Capítulo 13

(El siguiente capítulo contiene textos que pueden llegar a ser de tema sensible para el lector, se recomienda discreción)

Ya habían pasado dos semanas desde su llegada a la cabaña, y Carina empezaba a aburrirse. Todos los días eran lo mismo, ella se levantaba y Luce entraba sudada a la cabaña para darse una ducha, se duchaba, se cambiaba, maquillaba y se dirigía a hacer el desayuno para ellas dos, no sin antes ir con "su querida prima", a Carina para esas fechas ya le estaba molestando la presencia de la otra. En la ciudad no la podía tener por que iba al hospital a atender enfermos, y en medio del bosque tampoco gozaba de su atención por tener a una, a su parecer, prima moribunda, que podía pedir lo que quisiera para comer.

En ese momento Carina estaba enojada, mirando a su plato furiosa mientras escuchaba que Luce dejaba suavemente a Ester en la tina, ella tenía una silla de ruedas, sus brazos funcionaban ¿acaso no podía ir sola al baño, y después de regreso?, apretaba los labios, había intentado discutir con Luce de eso antes, y habían llegado a un acuerdo, solo debía de aguantar esa semana, solo esa semana para volver, dejaría a su prima en el hospital y luego un amigo de ella se haría cargo. Solo debía de esperar una semana para que todo acabara, al menos se podría relajar un poco con Luce después de eso.

Suspiro y sonrió, por mas frustrada que estuviera no se lo podía dejar ver a Luce, estas eran sus primeras vacaciones en mucho tiempo, y jamás se había mostrado más relajada, debido a que empezaba a hacer ejercicio sus brazos se iban marcando, también su abdomen, aunque no se dejaban ver por las camisas de manga larga que llevaba Carina podía notar esos cambios cada vez que la abrazaba, era blanda de donde lo debía de ser, dura en partes buenas, y suave por todos lados.

Su cabello comenzaba a crecer otra vez, siempre le crecía rápido, lo iniciaba teniendo un poco debajo de las orejas, y al terminar el mes ya lo tenía por los hombros, esta vez le impediría cortárselo, quería ver su cabello largo. Por otra parte, ella se quería cortar el suyo, se lo quería cortar hasta la nuca, en su imaginación se vería más grande, más madura, eso la emocionaba, pero no lo quería demostrar, eso no sería nada maduro de su parte.

Empezó a comer, recientemente se habían empezado a comer las cosas congeladas, no es que supieran mal, solo, sabían congeladas, estaba comiendo pescado, tilapia empanizada con un pure de papas de una caja, mientras que al lado de ella tenía un jugo de naranja. Al menos tenían fruta la naranja estaba buena, Luce tenía buen ojo para elegirlas, las cosechaban por la tarde noche, ella tiraba piedras a las ramas con una precisión perfecta, y ella se encargaba de correr a alcanzarlas, se rio un poco con eso y Luce entro.

—¿Cómo sabe la comida cariño? —preguntó Luce sonriendo, usualmente sonreía cada vez que podía, también le había empezado a llamar "cariño" y Carina no se quejaba por eso.

—Esta... buena

—Ya, estoy feliz, ahora di la verdad.

—Sabe a congelador —respondía Carina mirando al plato

—Jajajajaja, mira nada más lo que dices amor —exclamó mientras le acariciaba la cabeza— eres adorable. —La miró con cariño.

—¡Te amo tanto amor! —dijo feliz mientras se levantaba rápidamente y abrazaba a Luce.

—Yo también te amo mucho —susurró en la oreja de Carina haciéndola estremecer.

—¿Cuánto me quieres? —preguntó mientras colgaba sus brazos en el cuello de Luce mirándola a los ojos.

—Te quiero las veces que tú me quieres triplicadas.

—Eso no puede ser posible —susurro Carina acercándose a los labios de Luce.

—¿Por qué no podría ser? —preguntó Luce mientras una media sonrisa se posaba en sus labios.

—Porque...

—¡Ahhhhhhh! ¡Luce, ayuda! —gritó histéricamente Ester desde dentro del baño, Luce separo a Carina de un empujón y fue corriendo a con Ester.

Luce entró al cuarto de baño y vio como el agua de la tina se teñía de rojo, se acerco a tomar a Ester para cargarla, pero Ester se retorcía, no dejaba que la cargaran, había entrado en parto, algo había salido mal, no sabían, Luce solo atino a salir y ordenar a Carina que se pusiera los audífonos y se quedara mirando películas en lo que su prima terminaba de dar a luz, Carina se espantó, inmediatamente se le olvido su enojo por ser empujada y ofreció su ayuda, Luce la negó, Carina obedeció.

