6.Casa de muñecas

Lunes, 20 de abril

Max:

Camina por debajo de las escaleras procurando no ser visto por el hombre de negro detrás de la cortina. Solo unos pasos lo separan de su objetivo, debe rescatar a la chica y evitar gastar la única bala que aún le queda en su escopeta. El contador marca los dos minutos con los que cuenta antes de que la casa explote. Debe subir al segundo piso y aún no logra deslizarse hasta los pies de la escalera. No lo conseguirá.

—No lo conseguirás—le hago saber mientras intercalo la mirada entre el libro en mis manos y la pantalla de la televisión.

—Hombre de poca fe—reprocha casi en un hilo de voz como si hablando en un tono más grave pudiera llamar la atención del asesino al otro lado de la habitación. Un minuto.

Observo en silencio como al fin logra poner un pie en la escalera, la frente de Dylan se encuentra aperlada, el mayor esfuerzo físico que ha hecho hoy, y un silencio tenso se respira en su habitación. Junto con un asqueroso tufo a ropa sin lavar.

El marcador empieza la cuenta atrás a partir de los últimos treinta segundos, Dylan se impacienta por la velocidad del personaje, la escalera cruje cuando intenta apurar el paso. Palabras en otro idioma lo alertan de que el hombre de abajo también lo escuchó, una maldición sale de sus labios mientras corre hacia la habitación de la chica. Diez segundos.

Paro la lectura y entrecierro el libro marcando con mi dedo la página mientras disfruto los últimos segundos de partida. El juego está perdido, con solo cinco segundos en el marcador y Dy impaciente sin encontrar la habitación de la chica. Tres, dos, uno. La explosión se pone en blanco y negro para enmarcar el cartel de “ha fracasado". Sonrío y vuelvo a abrir el libro por donde me quedé.

—¡Maldita sea! ¡Ya lo tenía! ¡Tú viste que ya lo tenía! ¡Este juego es estúpido!—gruñe con roña mientras tira el mando a un lado del sofá. Se levanta y se marcha dando fuertes pisadas, como un niño teniendo una pataleta, hacia la cocina. Seguro a acabar su reserva de M&M's como siempre que pierde.

Suspiro para sacar un poco del aire contaminado de mis pulmones y miro el reloj de mi muñeca. Quince para las dos treinta, debería ir saliendo si quiero llegar a tiempo a casa de Emma.

—¡Dylan!, ¡deja tus caramelos para más tarde! ¡Es hora de ir a casa de Emma!—grito tomando mi chaqueta y guardando el libro en mi mochila.

Su cabeza de calabaza se asoma por debajo del marco de la puerta con desconcierto. Su boca manchada de marrón delata lo que estaba haciendo antes de que lo interrumpiera.

—¿Ir a casa de Emma? ¿Cómo, ambos ir a casa de Emma?—pregunta revelando sus dientes también cafés. Asqueroso. Asiento poniendo los ojos en blanco—Oh, hombre, como que no podré ir. Aunque esté suspendido tengo que seguir yendo a las prácticas. Sabes que el viejo Richards no puede vivir sin mí.

Pongo una mano sobre mi cara y ahogo mi gruñido de exasperación en ellas. Dylan pasa tanto tiempo expulsado que a veces olvido que tiene más obligaciones en su vida que respirar. Ser la estrella del tenis en Humbrella es otra de ellas y aunque me cueste darle la razón al cabeza hueca de Foster, nuestro entrenador lo tiene puesto en un pedestal. A mayor prueba que siga siendo el número uno a pesar de sus ausencias.

—Me temo, amigo, que tendrás que pasar todo una tarde de estudio sin la imprescindible presencia de tu mejor amigo—me da un par de palmadas en el hombro cuando pasa por mi lado para tirarse de espaldas en su viejo sofá con su bolsa de caramelos en una mano y el control remoto en otra.

Viéndolo así nadie creería que es el futuro del deporte de nuestra ciudad.

(...)

