Ambos quedaron bajo una fina gama de cientos de colores, como si los espectros de luz los estuvieran despidiendo y deseándoles un buen viaje, en silencio, por el resto del cosmos infinito que no terminaron de conocer.

Desde el planeta de mil colores, las flores fueron testigos silenciosos del descenso de dos almas que se amaban. Tal vez en otra vida se reencontrarían y culminarían su amor bajo las estrellas más brillantes del universo. 

¡Gracias por leer esta historia sumamente corta! Fue escrita con amor, y con muchas referencias a la cultura espacial. 

Resubir esto es como una catarsis para mí, es de las historias a las que más les tengo cariño y aprecio.

Si leyeron todo, que sepan que me hacen la más feliz del universo conocido, y del no explorado. Pronto seguiré escribiendo más Taegi y Yoontae, porque me da vida y una razón para seguir adelante.  ♥