Ester empezó a ver la primera película que encontró, y después de un tiempo prometió no quitarse los audífonos hasta que Ester terminara, ya que cada que se quitaba los audífonos escuchaba los gritos de dolor y de desesperación de Ester, odiaba esos gritos, empezó a llorar, no solo por el miedo que sentía, sino que también se sentía mal por haber pensado mal de Ester, se tiró al suelo y lloro a lagrima viva, intentando no hacer ruido, se sentía muy ansiosa, pero no se podía mover, solo llorar.

Termino la película, puso otra y otra y otra, ya empezaba a atardecer, el olor de la comida de la mañana se había desvanecido desde hace bastante tiempo, había dejado de llorar, no porque ya no le importara, sino que ya no tenía más lagrimas para llorar, sus ojos le dolían demasiado como para frotarlos una vez más, se quito los audífonos, todo estaba en silencio, un silencio sepulcral, se dirigió pues al cuarto de baño, caminando despacio, caminando con miedo de lo que se pudiera encontrar, pero intentaba pensar lo más positivo posible, imaginaba a Ester sosteniendo a su bebé que tanto decía querer en sus brazos, y a ella bien, eso era lo que encontraría, estaba segura.

Pero la realidad era completamente diferente, al acercarse al cuarto de baño el olor era horrible, olor a sangre coagulada, y humedad, Carina sintió ganas de vomitar, de hecho, la comida le subió a la boca, pero ella se lo volvió a tragar. Sintiéndose nauseabunda se tomó del estomago y entro de lleno.

La escena que vio fue horrible, Luce estaba arrodillada metiendo sus brazos dentro de la tina donde Ester tenía sus ojos apagados y su cara mirando hacia el techo, la tina de baño estaba totalmente llena de sangre, y no alcanzaba a entender lo que hacía Luce, no hasta que saco algo del interior de Ester, una pierna pequeña, Carina quedo estupefacta, ¿qué estaba pasando?

Luce repitió el procedimiento, otra pierna pequeña, luego un torso pegado a dos brazos y una cabeza medio colgante. Ester no se podía mover, un humano pequeño en varias partes, al terminar Luce se paró y se volteó hacía atrás.

—Ahí esta la mirada que me enamoro —dijo Luce sonriendo.

Ella solo atino a salir de la cabaña, gritaba de miedo, no entendía nada, corría entre los árboles, al final se escondió en un árbol de manzanos, sentía las pisadas de Luce, tenía ganas de ir corriendo hacía ella, pero algo dentro de su interior le decía que eso significaría una muerte segura, respiraba lo más tranquilo posible, escucho la puerta del cobertizo, luego varios sonidos pequeños.

Carina sintió la sensación de estar en un déjà vu, lloró, sus ojos dolían, no, no dolían, ardían, estaban arenosos, ella sin poder soportar la presión más tiempo empezó a correr entre los árboles, y fue ahí cuando escucho a su amada esposa gritarle.

—¡¡Por esto fue por lo que tanto espere Carina!! ¡No sabes cuan feliz me haces!

Carina siguió corriendo entre los árboles, iba a ir a la puerta, no iba a permitir que la mataran, buscaría ayuda, Luce había enloquecido. Disparos se escuchaban detrás suyo, el latir de su corazón era increíblemente fuerte, lo sentía en los oídos, encontró la puerta, tenía candado, la llave estaba en la copa del árbol de su lado, solo debía de subirlo y tomarla, no se escuchaban los pasos de Luce, corrió al árbol y un dolor la derribo.

—¡¡MI PIERNA!! —aulló Carina, grito y grito, Luce se paró enfrente de ella, y se arrodillo.

Miro a Carina con detenimiento, sus ojos estaban extremadamente abiertos, su boca estaba abierta pero no emitía ningún sonido, estaba petrificada por el dolor, por el miedo, Luce sacó un cuchillo ahí Carina si que se defendió, Luce se arrodillo en la herida de Carina, ella tuvo un espasmo, Luce aprovecho para tomar sus brazos y atarlos rápidamente, procedió a atarle los tobillos, se quito la camisa y la ató a modo de torniquete en la herida de Carina. Jamás le tapo la boca, le gustaba escucharla desgastándose sus cuerdas vocales, buscando una ayuda que jamás llegaría.

Cargándola como tantas veces Carina había deseado que lo hiciera la llevo al cobertizo, cerro la puerta, intentaría experimentar con la disección.

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