La Parte Buena
Daisy estaba recostada en su habitación mirando el techo. El único sonido que la mantenía conectada con la realidad eran las manecillas del reloj.
Su mente estaba en el pasado, los buenos tiempos según ella. Recordaba un viaje a la playa que hicieron cuando ella cumplió dieciocho; solo ella, Luigi, Mario y Peach. En ese viaje también besó por primera vez a su destinado. También recordaba que había probado la piña y que amó su sabor.
Parecía que fue en ese viaje donde los cuatro al fin habían terminado de conectar.
Durante las noches jugaban a las cartas; Peach era una mala perdedora, pero Mario siempre encontraba la manera de calmarla.
El mayor de los hermanos fue una grata sorpresa para ella. Siempre la había tratado con amabilidad, como todo un caballero. Sin embargo, en ese viaje conoció una nueva faceta de él.
Todos habían bebido, pero solo ellos dos seguían despiertos.
"–¿Crees que algún día tendremos una constelación?– preguntó Mario.
–¿Cómo?– lo miró Daisy.
–Mi papá dice que los más grandes siempre consiguen constelaciones.
–¿Él tiene una?
–No– respondió –Y mi abuelo tampoco, así que yo seré el primero– sonrió con tristeza.
–Es mucha responsabilidad ¿No crees?
Hizo una ligera mueca –El otro día Miyamoto le enseñó los juegos que tiene planeados para nosotros. Papá dijo que son buenas ideas, pero no cree que yo esté listo para hacerles triunfar. Debo demostrarle que soy digno de ser un Mario.
Daisy lo escuchó con detenimiento y asintió ligeramente –Es bueno que tengas metas, pero no dejes que estas te definan. Con lo que te he visto en los ensayos y clases, ya creo que eres un Mario asombroso.
Se sonrojó –No eres ni un poco como yo pensaba.
–¿Un caso perdido?
–Solo caótica– rio.
–¿Y no lo soy?– fingió decepcionarse –Ahora seré una decepción para el sector C de Highcrown.
–No te voy a mentir, al principio me molestó que fueras de ese sector. Quería que todo en el juego fuera perfecto– confesó –Pero ahora me alegra que haya sido así. Me gusta haberte conocido, eres como esa persona que todo el mundo debería tener cerca. Leal, divertida, honesta... Nunca antes había tenido una amiga. Desde pequeño, mis padres me dijeron que cuando conociera a mi Peach ya no necesitaría de más mujeres; no me malentiendas, la amo, pero es lindo saber que puedo hablar con una sin sentirme presionado a arruinar una relación.
–Yo tampoco tuve amigos varones durante mi infancia– lo miró –También me gusta haberte conocido.
Abrió otra cerveza –Por un futuro brillante, cuñada– le guiñó un ojo –¿Salud?
La chica lo imitó –Salud."
Los recuerdos eran lindos, sobre todo porque, por más problemas que pudo haber tenido, todos ellos ya habían sido resueltos.
Sin embargo, su paz no duró tanto tiempo, pues su puerta se abrió alrededor de las tres de la tarde.
–Buenos días, tardes ya– abrió Peach las cortinas –Levántate, vamos a salir.
Se cubrió con las sábanas –No gracias.
–Nada de eso– la jaló –Ya me enteré de todo.
–¿Ahora de qué hablas?– bufó.
–Luigi es gay.
–¿Otra vez con eso?– puso la almohada sobre su rostro –Ya te dije que no es así.
–Ni intentes cubrirlo, Link y Sidon ya me lo confesaron.
–¿Link y Sidon?– frunció el ceño –¿Por qué ellos sabrían?
–¿Yo que sé? Además hablaron de un motel o algo así. Sonaba como algo asqueroso, así que no presté atención.
La castaña se apresuró a sacar su celular y mandar un mensaje a su amigo.
Daisy: Solo yo sé sobre tu relación con Bowser ¿No?
Luigi: Si ¿Por?
Luigi: Bueno
Luigi: Link y Sidon ya saben que soy gay
Daisy: QUE!?
Luigi: Fue un accidente
Luigi: Como quiera no saben que Bowie es Bowser
Daisy: Esta es información que hubiera sido buena tener antes ¿No crees?
Luigi: Dais, no es para tanto
Luigi: Tengo una cita, hablamos luego
La chica aventó el celular a su almohada y se cruzó de brazos.
–Asombroso– gruñó para ella misma.
Peach se sentó a su lado.
–Los hombres son tontos.
–¡Pero en extremo!– respondió la menor.
–Una esperaría que al ser gays fueran más conscientes, pero no.
–Son peores– giró los ojos –Solo se duplican sus tonterías.
–Y ni siquiera puedes tener a sus parejas de aliada, por que tampoco te entiende.
Ambas suspiraron para después reír.
–Lo peor de todo es que son lindos– jugó Daisy con su cabello.
–Podrían estar mejor– se encogió Peach de hombros.
–Tú dices eso por que eres lesbiana– la miró.
–¡No soy lesbiana! Soy heterosexual.
–Ya he escuchado eso antes– se levantó –¿Salimos, entonces?
–¿Ahora si quieres?– arqueó una ceja.
–Estoy muy enojada con Lu en estos momentos como para lamentarme por que sea gay– dijo –¿Qué tenías planeado?
–¿No recuerdas nuestro trato? Tú me ayudarías con mis dudas y yo te daría todo lo que él nunca te dio. Así que, cuéntame ¿Algo simple y lindo que siempre has querido hacer en una cita con él?
–¿¡De verdad!?– se emocionó –Llevo días suplicándole a Lu que me acompañe al cine. No importa la película, solo quiero ir.