Limpio mis zapatillas en el felpudo y dejo mi chaqueta en el mueble de la entrada antes de volver a la sala de estar donde estuve hace cuatro días. Las cosas no parecen haber cambiado mucho por aquí, todo sigue igual de limpio, sobrio, aburrido. Incluso Emma, la anfitriona, lleva su ropa sin una misera arruga y sin un cabello fuera de lugar. Es agotadora tanta perfección.

Intento sentarme en el sofá del otro día, pero me detiene.

—No, hoy estaremos en mi habitación—antes que me dé tiempo de pedir una explicación para este cambio se escuchan un par de voces masculinas venir de alguna de las habitaciones del pasillo—. Mi padre está reunido, en mi habitación tendremos más privacidad.

Me encojo de hombros y tomo mi mochila del lugar en el suelo donde la había dejado antes de seguirla escaleras arriba. Por lo que he podido ver de la casa lo único que les falta es un ascensor.

Su habitación es la primera puerta del pasillo y contrario a lo que te hacen creer en todas las películas, en su puerta no hay ningún cartel o pegatina, es simplemente blanca al igual que el resto de la casa. Si no fuera por el pomo dorado no la notarías. Por dentro es completamente otra historia, el color y el desorden que falta en el resto de la casa se reúne aquí, en su habitación. Zapatos desperdigados por toda la habitación, sobres de comida en la mesa de escritorio junto a montones de papeles y lápices desperdigados por ahí, pero lo peor es el suelo. Camisetas en una esquina amontonadas, un par de medias debajo de la silla y cuando vi un sujetador en el pomo del armario decidí mejor no fijarme en el desastre y ocupar asiento en la silla frente a la mesa de escritorio. Quitando unos peluches antes.

—Bien, puedes sentarte donde quieras—se gira hacia mí luego de cerrar la puerta y señala toda la habitación con las mejillas más oscuras—. Siento el desorden, no esperaba que mi padre viniera hasta mañana así que hoy antes de irme a dormir lo ordenaría todo, pero se adelantó su regreso y viniste tú y—toma aire—..., ¿quieres un refresco, agua, algo de comer?

Enciendo mi computador, casi ignorando sus palabras, esperaría que mi silencio fuera suficiente respuesta, pero por su posición aún cerca de la puerta supongo que no es todo lo claro que necesita. Por eso no me relaciono con nadie, es demasiado trabajo lograr que entiendan lo que quieres transmitir sin necesidad de hablar.

—No, preferiría empezar ya con esto ¿Tienes el libro aquí?

—Oh, si, si, lo guardé por aquí sabiendo que lo pedirias—toma uno de los libros del librero a un lado de su escritorio y me lo tiende.

La portada de un rosado pálido, en él una mujer y una casa a sus espaldas y el título “Casa de muñecas" encabezando la portada.

—Bien, comencemos hablando de porqué pensamos que se ve el amor propio y yo voy escribiendo lo que digamos—abro un archivo en blanco en World y espero a que hable.

Pasan un par de minutos en los que se dedica a sentarse en una esquina de la cama, corriendo el papel sucio de un muffin, y a jugar con sus dedos de forma distraída. Me aclaro la garganta para llamar su atención.

—¿Quieres agua?—me mira, preocupada. En estos momentos son en los que me avergüenzo de la raza humana y su lenta capacidad de atención. La miro fijamente alzando una ceja hasta que se le colorean las mejillas por segunda vez y ríe nerviosa—Oh, lo del libro, cierto. Que tonta.

Se queda en silencio otra vez. Parece un auto con problemas para arrancar.

—Vamos.

—Oh, sí, perdón—toma un poco de aire antes de, al fin, comenzar a hablar—. En el libro muestra el amor propio, pero no es solo eso, es la liberación de la mujer propiamente dicha. Nora se libera de su personaje de muñeca en su propia casa y deja de pensar en su marido, incluso en sus hijos, para pensar en ella y ponerse primero, para lograr crecer como persona y madurar.

Sonríe, orgullosa de sus palabras hasta que las mías le borran la sonrisa.

