Capítulo 9

Luce se despertó como todos los días, bueno, no exactamente como todos los días, ya que a su lado estaba Ester, una Ester golpeada, con vendajes en su cabeza y moretones que cambiaban de color, y cambiarían después de algún tiempo, heridas de igual manera que Luce podía ver sanar, y tal vez, en algún momento futuro volver a hacer.

Bostezó y se estiro en la cama, se levantó y fue al baño, se ducho y se cambió, bajó a la cocina, tomo la lonchera que el otro día había lavado. Agrego la ropa de Ester a la maleta y las cosas para hacer comida ese día. No podía olvidarse de la Ester que tenía arriba, apenas hablaba, y por momentos parecía cómo si no respirara, Luce empezó a imaginar que pasaría si estuviera durmiendo con un cadáver, había la posibilidad ¿y si había muerto en la noche? Sería divertido, dormir con un cadáver, cuidar a un cadáver, que curioso. Si ella estuviera muerta al menos Luce tendría menos trabajo.

Subió con comida, era batido de mango, con un popote, a juzgar de lo que había comido y vomitado ayer, no tendría fuerza como para masticar, así que un batido estaría bien.

En dado caso que fuera alérgica sería mucho mejor, muerta antes de volver del trabajo, la esposa perfecta.

Lamentablemente para Luce esto no podría ser así, al llegar vio a Ester en su cama, intentando salir, se arrastraba lentamente, como una cucaracha, moviendo una pequeña pata y luego la otra, sí, exactamente igual a una cucaracha.

—Amor, te puedes caer —dijo Luce sonriendo, le había dado risa la comparación de la cucaracha.

Ester no respondía, simplemente exhalo, era olor a menta, Luce se felicito por haberle lavado los dientes ayer. Acerco el popote a su boca, y ella succiono, volvió a poner su cabeza en la almohada y cerró los ojos, las vendas se habían manchado por algo de pus que salía de las heridas ¿qué sabor tendrían?, se pregunto Luce, acerco su mano a los vendajes, pero la retiro rápidamente.

—Vuelvo más tarde —susurró rápidamente, Ester ni siquiera pudo alcanzar a oírla.

Camino tranquilamente, el auto de Ester todavía estaba en su cochera, eso era algo malo, todo lo demás lo había quemado, pero el carro seguía ahí, lo arreglaría después, se dijo mientras las manos le comenzaban a sudar.

Al llegar a la casa de Ester la puerta estaba abierta y tenía rayones, palabras vulgares, al entrar al marco de la puerta un olor golpeo su cara, hizo una mueca y se tapo la cara por el olor a alcohol y sudor que exhalaba el departamento, ni siquiera se atrevía a respirar por la boca, imaginando que el olor se filtraría a sus pulmones.

Veía todo el panorama, una pareja estaba acostada en el sillón, una rubia y un adolescente, claro, de quien más podrían haber sido causados destrozos tan infantiles. Luce levantó la lonchera y les pego a ambos en las piernas, ellos se levantaron asustados, y Luce no los dejo de golpear hasta que se fueron.

Vio su sillón, el cobertor tenía rasgaduras, por suerte ninguna cortada, estaba feliz de haber elegido uno bueno, simplemente lo mandaría a lavar. De camino a la cocina vio a un chico en la mesa, tenía los pantalones abajo, y dormía con la boca abierta, esto debería de ser un chiste, pensó Luce. A este chico simplemente lo movió, si lo zarandeaba o se despertaba muy rápido corría el peligro de que alguna de las patas de la mesa se rompiera, una pesadilla.

—Levántate mocoso, la fiesta ha acabado — susurró molesta, sin querer despertar a Ester.

—Buenas —dijo el chico y se levantó lentamente de la mesa vio a Luce e hizo una cara embobada como si estuviera sonriendo- Eh, eres sexi mamacita no te gustaría conmigo y...

Se interrumpió para vomitar encima de Luce, ya esto lo había vivido con Carina, simplemente se dejó mientras alejaba lo más posible la lonchera y la ropa de Ester.

—Lárgate —ordeno molesta.

Dejo la lonchera y la ropa de Ester en la barda de la cocina, y a empujones saco al chico, sin siquiera detenerse a mirarlo, ahora olía a vomito, eso era en lo que pensaba. Dejo al chico afuera del departamento y azotó la puerta.

Se quito su gabardina, era su favorita siempre la usaba, luego se quito también la camisa de botones, quedando solo en playera interior y sosten, suspiró enojada, pero también rendida, acerco una bolsa transparente de la cocina y metió su amada gabardina junto con su camisa dentro.

