Capítulo 3

Hoy era el día de la cita, un día que iniciaba más tarde de lo normal.

Luce se despertó y empezó su día de manera automática, se puso la ropa de siempre, arregló la ropa de Ester, y solo cuando empezó a preparar la comida del día se dio cuenta que estaba haciendo todo mal. Apagó la estufa y cerró la maleta de las cosas, para inmediatamente dirigirse a probar la ropa del día anterior; ya con la ropa puesta se vio al espejo de su cuarto, tal vez era por la luz artificial, o por el hecho de que cuidar a una persona como trabajo diario no era nada fácil, pero Luce vio por primera vez en mucho tiempo su cuerpo diferente.

Sus clavículas se marcaban, su piel tenía tonos ligeramente pálidos, sus brazos y sus piernas habían adquirido una composición fuerte, pero su cara, su cara seguía igual, los ojos color café obscuro heredados de su padre estaban ahí, los labios finos de su madre, la mandíbula marcada que era propia de ella, y demás rasgos que le recordaban a ellos estaban ahí, mirándola al espejo con tanta naturalidad que era inevitable sentir un poco de confusión, ellos seguían ahí, de una manera u otra, al igual que su dinero.

Luce necesitaba dinero para la salida, así que fue a su armario y abrió una pequeña caja fuerte, todavía había bastante dinero del cual disponer, ese dinero era ya algo "viejo" lo consiguió empeñando un medallón de oro de su padre, era mediana, pero le habían dado bastante, ¿hace cuanto la había empeñado? Algunos cuantos meses, ¿o un año?, algo parecido. Tomó entonces un pequeño monto de los billetes, y los agregó a su cartera, tenía que ir a revisar más seguido las pertenencias de sus padres, todavía no encontraba todo lo de valor, pero de algo estaba segura, pasaría algo de tiempo hasta que el dinero se le terminara, si seguía viviendo como lo hacía probablemente estaría asegurada hasta la muerte de Ester.

Cerró la caja y salió de su cuarto para bajar las escaleras y empezar a comer un poco de pasta con queso, y sukini salteado con otras verduras, comida del día pensada para Ester. Al terminar de comer y después de lavar los trastes, subió de nuevo a su cuarto para lavarse los dientes tomar su bolso con la billetera y partir en busca de un taxi.

Logró conseguir uno rápidamente, ya eran las nueve de la mañana y los taxis empezaban a circular con normalidad.

— Buenos días señorita ¿a dónde?

— A "Uno-E" —respondió Luce mirando a los ojos del taxista por el retrovisor, tenía ojos caídos y avejentados, una respuesta perfecta al perfume con olor añejo del carro.

—Claro, pero dígame ¿tiene manera de volver? —preguntó el taxista volteando a ver a Luce mientras arrancaba.

—Planeo tomar otro taxi —respondió sin inmutarse.

—Es que para allá no hay muchos medios de transporte, podría tener que esperar incluso horas para que uno pasé, y en dado caso de que no consiguiera uno la caminata a pie es de una hora podría llegar a durar dos.

—Lo tomaré en cuenta —dijo al fin, no quería seguir hablando de esto y corto ahí mientras comenzaba a ver como salían de la zona urbana de la ciudad para dirigirse a una zona más rural, y difícil de salir de, ¿de qué diablos va esta cita? Se preguntó Luce, mientras decidía hacer oídos sordos a lo que el taxista le había comentado.

Ya había pasado media hora desde el inicio del viaje, primero se dejaron de ver negocios, luego casas y ahora Luce estaba parada enfrente de un establecimiento con el letrero "Gotcha" arriba de la entrada, un sinónimo de "pelea de pintura", eso era para lo que la querían, iba a ir a disparar pintura. No le molestaba tanto la idea, pero pensar que para protegerse de las balas tenía un top y un pantalón ligero no era algo muy agradable, entro pues al establecimiento, un gran terreno cercado con madera, y una sala de espera algo rustica, había sillones con forro de plástico, el suelo era de tierra y aparte de un establecimiento que vendía hamburguesas y una maquina expendedora no había mucho más para comer. Había así mismo, una ventanilla donde se iba a pagar, aunque Luce no la pudo ver en acción por la soledad del establecimiento.

