Capítulo 33.
Narra Alexa.
Escuché la ventana hacerse añicos, pero lo mejor de todo fue que ninguna alarma sonó, rápido me dispuse a acercarme a la ventana, pero sentí a alguien detrás de mí.
—Soy yo, Pablo —dijeron detrás de mí.
Respire un poco más aliviada, me encanto escuchar la voz de Pablo, yo estaba muy asustada y la verdad no quería estar aquí sola.
—¿Qué paso? ¿Dónde estabas? —pregunté mientras unas lágrimas se deslizaban por mis mejillas. —Estaba asustada.
—Todo está bien, la verdad no sé, lo último que recuerdo fue que me golpearon muy fuerte en el sótano, luego desperté en mi habitación, no entiendo nada.
Un fuerte disparo nos sacó de nuestros pensamientos, rápido corrí hasta la ventana, donde pude observar a Mathias con un arma en sus manos,
—¡Dios mío! —exclamé al ver a Vicky tendida en el suelo.
Pablo asustado por lo que acababa de escuchar se dirigió a la puerta y la abrió como si nada, algo que yo no pude hacer hace unos instantes.
—¿Qué paso? —preguntó Pablo.
—Mathias le disparo —dijo Elio al lado de Vicky. —Ella está bien, pero ese maldito nos matará a todos.
—¡Mathias basta! No tiene caso que sigas ordenes de Amber, deja esa arma en el suelo —gritó Pablo molesto.
Mire a Mathias, el tan solo nos observaba con miedo y nervios, el ayudante siempre estuvo frente a nosotros.
—¿Por qué lo haces? —preguntó Tyler.
—No quiero morir —dijo Mathias con una voz baja pero audible. —Yo no soy el ayudante.
Al otro lado de la calle, pude ver a Harold que venía hasta acá, espero Mathias no lo vea, o esto se pondrá peor.
—¡Chicos! —gritó Harold. —¿Qué sucede?
Mathias se giró hasta Harold y disparo.
***
Narra Nahuel.
—Suena bien ser el protagonista —respondió Noah entrando a la escuela.
No, no podemos hacer esto, lo estamos lanzando a su muerte, mire a Lalu, ella tan solo permanecía callada.
—¿Estas bien? —pregunté.
—Obvio que no, mis amigos están a punto de morir, y ustedes son unos hijos de perra —añadió ella molesta.
—Lo siento.
Comenzamos a caminar detrás de Noah, él se miraba feliz de sentirse parte de una historia de terror, pero yo no, ni los demás.
Según lo que leí en el grupo, Pablo está desaparecido, o quizá llego su hora y murió para acompañar a su hermana.
Mire la hora en mi celular, esta marcaba las 7:30 de la noche, creo que no podremos solos, tenemos que hablarle a la policía.
—Camina Nahuel —mencionó Arthur sacándome de mis pensamientos. Rápido me detuve en seco y llamé la atención de los demás. —No podemos hacer esto, moriremos todos, todo esto de poder rescatarlos es una trampa de esa chica, ¿Por qué rayos los dejaría irse? No tiene ningún sentido, ella nos va a matar.
Mi corazón comenzó a latir demasiado rápido, mis manos a temblar y mi respiración podía sentirla muy acelerada, estaba asustado.
—¿Qué pasa? —preguntó Noah mientras regresaba.
—Venimos a nuestra muerte —dije con la voz entrecortada.
—Eso lo sé, pero podemos salir triunfantes de aquí, ser los sobrevivientes del final de la historia.
—¡No podemos, no estamos en una maldita historia!
***
Narra Amber.
Mire a la pequeña niña a un costado de mí, estaba sentada en las butacas del teatro de esta horrible escuela, justo en el escenario la actuación especial de Gerardo, Valen y Martha, solo falta que lleguen mis invitados y el espectáculo dará inicio.
—¿Los vas a matar, Amber? —preguntó Candy a un lado mío.
La mire y le dedique una pequeña sonrisa, esta niña me recuerda tanto a mí.
—Posiblemente lo haré.
—¿Y a mí? —preguntó ella.
—¿Crees que sería capaz de matar a una niña? —pregunté confundida.
—Eres mala, y las personas malas hacen cualquier cosa, además ya estoy grande, tengo 14.
—Juraría que eras menor, pero eso no importa, tu solo pídemelo y te asesinaré con gusto.
Candy se quedó callada, observando hacia el escenario, esto está tomando mucho tiempo, estoy impaciente, maldita sea, ¿Por qué carajos no llegan?
Espero y no estén haciendo lo que estoy pensando, porque no tendré compasión con nadie, ni con esta mocosa que está a un lado mío.
—¡Amber, por favor! —gritó Valen desde el escenario. —Déjanos ir.
Ella estaba llorando, esto me hace recordar muchas cosas que Luis hacía, y creo que me pego un poco de su enfermedad, ¿O es que yo estoy enferma igual que él? No, no creo, no estoy enferma, solo lo hago como venganza.
Tomé un cuchillo que tenía en uno de los asientos a un costado de mí, y me dispuse a caminar al escenario.
—Que sus amigos no lleguen me impacienta un poco, así que, para divertirme y divertir a la pequeña Candy, ¿Qué les parece que empecemos con el show?
—No, no queremos ser parte de tu estúpido show —mencionó Martha mientras unas lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
Acerqué mi cuchillo a su cara, y lo pase por su sonrojada mejilla, haciendo un pequeño corte, del cual rápidamente comenzó a salir sangre.
—¡Déjala enferma! —gritó Gerardo molesto.
Usar esa palabra para referirse a mí, no es nada halagador, tome mi cuchillo y se lo pase a él por la mejilla, para que tengan una cicatriz de hermanos.
—No agradezcas —dije.
—¡Vete a la mierda!
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Espero les haya gustado.
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