—Eso no quiere decir que haya utilizado los mejores medios, nota que no tiene el apoyo de su marido, que su opinión no cuenta en esa casa y se marcha para encontrarse a ella misma—doy mi opinión sin dejar de teclear—y pasa el límite de amor propio a egoísmo dejando a sus hijos atrás.

Se acerca un poco más al borde de la cama y comienza a gesticular con más soltura lo que dice. Debería haber grabado nuestra conversación en lugar de haberme brindado para transcribir. Demasiado tarde para echarse atrás.

—Pero, ¿a dónde se los llevaría? En la época en la que está basada la historia la mujer no tenía voz ni voto, Nora no sabía hacer nada, siempre había cumplido el papel de mujer de casa y había sido mantenida por su marido—rebate con emoción, casi como si hablara de la historia de su vida y la defendiera a muerte —, ¿cómo hubiera mantenido a sus hijos? Además, no los dejó solos, los dejó con su padre, que podía ser muy mal marido, pero nunca demostró ser un mal padre. Creo que irse y dejar a sus hijos fue su mayor muestra de amor, tanto que me cuestiono si esta historia no hubiera sido mejor dejarla para el amor familiar.

Bufo en burla, en desacuerdo con su último comentario. Es casi como si hubiéramos leído libros diferentes.

—Tonterías, ella pensó en sí misma al tomar esa decisión, eligió lo que necesitaba olvidando lo que necesitarían sus hijos—olvido que necesito escribir todo lo que hablamos y discuto sus palabras en apoyo a la protagonista. No puede estar más equivocada—. Casi tan egoísta como Emma de Jane Austen, a la que tanto amor propio la volvió demasiado egoísta y narcisista.

—No te rebatiré lo de Emma—levanta las manos en señal de rendición, pero no demora mucho en bajarlas y volver a hablar acompañando todo con movimientos de las manos—, es cierto, el amor propio en exceso tampoco es lo mejor, pero sigo creyendo que Nora tomó la mejor decisión que podría haber tomado. En Wattpad, una plataforma de lectura, hay un...

La interrumpo bajando un poco la pantalla de la laptop y levantando mis manos al cielo en señal de plegaria.

—¿Wattpad, Emma?, esto es un proyecto de literatura clásica, no de novelitas rosas.

Me señala con el dedo con total indignación mientras se pone de pie y empieza a dar paseos por la habitación. Recoge las camisas que había dejado tiradas y sigue caminando en círculos con ellas en las manos.

—En Wattpad hay muy buena literatura, que lo sepas y siguiendo lo que te decía, en la plataforma hay una historia, entre tantas que hablan sobre el tema, que demuestra el amor propio y la importancia de este muy claramente, Sigue mi voz de Ariana Godoy es una joya de la literatura contemporánea. Es más, si no hubiera sido literatura clásica, esta fuera la historia que hubiera elegido para la primera parte del proyecto.

—Nos estamos yendo del tema y de la historia que sí cuenta para el trabajo—le hago saber para que deje sus tonterías sobre novelitas de ahora.

La literatura clásica siempre va a ser mejor que cualquier cosa escrita en nuestro tiempo. Antes escribían para expresarse de forma libre y poder mostrar un poco de la sociedad de ese tiempo. La de hoy solo habla sobre adolescentes en celo que temen enamorarse, si Jane Austen viera el mundo de ahora, lloraría.

—Pero hay que poner todas las referencias para que la señora Rogers note el esfuerzo y te repito, en Wattpad hay muy buena literatura, pero si no me crees al menos léete Sigue mi voz. Ya verás como cambias de opinión.

—Ya lo pensaré, ahora terminemos con esto. Tengo un trabajo al que asistir.

Y pasamos el resto del tiempo debatiendo sobre la novela que escogimos. Y me fui con dos cosas que no le revelaré a nadie mas que a ustedes, no me desagradó la tarde de hoy e intentaré buscar en mi cacharro de teléfono como se crea una cuenta en la famosa plataforma.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top