¿Sentimientos encontrados?

Inventaste a los demás soldados que te habías cortado con un espejo roto para no levantar sospechas. Pasaron los días y tu herida sanó por completo. Debido a que ningún pirata molestaba más, terminaron las misiones secretas.

Como tenías que tener alguna labor, decidiste ir a preguntarle al almirante si podías ser su asistente, lo cual él aceptó sin problema. En el fondo querías pasar el mayor tiempo posible con él, para conocerlo mejor.

Luego de varias, varias semanas las actividades siempre eran las mismas, uno que otros papeleos que atender al día, nada nuevo. Hablabas con más confianza con el almirante, y él también empezaba a tomarte más confianza.

Con el paso del tiempo sentías que su relación se hacía cada vez más cercana, pero era un sentimiento unilateral. El almirante es siempre serio y discreto, nunca dice nada de más; ni hace nada de más. Eso te hace pensar que no deberías tener tan apego por él.

Pero te era imposible, sus cautivantes ojos rojos, cada vez que te miraban sentías que podía ver a través de ti. Muchos días intentaste convencerte de que no es posible algo entre ustedes; tú eres sólo una soldado más, y él es el almirante de la unidad. Hay una gran brecha entre ustedes, que no creías capaz de romper. Pero luego te diste cuenta que lo que sentías por él de verdad era amor; lo amabas y no podías evitarlo, lo único que te quedaba era guardar tus sentimientos y mantener siempre la compostura.

Han pasado seis meses desde el incidente con el francés, y tus sentimientos por Gilbert son tan fuertes hasta el punto en que eres demasiado consciente de él, cuando están solos. Pero, él jamás te ha dicho nada fuera de lo normal, siempre te trata como a una soldado. Tal vez te aprecia porque es su deber preocuparse por los de su unidad, nada más; sólo eso.

Cada día se te hacía más difícil estar cerca de él. Entonces tomaste una decisión. Era un día lluvioso, oscuro, con el cielo completamente gris, no se podía hacer gran cosa por culpa del tiempo por lo que tenían el día libre. Fuiste a hablar con el Comandante General para pedir tu traslado a la Academia Naval en Rostock, una ciudad cerca de la capital, bastante lejos de Wilhelmshaven. Tal vez estar enseñando a nuevos reclutas y conviviendo con ellos te hacía olvidar lo que sentías.

Necesitabas una buena distracción para no pensar más en eso. Ya no podías seguir así y era inútil intentar explicárselo, además, no tendrías el valor suficiente para decírselo.

Luego de la entrevista diciendo que tu motivo era que ya estabas perdiendo las ganas de estar en la marina y necesitabas un cambio, aceptaron tu solicitud de traslado y luego de unos días estaría todo listo para mudarte.

En la base el almirante notó tu ausencia, preguntó a varios por ahí si te habían visto y todos decían que habías salido, pero nadie sabía dónde fuiste.

—Te apuesto la vida a que el almirante se muere por [Nombre], aunque haga su mejor esfuerzo por no demostrarlo.
—Tienes razón. Antes de que ella llegara el almirante siempre estaba serio y nunca se reía ni se acercaba a nosotros, ¡después de que ella viniera incluso hasta habla informalmente con nosotros!
—Sigh, me preocupa que [Nombre] no se dé cuenta de eso, después de todo no conocía al almirante antes, por lo que debe parecerle normal su actitud.
—Es verdad, hay que admitir que ella lo cambió bastante pero es posible que ni enterada esté...

Unos cabos murmuraban entre ellos lo que pensaban viendo que el almirante inquieto recorría la base buscándote. Gilbert se percató de eso y entonces sólo volvió a la oficina.

Regresaste de la entrevista esperando la llamada de confirmación. Volviste a la oficina como si nada y el almirante, un poco preocupado, te preguntó dónde habías ido.

—Fui a entregar unos papeles que habían pedido los superiores, es todo. Tardé un poco porque el tiempo está muy feo y el tráfico estaba un poco congestionado —respondiste con la mayor naturalidad posible. Él sonrió y quedó más tranquilo, pensando que no sucedía nada extraño.

