Capítulo XII: Lo atraparon.

<< ¿Esto es el final? >>

<< ¿Estoy muerta? >>

<< ¿Qué ha pasado? >>

<< ¿Acaso sigo viva? >>

Éstos pensamientos cruzaban la mente de Kiara cuándo cerró los ojos al ver qué se quedaba sola frente al animal desconocido.

Finalmente abrió los ojos y vio los ojos amarillos de aquel desgraciado, mirando al suelo, cómo asegurándose de qué Vitani estaba inconsciente.

¿Allí morirían las dos? ¿En la oscuridad, separadas y solas?

[...]

— Kiara, no te puede dar miedo cazar. Algún día tendrás qué matar a un animal para comer — decía Kion.

— Me Dan pena todos ésos animales, ¿a ti no? — preguntaba ella.

Los dos llevaban un rato practicando para el gran día de Kiara, y ella estaba nerviosa a más no poder.

— Recuerda que, o comes, o te comen.

— ¿Y eso qué?

— O te matas, o te matan. Y tú quieres seguir viviendo, ¿cierto? Entonces elige tu vida y sacrifica la suya.

[...]

Era simple. ¡Era simple!

Tenía qué elegir.

Y, desde luego, apostó por su propia vida. Y también por la de Vitani.

Sacando fuerzas de flaqueza, Kiara se levantó y se abalanzó sobre el extraño animal, alejándolo de su amiga.

Al contrario, que hasta el momento había permanecido ajeno a lo que hiciera ella, se sorprendió, e intentó contraatacar.

Impulsó a Kiara sacándosela de encima, y cuándo quiso levantarse, Vitani ya había despertado, y se había lanzado sobre él para retenerlo.

— No te atrevas a moverte, malnacido — Vitani jadeaba sobre aquel animal.

Aprisionándolo entre las dos, lo sacaron a la luz. Y no pudieron creer lo que veían.

<●>●<●>

Zazú, Makini, y Rafiki habían estado intentando apaciguar el clima agresivo y hostil de Pridelands sin ningún tipo de éxito.

Aquello se les complicaba demasiado.

— Es imposible que esto salga bien. No podemos conseguir nada... — Makini estaba muy pesimista últimamente.

— Tranquila, encontraremos la forma de qué esto funcione, depende de nosotros... — decía Zazú, tratando de calmarla.

— Chicos, acaban de llegar varios elefantes, y dicen que Magnoro va a subir — advirtió Rafiki.

— ¿Y quién es Magnoro?

— Makini, es el líder de los elefantes que quedan... — susurró Zazú.

Magnoro entró cómo pudo al lugar, se instaló bien y procedió a decir lo que tenía qué decir.

— Chicos, hemos encontrado encontrado al asesino... Justo con las manos en la masa. Aunque parecía más bien con las manos en la chapuza — explicó Magnoro.

Ante tan fuerte declaración se les sumó un rostro nuevo que apareció seguido de varios elefantes a las órdenes de Magnoro, un rostro que conocían y a la vez no conocían...

— Que alguien me pellizque, porque esto es lo más imposible qué he visto en la vida — acertó a decir Makini.

Aunque ni Rafiki ni Zazú pudieron contestarla, de hecho, ni siquiera llegaron a oírla, sumidos en una desconcentración absoluta de todo y descentrados de la concentración completa de nada.

<●>●<●>

Ono, Bunga y Besthe habían avanzado mucho, y no se habían cruzado con nadie ni nada.

Y lo agradecían, porque no querían ver a su antiguo líder, ni a la chita, ni a Kiara y su amado Kovu, y mucho menos al heredero al trono y su futura mujer.

Porque estaban todos de acuerdo en un par de cosas...

1. Tanto Kion cómo Fuli les habían olvidado por completo.

2. Kiara y Kovu habrían olvidado su precaria e inútil existencia.

3. Kopa heredaría el trono de Pridelands, y Vitani gobernaría junto a él, cosa irremediable.

Pero ninguno diría en voz alta nada de lo que pensaban. Nunca. Jamás. Al menos, no delante de los compañeros que habían perdido.

— No quiero que Kopa y Vitani suban al trono. Ella es una asesina, y por culpa de que él no pudo evitar la muerte de Nala ha empezado toda ésta parafernalia — admitió en alto Bunga — Lo siento, pero opino así...

— Y yo no quiero que Kion reclame un sitio al lado de Kopa, no después de matar al Rey... fuera cuál fuera la razón — dejó caer Besthe.

— Yo no sé qué opinar de Kiara, Fuli y Kovu, pensaba qué éramos amigos, pero nos olvidaron — comentó Ono.

Se callaron. Eran fuertes declaraciones, sin ninguna duda.

— ¿Y sí nos vamos de Pridelands cuándo todo esto acabe? — soltó Besthe — Terminemos lo que empezamos al adquirir ésta marca, y empezemos una nueva vida. Los tres juntos. Aquí ya no pintamos ni importamos nada.

— Iré contigo hasta el final, Besthe — soltó Ono — Estoy muy de acuerdo.

— Y yo — se sumó Bunga.

Animados por la idea de abrir un nuevo capítulo en sus vidas, llegaron a las Landers tan pronto cómo pudieron.

Allí se reunieron con Jasiri, y, tras un par de horas, le preguntaron sobre el tema que los concernía.

— ¿Sabes de alguien qué pueda haber sido el asesino, o algo...? — preguntó Ono.

— Lo cierto es que nadie de las Landers, si no fuera... — Jasiri se trabó — Oh Dios Santo, hay alguien...

Las palabras siguientes les dejaron a todos sin habla. Tanta, que ellos mismo supieron decir sí la propia Jasiri las recordaba tan borrosas y nítidas a la vez cómo ellos.

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