Ya iniciando el día de mala manera se acerco a la habitación de Ester y entró esperando ver a algún adolescente con su pene todavía metido en ella, cosa que para su sorpresa no estaba pasando, de hecho, estaba bastante decente, latas de cerveza y alguna que otra botella, pero nada de vomito, al menos una cosa buena.

—Hola Ester, días —dijo mientras la cargaba contra su pecho, como a un bebé.

—Luce ¿ya llegaste? —preguntó adormilada.

—Sí ya llegué, vamos a que te des un baño.

—Pero hoy no es viernes ¿o sí?

—No, hoy es lunes, pero será una ocasión especial ¿de acuerdo?

—Sí baño, baño— canturreo mientras dejaba su cabeza car hacía atrás.

Después de ducharla y que hiciera del baño le paso su cepillo de dientes y con todo esto la dejo en la bañera mientras que arreglaba la habitación de Ester para que tuviera un lugar a donde volver, retiro las mantas, y todas las latas y botellas las puso en dos bolsas diferentes.

Seco y arreglo a Ester, la quería devolver a su cuarto, pero no la dejo, diciendo que la quería ver. La sentó entonces en la mesa, mientras recogía todo del suelo, y Ester por lo mientras solo estaba embobada por la figura de Luce.

Luce tenía los hombros ligeramente más grandes que las caderas, habría hecho deporte de pequeña, pensó. Sus brazos no eran marcados, ni su torso, pero la playera interior café que combinaba con sus ojos se le ceñía al cuerpo de una manera bastante agradable, y con los jeans ajustados, ese cinturón café, y los botines altos cafés a cualquiera parecería que se trataba de una mujer intentando atrapar miradas, aunque ella sabía que Luce no era así, aunque volviéndolo a pensar, en esa posición quedaría bien para un calendario en alguna mecánica.

Se movía rápidamente, las bolsas estaban al lado de la puerta, luego de eso empezó a barrer todo el departamento, obviando los baños, luego trapeo y limpio los muebles y las paredes, ese limpiador era potente, Ester se empezó a marear, y se quedó mirando al techo.

Luce abrió la ventana dando por terminada su limpieza fuera de los baños, y empezó a hacerle el desayuno a Ester, había traído uvas y fresas con yogurt, se los pasó y ella comió feliz, mientras estaba acostada sobre su panza. Luce la dejo comiendo y salió con las bolsas de basura y la ropa para la tintorería.

Al salir del departamento vio al borracho desparramado en el suelo, tal como ella lo había dejado, parecía desmayado, que bien, pensó Luce y se fue a botar la basura y dejar la ropa en la lavandería.

Al volver este chico se estaba parado, desde la distancia veía que el le llegaba al pecho, tenía un aspecto que solo podría describir como un vagabundo, un vagabundo con cuidado de piel.

—Santos panes del señor ¿dónde estás idiota? —escuchó Luce que el borracho se preguntaba.

—Estas afuera de un departamento que no es tuyo.

—Oh señorita, ¿en dónde estoy? ¿sabe cómo llegar a "a"? —preguntó aliviado de ver a alguien.

—Estas en el departamento 667 en "h" para llegar a donde tú dices tal vez dos o tres horas siguiendo la carretera de enfrente.

—¿Cómo? ¿pero, por qué estoy aquí?

—Porque ayer te emborrachaste en una fiesta en la cual no debías estar escuincle.

—Perdón —se disculpó bajando la cabeza, como si esperara a que Luce le pegara en la nuca— pero no recuerdo nada, estaba bebiendo con unos amigos en "f" no tengo idea de cómo llegue aquí.

—Pues vuelve sobre tus pasos —Luce abrió la puerta— mientras tanto ve a pensar en otro lado.

Cuando estaba dando por terminada su pequeña discusión, y saliendo victoriosa de esta se escuchó adentro del departamento.

—¿¡Luce hay alguien en la puerta?!

—No Ester, no hay nadie.

—Mentirosa, si hay alguien de ayer déjalo entrar hace mucho que no hablo con alguien bien.

Luce se mordió los labios y vio de reojo al borracho, no lo quería dejar pasar, pero no podía hacer nada, respiro hondo llevando su cabello hacía atrás.

—De acuerdo —dijo Luce de mala gana— bueno escuincle ya escuchaste, adentro.

El escuincle entró, Luce no permitió que él se sentara en los sillones hasta que no aspirara, posteriormente levanto a Ester de la mesa y la dejo en el sillón, y solo en ese momento, después de verlo de arriba abajo dejo que se sentara. Quería quedarse vigilándolo, pero necesitaba limpiar los baños, los dejo solos.

