3. Discusión en la biblioteca.
NARRA ZOE
A la tarde siguiente, mientras me preparo en mi habitación de la residencia para la reunión con Lucas en la biblioteca, no puedo evitar sentir una mezcla de emociones extrañas haciéndose sólidas en mi pecho. Me miro en el espejo y suspiro, ajustándome el cabello rubio una vez más. Hoy me he hecho la trenza de forma más concienzuda, algo que normalmente me suele dar bastante igual. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Es solo una reunión para un proyecto académico, me repito una y otra vez, pero mi estómago parece no querer escucharlo y amenaza con escupir todo el almuerzo de esta mañana.
Empiezo a pensar en nuestra cortísima conversación en la cafetería. La intensidad de su mirada, cómo me hizo sentir atrapada en un momento que parecía durar una eternidad. ¿Por qué me afecta tanto este chico? Nunca antes me había sentido así por alguien, y menos por alguien como Lucas, el chico popular del equipo de fútbol universitario. La idea de pasar tiempo con él en un contexto escolar me pone más nerviosa de lo que debería.
Reviso mi ropa una vez más. No quiero parecer demasiado arreglada, pero tampoco quiero lucir desaliñada. Opto por algo sencillo pero bonito, un suéter azul cielo y jeans. Algo que diga "Estoy aquí para trabajar" pero también "No me importa cómo me veo", aunque claramente me importa.
Mierda...
Me siento en el borde de la cama y trato de calmarme tomando aire por la boca y expulsándolo por la nariz.
Ya más tranquila, me pongo de pie, agarrando mi mochila. No puedo dejar que mis inseguridades me dominen. Tengo que enfocarme en el proyecto de literatura. Lucas dijo que estaba comprometido a hacerlo bien y yo también lo estoy. Necesito confiar en que podemos hacer esto juntos, sin importar los nervios, lo poco que nos conocemos o las miradas que compartimos. Cuanto antes lo hagamos, antes terminaremos con esto y podremos volver a ignorarnos como hasta ahora. Yo volveré a reclutarme en la biblioteca y él volverá a jugar en el campo de fútbol y nuestros caminos no volverán a cruzarse.
Camino hacia la puerta y me detengo un momento antes de salir. Con una última mirada al espejo, me decido a abandonar la residencia. No puedo permitir que los nervios me detengan. Es solo una reunión entre dos estudiantes para un trabajo, pero algo en mi interior me dice que podría ser más que eso. Y, de alguna manera, no estoy lista para averiguarlo.
Llego a la biblioteca y busco un lugar tranquilo donde podamos trabajar juntos. La luz de la tarde entra por las grandes ventanas, creando un ambiente sereno, casi perfecto para concentrarse en el estudio. Definitivamente este sitio es uno de mis favoritos del mundo mundial. Me siento en una mesa cerca de la sección de literatura y poesía, saco mis libros y cuadernos e intentando calmar la inquietud que siento al esperar a Lucas.
Miro el reloj y veo que ya han pasado quince minutos desde la hora acordada. La puntualidad no parece ser uno de los fuertes de la estrella de Los Titanes de Crestwood, pienso, intentando no enfadarme. Respiro hondo y reviso mis notas, tratando de organizar mis pensamientos sobre el proyecto. No puedo permitirme perder el tiempo esperando, especialmente si quiero que este trabajo salga bien.
Otra mirada al reloj y ya no puedo seguir esperando. Decido empezar sola. Abro mi cuaderno y comienzo a escribir algunas ideas y pinceladas básicas para el proyecto literario, recordando lo que habíamos discutido en clase sobre el análisis literario. Trato de enfocarme, pero mi mente sigue divagando, preguntándose dónde demonios estará Lucas y por qué no ha llegado todavía. Es casi inevitable pensar que igual se ha entretenido con alguna chica tras el entrenamiento o quizás con Madison. Esa última idea me enerva.
