El contacto

NARRA JACK:

El viaje fue largo y fatigoso. La carretera parecía nunca acabarse y el paisaje rara vez cambiaba en aquel trayecto. La luna estaba casi llena y era la única luz que mis ojos podían vislumbrar, a excepción de los faros del coche.
Oliver conducía en silencio, con la vista puesta en la carretera y con un termo de café en el reposa-bebidas. No puso la radio, aunque nosotros tampoco se lo pedimos.
Elsa estaba dormida en el asiento, con su cabello pelirrojo tapándole el rostro y su cabeza reposando en el cristal. Caleb jugaba con su movil para distraerse, aunque se le notaba tenso. Por otra parte, Susan miraba a través de la ventana, pensativa. Tenía la curiosidad de saber qué estaba pensando mi compañera, aquel suponía que nunca me enteraría, como siempre pasaba. Ella era una chica que me desconcertaba mucho, tan cerrada en sí misma. Sin embargo, no me podía quejar después de lo que pasó entre nosotros. Todo por mi culpa.
Aún así, no me quise rendir.
-¿Qué pasa por tu cabecita, Ventisca?-pregunté con curiosidad. Sus ojos grises pasaron de la ventana hacia mi, pareciendo haber despertado de su ensoñación.
-Nada importante. Solo estoy cansada, eso es todo-Se quedó pensativa un segundo y suspiró.-Tengo miedo de lo que podamos encontrar en Rusia. Me preocupan mis amigos y quiero saber si allí encontraré algo sobre mi pasado.
Me sorprendió que se sincerara tanto conmigo. Debía estar realmente preocupaba si me revelaba tales cosas. Sin embargo, algo no me había contado.
-No te preocupes, Susan. Seguro que encontramos pistas sobre lo que te pasó y sobre lo que planea Gamma. Lo que sabemos es solo la punta del iceberg. Y sobre nuestros amigos, los salvaremos. Eso seguro.
Ella mostró una pequeña sonrisa, muy dulce a mi parecer. De pronto, puso su cabeza en mi hombro y cerró los ojos. Yo me puse un poco nervioso ante tal actuación y mi espalda se puso rígida por ello.
-No pienses que esto significa que hayamos arreglado nuestros problemas.-dijo sin abrir los párpados.-Solo quiero dormir cómoda y tú eres lo más blando que hay por aquí.
-Lo que tú digas. Espero que no ronques mucho-respondí burlón. Recibí un pellizco en el brazo como respuesta.
Indudablemente, esta chica era muy rara. Pero yo la quería aún así.

Sobre las nueve de la mañana, Oliver aparcó el coche en una senda destartalada cerca de un bosque. Yo ya hacía algún tiempo que estaba despierto, al igual que Susan y Caleb, pero a Elsa hubo que despertarla, mientras lanzaba murmullos con maldiciones y pequeños calambres en nuestras manos.
Nuestro compañero nos guió a través del campo marchito, en aquel lugar apartado de toda civilización.
-¿De verdad conoces a gente que vive en un sitio así?-preguntó Caleb extrañado a la vez que casi mete un pie en un hoyo.
-Durante los años que llevo huyendo he conocido a gente de toda clase. Lo mejor es que así tienes contactos y sabes cuándo los vas a necesitar.-respondió sin apartar la vista del frente.
-Espero que lleguemos pronto...-me murmuró Elsa. Ella era una niña que me inspiraba mucha ternura. Sin embargo, también la admiraba por, siendo tan pequeña, aguantar esa situación. A mi parecer tenía más valor que todos nosotros juntos.
-¿Es esa casa de ahí?-preguntó extañada de pronto Susan. Ella iba delante con Oliver, a unos cuantos pasos de nosotros.

