━━━Capítulo Dos | La sonrisa de un robot

Hamada Zayuri observaba en las cámaras de seguridad de su casa, como TaeHyung hacía todo para intentar acercarse a su hijo, Daisuke en cambio no colaboraba, y se mantenía en su habitación. La fémina estaba muy tensa, esperaba que su hijo fuera amable con el robot, pero parecía que el azabache estaba decidido a evitar a TaeHyung.

—¿Cómo va la relación entre K.T. 2099 y su hijo, doctora Hamada?—preguntó uno de sus colegas, luego de acercarse a ella. Zayuri miró la pantalla, antes de ver al hombre.

—Algo angustiante de ver—dijo señalando el monitor—. Daisuke no colabora, aún cuando TaeHyung ha seguido al pie de la letra lo que hemos añadido a su memoria.

—Entonces si esto no mejora, la junta colocará el proyecto como un completo fracaso.

—Lo sé y eso me frustra, porque TaeHyung será apagado y nunca demostraremos que fue un buen proyecto de ayuda.

—Y todo será culpa de tu hijo, Hamada.

La mujer prefirió no decir palabra, todos culparían a Daisuke sin ponerse en su lugar. El joven sufría de un trastorno sin cura, y que le causaba tantos síntomas, entre ellos el dolor que se mantenía continuamente y que no podía controlar o reducir. Daisuke ya usaba un bastón para poder caminar.

¿Acaso nadie podía comprender a su hijo?

Ella confiaba en su primogénito. Él crearía un vínculo con TaeHyung, algo perfecto para demostrar que más asistentes robots eran necesarios.

Zayuri tenía sus esperanzas en Daisuke.

TaeHyung se encontraba limpiando la habitación que la doctora Hamada le había asignado, ahí se encontraba su cápsula de recarga, la ropa que le habían comprado, entre otras cosas, a la vez buscaba en diferentes navegadores tips para poder acercarse al joven azabache, sin que éste le ignorase o tratará de alejarse. Él debía encontrar la forma de conectar con el humano.

Escuchó pasos que le sacaron de su búsqueda de más información, y detuvo su saneamiento de las ventanas para dejar los objetos de limpieza en la mesa, y pasar con cuidado lejos de la aspiradora, para salir de la habitación.

Se asomó en el pasillo y caminó con cuidado hasta la cocina. Ahí pudo ver a Daisuke bebiendo agua.

—¿Tienes hambre?—y el azabache escupió el agua que estaba bebiendo, antes de toser con fuerza. TaeHyung se apresuró a correr hacía él para dar leves golpecitos en la espalda del Hamada—. ¿Está bien?

—¡Casi me muero ahogado! ¡¿Cómo voy a estar bien?!—inquirió un alterado pero a la vez sarcástico Daisuke, mientras miraba al robot, claramente molesto.

—Lamento asustarle, es que no pude evitar hacer esa pregunta, ¿ya está mejor?—el chico asintió apartándose del castaño—. ¿Quieres algo de comer?

—No, solamente vine a tomar mi medicamento—y mostró la botella de Clonazepam líquido.

—¿Comió antes de tomar el clonazepam?—Daisuke negó—. ¡Eso es incorrecto! ¡Se está lastimando el estómago!

—¿Y? Ya no me puede hacer más mal otro daño en mi cuerpo

—Le prohíbo volver a tomar su medicamento sin comer antes; se está haciendo mucho daño—exclamó TaeHyung, apresurándose a sacar varios alimentos de la nevera para colocarlos en la mesa.

—¿Qué haces?

—Le prepararé algo de comer.

—¡Ey! No tengo hambre así que…

—¡Basta!—y la alteración en la voz del robot sorprendió a Daisuke que le miró asombrado. TaeHyung tenía sus manos agarrando el borde de la mesa—. Deje que le cuide, para eso estoy, ¡para eso soy su asistente! ¡¿Por qué es tan testarudo?!

Daisuke se apoyó en el borde de la mesa.

—Estás loca, madre—y esas palabras hicieron que el castaño volviera a poner su atención en Daisuke, que sonreía, por primera vez estaba viendo una sonrisa en aquellos labios. El azabache le miró—. Mi madre está completamente loca.