Me sumerjo en mis pensamientos y empiezo a esbozar el esquema del proyecto. Anoto puntos clave sobre la temática de un libro que he elegido y cómo podríamos abordar cada sección. Intento no sentirme frustrada, pero la verdad es que no puedo evitarlo. Si Lucas no se toma esto en serio, mi calificación podría verse afectada y eso es algo que no estoy dispuesta a permitir.
Pasan otros quince minutos y todavía no hay señales de él.
Mientras sigo trabajando, trato de mantenerme positiva. Tal vez algo le surgió y no pudo avisarme, pero a medida que pasan los minutos, mi paciencia se agota. Si Lucas no se compromete desde el principio, será muy difícil confiar en él para el resto del trabajo y casi seguro, me tocará hacerlo solita.
Finalmente, después de casi una hora de espera, decido seguir adelante por mi cuenta. No puedo quedarme estancada esperando a alguien que puede que no aparezca, porque una cosa es llegar un poco tarde y otra muy distinta es que haya pasado una hora y siga brillando por su ausencia.
Empiezo a profundizar más en los temas, buscando citas y referencias en los libros a mi alrededor. Mi trabajo tiene que salir bien, necesitaré estar preparada, incluso si tengo que hacer la mayor parte del trabajo sola.
Sigo escribiendo y organizando mis ideas, tratando de ignorar la decepción tan profunda que siento clavada en mi alma. Si Lucas aparece, al menos tendré algo avanzado. Y si no, tendré que encontrar una manera de manejar esto sola. No puedo permitirme una mala nota. Esa no es una opción para mí.
NARRA LUCAS
El entrenamiento está en pleno apogeo, pero el rendimiento del equipo es un puto desastre. Mi respiración es pesada y cada pase o cada tiro parecen salir mal. El entrenador, claramente frustrado, no para de gritar y dar órdenes.
—¡Vamos, chicos! ¡Esto no es aceptable! ¡Necesitamos mejorar nuestra sincronización y energía! ¡Una hora más de entrenamiento! ¡Os quiero ver dándolo todo ya!
El anuncio me cae como un balde de agua fría. Miro el reloj. La preocupación se apodera de mí. La reunión con Zoe en la biblioteca se está acercando rápidamente y sé que con esta hora adicional de entrenamiento, voy a llegar super tarde. La desesperación se instala en mí, porquería además, ni siquiera tengo su número de teléfono para avisarle de que llegaré tarde.
¡Puta mierda!
Trato de concentrarme en el entrenamiento, en cada pase, en cada movimiento mientras estoy sudado y agotado, pero mi mente sigue volviendo a la biblioteca. Me imagino a Zoe esperando, quizás decepcionada por mi falta de puntualidad. La preocupación me come y me consume por dentro, joder.
Cada minuto adicional en el campo me parece una eternidad. Siento cómo el tiempo se me escapa y mi frustración crece con cada error. No puedo evitar pensar en cómo le explicaré mi retraso a Zoe, o si aún tendré la oportunidad de mostrarle que estoy comprometido con el maldito proyecto.
El silbato del entrenador resuena con un tono severo mientras se acerca a mí.
—¡Vamos, Bennett! ¿Qué pasa contigo hoy? ¡No estás en tu mejor forma!
Me paso la mano por la nuca completamente empapada en sudor.
—Entrenador, necesito hablar con usted —digo, tratando de mantener la calma y con las pulsaciones desbocadas. Estoy dispuesto a explicar la situación, con la esperanza de obtener una pequeña concesión.
El entrenador me mira con el ceño fruncido.
—¿Qué pasa ahora? —pregunta, claramente molesto.
—Tengo una reunión importante con un compañero para un proyecto de literatura —le digo, tratando de sonar lo más convincente posible y omitiendo que se trata de una chica—. Necesito irme ya para llegar a tiempo.
El entrenador sacude la cabeza con determinación y sus ojos se mantienen fijos en los míos.
—No puedes irte ahora, Bennett. Como capitán, tienes una responsabilidad hacia el equipo. Tienes que dar ejemplo. No puedes simplemente irte cuando las cosas se ponen difíciles —suelta molesto.
