Capítulo paralelo 3: "Abandonado"


En una estación de trenes sentado en un banco se hallaba Mac pensando y pensando, observando el suelo con una mirada perdida hacia el vacío, era de mañana todas las personas estaban detrás de la otra esperando la llegada del tren, él no se levantaba, estaba agotado, al parecer anduvo toda la noche caminando sin ningún destino. Su barriga tronaba con fuerza, tenía hambre ya sentía la necesidad de engullir algo, cualquier cosa que deshiciera esa incomoda sensación. De la nada se le atraviesa un suave aroma a frituras, aquel olor golpeaba sus sentidos y la sensación agarraba más fuerzas como si miles de personas golpearan su pansa pidiendo más que un vagabundo.

Se levanta siendo inocentemente guiado por el aroma como si este le sedujera desde el olfato, divisa a unos cuantos metros una señora vendiendo empanadas de pollo en un puesto improvisado de sillas y mesa cubierto por una enorme sombrilla, su estómago gritaba, rebusca en sus bolcillos y no consigue nada de dinero, se estaba desesperando le vino a la mente como si alguien le instruyera a robar, usar sus poderes sin la necesidad de infligir daño, solo lo suficiente de espantarla y coger algunas de esas delicias. Lo estaba pensando, cada vez la necesidad le instaba a hacerlo pero de repente detrás de la señora aparece un pequeño menor de cinco años, jugando con un carro de plástico en el suelo, Mac se cohíbe y baja los hombros alejándose del puesto.

Al pasar la mañana el sol agarraba más fuerza pues era verano, Mac se hallaba débil con una mirada perdida, quien lo viera con más detalle descubriría un estado enfermo y anémico en su semblante, caminaba más lento hasta que de un momento a otro sede al suelo y se desmaya.

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Abre los ojos, pestañaba hasta que de un golpe sube la cabeza, intenta moverse pero no puede pues sus manos y pies se hallaban atados a una silla — ¿En dónde estoy?—inquiere mientras forcejeaba el grillete que sostenía sus muñecas—¿Cómo llegué acá?— agitaba sus pies con toda sus fuerzas pero los ganchos metálicos ni siquiera se agrietaban, era como si en este lugar sus poderes habían desaparecido convirtiéndolo en un chico normal.

Enseguida escucha una risa aguda y suave como la de una pequeña retumbando en un infinito eco, el lugar era blanco y enorme, no se veía el final del fondo si no un horizonte blanco sin saber de dónde inicia el cielo y termina el suelo. Esa risa le era muy familiar, su corazón nuevamente agarraba palpitadas veloces y frenéticas como si el mal acompañado por el inmenso peligro estuviera a unos cuantos metros, era como si su corazón le advirtiera que algo muy malo está presente.

Comenzaba a sentir frío mucho frío, una fuerte brisa de origen desconocido rosaba su piel y algunos mechones de su desordenado cabello seguían el movimiento, era como si alguien le estuviera tocando, acariciando su cabeza en señal de consuelo, una sensación de confort maternal, tal vez, o algo más, quizás peor. La brisa desaparece y luego a su alrededor asciende un color rojo intenso como si fuera sangre fresca de cadáver, a continuación florecieron unas extrañas flores rojas tono carmesí, eran peculiares, no eran como las típicas flores coquetas y delicadas, estas era de un carácter agresivo y prepotente, pareciera que hasta el mismo Dios sintiera odio o un suspiro de desagrado cuando las creo, tal vez era como si creara algo con el fin de mostrarle rechazo, no eran feas pero tampoco bellas, sino algo diferente que genera cierta incertidumbre y no mero placer a la vista.

Aquellas planta giraban a su dirección como si le observara, como si estuvieran consiente de su presencia, era algo muy incómodo para Mac, esas peculiares flores de espinas negras se estaban marchitando y cuando morían se escuchaban cierto chillido desesperante parecidos al de una gata en celos, cuando se secan y se convierten en polvo la brisa fría las barre y luego escucha una voz – ¿Tienes miedo?— Mac abre enormemente los ojos, gira a la izquierda y la derecha pero no ve a nadie –¿A quién le tienes miedo?— profesa la voz

— ¿Quién es?— inquiere el chico con perturbación

— ¿A quién le tienes miedo?— insiste la voz ignorando su pregunta

Mac se queda callado sin entender el sentido de la pregunta, luego dice –No entiendo a lo que te refieres.

— ¿Por qué huyes?