Se quedo divagando en el lugar mientras esperaba a Mateo y a Ester. Su divagación no fue un viaje muy largo, en menos de diez minutos ellos se presentaban en frente de ella, a la par que entraba un grupo de jóvenes universitarios detrás de ellos.

Había algo curioso en ambos, notó Luce, ninguno de ellos estaba vestido como si fueran a jugar, Mateo lucía una camisa azul océano, ligeramente arrugada de los hombros y la cintura, con zapato de vestir y jeans de mezclilla negros. Por su parte Ester usaba lo que se había comprado ayer, a parte de maquillaje ligeramente mal puesto y el cabello suelto y algo rebelde, aunque esto era en parte la culpa de Luce, probablemente Ester había dejado de pensar en maquillarse y peinarse ella sola por ser malcriada con una estilista personal.

—Hola Luce, tiempo sin verte —habló Ester con una sonrisa mientras Mateo la empujaba para acercarla, los universitarios se quedaban viendo.

—Sí Ester, agradable encontrarme contigo hoy —respondió Luce seria como de costumbre, ignorando las mismas acosadoras miradas.

—Este es Mateo el chico que te conté la otra vez —retomó Ester tomando la mano de Mateo y acercándola a su pecho.

—Un gusto, Ester me ha hablado de usted —dijo Luce inclinándose ligeramente.

—Ester me contó que eras seria, pero nunca creí que tanto —respondió entre risas Mateo mostrando sus dientes blanqueados, y sus arrugadas mejillas, él no se había parado a pensar en las miradas.

—Oh vamos tampoco es tan seria —dijo Ester dando una palmada a Mateo, el cual hizo una pequeña mueca de asco rápidamente, mueca que solo vislumbro Luce.

—Bueno entonces creo que te caerá bien Carina, ella también es lesbiana y es muy despampanante, muy alegre y con mucha vida —dijo posando su mano en el hombro de Ester.

—Claro, los polos opuestos se atraen —agregó Ester feliz tomando la mano del hombre a su lado.

—Espera ¿"también"? —preguntó Luce confundida.

—Ah sí, Ester me dijo que eras lesbiana, entre otras cosas, por eso Carina —explicó Mateo tranquilamente mientras movía su mano de arriba a abajo, restándole importancia.

Luce miro de reojo a Ester, ella ni siquiera la vio, suspiró y respondió.

—Ah, sí, perdón, está bien.

El resto del tiempo se la pasaron en silencio, un ambiente tenso se había creado entre ellos tres, Mateo estaba intentando distraerse de vez en cuando jugando con sus manos, Ester se movía ansiosa por los ojos que la miraban mientras veía a sus acompañantes esperando que retomaran conversación. Por su parte Luce le estaba dando vueltas a lo que había dicho el acompañante de Ester, esa frase se repetía en su cabeza "Ester me dijo que eras lesbiana, entre otras cosas" ella nunca había dicho algo remotamente similar ¿lesbiana?, ¿cuáles eran las otras cosas? No era que le importase la vista que pudiera tener Mateo acerca de ella, a fin de cuentas, él era un desconocido, pero ¿Ester? Ella necesitaba ser corregida, ya no le gustaba tanto esa relación como antes, y eso, de alguna manera, le hacía sentir disgusto.

De pronto se escuchó una vibración del celular de Mateo, lo sacó de su bolsillo y empezó a leer en voz alta.

—"Hola Matt, estoy llegando ahorita en cinco minutos, perdón por la puntualidad jajjaajajaja, ¡Nos vemos!" Perdón por Carina, es buena chica, pero no es muy buena con los horarios.

—¿Cómo es Carina? —preguntó Ester volteando a ver a Mateo.

—Pues, es joven tiene diecinueve años, es morena el cabello ondulado, como el tuyo Ester, pero café y total un poco más corto y ondulado, sin llegar al afro, sus ojos y labios son grandes, y es como de este tamaño. —Mateo calculo la estatura a la altura de su hombro.

—Oh, entonces más baja que Luce también.

—Sí —suspiró sonriendo— seguro se llevarán bien.

» ¿Qué te parecería ir a recibirla Luce? —habló con una sonrisa forzada, la quería quitar de en medio, y eso era más que obvio.