Cuando yo llegué junto a ella entendí su confusión. Era una casa cochambrosa, con basura alrededor. Pude ver latas de refrescos, pañuelos y hierro oxidado cerca de la "casa", esparcidos por la maleza y el suelo. De pronto, escuchamos un ruido dentro de la estructura, como si se hubiese caído algo.
-Parece que Brad está en casa.-sonrió Oliver.-Vamos, no tenemos todo el día.
Dicho esto se metió dentro de la casa sin pensárselo dos veces.
-¿Crees que un hombre que vive aquí nos puede ayudar mucho?-preguntó en voz baja Caleb.
-Eso espero...-respondí encogiéndome de hombros.
-Este Oliver es muy enigmático.-comentó con un suspiro mi amigo.
-Como otra que yo me sé.-expresé con una pequeña mueca risueña, recordando a Susan.
Él no pareció entenderlo hasta pasado unos segundos. Entonces fue cuando me mostró una sonrisa pícara.
Pasamos con inseguridad dentro de la chabola. Por dentro estaba peor que por fuera. Miles de cosas se amontonaban en aquello que parecían repisas o mesas. Por el suelo había papeles y cacharros varios. Una única bombilla colgaba del techo, bastante sucia además. Sin querer, Elsa tiró de un codazo algunos libros que estaban peligrosamente puestos unos encima de otros.
-¿A qué sitio nos ha traído este hombre?-preguntó estupefacta Susan, observando todo a su alrededor.

De pronto, salió Oliver de una de las otras habitaciones, acompañado de un hombre. Era corpulento y alto, con el rostro cuadrado y unos cuantos piercing en cara. Su cabello negro estaba adornado de varias mechas de color rojo y azul. En su brazo derecho de podía observar varios tatuajes, entre los que se encontraba el mismo que tenía Oliver en su cuello.
-¿Ya habéis curioseado suficiente? -preguntó divertido.-Éstos son de los que me habías hablado antes, ¿verdad? Parecen niños normales.
-De normales tienen muy poco, al igual que yo.-contestó impaciente.-Él se llama Brad. Es el amigo del que os hablé ayer y quien nos puede sacar del país.
-¿Y cómo piensa hacerlo?-pregunté con curiosidad. Oliver no nos había contado nada del plan y, viendo a su contacto y su casa, no tenía mucha fe en el proyecto.
-Aunque no lo parezca, soy un genio de las falsificaciones.-respondió, sentándose a la vez.-DNI, pasaportes, tarjetas de créditos, carnet de conducir...Cualquier cosa que me pidas podré hacerla y, por lo que tengo entendido, necesitáis pasaportes, ¿Verdad?
Todos asentimos a la vez.
-No hay problema. Cualquier cosa por mi colega Oliver. Antes de empezar, tenemos que resolver una cuestión...¿Cuánto me pagareis?
-¿No habías dicho que harías cualquier cosa por Oliver?-inquirió con desconfianza Elsa.
-Todo en este mundo tiene un precio, niñita. Ya lo aprenderás cuando seas mayor.-expresó con tranquilidad.-Os haré un precio especial: 5000$ y estamos en paz.
El hecho de que la hubiera llamado niñita hizo que Elsa se preparara para lanzarle una descarga a aquel tipo. Menos mal que conseguí agarrarla a tiempo.
-¿Cuánto?-consiguió articular Caleb al escuchar la cifra.
Era una cifra demasiado alta para nosotros. Ninguno de nosotros éramos ricos y no podíamos ir al banco a sacar dinero como si nada. Susan se había quedado de piedra al escuchar la oferta e iba a replicar cuando, de repente, Oliver sacó un gran fajo de billetes de su cazadora de cuero y se lo puso en la repisa.
-No tenemos mucho tiempo, Brad. Necesitamos irnos de aquí cuanto antes, así que mueve tu cuño y haznos esos pasaporte ya o lo lamentarás, ¿Entendido?-dijo furioso Oliver, de una forma en la que cualquiera que lo hubiera escuchado hubiese hecho lo que dijera.

