Capítulo 11
Siete meses después
Luce paseaba por el supermercado, buscando, como todos los meses, comida para este mes de noviembre que estaba iniciando. Ella siempre tenía problemas con estas fechas, las de finales de año y principios, lo que le molestaba era la rapidez para colocar y retirar decoraciones, era noviembre y aun así todo el local estaba repleto por luces brillantes, coronas, pasteles, vinos en descuento.
Sin embargo, esta temporada se le hacía hasta de alguna manera graciosa, se imaginaba a una persona solitaria, alguna pobre basura de la vida recorriendo todos esos pasillos alumbrados, llenos de familias mirando juguetes o amigos hablando de las fiestas, mientras que este pobre hombre, porque claro que deberá ser hombre, está deprimido, pensando "Si tan solo tuviera familia", "Si tan solo tuviera algunos amigos", solo un ligero roce bastaría para que aquel hombre depresivo y de lentos andares empezara a llorar, y corriera a su casa a suicidarse de cualquier manera posible para él, pero...¿¡y si la cuerda que usaría para colgarse se cayera?!, sería una desgracia, un pobre diablo, triste, solo y para acabarla de amolar ¡con un ventilador roto!, Luce no pudo y se empezó a reír mientras se cubría la boca, esos pensamientos eran lo único bueno que tenían esas temporadas.
Paro enfrente de los televisores, había pensado en comprar uno para Ester, ¿cuál?, todavía no lo decidía. También sería bueno comprar algunas medicinas, para Ester, Luce ya sabía para esos tiempos que Ester estaba preñada, y entre tanto hombre con el que se acostó, Luce al hacer cuentas descubrió quien había sido Mateo, era la única opción, mientras pensaba en eso una frase llamo su atención.
»[...] Funcionarios públicos han encontrado en las inmediaciones de "a" un vehículo perteneciente a Carina Emiliani, mujer de diecinueve años cumplidos, reportada extraviada el veinte de abril de este año, presuntamente asesinada por motivos de odio, al encontrar este vehículo peritos forenses han confirmado la carencia de sangre cualquiera, tanto de la víctima como del perpetrador.«
La sangre de Luce se congelo en ese momento, ese carro jamás debía de salir a la luz, lo había dejado en un deshuesadero de carros, ella misma vio como demolían el carro, empezó a pensar, y a dudar ¿de verdad habían demolido el carro que dejo?, ¿y si la habían engañado? Era más que claro que así había sido, con el corazón en la garganta y las manos sudorosas miro a la pantalla como se mostraban imágenes del carro, de su Ester, marchas por ella, era linda ¿por eso había atraído tanto la atención?
No se detuvo a ver más de la noticia, ¿y si encontraban sus huellas?, imposible, lo único bueno que esos dichosos "funcionarios públicos" habían hecho en siete meses fue encontrar un carro en un lago, pero había un error aún mayor, esa Ester seguía viva, ya se había recuperado, el otro día había intentado salir de la casa persiguiendo al gato, la había detenido, pero no sabía por cuanto tiempo más, también estaba la otra Ester, ella se negaba a salir, no comprendía entonces un gran problema.
Respiro profundo, nadie sabía que era ella, pero lo más conveniente era salir de esa ciudad lo antes posible, así que continúo haciendo sus compras, pero ya no para el mes, si no para los dos meses, y ya no solo para llevar y hacer casero, llevo herramientas y comida para tres mujeres que vivirían en una cabaña, la cabaña de su padre.
Con una camioneta rentada siempre para estas ocasiones llegó a su casa, entro y el gato de siempre le paso por los pies a modo de saludo, Ester estaba adentro, acostada en el suelo, mirando directamente a la cabeza de alce que su papá había colgado hace algún tiempo, al escucharla se levantó de golpe, mareándose y dirigiéndose hacía Luce.
—¡Hola Amor! —exclamó en alto mientras bajaba hacía la entrada, haciendo que su vestido blanco ondeara— ¿Cómo estás?, ¿qué trajiste?