Antes de responderle, con una negativa, Luce miro por algunos segundos el rostro de Ester, sus ojos brillaban, seguía siendo una niña, ¿qué podía hacer?

—¿Cómo es su coche? —respondió resignada.

—Rojo, nosotros estaremos acá —dijo señalando las mesitas del local de hamburguesas.

Luce ya se empezaba a alejar cuando escuchó a lo lejos —¡Va a traer unas mallas gruesas y un top blanco! —Ni siquiera volteo, ya reconocía la voz lo suficiente.

Salió al estacionamiento y se sentó al lado de la puerta, ahí estaban dos autos, uno sería del grupo y otro de Mateo, y claro que la van iba a ser de los adolescentes, entonces Mateo era el del coche genérico.

Suspiró ¿qué podía hacer ya? Había estado mirando de cerca a Ester los últimos días, desde la primera reunión, ya estaba cansada, toda la situación era verdaderamente cansada y monótona, quería divertirse, sentir un poco más de algo.

Sacudió esos pensamientos de su cabeza y se quedo mirando a la carretera, nadie pasaba, y el sol estaba en su máximo punto, pero aún así Luce no se quitó la chaqueta, ese atuendo la hacía sentir extraña, jamás se había vestido así, y la ropa simplemente no se sentía bien.

Empezó a sentirse somnolienta, ya empezaba a cabecear cuando un carro soltando toda la tierra de la carretera la despertó de golpe. Se paró de prisa y empezó a quitarse la tierra de la cara, buscando que sus ojos no lloraran para no arruinar su maquillaje.

—¡¡Ay lo siento mucho!! —escuchó a la lejanía, la voz era de una chica, la que a pasó presuroso se acerco a intentar ayudar a Luce. Ella le quitó las manos de la cara y le tendió un paño —. Discúlpame, ya vengo llegando tarde a una cita aquí, y le pise a todo el acelerador, te juro que no fue intensional...

Calló la voz por un momento, pero no se movía la persona, Luce logro sacudirse el polvo de la cara y cuando por fin abrió los ojos vio algo que fue de su agrado, una cara de autentico terror.

Era Carina sin duda, sus ojos color café estaban ahí, mirando hacía la nada, sus labios gruesos mostraban una boca abierta y todo su esbelto y pequeño cuerpo temblaba, ¿acaso se conocían? Se preguntó Luce, pero no hubo tiempo para recordar, Carina sin más se desmayó cayendo en los brazos de Luce. No la llevó a dentro inmediatamente, espero a verla bien, había visto este rostro, pero ¿dónde? No podía meterla hasta no acordarse.

Se sentó con ella en sus piernas, se alejaba y acercaba para acordarse, "Vamos Luce, piensa, piensa, necesitas pensar" se repetía hasta que de pronto lo recordó, era la chica de la luz, sí, de la vez que regresaba a su casa, de solo pensarlo ella también deseo desmayarse.

Mantuvo la compostura, necesitaba mantenerla, respiro profundo y entró con ella en brazos.

Mateo y Ester se acercaron preocupados inmediatamente, Ester propuso ir por hielo y agua para ella, así se la encargaron a Luce mientras ambos se dirigían por estas cosas.

Mientras ellos estaban lejos Carina despertó, y volviendo a ver el rostro de Luce en frente de ella quiso pedir ayuda, Luce ya la había reconocido y no iba a dejar que advirtiera a nadie, le tapó la boca y en un susurro dijo.

—No digas nada Carina, o terminaras peor que esos perros.

Carina se asustó y asintió levemente con la cabeza, ¿cómo sabía ella su nombre?, Luce le retiró la mano de la boca y al no gritar se alejó y dejo que todo siguiera su curso mientras Mateo y Ester se volvieron a acercar ya con las cosas a mano.

—Oh Carina que bien que despertaste —exclamó Mateo, aliviado.

—Cuando te vimos estabas inconsciente. ¿Qué te paso? —preguntó Ester como si de una amiga se tratase.

—No, nada, simplemente creo que me espante por algún disparo en el gotcha—respondió bastante nerviosa viendo a Luce, quien la ignoraba.

—¿Tu no solías jugar gotcha? —recordó Mateo.

