Capítulo 29.

Narra Milena.

—¿Eres tú? ¿El maldito primo de Amber? —exclamé asustada.

La persona con el pasamontañas levantó la mano, y en un rápido movimiento se despojó de este.

—¿Valen? ¿Eres tú?

—Claro que soy yo, ¡Vámonos! —Valen tomó mi mano y comenzó a jalarme para salir de aquella casa.

Estaba muy confundida, ¿Valen es la prima de Amber? Siempre creí que era un hombre, ay no, esto no puede ser real.

La casa de Valen estaba a unas casas de donde estábamos, al llegar la mire algo asustada.

—¿Tú eres quien nos está matando?

—Obvio no, rastreé el celular de Paola, no iba a llegar indefensa, al menos conseguí un cuchillo, y no debí salvarte, pero no tuve opción.

—Por favor, pueden explicarnos que carajo está pasando —dijo Gerardo confundido.

Ahora todos saben que yo asesiné a Raúl, quizá iré a la cárcel por muchos años, yo no podré conseguir dinero para salir como Amber, mi vida terminará en una prisión.

—¿Alguien quiere explicarnos? —preguntó Martha.

—Lo que pasa es que Amber salió de prisión y alguien está matando al curso, tal como nos sucedió a nosotros en el pasado —mencioné un poco nerviosa.

—¡Dios mío! La profesora no mencionó nada de esto, esa maldita nos condenó.

—Tenemos que encontrar a Lalu, Noah y Keyla, ellos están en peligro, Amber los va a matar — añadió Gerardo asustado.

No sabía qué hacer, en mi mente estaba presente el huir, y así no ir a prisión por lo que hice.

—No puedo ir con ustedes —dije algo nerviosa. —No puedo.

—No te necesitamos —Valen estaba molesta. —Espero vayas a prisión y te pudras como Amber no lo hizo.

Valen, Gerardo y Martha salieron de la casa, yo los seguí un poco nerviosa.

Tengo que ir a casa, tengo mucho miedo, pero yo no quería hacerlo, no tenía opción.

Al salir no podía creer lo que veía, era una persona con un pasamontañas y justo a su lado, estaba Amber.

—¿Creyeron que escaparían de mí? —preguntó ella molesta. —Nadie se va a escapar de mí. ¡Todos entren a la casa!

Comenzamos a retroceder de poco a poco, quería correr y dejarlos aquí a ellos, nada me interesa, solo quiero irme, pero no pude, temía por mi vida.

—Hola Milena —dijo Amber sonriendo. —No querrás hacerme enojar, en verdad no querrás.

—¡Eres una maldita, te odio! —grité y comencé a llorar.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas.

—Deberíamos matarlos a los cuatro, ¿No crees?

Miré al tipo, este solo asintió, y levantó la cara, solo podía observar sus ojos, pero no sé quién es.

—Entonces, hagámoslo.

Comencé a retroceder hasta estar justo al lado del sillón, Martha y los demás hicieron lo mismo, se alejaron de Amber.

—¿Tienen miedo? —preguntó Amber.

Martha asintió y Amber se acercó a ella y la tomo del cuello.

—Deberías tenerlo, y es muy normal cuando estás por morir.

Amber comenzó a presionar el cuello de Marta, la cual comenzó a llorar.

—¡Déjala! ¡Por favor! —gritó Gerardo molesto. —Por favor.

Amber la soltó y Martha comenzó a sobarse, mientras seguía llorando.

—Déjanos ir —dijo Gerardo muy nervioso. —Nosotros no sabemos nada, solo déjanos ir.

Amber le sonrió, luego le hizo una seña a su ayudante.

—Nadie se irá de aquí, por favor, que Milena sea la primera.

—¿Qué? ¡No, Amber no, por favor!

Mi corazón comenzó a latir demasiado rápido, tengo que salir de aquí, lo más rápido, no quiero morir.

Intenté correr a la ventana, pero el tipo me tomo del cabello, y me giró hasta él.

—No lo hagas, por favor.

Más y más lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, no quería morir.

Él tomo mi cuello, yo intenté alejarme de él, pero no pude, luego comenzó a llevarme hasta el sillón, donde quedé recostada, con él sobre mí.

—¡Amber no!

Sentí que sus manos estaban presionando mi cuello, con todas mis fuerzas trataba de sacarlo de encima de mí, pero no podía, mis manos temblaban, mi respiración se agitada.

—¡Ahhh! —opté por golpear sus manos, pero no me soltaba.

La respiración cada vez me faltaba, creo que llegó mi momento, dejé de luchar, tan solo me dediqué a mirarlo, mirar esos ojos de la persona que me estaba asesinando, que estaba arrebatándome mis sueños y mi propia vida.

Esos ojos, pude recordarlo, pero fue muy tarde, terminé por cerrar los ojos.

***

—Gracias, ahora, ¿Quién es el siguiente?

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Espero les haya gustado.

¿Cuantos se alegraron por la muerte de Milena?

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