.

─ No me preocupa nada ─ mentí y me acerqué a su lado.

Ella me miro con preocupación. ─ Sé en lo que andas, ¿por qué no puedes admitirlo?

Fallé en contarle todo sobre mi, no debí. ─ Simplemente dejé ver mi cara a la gente equivocada.

Miró al piso unos segundos y luego alzó su vista hacia el frente. ─ No entiendo por qué sigues en esto Harry, busca un trabajo normal. Sé que no soy nadie para interferir en tu vida...

No dejé que terminara de hablar y la corté. ─ Exactamente eso eres en mi vida, nadie ─ dije impulsivamente.

Ella me miró y asintió. ─ Bien. Ya veo que nadie hará el maldito proyecto. Para que tengas un peso menos de encima te anotaré ─ se levantó rápidamente y salió por la puerta. La seguí y logré tomarle la muñeca.

─ Simplemente no te metas en esta parte de mi vida Lana, hablo enserio.

Ella me miró seria y solo asintió. ─ Eres un maldito enfermo algunas veces.

Yo reí y le revolví el cabello. Solo me sacó el dedo del medio y se fue. Volví a mi casa.

Estoy en un estado neutral. No sé que podrá pasar en unos días después de hacer semejante estupidez.

Ver a Lana aunque sea unos segundos me hizo olvidar todo.

Fui  a su casa, está un poco lejos. Ya era bastante tarde.

La llamé.

─ ¿Qué quieres ahora? ─ preguntó enojada.

─ Sal

─ Que mal, solo tengo azúcar ─ cerró

Reí y la llamé de nuevo.

─ Te juro que si no me dejas terminar el proyecto te voy a ─ Antes de acabar de hablar abrió la ventana de su cuarto y me vio fuera de su casa.

Narrador omnisciente.

Y allí estaba él. Con sus jeans desgarrados y su chaqueta de cuero, mirando hacia arriba con una sonrisa.

Ella sonrió embobada.

Podía ser dura por fuera pero en realidad estaba un poco caída por él.

Ella pensaba que su cara parecía moldeada por dioses. Su cabello ondulado cayendo por su frente lo hacía ver tierno.

Todo el rollo de su trabajo lo hacía ver mucho más interesante y misterioso a los ojos de Lana, cosa que le encantaba aun más.

Bajó rápidamente y le abrió la puerta.

─ ¿Qué deseas Harry? ─ preguntó fingiendo irritación.

─ Ir al club contigo ─ alzó las cejas.

Lana frunció el ceño mirándolo expectante. ─ ¿Ah si? ¿Irías con una persona que no significa nada para ti?

Harry miró al cielo estrellado con incomodidad. A el no le gustan estas escenas de enojo ni pedir perdón por palabras que hieren porque nadie lo hace con él.

─ Fue un momento de rabia Lana, me siento atrapado. Estando contigo o simplemente con verte se me olvida todo, se me olvida toda esta mierda que me pasa.

Hasta Harry se sorprendió con sus palabras. Él suele ser muy impulsivo.

Lana sonrió. ─ Pasa mientras me cambio ─ Abrió la puerta dejándolo entrar.

Harry negó con la cabeza. No quiere que sus padres le conozcan, no por verguenza, sino por miedo al rechazo y mal entendidos. ─ Me quedo en la calle esperando, no tardes.

Lana simplemente asintió con la cabeza y prefirió no molestarlo.

Él nunca ha creído en relaciones. ¿Qué se gana con una novia? esa es su excusa. Pero su verdadero pensamiento es ¿quién podría aguantar a una persona con una vida tan jodida?

Esto no lo entristecía, ya se acostumbro.

En unos quince minutos Lana salió. Vestía unos jeas, un top negro y botas.

A Harry le gustaba aunque no lo quisiera admitir. No es bueno admitiendo sus sentimientos ni expresándolos. Mientras que Lana era buena notando lo que no se ve.

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