Muchas noches, tu cuerpo pedía a gritos ser tocado por él, incluso había días en los que te costaba despertar por los sueños eróticos que tenías con él. Cada vez eras menos tú misma, había algo que estaba cambiando en ti, cada célula de tu cuerpo deseaba sentir algo, algo extraño, buscando en tu mente y analizando tu comportamiento, sabías lo que tu cuerpo quería, anhelaba ser arrebatado con deseo, con pasión, con lujuria.

—¡Tsk! ¡No! ¡Debo dejar de pensar en eso! ¡Por Dios! ¡Contrólate [Nombre]! —te reprochabas a ti misma mientras intentabas dormir.

Tanto tiempo esperaste encontrar al hombre indicado, y sentías que lo tenías frente tuyo, pero ¿Acaso te equivocaste? ¿De nuevo el destino, después de todo lo que pasaste, te estaba jugando una mala pasada? ¿O es que eres tú la que está tan ansiosa? Te sentías una idiota, muy decepcionada de ti misma, por ser tan... ni siquiera tú sabes qué te pasa. Sólo quieres que todo esto termine de una buena vez, si no tienes esperanzas con el almirante, es mejor desaparecer de su lado.

Pasaron tres días y la tan esperada llamada llegó. Ya podías ir a Rostock. Coincidentemente, hoy es el aniversario de la marina y se ha organizado una gran fiesta. Aprovecharás el alboroto de todos para desaparecer sin que lo perciban.

Todo fue de acuerdo a lo planeado, a eso de las 11 de la noche ya no había nadie en la base. Empacaste todas tus cosas y te pusiste en marcha.

Tardaste como una hora de viaje en tren para llegar, como era tan tarde te quedaste en un hotel. Recién a la mañana ibas a poder ir a acomodarte en la academia.
Entraste en el cuarto y lo único que querías hacer era echarte a llorar. Pero no te lo ibas a permitir, tú te metiste sola en todo ese lío de sentimientos y ahora no es momento de ponerse a llorar.

—¡¿A QUIÉN DEMONIOS QUIERO ENGAÑAR?! DUELE, ¡Y DUELE MUCHO! ¡MALDICIÓN! ¡ERES UNA IDIOTA! ¿¡Quién rayos te manda fijarte en alguien tan inalcanzable?! ¡ESTÚPIDO CORAZÓN! —no aguantaste, no te pudiste contener y sacaste todo lo que tenías guardado dentro—. ¡Tonta, grandísima tonta! No te mereces alguien como él, ¡y aun sabiendo eso fuiste tan ingenua de enamorarte de él! —llorabas, llorabas mucho como hace tiempo no lo hacías. La última vez que lloraste así fue cuando murió tu madre. Hace tanto no te sentías tan desamparada, tan sola, tan abandonada, tan... inservible e insignificante—. Sniff... ¡maldito! ¡Maldito Gilbert! ¡Te odio! Te odio... Por... ¡Por no poder tenerte a mi lado! Por... ¡no poder tener tu amor...! —llorabas como si no hubiera mañana. 

Sabías que más que a nadie se te hinchaban los ojos cuando llorabas mucho, por eso odiabas llorar, porque te dejaba en evidencia. Luego de tranquilizarte tuviste que ponerte varios hielos sobre los ojos para que se deshinchen, así al menos parecerá que sólo no pudiste dormir bien.

A la mañana fuiste a la oficina de la academia naval para confirmar tu traslado y te pudieran acomodar en algún lugar.
Al pasar por la secretaría te cruzaste con alguien que de reojo te parecía conocido.