–De acuerdo, yo te invito– le sonrió.
–No es necesario.
–Yo te invité a salir, por lo tanto, yo pago– se paró –¿Nos vamos?– le tendió el brazo.
Daisy rio y se enganchó a ella.
No tardaron mucho en llegar a la ciudad. Ambas se pusieron sus lentes para ocultar identidades y entraron al centro comercial.
Fueron al cine y compraron boletos para la función más cercana que tuvieran; sin embargo, aún tenían una hora antes de entrar.
Daisy decidió ir por helados y pasearse un rato por las tiendas. No se dio cuenta en qué momento entrelazó manos con la rubia.
La película terminó siendo una romántica, ambas soltaron un poco de lágrimas. Compartieron palomitas y jugaban cuando sus manos se tocaban por accidente.
Tenían una conexión que ninguna podía negar; después de todo, se conocían desde hace años y de cierta manera entendían lo que la otra necesitaba.
Tal vez ninguna era la persona que la otra deseaba, pero eso no las hacían miserables, no como ella creían que lo haría.
Al salir, decidieron dar otra vuelta solo para matar el tiempo. Fue ahí donde los vieron.
Peach se paró de golpe –¿Ese es Link?– preguntó.
Daisy se asomó –Sí es– sonrió.
Segundos después, apareció una segunda figura junto al hyliano, esta tenía un largo cabello rojo.
–Oh no, eso sí que no– frunció el ceño y se acercó a ellos a paso veloz.
–Peach– intentó la castaña detenerla.
Pero ya era muy tarde.
–¿¡Quién carajos te crees!?– jaló a Link por su hombro –He tenido paciencia contigo por ser gay ¿¡Cual es tu maldita excusa ahora!?– lo sacudió.
–Peach, tranquilízate– masculló el chico.
–¡Respóndeme!
–¡No es una chica, es Sidon!
La chica se detuvo de golpe y miró al pelirrojo. Este tenía forma humana.
–¿Qué mierda?– susurró –¿Cómo?
–Tú no tienes corona– se acercó Daisy –¿Cuál es tu cosa mágica?– le preguntó.
–Oh, mi anillo– respondió Sidon mientras le enseñaba.
–Lindo– lo acarició.
–¿Verdad que si?– sonrió –Espera ¿Tú cómo sabes de los artefactos mágicos?
–¿De qué hablan?– los miró Peach.
–Nada– respondieron al unísono.
Giró los ojos y se cruzó de brazos –Entonces hay objetos que convierten a los monstruos en humanos ¿Sabes quienes más tienen?
–No y realmente no me importa– la miró Sidon.
–Como sea– chasqueó la lengua –Ya es algo tarde, Dais ¿Te parece si regresamos?
La menor asintió y la siguió.
Cuando subieron al autobús, Peach empezó a interrogarla.
–¿Quién más tiene objeto mágico?– la miró.
–Solo es algo que vi en la oficina de Miyamoto una vez y le pregunté que era. No sé más al respecto– mintió.
–Está bien– se encogió de hombros –¿Te imaginas a Yoshi con una forma humana?– rio.
–¿Cómo serían los goombas?– la siguió.
–Dios santo ¿Cómo crees que sería Bowser?
'Guapo', eso fue lo que Daisy pensó. Odiaba eso.
–Seguro seguiría siendo un fenómeno– continuó Peach.
–No lo creo– suspiró –Es de la realeza y los de la realeza son lindos.
–Pero es un monstruo, Daisy, ellos nunca son lindos.
–¿Y Sidon no lo es?
–Él es una criatura mitológica– corrigió –Además ¿De verdad crees que se veía guapo?
–Sí.
–Oh vamos ¿Te acostarías con él?
–Si fuera hetero y soltero ¿Por qué no?
–Giu– se cruzó de piernas –Yo jamás.
–Por que eres lesbiana.
–¡Que no lo soy!
Soltó una carcajada –Solo me gusta molestarte– dijo para después revisar su celular.
Se encontró con nuevos mensajes.
Luigi: Ey, salí con Bow a cenar pero nos sobraron alitas ¿Las quieres?
Daisy: La pregunta ofende
Luigi: Llegando te las llevo, entonces
Luigi: Por cierto, nos sentimos mal por haberte ignorado la vez que querías salir al centro comercial ¿Te parece si después salimos a ver la película que me dijiste la otra vez?
El corazón de la chica dio un brinco.
Daisy: ¡Claro!
–¿Quién es Bow?– se asomó Peach al teléfono.
–Nadie– lo apagó Daisy con rapidez y bajó la mirada.
La mayor la miró unos segundos para después mirar por la ventana.
–Me gustaría preguntarte más, pero te ves feliz– murmuró –Es lindo ver que tus ojos recuperaron el brillo.
Un pequeño sonrojo brotó de las mejillas de Daisy –Gracias– suspiró –Por todo. Perdón por haber estado algo distante y deprimida los últimos días, es solo que...
–No te disculpes jamás por estar deprimida, por que no es algo que sea tu culpa– acarició su hombro –Solo quiero que sepas que tienes mucha gente a tu alrededor a la que le importas. Si no soy yo, tienes a Mario. Los dos te queremos muchísimo.
–Lo sé.
–Pero entiendo que estas palabras te gustaría escucharlas de alguien más.
–No te preocupes, ya lo dijiste antes, ambas fingimos que la otra es alguien más para cumplir nuestra fantasías.
Peach no pudo evitar sentir un escalofrío con esa respuesta, sabía que lo había dicho, pero nunca pensé que lo escucharía de una boca ajena a la suya.
–Sí– bajó la mirada.
El resto del camino fue en silencio.
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