Nuevamente mantiene el silencio – ¿Por qué huyes?— repite la voz como una grabadora descompuesta

—Porque me están persiguiendo— expresa con ápice de sarcasmo pues era más que obvio la respuesta

— Oh... Mi Mac, mi pequeño, inocente y tonto Mac ¿Acaso huyes de mí?— el chico arruga el entrecejo, suspirando un nombre que era más que reconocible—Nima— la voz risotea con más fuerza, como si al escuchar ese nombre le fuera divertido para ella – Veo que te acuerdas de mi— en cuestión de segundo aparece de la nada en frente de él, como si fuera un inoportuno fantasma— ¿Verdad?— inquiere con una sonrisa cálida pero con una mirada caída e inquietante dando alusión a toda la maldad que envolvía esa mirada.

Mac traga saliva de la sorpresa y retrocede su cabeza hasta donde pudiera alcanzar su cuello, nervioso, absorbe un poco de valor y hace un gesto indiferente en su expresión, dando a entender que, a su nivel, no le temblaba el suelo—No. tan solo me han hablado de ti.

Enseguida la chica desaparece y el queda con una expresión muy abierta y aterrada, de repente siente que alguien se recuesta sobre su cabeza acariciándole el cabello con mucha delicadeza –Sabes que te extraño, quiero volver a estar contigo.

—No entiendo— susurra

— ¿Qué no entiendes?

— ¿Por qué no sé nada de ti?— su hermana recuesta su mentón en su hombro derecho, acariciándole el brazo, le susurra seductoramente a su oído –Hay cosas que se irán respondiendo pronto, ten paciencia, tan solo quiero que vuelvas conmigo.

Mac baja la cabeza, pensando y solo pensando, había algo en ella que no le agradaba como si la mentira estuviera atada a sus palabras – ¿Cómo está mamá?— inquiere con lentitud pero firme, algo muy dentro le decía que debía saber de ella.

—Está bien— responde sin ganas de dar explicaciones.

— ¿En dónde está?

— ¡Está sana y segura MAC, solo sana y segura!— exclama la chica con desagrado en el tema.

— ¿Y papá?— inquiere con suspiro

—Eso lo sabrás pronto mi querido hermanito, tan solo regresa... regresa... regresa...

La voz se desvanecía al igual que Mac, el fondo blanco se estaba convirtiendo en luz y de repente siente una tibia sensación en su espalda, abre sus ojos, estaba oscuro pero una luz amarilla tocaba su rostro, sube el abdomen y descubre que estaba acostado sobre un colchón viejo y gastado, tirado en el suelo—Oh... qué bien, pensé que nunca despertarías, bienvenido nuevamente al mundo de los vivos— dice un señor de mirada caída y ojerosa, sucio, de cabello desarreglado pero corto, moreno de piel, de altura promedio, no era muy mayor quizás de 35 años o un poco menos –¿En dónde estoy?— inquiere Mac con una mirada cansada observando el entorno oscuro, desarreglado y un poco mal oliente –Bueno— hace una pausa extendiendo sus manos aquel vacilante hombre –Estas en un lugar que no se le puede decir exactamente un palacio que digamos, pero, es algo o mejor que nada— Mac observa más afondo y distingue a varios hombres, mujeres, niños y viejos regados a cada esquina oscura recostado en el suelo sobre un cartón –Son vagabundos— profesa el chico en un tono débil.

—No vagabundos, preferimos el término personas de la calle o sin hogar.

— ¿Cuánto tiempo estuve dormido?

Él se agacha diciendo —Estuviste dos días sin dar respuesta

— ¡Dos días!— exclama el joven con desconcierto en tono de la energía que recuperaba

—Sí. Solo respirabas, tenías mucha fiebre, trate de conseguir una toalla limpia y un poco de agua fresca, estuve solo hidratándote con agua potable sobre tu boca, pensé que morirías.

— ¿Por qué lo hiciste?— inquiere Mac con pesadez en expresión ya que seguía débil.

— ¡¿Por qué lo hice?!— inquiere con asombro por su pregunta, se levanta añadiendo— ¡Bien!, no quería dejar a alguien tirado en el suelo medio muerto como si fuera un perro tirado en un basurero, nadie merece morir de esa manera, todos tenemos una oportunidad de volver a vivir ¿No lo crees?

—Sí, quizás tengas razón— baja la cabeza el chico sin ganas de seguir con el tema.

— ¿Tienes hambre?

El afirma con timidez

—Trate de guardarte un poco de frijoles enlatados, antes de que Darwin o alguien más se los comiera, toma— le entrega una lata abierta a medio tarro de terminarse, Mac le agradece y mete sus dedos a medio fondo, lo come con desesperación como si estuviera engullendo la mejor de todas las delicias, el sabor era desagradable y el toce un poco de la repulsión –Sí. El sabor no es lo esperado, por algo lo botaron, supongo— Mac se le queda viendo con sutil indignación pues fue recogido de la basura pero el hambre era más fuerte que su gusto y sigue engullendo ese amargo alimento.