—¿[Nombre]? ¿Qué haces por aquí? Creí haberte enviado a Wilhelmshaven.
Te detuviste y alzaste la mirada. —¡Almirante Ludwig! Que coincidencia encontrarlo aquí. ¿No estaba usted en el buque escuela en Bremerhaven?
—Sí, estaba, pero me han transferido a esta academia. Creo que hago más falta aquí para mejorar la condición física de los reclutas.
—Pues por la misma razón estoy aquí. Me han transferido porque tal vez aquí sea más útil —respondiste con una sonrisa, pero con un poco de tristeza en tus ojos. Sabías cuál era la pregunta que seguía.
—¿Y... el almirante del 2º escuadrón de fragatas...? —preguntó evitando mencionar su nombre, era tan perspicaz como su hermano y notó en seguida que algo no andaba bien.
—Pues ahí sigue, siempre haciendo bien su trabajo —respondiste lo más natural posible.
—Ya veo... —esa respuesta lo preocupó un poco.
—Bueno almirante, fue un gusto encontrarlo de nuevo, ¡nos vemos! —te despediste y seguiste tu camino.

Fuiste al cuarto que te asignaron y él se quedó en el pasillo pensando.

—Gilbert, en serio eres un completo idiota. ¿A estas altura y no sabes mostrar tus sentimientos? Tal vez sea por los genes... —suspiró y siguió su camino.

-Volviendo a la base-

Unos cabos murmurando entre ellos durante el desayuno:

—¡Maldición! Creo que hoy es el peor día del almirante. ¡Tiene un humor de los mil demonios! ¿Qué diantres sucedió?
—¡Shh! ¡Idiota! ¡Baja la voz que sólo enfurecerás más al almirante! Sigh, ¿es que tan poco destacaba [Nombre] para que no te hayas dado cuenta de que ya no está?
—¡¿EH?! Cóm... mmmf! —otro cabo le tapa la boca.
—Estúpido, es por eso que el almirante está así. Sin avisar a nadie, [Nombre] pidió su traslado a otra base y simplemente nos dejó.
—Sigh, se veía venir algo así, es que el almirante no es muy bueno demostrando lo que siente...
—Esto me está preocupando, si la situación no se arregla seremos los únicos que sufrirán la furia del almirante...

-Volviendo a la academia-

Pasaron dos días y todo en tu interior estaba mucho más calmado, sentías que poco a poco eras capaz de olvidarlo.
Ayudando a Ludwig a entrenar a los reclutas, mantenías tu mente distraída de todo pensamiento que podía deprimirte.
Era mejor así, tomaste una buena decisión.

—[Nombre], hay algo que me gustaría preguntarte, espero no te incomode —dijo Ludwig mientras estaban parados controlando el trote de los reclutas.
—Si, no hay problema.
—¿Cómo... se comportaba Gilbert contigo... cuando estaban a solas?

Lo miraste extrañada, ¿Por qué de repente hace una pregunta como esa? 

—Hmm... pensándolo bien... en los últimos tiempos era muy bromista y me agradaba pasar tiempo con él, y cuando terminábamos los trabajos siempre decía algo como: «¡Soy asombroso! ¡Lo termine antes que tú!» Y cosas así que me hacían reír mucho, podría decirse que era un poco narcisista de su parte... pero todo me agradaba... —respondiste con una voz cada vez más apagada.
—Sigh, como lo supuse... —cruzó los brazos y frunció el ceño. Tú no entendías muy bien lo que sucedía ni por qué tenía esa expresión, pero decidiste dejarlo pasar, era preferible olvidarlo todo.

Llegó el fin de semana y Ludwig te invitó a una fiesta que habían organizado por el cumpleaños de su mejor amigo, llamado Feliciano.
Al principio no querías ir, pero luego de pensarlo mucho decidiste darte una oportunidad. Después de todo, eres una hermosa chica, no puedes seguir así, sería un desperdicio.
Te pusiste tu mejor vestido, te arreglaste lo más que pudiste, y fuiste a la fiesta.

((El vestido que usas es el de la imagen))

Llegaste al lugar y todas las miradas estaban sobre ti. En seguida vino un muchacho muy risueño a recibirte.

—Ve~ ¡Ludwig me habló mucho de ti! ¡Es un gusto conocerte! Tú eres [Nombre], ¿verdad? ¡Yo soy Feliciano Vargas! ¡Encantado! —antes de que digas nada te dio un gran abrazo y sólo sonreíste y asentiste.