—¿Por qué dice eso?—el azabache llevó su mano izquierda y la presionó en el pecho del robot. Aún a través de la ropa, TaeHyung podía sentir el temblor distónico de la mano de Daisuke.

—No eres un tonto robot—y TaeHyung le miró sin comprender aquella información—, te acabas de enojar—aclaró y el castaño se pasó la mano por el cabello sin entender esas palabras. ¿Enojo? ¿Él se había enojado? De forma apresurada busco información sobre el enojo, y comparó lo que le había pasado con lo que decía aquel sitio web. Era cierto, él se había enojado.

—¿Cómo ocurrió algo así?

—Mi madre—respondió Daisuke tomando una de las manzanas que había sacado TaeHyung de la nevera, pero antes de darle una mordida, el castaño se la arrebató de las manos.

—Debes lavarla primero, aún puede tener gérmenes—exclamó el robot llevando la manzana al fregador para abrir la llave y dejar el agua correr. Lavó la manzana con empeño antes de secarla y dársela a Daisuke; pero al voltear el humano estaba mordiendo una de las que había dejado en la mesa, sin lavar. TaeHyung le miró molesto.

—¿Qué?—el robot le quitó la manzana antes de darle la que acababa de lavar. Daisuke rió divertido, jamás pensó que hacer enojar a un asistente robótico sería tan divertido—. Eres tan curioso. No, esa no es la palabra. Eres peculiar, esa es la palabra correcta.

—¿Peculiar?

—Sí, no eres como una persona inculta pensaría que son los robots. En primer lugar está tu apariencia, con solo mirarte todos pueden creer que eres un humano, hasta con lo que sea que crearon tu piel lo hicieron increíble—y tocó el brazo del robot con su dedo índice—. Segundo, te enfadas, tú puedes o sentir o estás altamente instruido para copiar las emociones humanas cuando debe ser. En lo personal creo que las estás copiando.

»—Desafortunadamente—contiuó—, eres un robot, y eso impide sentir emociones reales; aunque sería un proyecto divertido de ver; sin embargo, también puedes caer en locura al tener tanta información en tu tarjeta de memoria y sumándole emociones, definitivamente podrías cambiar del curso de lo que habías sido destinado a realizar. Pero no me hagas caso, solamente estoy divagando.

—Has dicho más oraciones continuas de lo usual—murmuró TaeHyung antes de sentir una presión contra su brazo. Daisuke le había dado un pequeño golpe.

—Y es lo único que escucharás, me voy a dormir.

—No, aún no comes algo más óptimo—insistió TaeHyung sujetando al Hamada, que le miró con el ceño fruncido—. Por favor, debe comer.

—¿Qué me darás a cambio?

—¿Piensa pedir algo a cambio de  comer?—preguntó incrédulo el robot, a lo que el azabache asintió—. Inconcebible.

—Entonces, buenas noches.

—¿Qué quieres?

—Helado de chocolate con galletas.

—Es un trato—y Daisuke sonrió, antes de sentarse en la isla de la cocina.

TaeHyung sonríe encantado de que el Hamada empiece a dejarle cumplir con sus funciones de asistente. Y con tranquilidad empieza a preparar lo que será una deliciosa cena para el humano. Por otro lado Daisuke observa al castaño, ¿cómo su madre había creado a TaeHyung? Esa duda estaba en su mente, aunque debió alejarse por un momento de ese pensamiento cuando en su pierna un calambre le hace retener un quejido.

Dolía demasiado y sentía su pierna temblar con violencia, pero simplemente apoyó su cabeza en el frío mármol de la mesa. Cada vez eran más comunes los calambres, pero ya se estaba acostumbrando aún cuando sabía que no era sano.

—¿Qué te parece?—preguntó TaeHyung atento a las reacciones del chico Hamada, que masticaba con tranquilidad.

—Esta bueno, tenía tiempo sin comer algo tan delicioso—afirmó Daisuke con tranquilidad, antes de volver a masticar—. Eres un buen cocinero.

—Gracias—y sonrió recogiendo lo que había usado, para limpiarlo.