No entendíamos de dónde había sacado tanto dinero nuestro compañero. No nos había dicho nada de aquello ni creía que nos iba a dar explicaciones. Pensé que podía ser de algo ilegal, aunque aún así quería saber de dónde procedía.
-No te pongas así, hermano. Cada vez tienes el carácter más agrio, relájate un poco. En cuanto tus amigos se tiñan y se pongan las lentillas de color podremos empezar.-explicó Brad.
Dijo esto último como si fuera lo más lógico del mundo. En realidad deberíamos haberlo supuesto. Nos buscaban por todo el país y nuestras caras habían salido en los medios de comunicación hacía unos dos o tres meses. No podíamos salir tan fácilmente con nombres falsos nada más. Necesitábamos una transformación.
-¿Tengo que cambiar mi pelo y mis ojos? ¿Es totalmente necesario?-preguntó escandalizada Elsa.
A mi tampoco me hacía mucha gracia cambiar mi imagen. Sin embargo, era lo que había que hacer para salir del pais y poder llegar así a nuestro destino. Era un precio bajo teniendo en cuenta que era para salvar a nuestros amigos y enterarnos de los planes de Gamma.
-Tengo todo controlado, chavales.-expresó Brad mientras que contaba los billetes.-Ahí atrás tengo tintes y, en cuanto os haga la foto, me la llevaré y tendréis los pasaportes esta misma noche. El tinte no es permanente, así que con un par de lavados se os quitará, ¿Has traído las lentillas, Oliver? Espero que no se te hayan olvidado.
-¿Por quién me tomas?-espetó él.-Id rápido y no seáis cursis y pesados eligiendo el color. No hay tiempo que perder.
Susan, Elsa y yo fuimos a donde nos había indicado el falsificador. Allí había sólo cuatro tintes diferentes: Negro, rojo, castaño y rubio. No es que hubiera mucho para elegir.
-¿Tú no vienes, Caleb?-preguntó Susan.
-Por primera vez desde hace mucho me alegro de tener un poder así. Yo no necesito teñirme para cambiar mi aparencia.-contestó con una radiante sonrisa. Susan murmuró un "Qué cara" y cogió uno de los tintes que había, lléndose hacia una habitación con Elsa.
-¿Tú sabes cómo teñirte? -pregunté con un poco de vergüenza. Yo no sabía cómo se hacía y temía dejarme el pelo de un horrible color o, peor, quedarme sin él.
-Está bien. Te ayudaré.-respondió con un gran suspiro.-Ahora voy contigo, Elsa. Primero le voy a ...
-No hace falta. Yo mismo le ayudaré.-interrumpió Brad-Mejor empezar vosotras ya porque tenéis mucho más cabello que cubrir. Vamos chaval, no es tan difícil.
Caleb casi se muere de la risa al escuchar que él me iba a ayudar con el pelo. La verdad es que no me apetecía nada que Brad me ayudara pero parecía que no había otra opción. Se llevó de mi parte una mirada cargada de odio pero él seguía riéndose sin parar.

Una vez terminado el proceso, acabé con el pelo negro como el carbón. Ya mis rizos rubios habían desaparecido y quedaba una gran mata oscura. No me gustaba nada aquel cambio aunque lo único que podía hacer es aguantarme. Mis ojos adquirieron un color azul con las lentillas que había traído Oliver. No me parecía en nada a mi antiguo físico.
Susan se había puesto el pelo rubio y rizado. Sinceramente no le quedaba mal pero prefería su antiguo color, al igual que sus ojos azules y no los verdes que tenía ahora. Ella estaba de mal humor porque no le gustaba su cambio para nada pero tenía que resignarse al igual que yo.
Elsa también tenía el pelo rubio y rizado, aunque con los ojos celestes. Parecían dos hermanas, aunque Elsa estaba mirándose al espejo encantada. Creo que era la primera vez que le veía sonreír desde el incendio. Y eso me alegró muchísimo.
-Bueno, ya tengo todo lo que necesito para los pasaportes. Nos vemos por la noche en el aeropuerto. Os esperaré en la entrada principal a las diez, ¿De acuerdo?-explicó Brad.-Del avión también me ocupo yo.
-Muchas gracias, amigo. -le agradeció Oliver.
-Siempre estaré a tu disposición, si me pagas, claro.-respondió Brad con una risa atroz que, más que divertida, era estremecedora.

Entonces empezó la cuenta atrás para nuestro viaje a Rusia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top