—Ah, sí, de la emoción me desmaye... Creo —se rio un poco— de todas formas, ya estoy bien y muy emocionada por la partida, espero que Luce sea tan fuerte y guapa como me dijiste Mateo —terminó ya un poco más calmada y erguida completamente.

—Bueno tu ya la conoces —dijo Mateo sonriendo.

—¿Cómo? —preguntó Carina extrañada.

—Ah sí aún no las hemos presentado —dijo Ester— Luce mira ven, la chica que cargaste es Carina, pero que primer encuentro tan romántico, ella fue la que te trajo hasta aquí.

Al escuchar eso toda la sangre se le heló, Luce se acercó y sonrió como nunca antes la habían visto sonreír ninguno de los presentes, exceptuando por Carina.

—Hola, yo me llamo Luce, es un placer conocerte —dijo acercándose a ella, extendiéndole la mano.

—Wow es la primera vez que la veo sonreír en todo el día —exclamó Mateo.

— ¡Y yo la primera vez que la veo sonreír así en años! Espero que se lleven muy bien —dijo Ester fingiendo una sonrisa.

—Claro que lo haremos —rio Luce mirando en dirección a Mateo y a Ester para devolver la mirada a Carina y preguntar—, ¿verdad Carina?

A la partida solo entraron ella y Carina, ese debió de haber sido el plan desde el principio, pensó Luce, quien viendo lo asustada que estaba Carina decidido entrar de buena gana, ellas competirían contra un grupo de chicos quienes iban por la fuerza, no muy atléticos y no muy altos se dejaron vencer en cinco minutos, y ahora era un combate uno contra uno entre Carina y Luce.

Carina se sentía tan asustada que ni siquiera podía mirar a Luce para dispararle, Luce por su parte disfrutaba mucho de la partida, cada vez que hacía un mínimo ruido Carina salía disparada como si su vida dependiera de ello. Ella no era mala persona, eso pensaba, pero ver el miedo de otra persona hacia ella de verdad la hacía sentir bien, tal vez demasiado.

Cuando la encontró y Carina ya estaba esperando su muerte sin mover ni hacer nada se le bajaron los ánimos y se limitó a dispararle una vez e irse caminando a la salida, donde le quitaron el equipaje y la hicieron esperar a Carina. Al salir Carina las retuvieron a ambas junto con otros grupos de chicos ya que había sido robado alguna pieza de material y debían de revisarles a todos. Luce ni siquiera miraba a Carina y Carina no podía dejar de ver a Luce, todavía no se le olvidaba lo que le había hecho a toda esa familia de cachorros, pero repudiaba aún más ver que esta persona sin corazón pudiese pasar por un humano normal.

Al salir Luce volvió a sonreír, esta vez de una forma más calmada, como si disfrutara el ambiente. Extrañamente sintió a esa sonrisa como verdadera, y se empezó a preguntar si de verdad estaba sonriendo por gusto.

—¿Se divirtieron? —preguntó Ester.

—Sí, aunque esto no es mi estilo —dijo Luce en una actitud relajada completamente actuada, la que fue muy fácil reconocer para Ester, pero tanto Mateo como Carina no dudaron que era una reacción real.

—Bueno eso es raro de decir ya que yo esperaría que estuvieras agonizando por balas recibidas de Carina —dijo Mateo.

—Creo que ella simplemente me dejo ganar —respondió Luce en una sonrisa.

—Qué bonito, entonces a ella también le gustaste me imagino —dijo Mateo.

—¿Tienen hambre?, tal vez deberíamos ir a comer algo —propuso Ester viendo que empezaba a ser ignorada.

—Sí claro, yo te puedo llevar y que Carina lleve a Luce, ¿qué les parece?

—Por mi está bien —dijo Luce con una media sonrisa.

—Por mí también —dijo Ester mirando directamente a Mateo.

—Entonces está decidido, nos veremos en la ciudad —declaró Mateo llevando a Ester a su auto.

Carina empezó a caminar y Luce detrás de ella, tenían algunas cosas de las que hablar, Carina se subió al coche y lo primero que dijo fue.

—Si intentas algo estrellare el coche con ambas adentro.

—Tranquila, no pondría en riesgo mi vida solo por intentar —señaló Luce quien había recobrado su semblante serio y apático.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Carina tartamudeando.

