Descubriendo una nueva faceta

Al siguiente día, los que debían seguir entrenando seguían con la rutina, los que ya estaban aptos; fueron a que se les asigne la labor correspondiente. Tú ya tenías una misión, no era necesario ir a las oficinas.

La rutina diaria es la misma todos los días; levantarse, desayunar, entrenar un poco y luego cada uno a lo que le corresponde. Debías ir a la sala de operaciones junto al almirante; sin levantar sospechas o llamar mucho la atención. Como tu personalidad es muy tranquila, tu presencia para los demás es poco perceptible; lo que te favorece.

Mientras desayunabas pensabas en el comportamiento del almirante. A decir verdad, se ve muy joven y ya tiene un cargo tan importante. Se ve muy serio y estricto, pero en el fondo es como cualquier persona normal. Te hacía recordar a ti misma; sus personalidades eran muy parecidas.

Terminaste de desayunar y fuiste cautelosamente a la sala de operaciones. El almirante te estaba esperando y te presentó con los demás miembros del grupo. Realmente no eran como los marines que conociste ayer, eran personas mucho más maduras y te recibieron de muy buena manera. Incluso uno de ellos te dijo: —Si fuiste escogida por el almirante; es porque tu talento es especial.

Con todo eso sentiste que tu autoestima subió un poco, después de todo era la primera vez que valoraban tu esfuerzo.
Había una gran pantalla en el centro de la sala por la cual se podía monitorear las actividades en el mar dentro y fuera de las fronteras marítimas del país.

Se colocó la imagen de un mapa con las limitaciones marítimas de los países de Europa.

—Como puedes ver, esta zona es la que corresponde a Alemania; la parte superior le corresponde a Dinamarca, la de la izquierda a los Países Bajos. Intentamos establecer un acuerdo con ellos para mejorar la seguridad cooperando, pero prefirieron no meterse en problemas; eso fue lo que dijeron. Pero nosotros no podemos quedarnos de brazos cruzados; estamos teniendo considerables pérdidas por culpa de esos piratas —el almirante te explicaba la situación con lujo de detalles y escuchabas muy atentamente—. La próxima semana se enviará un cargamento de petróleo a Estados Unidos, y escuchamos rumores de que ese francés quiere apoderarse del cargamento; no podemos permitirlo. Menos ahora que el país está sufriendo una crisis económica. Esa pérdida sería demasiado —hizo una pequeña pausa observándote seriamente—. Soldado, tu misión es infiltrarte en ese barco y recopilar la mayor información posible en el menor tiempo. De acuerdo a lo que estuvimos averiguando; ese tipo es un gran mujeriego, por lo que tu forma de entrar tendrá que ser seduciéndolo. Mañana desembarcarán en el puerto para comprar provisiones y estarás lista en el bar que frecuenta. Cabe decir que tal vez debas hacer el papel de... acompañante, digamos —suspiró y te miró esperando una respuesta.

Tú pensabas: «Está loco, debe ser una broma, ¡no puedo hacerlo! ¡Ni siquiera soy linda! ¡No se fijará en mí!».
Suspiraste profundamente y respondiste. 

—Eso es demasiado para mí, no creo poder hacerlo...
—Hmph, esperaba que dijeras algo así, sé que es algo nuevo para ti asumir ciertos roles; pero no te preocupes, tenemos un grupo especial de personas que te adiestrarán y prepararán para cumplir con tu misión. De todos modos a estas alturas no hay vuelta atrás soldado, recuerda los principios —su mirada seria te decía perfectamente a qué se refería. Tenía razón, para ser una verdadera marina debías asumir ciertos retos que implican sacrificios; y éste era uno de ellos.
—Haré todo lo que pueda, señor —respondiste volviendo a tener confianza en ti misma, pues si él te escogió, sabes que debe ser por algo, no decepcionarás a nadie.
—Bien, entonces los preparativos comienzan ahora mismo —dijo con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
—¡Antes! Tengo una duda, en estos días ser pirata es algo totalmente ilegal y podrían sólo arrestarlo, ¿verdad? —preguntaste. Te parecía obvia la situación, entonces porqué tanto preámbulo. Era algo que no entendías.
—Lastimosamente, Fräulein, nos gustaría que fuera así de sencillo; pero aunque te parezca algo extraordinario en estos tiempos, él es un corsario. Trabaja secretamente y su país lo protege, sin la evidencia necesaria no podemos hacer nada en su contra; y el muy desgraciado es realmente bueno en su trabajo, nunca deja ninguna pista que lo inculpe de algo.
—Tsk. Son unos desgraciados... Haré lo que esté a mi alcance para encerrarlo, señor —respondiste un poco despechada. Era increíble que aún en estos días jueguen tan sucio.
—De acuerdo soldado, cuento contigo —te dio el saludo militar y correspondiste; luego se retiró.

Te llevaron a otra sala. Al entrar viste que había muchas ropas, accesorios, maquillaje, peluca, máscaras, etc. Muchísimas cosas para el camuflaje y espionaje. Te quedaste boquiabierta.

—Wow, así que también tienen todo esto en un lugar así... —fue todo lo que pudiste decir.

Una de las especialistas sonrió diciendo: "¡Comencemos!"

Te sentaron en una silla y mirándote de pies a cabeza decían cosas como: "Un vestido rojo con escote es lo suficientemente llamativo como para captar la atención de los hombres". "No, mirando bien su complexión física, le quedará mejor un vestido negro, no tan escotado, discreto pero a la vez seductor. No debemos llamar tanto la atención".