Luce no estaba apresurada, pero difícilmente guardaba la calma, así de tensa como estaba se dirigió a paso lento al segundo piso ignorando por completo las interrogantes de Ester, la cual no se rindió.
—Amor, amor —canturreo siguiéndola— hazme caso, me dejas sola y cuando vuelves no me hablas, eso no es bonito, el mismo Alfredo lo dice.
—¿Quién es Alfredo? —preguntó Luce mientras sacaba algunas maletas del almacén.
—Alfredo es el alce del corredor, bueno solo su cabeza por el momento, pobre Alfredo, pero que se le va a hacer a estas alturas.
—¿Y si fuera mujer?
—Eso no puede ser posible, se llama Alfredo, entonces es varón. ¿Qué estás haciendo con la ropa?
—La estoy doblando para meterla a la maleta.
Luce estaba sentada en la cama doblando la ropa al lado de tres maletas grandes de tela con polvo.
—Eso se ve amor, pero ¿para qué? —interrogó Ester acostándose en los muslos de Luce.
—Nos vamos Ester, nos vamos a una cabaña.
Los ojos de Ester se iluminaron e irguiéndose le dio un beso en la mejilla a Luce, y se acostó en la cama.
—Ay Luce que hermoso, una salida lejos de la sociedad, que agradable, ¿cómo es la cabaña?
—Esta afuera de la ciudad, cerca del pico de una montaña.
—Y vamos las dos solas, ¿verdad?
—No, vendrá también una prima mía.
—Ay, pero ¿por qué?
—Por qué es mi prima, está embarazada y no hay nadie quien la cuide.
—Oh, válgame, una embarazada —dijo primero sorprendida para pasar a una cara de desconcierto— ¿qué es una embarazada?
—Es una mujer con un tipo de simbiosis, una relación de un parasito con un ser humano, cuando ese parasito sale del portador es increíblemente doloroso, y a ese parasito expulsado se le conoce como "bebé" —explicó Luce calmadamente.
—No entendí —susurro Ester apenada.
—Lo verás por la noche.
Luce apresuro a organizar todas las cosas, bajo a la cocina por un paño y limpio a conciencia las maletas antes de meterles toda la ropa que podía, no irían a volver por un buen tiempo, Ester la seguía fielmente, termino de hacer las maletas y las subió a la misma camioneta para subir así mismo a Ester junto con su peluche al asiento trasero.
Primero pararon en la renta de carros y pidió un aplazamiento para el vehículo, aplazamiento que no le negaron por ser cliente asidua, y sin pasar mucho tiempo más se alejo de ahí para ir a la casa de Ester, era necesario salir lo más antes posible, pero sin levantar sospechas.
Llego al complejo y estacionándose entro a la casa de Ester la cual estaba vomitando todo su interior mientras Diego le sostenía el cabello que ya le llegaba a la cintura para ese tiempo, cuando termino de vomitar Diego la subió en su silla y caminaron para el comedor encontrándose con Luce.
—Oh Luce, dijiste que hoy era día de compras ¿qué pasó?
—Decidí darte una sorpresa— dijo acercándose e ignorando completamente a Diego.
—¿Una sorpresa?, ¿cuál? —preguntaba Ester curiosa buscando hacer contacto visual con Luce.
—Un viaje a la cabaña —respondió Luce tomando la silla de ruedas dirigiéndose afuera del departamento, siendo parada por Diego.
—¿Cómo crees que te vas a llevar a una embarazada de siete meses al medio de la nada?, ¿estás loca?, ella debe de estar en un hospital —ordenó Diego con fuerza.
—¡Odio los hospitales! —gritó de repente Ester, luego se dio cuenta de lo que había hecho y se tapó la boca— No, no es por nada de ti Diego, pero no me gustan esos lugares, estaré bien, aparte no estaré sola Luce va a estar conmigo, ella siempre sabe que hacer, estaré bien —repitió para calmar a los presentes y a si misma, no tuvo tiempo de pensar en nada ya que solo termino esta frase y la subieron al asiento del copiloto para que Luce procediera a tapar con una manta la silla de ruedas doblada encima de la camioneta.