—Pero, entrenador, esto es importante para mi futuro académico. Si no me voy ahora, podría perder una oportunidad crucial —intento explicar con un tono cargado de urgencia.
El entrenador mantiene su postura, su voz firme y sin concesiones.
—Lo siento, pero la disciplina es clave aquí. Todos deben poner el mismo esfuerzo. Si te permito irte ahora, ¿qué mensaje les estoy enviando al resto del equipo? ¿Qué pueden abandonar cuando les convenga? Ni hablar. Ahora mueve el puto culo y sigue con el entrenamiento.
Siento una ola de frustración y desesperación, pero sé que no puedo discutir más. La mirada del entrenador es inamovible y sus palabras se clavan como una sentencia firme. Si vuelvo a insistir con el tema, lo único que conseguiré es que me ponga a correr media hora más por el campo cuando termine el entrenamiento.
—Sí, entrenador —digo, con resignación.
Con un último vistazo a mi reloj, me vuelvo al campo, tratando de centrarme en lo que queda del entrenamiento. La preocupación por mi reunión con Zoe me persigue y el tiempo parece ralentizarse con cada minuto que pasa. La tarea de explicar mi retraso y demostrar mi compromiso con el proyecto se vuelve cada vez más desafiante.
Finalmente, el pitido que marca el final de la hora adicional suena como una bendición, pero el alivio es bastante efímero dada la situación.
Me apresuro hacia los vestuarios, ansioso por salir de allí lo más rápido posible. Cada segundo cuenta y el tiempo parece desmoronarse en un lento goteo mientras me dirijo a la zona de duchas.
¡Llego más de una maldita hora tarde, joder!
Me quito la ropa empapada en sudor, todas las protecciones y me dirijo hacia una de las duchas, intentando darme tanta prisa como me es posible. El agua caliente cae sobre mí, pero no puedo evitar que mi mente siga corriendo a mil por hora. La reunión con Zoe, el puto retraso de una hora y media que llevo y la sensación de haber fallado en la práctica, todo se mezcla en mi cabeza y me hace sentir... no sabría cómo describirlo. ¿Decepcionado? ¿De un humor de perros? ¿Las dos cosas?
Salgo de la ducha con una toalla envuelta en mi cintura y escucho la voz de Mikel, que entra al vestuario y se dirige hacia mí con un tono de preocupación y curiosidad.
—Oye, Lucas, ¿qué te pasa? —pregunta, notando claramente mi expresión nerviosa y mi apuro mientras trato de cambiarme rápidamente—. Te has largado corriendo sin esperar al equipo. ¿Todo bien?
Me froto la cara con una mano, intentando calmarme antes de responderle. Mikel siempre ha sido muy observador y directo, y su preocupación solo aumenta mi nivel de ansiedad, porque siento que llego como una vida tarde a mi reunión con Zoe.
—Nada, solo... tengo una reunión que no puedo perderme —digo, tratando de mantener la voz tranquila mientras paso una toalla por mi pelo húmedo y lo sacudo con fuerza—. El entrenador nos ha hecho entrenar más tiempo del previsto y ahora estoy corriendo contra el reloj.
Mikel frunce el ceño.
—¿Una reunión? ¿Con quién? ¿Con la chica empollona? ¿Era hoy?
—Sí —digo algo nervioso mientras me siento en el banco y me pongo las deportivas sin deshacer los cordones—. Mikel, en serio, no sé cómo voy a salir de esta —le confieso, sintiendo el peso de la frustración en mi voz—. No sé qué va a pensar Zoe de mí, joder. Le dije que no se preocupara, que iba a tomarme la cosa en serio.
Mi amigo frunce el ceño, dándose cuenta de la seriedad de la situación. Sus ojos muestran comprensión mientras me escucha.
—Bueno, tranquilo. Zoe no parece ser del tipo de persona que se va a enfadar por llegar un poco tarde, ¿verdad?