Ya pasadas algunas horas termino, eran las dos de la tarde e hizo la comida, una ensalada de atún, lo sirvió den dos platos, paso a Ester al comedor y el chico se sentó frente a ella.

—¿No vas a comer señorita? —pregunto el muchacho que por lo que había escuchado Luce se llamaba Diego, que nombre tan más común.

—No, ahora no —y así procedió a seguir limpiando, y guardando algunas cosas.

Ya estando solos Dante le empezó a preguntar cosas a Ester sobre Luce.

— ¿Esa rara es tu compañera de habitación? —preguntó Diego en un susurro acercándose a Ester.

—No.

—¿Tu prima lejana será?

—No.

—¿Entonces quien es ella?

—Mmmmm, en pocas palabras, mi salvadora.

—¿Cómo? — exclamó Diego sentándose completamente en la silla.

—Ves que me hacen falta las piernas ¿verdad? Pues yo no tenía a nada ni a nadie para ayudarme y Luce hizo todo lo que pudo para que mantuviera una vida normal incluso sin mis piernas.

—Pero ¿por qué lo hace? —interrogo algo asqueado por lo romantizado que se escuchaba toda su pequeña historia, una persona sin piernas podía vivir normal y sola, que necesidad existía entonces, de la otra.

—Creo que me quiere— susurró mientras asentía con la cabeza.

Diego movió un poco el cuerpo para la derecha, Luce estaba terminando de limpiar, quitándose los guantes. Ella era simplemente una muy rara excepción de humano ya que ¿por qué una mujer tan seria y extraña, vestida con ropas limpias y de apariencia cara se rebajaría a cuidar de otra mujer como mero acto de bondad?, se volvió a acomodar en su asiento. Ahora tenía curiosidad.

—Ester —hizo una pausa— ¿no te da miedo vivir aquí?

—¿Por qué me tendría que dar miedo?

—Pues, estuve tocando a las otras puertas de este complejo de apartamentos y no hay nadie, hay dos pisos, pero no hay nadie, a pesar de que hay personas circulando por aquí constantemente.

—¿Cómo que no hay nadie? Debe de haber ... ¡¿Luce, hay otras personas aparte de nosotras aquí verdad?!

Luca ya había terminado de limpiar, se sentía cansada, se retiró los guantes y lavó sus manos, volvió a la cocina y recogió los platos.

—No, ya desde hace un rato que solo nosotras estamos aquí — dijo mientras lavaba los platos.

—Pero, ¿cómo? Había un estudiante viviendo aquí hace poco, yo me acuerdo.

—Ester, ese estudiante vivía al lado de nosotras, se fue hace meses.

Todos se quedaron callados ante estas palabras, Diego rompió el silencio.

—Pero ¿cómo? No puede ser que todo esto este solo, ¿no sería mejor entonces demoler este edificio?

—La dueña se niega a demoler el edificio.

—Entonces sabes que paso, cuéntanos.

—Ester, tu no eres buena con las cosas de miedo.

—¡Por favor Luce, aparte ya tengo veintidós años!

Ester miro suplicante a Luce mientras la tomaba del brazo, ella vio sus ojos e inicio.

—Hace ya algunos pares de años este edificio era un motel, por ese tiempo la ciudad solo llegaba hasta el bloque "e" así que cerró por la lejanía, se extendió la ciudad y el motel fue comprado para hacerlo un complejo de departamentos, muy baratos, la ciudad estaba ahora más cerca, a una hora en carro, entonces varias personas compraron, con la idea de luego rentar, pero habían dos habitaciones que se ocupaban, está la 667 que antes tenía otro número y una de las de arriba, la que ahora está pintada la puerta con rojo.

—Todo iba bien hasta que uno de los habitantes de aquí enloqueció, no me acuerdo quien fue, pero todos los habitantes murieron, excepto un bebé o una niña pequeña, a ella la adopto el dueño del complejo, y le heredo el complejo, ella lo que hizo, como no podía cancelar contratos, fue subir de una manera excesiva los precios, para que nadie se pudiese quedar más de dos meses, después de eso esto se ha quedado solo, la única habitación que no rentan o venden es la de la puerta roja, ahí vivía el asesino.

Termino la historia y miro a su público, Diego estaba serio, su mano le sostenía la cabeza, por otra parte, Ester estaba temblando de miedo.

—Te dije que no eras buena con estas cosas Ester.

