Capítulo 2: Robot camuflado.

La familia Villalva era reconocida por tener un importante capital, no tan grande como el de la familia Shirogane, pero su estatus le permitía imponer su presencia y ser reconocido con respeto, y envidia por algunas otras familias que codician ese poder.

Otro detalle con esta familia es que realmente son extranjeros, adaptándose a la vida en Nueva Saltadilla.

-Señorita- Se inclinó una joven muchachita de tan sólo 14 años, la cual luce una cabellera negra brillante ondulada, luciendo unos rulos largos y bien cuidados, además de tener las puntas de su cabellera de un color azul marino precioso.

La joven muchachita, lucía un traje moderno de sirvienta, con unos hermosos y bien cuidados vuelitos en su delantal blanco, su falda presentaba un par de cortes en la parte inferior, y sus zapatos cafés algunas manchas de dudosa procedencia.

-Así que finalmente llegan- El semblante frío de la señorita Sara era incorruptible.

-Me siento profundamente honrado por haber sido contratado por su señoría- Hizo una leve reverencia un joven de 16 años, con ojos de un tono lila muy bonitos, un cabello albino totalmente sedoso y largo hasta los hombros, además de un flequillo muy característico en puntas.

Descendiente de una familia adinerada e hijo de un importante juez y político, se presentó Soul Sugureta, abrazándose a su criada, que al mismo tiempo es la mujer a la que más ama y cela en el mundo.

-No hables de más- Suspiró Sara poniéndose de pie.

-¿Qué podemos hacer por ti?- Preguntó el muchacho albino mientras distraía su atención con los cuadros y decoraciones sumamente caras del cuarto de reuniones de la casa Villalva.

-Esta es la situación- Le entregó un folio con varias hojas dentro, eran documentos totalmente privados, ocultos, y secretos.

-¿Maquinas?- Preguntó el muchacho con una expresión de extrañez en su mirada.

-La unión de los seis traerá consecuencias...- Se dio la vuelta Sara colocando sus manos por detrás de su espalda, mientras ve un cuadro de su difunto abuelo retratado en sus mejores tiempos.

-Entiendo...- Le entregó los documentos a su criada.

-Destruyan sin dudar... A esos farsantes- Su cuerpo se tensó, pero sabía que lo correcto es.

-Muy bien...- Sonrió Soul, para luego desaparecer de la sala junto a su compañera.

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En el centro comercial:

-¡Fin de semana largo!- Exclamó la jovencita de cabellera castaña, extendiendo sus brazos con emoción.

-Me alegra verte tan contenta Naroa- Sonrió Miyako sintiendo la felicidad de su más reciente amiga.

-Haha- Rio feliz la mencionada muchachita -Todo en esta ciudad es tan nuevo para mí ¡Lo amo! ¡Saltadilla lo tiene todo!- Exclamó con gran emoción.

Ambas habían recorrido todo el centro comercial, asaltaron con gran emoción cada tienda con descuentos y ropa singular, preciosa y destacable, obviamente en sentido figurado.

Hasta que un coche frenó cerca de ellas, tocándole la bocina.

-Oh, son mis padres- Abrió sus ojos con gran felicidad Naroa -¿Te acercamos a tu casa?- Ofreció mientras se acercaba al auto, su padre se bajó del mismo para abrir el baúl, pues todas esas compras, no iban a entrar en los asientos traseros junto a las chicas.

-¿Eh?- Se mostró algo insegura Miyako al principio, pero las dulces sonrisas de ambos adultos la lograron convencer -Esta bien- Sonrió acercándose también.

-Hola preciosa, gracias por ayudar a mi pequeña a adaptarse a su nuevo entorno- La saludó la madre de Naroa abriendo la puerta, para poder observar mejor a la nueva amiga de su hija, sus rasgos físicos parecían de modelo, con un cabello ondulado color cobre, ojos miel y un tono de piel suave como la nieve.

-¿Puedo ayudarte?- Se ofreció suavemente el padre de Naroa, para cargar las compras dentro del baúl del auto, sus ojos eran celestes como el cielo, y su cabellera rubia, mostraba un semblante caballeroso y muy elegante.