—¿Desde cuándo viste? —cuestionó Luce tranquilamente.

—Desde que todo comenzó —a Carina le temblaba la voz— desde que alimentaste a ese cachorro y lo cargaste en tus brazos... hasta el final cuando me sonreíste.

—Ya veo.

—¿No quieres responder ahora a mi pregunta? —preguntó demandante Carina fingiendo relajación, aunque le temblaban las manos.

—Supongo que estaba estresada, o estoy loca —respondió Luce mientras se acomodaba el cabello corto hacia atrás.

—¡¿Pero qué culpa tenían ellos?! ¡Eran pobres perritos y tú los asesinaste! ¡¿Cómo puedes siquiera seguir viviendo?! —rechistó Carina fúrica.

—No me gusta que las personas griten, en cuanto a los perros eran simples callejeros, de una u otra forma iban a morir, aparte no me hubiese gustado dejarlos traumados por haber visto el final del primero.

—Eso lo has pensado recientemente dime que pensaste en ese momento — ordenó Carina con una actitud valiente, o temeraria.

—Nada, simplemente nada, pero después de hacer eso y verte me sentí bien —dijo mientras volteaba a Carina para sonreírle.

—Estas... enferma —dijo Carina sin quitar los ojos de la carretera.

—Creo que lo podrías decir.

—¿También me vas a matar? —balbuceó asustada Carina.

—No lo sé, ¿te gustaría que te mataran? —cuestionó Luce ya un poco harta.

—No.

—Entonces no hagas ese tipo de preguntas —terminó Luce.

Hubo un silencio mientras Carina pensaba en su siguiente pregunta, si debía hacer una fuerte o delicada, al final se decidió por preguntar.

—Tú no eres lesbiana ¿verdad?

—¿Se nota?

—Podríamos decirlo así —Carina volvió a hablar, necesitaba información.

—En efecto, no lo soy —manifestó Luce estirándose.

—¿Entonces? —Sondeo Carina viendo a Luce de reojo.

—¿Entonces qué? —replicó Luce cortante.

—¿Qué eres?

—Nada.

—¿Por qué aceptaste venir entonces? —preguntó Carina.

—No lo sé —respondió Luce mirando hacia afuera de la ventana.

—Sí lo sabes.

—Entonces no preguntes.

—Pero...

—Creo que ahora no me importaría morir por intentar.

Carina se volvió a tensar y en todo el trayecto busco ni siquiera respirar, Luce por su parte estaba erguida viendo por la ventana, esperando. Se preguntaba qué tan malo para ella podría ser si Carina hablara, a Mateo ya lo pensaba retirar de una u otra forma así que no le importaría, tal vez le importaría si le dijera a Ester, pero podría salir bien librada de eso, ella era quien mantenía a Ester con vida, si ella se iba Ester moriría, pues ella no tenía dinero, no había trabajado ya desde hace dos años, nadie se preocupaba por ella, ¿acaso creía que Mateo se encargaría de ella?, no sabía pero probablemente así era, y si esa era su salida o posible salida terminaría muy mal parada.

Llegando a la ciudad se pararon en un restaurante familiar, no había mucha clientela al momento y se dispusieron a pedir. Ester pidió un omelete de queso y tocino junto con un jugo de naranja, Mateo se limito a unos huevos estrellados y un café americano, Carina apenas pudo hablar, dijo seca "Fruta" así que solo eso le llevaron, Luce pidió lo mismo que Carina.

Durante la espera Ester empezó a hablar de la partida, de como los disparos la asustaron y que el agua y hielos se los cobraron de manera excesiva, también habló sobre su atuendo del día y como había batallado con el maquillaje, Mateo hizo la observación sobre lo bonita que se veía en la última cita que habían tenido y que sería conveniente que retomara ese maquillaje más simple.

Mateo siguió alabando a Ester y ella misma agrego alabanzas hacía Carina y al vestuario de Luce, el cual era para todos los presentes una elección propia de Luce. Luce dio las gracias por los comentarios y Carina se limitaba a asentir a todo lo que decían, intentaba sonreír, pero genuinamente no lo lograba.

Todos los platillos llegaron al mismo tiempo, al terminar no tenían nada de lo que hablar entonces decidieron salir, Mateo empezó a fumar un puro, les ofreció a todas, pero solo Ester acepto de inmediato, Luce lo miro con un poco de asco dejando en claro su postura, y Carina negó con la cabeza.