—Ay no que horrible —decía Ester negando— dame un abrazo Luce.

Luce se acercó y la abrazó de manera delicada.

—Pero a todo esto ¿siquiera atraparon al asesino? —preguntó Diego.

—Nah, se dice que murió también.

—¿Se dice?

—No hablare más —dijo mientras sostenía a Ester en sus brazos.

—Bueno, bueno, esta bien, pero creo que ya me tengo que ir, voy a ver si caminando alguien me da un aventón, no sé donde quedo mi billetera... o mi identificación, ayer fue una noche muy loca ¿no Ester?

—Tienes razón, a veces así pasa por aquí.

—Entonces me voy despidiendo.

—Oh claro, claro, ven cualquier otro día por favor.

—Claro Ester —dijo ya abriendo la puerta — Ester te dejaron un regalo en la puerta.

—¿¡De verdad?! ¡Tráelo por favor!

Diego trajo un ramo de flores rojo, con un envoltorio del mismo color y líneas blancas haciendo espirales, Luce trago en seco al ver esto, por su parte Ester recibió el regalo con los brazos abiertos, maldito inútil sociópata, pensó.

—¡Luce! ¡Luce! ¡Mira! Te dije que Mateo no era un mal hombre, mira lo que me ha dado.

Luce La miro, respiro hondo, tal vez todo estaba en su cabeza.

—Si te ha vuelto a hablar, pero sigo teniendo mis dudas acerca de el- dijo para luego sonreír levemente- pero estoy muy feliz por ti.

—Gracias Luce, te quiero mucho- dijo Ester para abalanzarse a los brazos de Luce, y darle un beso en los labios, a lo que Diego se sonrojo.

—Bueno creo que yo me voy yendo.

—¡Adiós Diego vuelve otro día! Luce dile adiós a Diego.

—Adiós Diego, no vuelvas a tomar.

—Adiós Ester, adiós Luce.

Ester se quedó admirando su nuevo regalo, necesitaban un jarrón ahora, todavía quedaban algunas horas de luz así que convinieron salir a comprarlo.

Salieron a por el jarrón, todo era muy pacifico todavía las miradas y los cuchicheos seguían mostrándose, pero Ester estaba tan feliz que no le importaron, Ester hizo que Luce parara en una librería, tomo un libro para ella y Luce se escogió uno también.

—Oh, no sabía que te gustara la medicina —dijo Ester viendo el libro elegido.

—No me gusta, pero quiero ver que dice, tú te compraste uno muy pequeño.

—Sí, sí, los vi ahí, tienen dibujos, pero parece estar solo.

—Mmmmm, que raro, me recuerda a una caricatura de una chica de ojos grandes que salía en los fines de semana.

—¿Verdad? Pero como sea tiene dibujos, y mira que bonitos personajes, parecen dos buenas amigas, así como tú y yo.

—Eso creo, aunque tú te pareces más a la de gabardina.

—Claro que no, yo soy la que tiene falda y moñitos bonitos.

—Creo que tienes razón, el rosa no me va.

—Tienes razón —dijo Ester riéndose entre dientes.

Luce pago y salieron de la tienda, se acercaron a otra y Ester compro moños como los del libro que había comprado y a Luce le dio a comprar los guantes que también aparecían en la portada que se compró.

Ya de regreso compraron un florero de vidrio con detalles de rodas, parecía un vidrio resistente, aunque iría a parar al closet junto con la silla.

Regresaron a la casa, Luce cambio a Ester con ropa de dormir y antes de irse la volvió a besar, ahora sin tantos preparativos, y empezó a buscar que Luce la tocara, tomo sus manos y las puso en sus hombros, Luce tenía los ojos abiertos y Ester cerrados confiando en que Luce sabría lo que debía de hacer.

Luce empezó a mover sus manos en los hombros de Ester mientras el beso continuaba, se separaban y se volvían a juntar, las manos de Luce decidieron bajar a la espalda de Ester recorriendo su espalda una y otra vez, luego a sus caderas, para empezar a pasar sus manos debajo de la playera que tenía Ester, sintió el calor de su piel y como esta se erizaba al contacto, subió un poco más con sus dos manos unos centímetros antes de tocar sus pechos y Ester la detuvo.

—Dejémoslo hasta ahí por hoy.

—De acuerdo —saco su servilleta de tela, limpio a Ester y se limpió.

Le beso en la mejilla la cual tenía algo de sudor y la dejo en un apartamento oscuro, y completamente vacío, el plan de Ester para que Luce se quedara había fracasado.

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