-S-sí, muchas gracias- Le entregó las bolsas, las cuales fueron guardadas dentro del baúl del auto con suavidad.

Algo hacía ruido en el pecho de nuestra protagonista, al ver los ojos de aquel hombre, un extraño frío recorría su pecho, como una nostalgia borrosa, un extraño ruido en su mente, al cual no podía encontrarle la forma ni el sentido...

-¡Ven!- La llamó Naroa quien ya se había sentado en la fila trasera del auto -¡Siéntate conmigo!- Se mostró sumamente emocionada mientras movía sus manos de un lado al otro buscando captar la atención de su amiga.

-Si, voy... Con permiso- Se mostró educada y agradecida, mientras se subía al auto.

El padre de Naroa cerró el baúl y luego regresó al asiento del piloto, para arrancar y empezar a conducir, pero de camino el auto marcó que habían entrado en reserva, por lo tanto, el hombre decidió desviar un poco para ir a una estación de servicio a cargar nafta.

-Tanque lleno por favor- Le dio la dirección al empleado mientras tocando un botón en su auto abría el acceso para que sea posible enchufar la manguera.

-Se ve un poco raro el empleado... ¿No te parece?- Murmuró Naroa sintiendo una extraña corazonada.

-Mmm... No sé- Miyako no notaba nada extraño.

-¿Efectivo, tarjeta o aplicación?- Preguntó el empleado, esperando ver cómo será el modo de pago.

-Con tarjeta- Respondió el hombre, sacando su tarjeta de crédito.

Acto seguido e inesperado, el empleado agarró la tarjeta sin darle tiempo al padre de Naroa a que la entregue por votos propios, más bien la arrebató.

Luego se marchó apresurado a una de las computadoras de la estación de servicio, supuestamente para marcar el pago.

Pero era raro, se demoraba...

Por lo tanto, el padre de Naroa, encendió el auto, para moverlo al estacionamiento, pero antes de llegar al mismo, Naroa se bajó del auto, y cerró la puerta, corrió hasta el empleado, le arrebató la tarjeta de crédito de su padre.

Algo la asustó, por ende corrió de regreso al auto de su papá, y antes de que puedan preguntarle exclamó.

-¡Vamonos!- Se mostraba agitada -¡Es una máquina!- Exclamó con evidente temor.

Los otros tres dentro del auto la miraron con sorpresa, pues no sonaba coherente, de hecho, sonaba incluso fantasioso...

Pero al sentir un golpe por detrás del auto, el padre dejó de dudar y arrancó rápidamente, empezando a transitar al principio un poco acelerado, por lo que el auto se le salía un poco de control, luego rápido pero seguro, pues había conseguido recuperar el control.

-¿Qué fue lo que viste?- Le preguntó su madre, a la pequeña Naroa.

-¡Nos estaba robando!- Exclamó la mencionada, respondiendole a su madre.

-¿Robando?- Se mostró sorprendida ¿En plena luz del día? ¿Robot? Le habían dicho que en la ciudad de Nueva Saltadilla sucedían cosas extrañas, pero de corazón creyó que solo eran rumores.

-Iré al banco- Tomó la decisión el padre de Naroa centrándose en llegar bien y a salvo al banco.

Mientras tanto, tanto Naroa, como Miyako miraban hacia atrás, se podía ver por el vidrio roto del fondo, y el baúl abollado.

Evidentemente esa fuerza no la tenía cualquiera...

Pero... ¿Quién podría ser el gestor de todo esto? ¿Mojo Jojo? No tenía su marca...

¿Quién más podría manipular tecnología tan avanzada?

Mil dudas recorrían por la mente de Miyako, quién no podía transformarse por estar en el mismo auto que aquella familia, por lo tanto solo podía limitarse a ser paciente.

-¡¡Aaaah!!- Ambas amigas se abrazaron al ver a aquel robot con una apariencia de leopardo mecánico, las perseguía, sorteando y esquivando tanto a autos como a peatones, su objetivo era claro...

Ellos...

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Continuará:

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