Después de acabado el puro, Mateo empezó a despedirse, comentando que el llevaría a Ester a casa, así que después de que ellos empezaran a partir Luce, sin siquiera voltear a ver a Carina empezó a caminar.

Carina por su parte decidido seguirla, se preguntaba qué clase de vivienda tendría un monstruo como ella.

—¿Quieres llevarme Carina? —preguntó Luce de espaldas a Carina al notar que era seguida.

El auto se detuvo y Carina se limitó a abrir la puerta.

—Sigue derecho —ordenó Luce.

Y ella siguió, ante toda indicación de Luce, Carina respondía con acciones, y así llegaron a una casa amplia de dos pisos en una calle con apariencia acomodada, algo que contrastaba mucho con su ropa y cabello planchado que ahora se veía que era un disfraz.

—¿Quieres entrar? —preguntó Luce sonriendo.

Carina tenía miedo, pero le ganaba la curiosidad, y sin decir nada se estacionó y entró junto con Luce a su casa, donde fueron recibidas por un gato blanco con negro en la entrada. Carina lo tomo rápidamente alejándolo de Luce.

—No te preocupes, eso es mío.

El gato escapo de los brazos de Carina y se dirigió al lado de Luce pasándole por entre las piernas, y así se dejó ver una casa de aspecto impecable, no olía a nada y por donde Carina poso la mirada no había rasguños o polvo o pelo de gato por ningún lado, aunque sí que había algo que destacar, cuadros raros de bosques y una cabeza de ciervo colocada al final del comedor.

—Quítate los zapatos, te traeré otro calzado —indicó Luce mientras entraba a casa con su respectivo par de zapatos de casa.

Carina se quedó de pie esperando a este calzado nuevo, cuando Luce llego trajo unas pantuflas azules con apariencia de nuevas, tal parecía ahí solo vivía ella y su gato, aunque en la entrada había otro par de pantuflas.

—¿Vives con alguien? —preguntó Carina guardando distancia.

—No, antes esta era la casa de mis padres, pero después de que murieran me la quede yo —respondió relajada.

—¿Se dedicaban a la caza? —preguntó Carina.

—Mi padre si, como hobby, mi madre era cantante.

—¿Cantaba aquí en la ciudad?

—Sí, practicaba en casa, el ático es insonoro por esa razón.

—¿Y estas pantuflas?

—Eran de Ester.

—Oh, entonces ella no ha nacido así —habló Carina algo sorprendida entrando a la casa.

—No, para nada —respondió Luce mientras servía comida para el gato.

—Se conocían desde antes — aludió Carina correctamente, ya había entrado y esperaba indicaciones parada lejos del comedor.

—Sí.

—¿Por qué dejaron de vivir juntas? —Carina se acercó.

—Al principio no vivíamos juntas por querer, ella simplemente pagaba la renta.

—¿Y cuando perdió sus piernas?

—A ti sí que te gusta preguntar —respondió feliz Luce.

Carina rio un poco, luego se hizo un silencio, Carina se olvidó por un momento con quien estaba tratando, sintió una vibración de su celular, lo revisó, suspiró y tranquilamente se sentó en el comedor.

—Es la profesión —habló nuevamente Carina.

—En ese caso te contare todo, ¿quieres té?

—Sí claro —respondió confiada Carina.

—De acuerdo, ponte cómoda por favor.

Luce preparo el té y lo llevo hasta la mesa donde estaba sentada Carina y cuando ella le dio el primer sorbo al té, Luce empezó a hablar.

—Ester y yo nos conocimos gracias a un anuncio que había puesto en el periódico, ella fue la que llegó primero así que la acepte, nunca hable demasiado con ella.

» Un día la vi regresando, era la madrugada, llego borracha gritando e injuriando —se paró y dirigió a la cocina.

» Ese día pasó algo extraño —tomó algo y lo escondió detrás de su espalda acercándose a Carina que estaba somnolienta—, ¿recuerdas a esos perros? Algo parecido —se posiciono detrás de Carina tomó fuerza e impactó la cacerola de acero contra la frente de Carina dejándola inconsciente.

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