—¿Por qué sonríes tanto?—indagó Daisuke, sin poder más con la duda.

—¿Qué?

—¿Por qué siempre sonríes?—volvió a interrogar el azabache.

—Una vez leí que el sonreír en el momento correcto, ayuda a otras personas ha aliviar sus penas.

—¿Dónde leíste eso?

—Un sitio web—y el pelinegro empezó a reír a carcajadas.

—¿Acaso te metiste a esos grupos de señoras que envían imágenes de buenos días, con aves de fondo?

—Mm…sí.

—Con razón.  

El silencio que vino después duró varios minutos, pero ya no era nada incómodo, era más bien un silencio reconfortante. TaeHyung miraba a Daisuke que al sentir la mirada sobre él le observó. Jamás lo había mirado fijamente. El robot tenía un toque occidental en sus rasgos faciales. Quizás era ese cabello ondulado y desordenado que le daba la vibra de un universitario. O quizás esos ojos azules. Daisuke no lo sabía. Aún así el joven o bueno el robot, le daba esa tranquilidad.

Y por instantes saboreó esa sensación.

Desesperación, dolor, él no podía hacer más nada que llorar. Eso era lo que vivía Daisuke en esos momentos. Estaba consciente, sabía que se encontraba en su cama, pero que estaba teniendo una crisis distónica. Sus piernas temblaban y se contraen con violencia, sus manos repiten la acción. Su ojo derecho está con el párpado cerrado, y es que la luz le molestaba y le brindaba punzadas de dolor.

Se removía en la cama con violencia, y jadeaba contra su almohada. Hacía frío y eso calaba en sus huesos. Necesitaba a su madre o sus medicamentos, cualquier cosa que le ayudase.

—Daisuke—escuchó la voz más no le importó, quería dejar de sentir dolor—. ¡Daisuke!
 
Manos que presionaban su rostro, tratando de hacer que su ojo izquierdo mirará al portador de aquellas suaves manos que le invitaban a mirarlo. Dedos que presionan sus muñecas buscando detener los temblores.

—Frío, hace frío—murmuró débilmente antes de volver a dormir o caer en la inconsciencia, no sabía, pero lo que sabía era el hecho de que al no estar consciente, el dolor no le molestaba tanto. En donde la crisis podía solamente parecer una pesadilla.

TaeHyung no sabía qué hacer, buscaba en su base de datos cómo tratar una crisis distónica, pero ante la falta de información que había en la red, le hacía imposible encontrar algo correcto y funcional. Daisuke se movía en la cama inconscientemente, con tal fuerza que debió sujetarlo para evitar que se cayera o lastimase más. Los músculos del Hamada se contraían y el castaño estaba preocupado.
 
No pensó en nada más que hacer que acostarse en la cama con Daisuke, luego de enviarle un mensaje a Hamada Zayuri de que el chico tenía una crisis. Sostuvo al azabache en sus brazos. Lo retuvo cuando tuvo contracciones que le hicieron jadear aún inconsciente.

Un distónico sufría horrible en las crisis o episodios, cada médico le llamaba distinto. TaeHyung debía investigar más para ayudar a su humano. Cubrió su cuerpo con una sábana gruesa, manteniendo el calor en el azabache.

Cuando Hamada Zayuri llegó a su casa, encontró a Daisuke en media crisis con TaeHyung sosteniéndolo. Su hijo estaba mal, y no tuvo de otra que canalizar a su vástago con medicamentos, que minuto tras minuto hicieron que el joven se pudiera relajar, y el robot pudiera alejarse.

—Tenía semanas sin una crisis—dijo la femenina cuando TaeHyung se colocó a su lado.

—Yo no supe cómo actuar—susurró el robot a lo que la mujer le miró.

—La información disponible es reducida, tendré que añadir a tu base de datos lo que se debe hacer cuando Daisuke tiene una crisis. Hiciste bien cubriendo su cuerpo ya que el frío y él no se relacionan. 

—Siento que no di mi mayor esfuerzo.

—Lo hiciste—murmuró Daisuke sonriendo débil aún sin abrir sus ojos, estaba apenas consciente de sus palabras.

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