Fuiste hacia Ludwig y lo saludaste. Todos te recibieron muy caballerosamente lo que te parecía un poco extraño pero te agradaba.
Una chica de pelo castaño y ojos verdes se acercó a saludarte.

—¡Hola [Nombre]! Ludwig nos habló mucho de ti, nos dijo que eres una chica excepcional. Yo soy Bella, gusto en conocerte —sonrió y te llevó al grupo de chicas.

Eran cuatro: Bella, Meimei, Lili y Elizabeta. Todas parecían tener novio, lo que te hacía sentir un poco incómoda.
Luego de mucho charlar lo confirmaste. El novio de Lili se llama Vash, de Bella es Antonio, de Meimei es Kiku y de Elizabeta es Roderich. (Rayos, qué shipeo más raro he hecho xDDD) 

Mientras hablaban de sus novios se las veía muy felices, y tú cada vez te sentías más incómoda.

—Voy, por un trago, vuelvo en seguida —sonreíste y fuiste lo más rápido que podías a la barra.
—¿Qué va a tomar, señorita? —pregunto el de la barra.
—Una cerveza bien fría por favor —suspiraste profundamente.

Las chicas se dieron cuenta de que te incomodaba el tema y supusieron que había algo escondido.
Luego de haber tomados dos vasos de cerveza regresaste junto a ellas, un poco más relajada, y comenzaron a interrogarte.

—¿Y tú no tienes nadie a quien quieras? —preguntó Bella muy risueña.
—P-pues... no.
—Eeeeeeeeeeh, ¡eso no me parece cierto! —chilló Lili.
—Vamos, no nos mientas... —dijo Elizabeta.

Tu cara comenzó a ponerse completamente roja y no pudiste evitar ponerte en evidencia.

—¡Aaaah, kawaii! ¿Quién es? ¡Dínos, dínos! —saltó Meimei.
—Hmph, cierto almirante... —fue todo lo que dijiste.
—¡¿EH?! ¡¿Ludwig?! ¡No te creo! respondió Bella completamente perpleja.
—¡N-no! ¡No es él! Es otro, almirante, albino... de ojos rojos... —sentías tu cara completamente caliente.

Todas se callaron, el silencio fue incómodo. Sonrieron y decían cosas como: "Ánimo" "Tienes oportunidad" "No te rindas". Luego simplemente se fueron y viste que estaban hablando con Ludwig y con sus respectivos novios.
No entendías qué se traían en manos. Sólo fuiste a sentarte a la barra.

—Tal vez no debí haber venido... —suspiraste cabizbaja.

La música cambió de repente, comenzó a sonar músicas lentas y románticas, especial para bailar con tu pareja.

—Lo que me faltaba... Yo me largo de aquí —miraste a tu alrededor y todos bailaban tan amorosamente. De verdad te daba ganas de vomitar tanto amor en el ambiente. Para ti, apestaba.

Te dirigiste rápidamente a la salida y chocaste con alguien.

—Lo siento, no me... —al ver a quien tenías en frente te quedaste en blanco.

Él sólo te miraba fijamente con mucho asombro y su rostro comenzó a ponerse rojo. Lo único que hizo el albino fue estirarte de la mano y llevarte lejos del lugar.

—Qué estás...
—Eso es lo que yo debería preguntarte a ti —te soltó la mano y se quedó de espaldas. De lado podías ver que estaba muy sonrojado y un poco triste—. En serio, ¡qué es lo que piensas yéndote como si nada y dejándome de lado! —tenía la voz un poco entrecortada y se lo notaba muy nervioso—. Pero es mi culpa, por no demostrar mis sentimientos, todo este tiempo oculté lo que sentía y no me di cuenta que te estaba apartando de mi lado... no es nada asombroso de mi parte eso... —él seguía de espaldas.