—No lo sé —respondo, sintiendo una mezcla de nervios y culpa, porque maldita sea, no la conozco de nada como para saber cómo se tomará esto—. Ella es bastante organizada así que seguramente habrá acudido puntual a la cita. Estoy preocupado de que se moleste o que piense que no me importa el proyecto. No es así como quería haber empezado esto.
Mikel me da una palmadita en el hombro con una expresión de solidaridad en su rostro.
—Estoy seguro de que todo saldrá bien. Solo ve allí, habla con ella y haz todo lo posible para recuperar el tiempo perdido. Ella apreciará tu esfuerzo casi seguro.
Agradezco las palabras de aliento mientras recojo mi bolsa deportiva y la cargo sobre mi hombro.
—Sí, eso intentaré.
—¡Claro que sí! —responde Mikel con una sonrisa—. Ahora ve y haz tu magia. No dejes que una hora adicional de entrenamiento te frene, chavalote.
Con un último agradecimiento a Mikel, salgo de los vestuarios como una bala. El tiempo que hemos perdido es un desafío, pero con el apoyo de mi amigo, me siento más preparado para enfrentar la situación y llegar a la biblioteca para encontrarme con Zoe.
Cuando entro en la biblioteca, mi corazón late a mil por hora, porque ligeramente he recorrido todo el campus en una carrera para llegar hasta aquí lo antes posible. La tarde ha sido un puto caos y el hecho de que no haya podido llegar a tiempo a la reunión con Zoe solo aumenta mi ansiedad, joder. Me apresuro hacia la mesa donde la veo, pero me detengo en seco al ver que Zoe está recogiendo los libros, metiéndolos de forma ordenada en su mochila y preparándose para irse. El dolor en mi estómago es casi físico, como un retortijón violento.
—Zoe, lo siento mucho —digo, tratando de sonar lo más tranquilo posible—. El entrenamiento se alargó más de lo esperado. Como capitán, no pude irme antes y el entrenador no me permitió salir. De verdad que lo siento.
Zoe se vuelve lentamente hacia mí. Su expresión es un torbellino de frustración y decepción que me alcanza como un rayo y me atraviesa entero. Su voz es fría y cortante cuando responde.
—Lucas, ¿esto es una broma? He estado esperándote más de una jodida hora. No solo llegas tarde, sino que ni siquiera me das una explicación decente.
Trago saliva, sintiendo que la presión de la situación me ahoga.
—Te aseguro que no era mi intención hacerte esperar. El entrenamiento de hoy fue una puñetera locura, pero estoy aquí ahora y realmente quiero que hagamos un buen trabajo juntos en este proyecto.
Zoe se cruza de brazos, sus movimientos y su actitud hacia mí, reflejan claramente su enfado.
—¿Un buen trabajo juntos? —inquiere con una sonrisa carente de humor—. A mi me parece que no te tomas esto en serio. Si hubieras querido hacerlo bien, habrías encontrado una manera de estar aquí a la hora que acordamos o de avisarme de que ibas a llegar tarde.
La tensión crece y siento cómo la frustración comienza a aflorar con una velocidad vertiginosa.
—¿Y qué quieres que haga ahora? No puedo cambiar lo que ya pasó. Tampoco tengo tu número de teléfono si no te habría avisado. Estoy aquí y quiero trabajar en el proyecto contigo. No creo que discutir ahora nos lleve a ninguna parte.
Zoe deja escapar un suspiro pesado y su descontento es más que palpable. Deja caer un libro sobre la mesa con un golpe que resuena en la biblioteca, ya casi vacía a esta hora de la tarde.
—Lo que quiero es que te des cuenta de que esto no es un maldito juego para mí. No me impresiona que seas el capitán del equipo de fútbol y las estúpidas excusas que acostumbres a darle a las demás chicas a las que dejas esperando como si fuese algo normal por ser quien eres. Conmigo, la puntualidad y el compromiso en los estudios son esenciales y parece que no te importa nada de eso, la verdad.
Siento una enorme roca instalada en el fondo de mi estómago. Sus palabras son como una bofetada y la mención a las "estúpidas excusas" me pica más de lo que quisiera admitir. Me duele no solo por el ataque directo a mi falta de compromiso, sino también por la implicación de que trato a otras chicas como si fueran menos importantes que yo.