Luce se disponía a irse, cuando Diego le tomo del brazo.
—¿Estás segura de esto? Ester se a sentido mal últimamente, si se van déjame ir con ustedes —sentencio seguro, la relación de estos dos no había ido para mejor, Diego hizo muchas preguntas que concluyeron con la completa repugnancia de parte de Luce a él.
—Estoy segura, volveremos en caso de que entre en labor de parto —exclamo soltándose del agarre de Diego y caminando a la parte del conductor, ya apunto de abrir la puerta y sin mirarlo dijo—. No eres necesario.
Diego se quedo dubitativo, no entendía nada, solamente volvió al departamento, tomo su mochila y dejando los platos húmedos en el escurridor le dijo adiós al hogar de Ester, mientras rogaba por volver a verla entera y bien, Luce sería rara, pero cuidaba bien de ella, y él sabía que esta vez no sería diferente.
Y mientras que Diego se alejaba cada vez mas de ellas Ester noto a la otra Ester acostada en los asientos traseros de la camioneta, llevaba el pelo hasta los hombros, era rizado, y café, a Ester le había gustado su cabello desde que la vio, tenía un oso entre los brazos, pero lo que la sorprendió ver fueron sus ropas, un vestido blanco, de tirantes y corto, hasta la rodilla, se veía hermosa, ese era su vestido, ese lo había elegido para ella, ahora no lo podía usar por la barriga que tenía que cargar, ¿qué hacía Carina con su vestido?.
La tocó con la mano en los brazos, ella empezó a parpadear, miro a Ester y se asustó.
—¡Fantasma!
Ester en vez de sentirse mal, se rio, empezó a carcajearse, sí que estaba pálida, y ella lo sabía.
—¿Cómo voy a ser yo un fantasma si eres tú quien esta vestida de blanco Carina?
Ester la miro confundida, ella era Ester ¿quién era Carina?, se encogió de hombros, ella ya sabía que la prima de Luce estaba algo loca.
—Pero ¿por qué te vez tan pálida? ¿También es por el embarazo? —preguntó inocentemente, mientras miraba su cara.
—No lo creo, eh estado un poco enferma, pero no me gustaría culparlo a él.
—¿A él?
—O a ella —aclaró mientras se tocaba el vientre y Ester empezaba a entender que significaba eso de "embarazo".
—¿Cómo haz estado Carina?, hace mucho que no hablábamos— hizo una pausa y mientras sus cachetes se encendían pregunto—, ¿Mateo a seguido hablando de mí?, el ¿te a dicho algo sobre mi... recientemente?
Ester no sabía que responder, y para no mentir, como le había dicho Luce que evitara hacer, solo se recostó nuevamente y dijo.
—Yo no se nada de eso —tomo a su peluche nuevamente y se acostó a dormir.
Ester se entristeció, ella ya no había recibido noticia de Mateo, el futuro padre de su hijo había desaparecido de la faz de la tierra, esas últimas semanas había pensado en como contactarlo, Dios, iba a ser madre, ya pronto su hijo o hija iría al maternal, al kínder, a la escuela, ¿cómo lo haría?, pensaba en pedirle a Luce, ella lo haría sin ningún tipo de resistencia, pero desde que se entero que Mateo era el padre la sentía un poco más recelosa, no era que se portara mal, o algo así, solamente, no parecía querer tocarla, o hablarle como antes, estaba algo extraña.
Miro hacia el frente, estaba nublado y la luna saliendo, se sentía cansada, las últimas noches las había pasado en vela, por lo que empezó a imaginar, se imagino caminando en un campo con flores, de la mano de su hijo, y Mateo mirando desde lejos sonriendo a su esposa y a su hijo. Imaginando eso no se dio cuenta cuando empezó a dormir.
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