Estabas desconcertada por sus palabras. ¿Acaso te estaba jugando una broma? O qué estaba pasando, lo que sea, no era divertido.
Te alejaste un poco y mirando hacia otro lado, tu orgullo lo único que te dejó decir fue: —Ya veo... ¿y ahora qué?

Estabas muy feliz por sus palabras pero él te había hecho sufrir, y no podías dejar pasar eso. Aunque deseabas correr a sus brazos, tu dignidad no lo permitiría. Tenías que estar completamente segura de que sus sentimientos por ti eran intensos como los tuyos.

—¿Por qué estás aquí? —preguntaste fríamente.
Aún no se animaba a darse la vuelta. —Me dijeron que aquí te podía encontrar, entonces vine lo más rápido que pude, estaba desesperado por hablar contigo...
—Pues aquí me tienes y aún no he escuchado nada interesante... —querías irte pero tus sentimientos por él eran más fuertes que tu conciencia, tenías ganas de saber lo que tenía que decirte.
—Por favor no te vayas, espera un poco... —dijo como si leyera tus pensamientos—. Sólo quédate así y escucha, no me mires... es demasiado vergonzoso para mí... —hizo una breve pausa tomando aire para continuar hablando—. Desde el primer día que llegaste a la base me llamaste la atención. Te veías tan fuerte e independiente, tenías la actitud de una verdadera soldado, que pone alma y cuerpo en lo que hace. Pero a la vez, te veías tan frágil, y cada día que pasaba tenía ganas de protegerte, de tenerte siempre a mi lado. Tu forma de ser, tan pura e inocente, y tu belleza, llegaron a cautivarme por completo. No era el mismo desde que llegaste a mi vida. Antes de conocerte lo único que tenía era el trabajo, y podría decirse que era un poco desdichado. Estaba esperando por alguien que necesite de mí, de mi fuerza, de mi protección, de mi amor. Pero en todos estos años no había llegado nadie, hasta que te conocí. Sentí que eras la persona que estuve esperando siempre. Quería, mejor dicho, quiero hacerte feliz, quiero hacer todo lo posible para que no sufras nunca más. Sabes, me sentí identificado contigo al conocerte mejor, ambos aparentamos ser fuertes pero en el fondo, somos frágiles, deseando encontrar alguien que nos comprenda. Fue lo que más me conmovió... —se dio lentamente la vuelta y sus ojos rojos reflejaban tristeza, es como si se pondría a llorar en cualquier momento.

Tú, te quedaste paralizada ante todas esas palabras, tratabas de procesarlas pero era demasiado para ti. Tal vez, sólo tal vez, estaba por tocar realmente tu corazón. Tu cabeza en ese momento era un completo desastre. ¿Qué tenías que hacer? ¿Reír? ¿Llorar? ¿Ir a abrazarlo? Sólo te quedaste ahí parada, abrumada.

Firmemente continuó. —[Nombre], si todos te dieron la espalda, yo no lo haré. Si todos te rechazaron, yo no te rechazaré. Si todos se burlaron de ti, yo te elogiaré todos los días para compensarlo. Si te sientes sola, yo te acompañaré. Si nadie te comprende, yo lo haré. Ya no tienes por qué seguir sufriendo sola, yo estoy contigo, yo seré tu sostén, tu contención, tu pilar, yo seré tu fortaleza. Si nunca nadie te descubrió, yo lo hice, y caí completamente rendido a tus pies...

Las lágrimas salían sin poder contenerlas. Era la primera vez, que alguien, encontró las palabras perfectas para conmover lo más profundo de tu corazón. Eso era todo lo que querías. Era lo que más anhelabas en el mundo. Tus piernas estabas perdiendo fuerzas y estabas por caer. De inmediato el albino te atajó en sus brazos agarrándote fuertemente de la cintura. Presionó tu cuerpo contra el suyo en un fuerte abrazo y siguió: —[Nombre], puedes estar segura de que te pertenezco sólo a ti. Mi cuerpo y mi corazón son completamente tuyos, puedes tomar control de ellos cuando quieras. Mi vida entera te la entrego sólo a ti. Eres mi única dueña, la única mujer que ha logrado domar mi corazón, y a partir de ahora, si me dejas, juro que te protegeré el resto de mi vida. Eres lo más preciado que tengo y nunca te dejaré ir. Si te cansas de mí, haré lo que sea para tener de nuevo tu atención, si llegas a dejar de amarme, te enamoraré de nuevo, pero jamás me rendiré contigo. [Nombre], de verdad te digo que voy muy en serio contigo, todo lo que estoy diciendo son palabras totalmente sinceras, salidas directamente de mi corazón. Yo te amo, te amo y nunca te dejaré de amar... —estaba completamente sonrojado, pero no perdía la firmeza para declararse.

