Prólogo.
No puedo dormir, y no me culpo, los nervios por volver a pisar un salón de clases me causan insomnio, pero, aunque no quiera, tengo que volver, tenemos que terminar el mes de clases que quedó pendiente, ha pasado una semana ya, y se sigue sintiendo como si hubiese pasado tan solo un instante, estuve a punto de morir, pero mi trauma no es ese, es por ver a demasiados amigos morir frente a mis ojos.
Observé el reloj que estaba sobre mi mesita de noche, este marcaba las 3:00 A.M, di una leve sonrisa y salí de la cama.
Alexa hoy nos contó que volverá, y eso me pone muy feliz, podremos estar juntos y terminar juntos, tal y como empezamos, de alguna forma que ella regrese me hace ilusión.
Tomé un vaso del estante, luego caminé hasta el grifo, abrí la llave y el vaso comenzó a llenarse, y al mismo tiempo, el sonido de una silla siendo arrastrada, me hizo sobresaltarme.
—Pablo, ¿Eres tú?
Seguía nerviosa, es de madruga, fácil podría confundir a mi hermano con un ladrón o algo así, esperé unos segundos, pero no recibí respuesta.
Bebí un poco de agua y me dispuse a ir hasta mi habitación, cuando estaba por subir el primer escalón, la escuché.
—Pablo no soy, pero Amber sí.
Mi corazón comenzó a latir muy rápido al escuchar esa voz, todos los acontecimientos de hace una semana comenzaron a rebotar en mi mente, haciéndome recordarlos. Me giré lentamente para cerciorarme de que era real, o mi mente estaba jugándome una horrible broma.
—¿Me extrañaste? —preguntó ella sonriendo, en su mano pude ver un cuchillo, este estaba lleno de sangre. —Él si.
Seguí las gotas de sangre hasta el suelo, donde pude verlo, pude ver a mi hermano ahí.
—¿Pablo? ¡Dios mío!
No podía creer lo que veía, mi hermano estaba ahí en el suelo, a los pies de Amber, muerto. Esto no puede ser real, no es real, por favor no puede ser real.
—Trato de protegerte hasta el final, pero no lo logro, ahora vine a terminar lo que Luis empezó —Amber levantó el cuchillo, acercándose poco a poco a mí.
Me congelé, no pude correr, sentía que no podía moverme, y lo único que tenia para poder defenderme de ella, era un maldito vaso de agua, eso no me ayudaría.
Lancé el agua a su cara y corrí a la cocina nuevamente, tenia que tomar un cuchillo para poder protegerme.
—¡Mamáaaaa! —comencé a gritar mientras corría, llegué hasta el cajón donde los guardábamos, tomé uno y me giré rápidamente para ver hasta la puerta, por donde Amber venia.
—No podrás conmigo —mencionó Amber con una sonrisa en su cara. No entendía nada, no entiendo nada, ¿Cómo puede ser posible que ella este aquí y haya matado a Pablo? No entiendo.
—¡Lárgate perra! —grité llorando.
—¿Por qué? ¿No quieres que me quede? —escuché una voz detrás de mí.
Al girarme, pude ver a Amber a unos pocos centímetros de mi cara, ella hizo un movimiento y supe que todo iba a terminar, el dolor se extendió rápidamente por mi cuerpo, el cuchillo estaba dentro de mí.
—Terminaré lo que iniciamos.
Comencé a debilitarme, traté de dar algunos pasos, pero fue inútil, tome mi cuchillo con fuerza para intentar apuñalar a Amber, pero no pude, termine por caer a causa de mi sangre que chorreaba hacia el suelo.
—Por ser una ocasión especial, te concederé tus últimas palabras.
—Vete al carajo —sonreí asustada, Amber sonrió a un mas y me apuñaló repetidas veces.
—¡Ahhhhhhhh!
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