Tu no hacías más que mirarlas mientras hablaban sobre qué ponerte, cómo maquillarte y todas esas cosas.

Decidieron que un vestido strapless negro con la falda hasta cinco dedos sobre la rodilla, un poco holgada para resaltar tu juventud. Nunca antes habías usado esa clase de vestido. Que hicieran resaltar tu feminidad al máximo era algo completamente nuevo para ti.

Te enseñaron todo el día todos los trucos necesarios para entablar una conversación, hacer que se fije en ti y todos esos detalles. Te costó mucho trabajo, pero aprendiste rápido y al final del día ya estabas lista para emprender la misión.
Te maquillaron y arreglaron perfectamente.

—Rayos, ¡siempre hacemos un buen trabajo! —dijo muy satisfecha de tu apariencia una de las profesionales.
—¿Puedo mirarme al espejo? —preguntaste muy intrigada. Querías ver si en realidad con tanto arreglo, podías ser linda.
—¡Por supuesto! Ven aquí —dijo la otra.

Te dirigiste hacia ella y a su lado estaba un espejo de cuerpo completo. Te miraste en él; y no podías creer lo que estabas viendo. Tenías frente tuyo el reflejo de una chica realmente hermosa, una belleza despampanante, que estuvo oculta tanto tiempo.

—O-oh... —fue todo lo que pudiste articular. Estabas muy asombrada, y muy contenta de ver que después de todo, sí eres muy hermosa.
—Así que ni tú sabías lo linda que eras. ¿Verdad? No se esperaba menos de alguien que el almirante escogió tan rápido. Él sabía que tenías mucho talento para este trabajo. Lo que ves ahora lo comprueba —te elogió la otra chica.
—¡De acuerdo! Es hora de que el almirante te dé el visto bueno. Vamos juntos a él.

Volvieron a la sala de operaciones a esperar por el almirante. Todos los presentes quedaron embelesados por tu belleza. Toda esa situación era muy vergonzosa para ti, pero tenías que controlarte al máximo y vencer esa timidez tuya que nunca te dejó mostrarle al mundo tu verdadero yo.

Llegó el almirante a la sala y percibió que todos miraban hacia una dirección. 

«¿Qué es lo que pasa?» —se preguntó. Al dirigir la mirada hacia donde todos miraban quedó atónito. Sabía que escondías una gran belleza, pero estaba sorprendido al ver que era tanta.
—¡Kse! ¡Demonios! ¡No es momento de perder la compostura! ¡Cálmate! —se dijo a sí mismo.

—Muy bien, terminó el show, ¡todos a sus puestos y a seguir trabajando! —ordenó el almirante. Todos volvieron a fijar sus miradas en sus respectivas labores.

Al levantar tu cabeza para mirarlo sentiste una carpeta por tu cara. 

—¡¿En qué estaban pensando esas chicas al traerte aquí?! ¿Es que no encontraron un mejor lugar? —suspira— Vamos a la otra sala —al sacar la carpeta de tu cara él ya estaba delante de ti y en ningún momento te dejó ver su rostro. No entendías muy bien lo que pasaba pero fuiste tras de él como te lo ordenó.

La verdad era que estaba bastante avergonzado, pero su ego le prohibía que te viera así. Durante el camino recobró la calma y volvió a la completa normalidad.

—Han hecho un gran trabajo contigo. Estás más que lista para el trabajo —dijo mientras se sentaba en una silla—. Bien, si estás lista debes poder hacerlo con cualquier hombre, la versatilidad en este trabajo es algo esencial, por tanto, en este mismo momento fingiremos que estamos en un bar y que yo soy ese francés.

Tu corazón saltó por un momento, pero todo lo que dijo era verdad y tenías que ser capaz de hacerlo para demostrar que podías hacerlo; él ha puesto su confianza en ti para esta misión, no debes defraudarlo.

—Entendido, señor.

Te sentaste en una mesa que sería la barra. Él hizo como que entró recién al "bar" y te miró distraídamente. Pusiste en práctica lo que te enseñaron y trataste de coquetear con él con la mirada. Percibió la indirecta y se sentó al lado tuyo. Comenzaron una conversación ficticia, mostrando de tu parte mucho interés en todo lo que él decía.

Antes de que las cosas comenzaran a malinterpretarse, se levantó y se dirigió a la puerta y antes de salir; sonrió y dijo: —Muy bien, soldado, te has esforzado mucho, descansa bien que mañana comienza tu verdadera misión —terminó de hablar y se retiró.

Lo notaste un poco inquieto antes de irse. Es cierto que las cosas podían tomarse mal, pero para ti era sólo trabajo, estabas completamente consciente de ello y no comprendías muy bien su comportamiento.
Decidiste dejarlo así y te cambiaste y fuiste a dormir. Mañana te esperaban muchas actividades cansadoras.

Gilbert entró a su oficina, se recostó en la silla poniendo los pies sobre su escritorio y puso sus manos detrás de su cabeza como almohada. Se quedó pensando así un buen rato. Luego se sentó correctamente; apoyando el brazo izquierdo sobre el escritorio y atajando su cabeza, suspiró.

—Kse. Esto no está bien, es mejor que ya no piense en ello —se dijo a sí mismo y continuó trabajando hasta tarde.

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