Estabas tan conmovida por todas sus palabras, por su voz podías darte cuenta que era cierto, estaba siendo sincero. Estando así de cerca podías escuchar los acelerados latidos de su corazón, hasta su dificultosa respiración.
Todo lo que hiciste fue aferrar tus brazos alrededor de su torso. Era tan grande, su espalda, su pecho, todo lo tenía tan desarrollado. Y era completamente tuyo.

Así abrazados se quedaron unos minutos, que para ti fue una eternidad. Al calmarte y sentar tus pensamientos y emociones, te separaste un poco de él. Se apartó un poco por un momento, pero en seguida volvió a rodear sus grandes brazos alrededor de tu cintura cariñosamente. Lo miraste fijamente a sus cautivantes ojos rojos, podías ver a través de ellos lo feliz que estaba. Pero querías hacerlo aún más feliz.

Antes de que hablaras puso su dedo sobre tu labio, para él no eran necesarias las palabras. 

—[Nombre], Ich liebe dich —sonrió y se inclinó para besarte. Sus labios se posaron sobre los tuyos con mucha ternura, y sentiste un calor recorrer tu cuerpo, tu corazón galopaba y tus labios se estaban derritiendo con los suyos. Todo lo que te dijo hizo que te enamoraras aún más de él. No querías que terminara este momento.

Cuando iba a cortar el beso, mordiste suavemente su labio inferior y lo volviste a besar, esta vez más apasionadamente. Un tierno beso no era suficiente para mostrarle tus sentimientos. El beso se prolongó unos minutos, cada vez más intenso, sus lenguas se iban entrelazando, y el albino estaba tomando poco a poco el control sobre tu boca y tu cuerpo. Te presionaba más fuerte contra él a medida que iba subiendo la temperatura.

Rodeaste su cuello con tus brazos mientras seguían besándose intensamente. Dejándose llevar, el albino comenzó a bajar su mano lentamente hacia tus piernas, lo que te hizo reaccionar y darte cuenta que estaban en la calle. Cortaste el beso, atajaste su mano y la volviste a poner sobre tu cintura.
Sus ojos rojos estaban penetrando tu alma, era tan intensa su mirada, y crecía en ella la lujuria.

—Es mi turno de hablar... —dijiste—. La verdad es que... no tengo mucho que decir, pero, quiero que sepas que en serio me haces la mujer más feliz del mundo al saber que correspondes mis sentimientos. Todo de ti me encanta, tu forma de ser, tus ojos, todo... —hiciste una breve pausa— Eres la persona que estuve esperando por tanto tiempo... y... ¡Te Amo! —tu rostro estaba completamente rojo.
—Eres tan linda, liebe —sonrió y se volvieron a besar un buen rato.

Después decidieron volver a la fiesta, y al entrar; al verlos juntos, todos los aplaudieron felicitándolos. La música seguía siendo romántica. Gilbert tomó suavemente tu mano como un príncipe y besándola, preguntó: —Bailamos, ¿liebe? —asentiste y fueron a la pista de baile.

Muy abrazados estaban bailando. 

—Liebe, te ves hermosa —susurró el almirante en tu oído.

Sonreíste y siguieron bailando, mientras hablaban de cosas sin importancia, sin despegar ni un momento sus miradas.
Así pasaron toda la noche, disfrutando de la gran oportunidad que el destino les había dado de estar juntos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top