—¿En serio? ¿Eso es lo que piensas de mí? —mi voz sale más áspera de lo que planeo—. ¿Me estás comparando con los otros tipos con los que has tenido que tratar o cómo va esto? Parece que ya lo sabes todo de mi por el simple hecho de ser el capitán de Los Titanes de Crestwood.
Zoe levanta una ceja, claramente molesta por mi reacción, pero no lo puedo evitar. Estoy cabreado de la hostia, joder. No me gusta que me juzgue tan a la ligera.
—¿Y cómo se supone que debo interpretarlo? Llegas tarde, sin previo aviso, y lo único que haces es poner excusas y más excusas. No estoy aquí para jugar a un juego de "ver quién puede hacer el proyecto de manera más rápida". Pienso entregar un trabajo de calidad y si no ibas a colaborar por la causa, podrías haber empezado por lo menos por ser sincero y decírmelo desde un principio.
El tono de nuestra conversación cambia y siento que el ambiente se vuelve más tenso. Sus palabras me hieren en cierto grado, no solo por las acusaciones, sino también porque siento que mis esfuerzos no están siendo reconocidos y en esta ocasión, de verdad que no me ha sido posible venir antes a la biblioteca. Mi deseo de demostrar que realmente quiero hacer bien el trabajo parece estar desmoronándose.
—No estoy tratando de minimizar la importancia del proyecto —digo, intentando mantener la calma, aunque mi voz tiembla un poco por la rigidez de mi cuerpo—. Estoy aquí, dispuesto a trabajar en ello. No me gustan las confrontaciones y menos cuando creo que estamos perdiendo el tiempo.
—¡Tú eres el que me ha hecho perder el tiempo! —me reprocha.
—¡Mierda, Zoe! Estoy intentando que entiendas que no he llegado tarde por decisión propia. Juego al fútbol americano, soy el capitán del equipo de esta universidad y tengo también otras responsabilidades, aunque a ti eso te dé igual o ni siquiera llegues a entenderlo. He llegado tarde porque nos han obligado a seguir con el entrenamiento y no he podido escaquearme. ¿Quieres dejar de ser tan terca y poner un poco de tu parte? De verdad que no me extraña que te pases el día con la nariz metida en un libro. Con ese carácter no vas a encontrar a muchos amigos y menos a tíos que te soporten. —Escupo las palabras impulsivamente.
Zoe me mira con una mezcla de irritación y amargura, lo que me jode enormemente, porque no es mi intención lastimarla, pero es que me saca de mis jodidas casillas. El tiempo que hemos pasado discutiendo parece haber erosionado cualquier posible reconciliación y la conversación se ha vuelto más personal. Lo que comenzó como un simple desacuerdo sobre la puntualidad ahora se siente como una grieta profunda en nuestra comunicación.
—Prefiero estar sola que acompañada por alguien como tú —dice en voz baja y con una calma contenida.
—¿Ah, sí? ¿Y como soy yo, eh? —continúo, exasperado y desatado—. Ya que tú pareces saberlo todo de mí, aunque no me conoces una mierda.
—No necesito conocerte y tampoco me interesa hacerlo —contraataca veloz y alzando la barbilla en un gesto altivo.
—Sí, ya me ha quedado claro que me detestas. Tampoco es que tú seas mi persona favorita, así que puedes estar tranquila. Si no fuese por el proyecto, jamás me habría acercado a ti.
Al oír mis palabras, Zoe parpadea y en una fracción de segundo, la decepción se apodera de su expresión.
¡Mierda! Quiero retirar cada puta palabra que ha salido de mi boca, pero en lugar de eso me quedo ahí. De pie, manteniéndole la mirada y con la respiración agitada.
Por unos segundos guardamos silencio hasta que al fin, toma aire por la boca y con calma, dice:
—Se está haciendo tarde.
