Capitulo 8



8.Dylan.

Intenté calmar mi corazón, que estaba acelerado, demasiado para ser algo normal. Ver a Jenkins gritarle a Emma, una vez más, había sido la gota que rebasó el vaso. No podía creerlo. Era estúpida toda esta situación, odiaba que ese idiota le faltara el respeto a las mujeres. No importaba si era Emma o cualquier otra, habría hecho lo mismo.

No era la primera vez que se lo advertía, el año pasado me paré frente a Hillary, una de las porristas principiantes. Jenkins gritó, la chica estaba tan asustada que pensé que se cagaría en sus bragas. Mientras todos en el equipo se reían de ella, yo me paré a defenderla. El problema fue cuando lo malinterpretó y pensó que estaba enamorado de ella, al final yo quedé peor que Jenkins.

Esta vez fue diferente, había algo en Emma que me gustaba, que me llamaba la atención. No sabía explicar qué era exactamente, pero la necesitaba en algún sentido raro. Pensar en ella como la atracción principal de mi mente era algo que no esperaba. Definitivamente esto era pura tensión sexual, era pura atracción. Se me quitaría el día que la hiciera mía, que la tuviera debajo de mí, pronunciando mi nombre. Ese día la sacaría de mi mente.

Ella era una bonita, pero no intentaba ser perfecta. Usaba ropa floja, sudaderos o suéteres de manga larga. Su cabello castaño claro recogido y esos ojos sin maquillaje que resaltaban en su pálida cara. Ojos café claro, definitivamente ese era mi color de ojos favorito, al menos ahora. Cuando Mike se sentó frente a mí, una vez más, me di cuenta de que estaba ido en mis pensamientos.

—Sacaste tus impulsos de luchador —dijo Mike, riéndose como loco.

—Cierra la boca, imbécil —dije soltando un suspiro—. No fue mi intención, bueno, sí lo fue, pero no... no quería.

—Se lo merecía —dijo Dan mordiendo lo que sea que estaba en su tenedor.

—¡Claro que se lo merece! —dije un poco más alto de lo que pretendía.

Nadie se merece ser tratado de esa manera, ni siquiera la peor mierda del mundo. El levantarle la voz a una mujer es inaceptable. Yo era un idiota, eso tampoco era un secreto de estado, pero jamás fui un irrespetuoso. Mi madre me inculcó buenos valores, un punto extra para mamá de lo que el «gran» papá que tengo no había hecho.

Recordé a mamá, aquella mujer de cabello rubio hasta el hombro, su piel blanca. Era una mujer hermosa hasta que la muerte decidió llevársela. Pensé en cómo sería mi vida si ella aún estuviera aquí, la extrañaba. Me llevé la mano al tatuaje que tenía su nombre, si pudiera cambiar algo en mi vida, sería tenerla unos momentos más para decirle cuánto la quería.

Si algo he aprendido a lo largo de esta miserable vida, es eso, exactamente eso. El tiempo nunca es suficiente, por más que queramos, nunca lo es.

Cuando mis clases terminaron, Mike me mencionó ir a Sangría. Iría con Cam y los chicos. Sabía que Jenks estaría allí. No estaba seguro si quería verle la cara, pero en cierto sentido quería ir para olvidarme de todo. Necesitaba esto.

—Definitivamente iré —dije asintiendo con la cabeza—. Necesito... —no podía continuar, sería confesarle que Emma me tenía como estúpido.

—Soy tu mejor amigo —dijo Mike a punto de soltar una carcajada—, sé que necesitas sacarte a Emma de la cabeza.

—Nunca dije eso, es solo que Chris necesita un poco de mis atenciones especiales y pienso dárselas esta noche. Quiere que la atiendan —dije con una sonrisa pícara.

—Un día de estos terminarás con una enfermedad de transmisión sexual —dijo, frunciendo el ceño.

¡Mike siempre la caga! No quería pensar en cuántos habían tomado a Chris, era asqueroso. Sabía que con ella había que tener cuidado de lo que se hacía. Ella no era de las más confiables y si no paraba con una barriga de campeonato, lo haría con una enfermedad que la llevara directo a la tumba. Por eso es que yo no hacía fiesta sin gorrito. Mi querido pene siempre estaba cuidado al máximo. Me hacía chequeos diarios, me cuidaba muchísimo. Incluso una vez, hace mucho tiempo, una chica me dijo que nunca en su vida podría hacerme un oral, que era antihigiénico. Quise decirle que allí estaba mucho más limpio que el resto del cuerpo, pero al final decidí sacarla de casa, no estaba para sus críticas. Una semana después estaba rogando por mí, pero ya era demasiado tarde.

Llegué a casa bastante cansado de un día de entrenamiento y clases. Lo peor eran las clases, malditas clases, las odiaba. Definitivamente no era como esos nerds y geeks, que se sabían incluso el diccionario de memoria. No es que fuera tonto, gracias a mi inteligencia y mi capacidad de redundar en las respuestas, para aparentar un análisis completo, lograba pasarlas, porque eso de estudiar en casa no era lo mío.

Era poco común que papá estuviera aquí, trabajaba todo el día y pocas veces lo veía. Lo vi sumergido en su portátil, escribiendo como loco. Ese hombre es admirable por la cantidad de millones que ha hecho, es un magnate que nunca se permitió volver a amar.

—Hola, papá —saludo, sabiendo que no contestaría, tenía unos cuatro días de no dirigirle la palabra.

—¿Fuiste al entrenamiento? —preguntó sin apartar la vista de la pantalla.

—Sería bueno que me vieras a la cara cuando me hablas.

Por esa misma razón odiaba la tecnología. Uno vivía pegado al celular, observando quién le da like a la fotografía, quién se conectó, quién está en línea y no quien te habla. Todo gira alrededor de esa mierda y la comunicación de cara a cara se pierde ¿Qué, acaso el mundo no sabe que el contacto físico es lo mejor?

Era de las grandes críticas que le daba a la mitad del equipo, pasaban más tiempo viendo la pantalla de su teléfono que al partido, o a las porristas.

—Tengo que terminar estas estadísticas para medianoche —dijo sin siquiera levantar la mirada.

—Tengo un ojo morado —respondí intentando captar su atención.

—Ponte hielo, eso siempre ayuda —solté un suspiro cuando señaló la cocina, sin levantarse a verme el falso ojo morado que tenía.

—Eres una mierda de papá. ¿Lo sabías?

No quería decirlo de ese modo, pero muchas veces me hubiera gustado que papá no se hubiera perdido en su trabajo y fuera ese papá que yo necesitaba. Cuando vi que no iba a responderme, decidí subir. Quería descansar antes de ir a Sangría, lo necesitaba.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top