Ser consciente de cómo aparta la mirada a un lado, me hunde y me hace sentir como un auténtico miserable. Es como si bajo mis pies se abriera un profundo agujero negro que quiere tragarme y joder, desearía que así fuese.
¿Cómo me las arreglo para ser tan capullo a veces?
—Oye —empiezo a decir, derrotado—, lo siento. No... no debí decirte eso...
—Pero lo piensas —sentencia.
—No, no lo pienso —le aseguro y busca mi mirada una vez más en cuanto pronuncio esa frase—. Me gustaría que al menos intentásemos hacer el proyecto juntos, porque ni siquiera lo hemos intentado y no me gusta tirar la toalla tan rápido.
Ella suspira, un poco abatida.
—Bien —responde con frialdad—. Si quieres que esto funcione, tendrás que demostrarlo trabajando por tu cuenta. No voy a seguir aquí esperando a que te des cuenta de la gravedad de la situación. Mi tiempo y mi esfuerzo son muy valiosos, Lucas.
Se da la vuelta, recogiendo los últimos libros y la atmósfera entre nosotros queda cargada con la sensación de que aún hay mucho que resolver.
—¡Espera, Zoe! —la llamo, intentando mantener mi tono firme pero conciliador—. No te vayas así. Necesitamos hablar.
Ella no se detiene, pero su ritmo se desacelera y se vuelve hacia mí con una mezcla de cansancio en los ojos.
—¿Qué más quieres decirme, Lucas? Ya hemos discutido suficiente. No tengo tiempo para seguir perdiendo el mío con excusas y discusiones que no nos llevan a buen puerto. Es mejor dejarlo aquí antes de que sigamos diciendo cosas desagradables.
Siento una oleada de desesperación al ver su actitud y decido que debo intentar algo más. Mi mente corre a toda velocidad buscando una forma de tranquilizarla, ganarme su perdón y recuperar su confianza.
—Mira, entiendo que llegué tarde y que esto ha sido frustrante para ti. No me siento orgulloso de ello y siento mucho no haber llegado a tiempo —digo, intentando transmitir mi más absoluta sinceridad—. Pero quiero arreglar esto. De verdad.
Ella frunce el ceño, pero su expresión se suaviza ligeramente.
—¿Y qué propones? —pregunta con tono escéptico mientras se atusa la trenza con nerviosismo.
Miro a mi alrededor, buscando una forma de suavizar el ambiente. Entonces, se me ocurre una idea que podría funcionar.
—¿Qué te parece si guardamos el hacha de guerra y vamos a cenar algo juntos? Una hamburguesa o lo que prefieras. Podemos hablar del proyecto en un ambiente más relajado que la biblioteca y planificarlo bien. Yo pago. —Trato de sonar convincente, esperando que la idea le parezca aceptable.
Zoe me mira con desconfianza, claramente sopesando la oferta.
—¿Una hamburguesa? ¿Y eso va a arreglar lo que acaba de pasar aquí?
Está muy mosqueada. Bueno, y yo también. ¡Conmigo mismo! Pero quiero darle la vuelta a este asunto, joder.
—No, no va a arreglarlo todo —admito—. Pero creo que podría ser un buen comienzo para demostrarte que me tomo esto muy en serio y que realmente quiero sacar la mejor nota posible contigo en el proyecto. Déjame por lo menos compensarte la espera.
Zoe sigue mirándome, la tensión todavía visible en su rostro. Sus ojos parecen aún más verdes cuando se enfada y brillan de manera espectacular. Finalmente, parece que la propuesta le resulta algo menos irritante de lo que esperaba.
—Está bien —dice con un tono que todavía refleja algo de cautela—. Vamos a ver si puedes demostrarme que realmente te importa algo.
Ambos salimos de la biblioteca y mientras caminamos hacia The Corner, no puedo evitar sentir un ligero alivio al ver que al menos hemos llegado a un acuerdo provisional. Zoe sigue siendo fría y reservada conmigo, pero espero que este gesto pueda servir como base para una colaboración más productiva.
—> Aquí ruegos, preguntas y reclamaciones.
SARHANDA 🥰
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top