— ¿Cómo te llamas?

—Mac— vuelve a toser

—Dime Mac ¿Cómo terminaste en estas situación? ¿Estas huyendo de casa, quizás, Te echaron o tienes un mal hábito con alguna sustancia blanca o el alcohol?

Mac se queda callado sin querer dar explicaciones y solo se limita a masticar y toser —Entiendo— comenta el desaseado hombre avergonzado —No es de mi incumbencia el querer saber tu situación.

—No es eso— difiere el chico

El señor levanta la cara —Es que me han pasados tantas cosas que a veces preferiría estar muerto— dice el desanimado Mac con una mirada caída

—Entiendo. En parte eh sentido lo mismo que tú pero prefiero ser de esas personas que no pierde la fe. Que detrás de algún camino oscuro en desgracia siempre habrá una salida hacia la luz de la esperanza, y todavía tengo fe de que mi vida pueda cambiar, si existe un Dios sé que él puede ayudarnos, tan solo es esperar el momento idóneo, en eso prefiero creer.

Mac asiente sin decir ni una palabra.

—Bien— sacude sus manos y medio camina— quisiera presentarte a mi familia ¡Ana puedes venir un momento!— extiende la voz hacia el fondo oscuro con cierta luminosidad suave, se acerca una linda mujer, de cuerpo delgado, ojos verdes, cabello castaño largo pero sucio y desarreglado, un poco más baja que el señor, si estuviera bañada y maquillada sería una bella señora, pero algo peculiar se le veía en la barriga, era un enorme bulto, parecía estar embarazada —Su nombre es Anamaría, es mi esposa.

—Es un placer Mac— dice la mujer con mucha calidez pero guardando una mirada atribulada. Mac se limita a saludar con distancia

—Y el que está aquí adentro de su barriga, es mi pequeña, nacerá dentro de poco— soba su barriga aquel orgulloso padre. Mac los observa contristado pero guardando sutilidad ya que la niña nacerá en una situación muy lamentable.

—Ahora te quiero presentar al resto del grupo, sígueme— invita el sucio anfitrión.

Entran más a fondo y alcanzan un grupo sentados alrededor de una fogata de cartón, periódico y otras cosas inflamables, eran solo tres personas y un niño menor de 12 años — Chicos les presento a nuestro nuevo invitado y tal vez integrante se llama Mac.

Algunos respondieron y otros solo lo ignoraron —Bien— añade el señor señalando a un viejo de barba larga blanca, moreno por lo sucio y sentado en silla de rueda— Él se llama Darwin.

—Hola— saluda el chico sin mucha fuerza en tono como si lo suspirará

—Vaya, vaya... Robert— soba su barba — había apostado la comida por si no se salvaría, creo que perdí— lamenta el hombre sin ánimos de hablar con el chico— Darwin las apuestas son...

—Sí, sí, sí, si no sigas con eso, ya me conoces— se aleja murmurando — Hasta cuando dejará de hacer caridad. La semana pasada fue un viejo perro con la pata rota y ahora este joven... ¡Que vendrá mañana!...

—Es un tanto malhumorado pero es un buen hombre, te caerá bien— dice Robert — Este sujeto que vez aquí se llama Teo— señala a un joven maduro de treinta años con la mirada intranquila, ojos rojos, golpeteando el suelo con sus puños, de piel clara y de una actitud muy ansiosa —¿Qué le sucede? — pregunta Mac

—Drogas — confesa con normalidad acompañada de un afligido tono — sígueme— dan media vuelta caminando unos cuantos pasos hasta que ven a un joven un poco mayor que Mac acostado en el suelo —Él es Josías — enseguida se escucha una fuerte tosedera retumbando en un eco profundo, se podía oír que aquella reacción lastimaba mucho sus pulmones, además estaba sudando — ¿Qué le pasa?

—Sufre de tuberculosis— suspira con lamento el pobre Robert —Pero ¿Por qué no lo han llevado al médico?

—Ya se intentó pero prefieren atender a alguien que tenga seguro o simplemente pueda pagar una cita en emergencia, además no hay medicinas— suspira en aliento —Ah este pobre tan solo le queda esperar lo que todo el mundo le llega y rechaza de su futuro— sigue caminando y Mac se le queda viendo con mucha tristeza pues ese joven se parece a su mejor amigo.

—Oye ¿Quién es el?— pregunta un niño de piel trigueña, ojos marrones, cabello oscuro rapado, mirada alegre y voz traviesa, la mitad de su cara estaba descolorada pues es una cicatriz de quemadura — Oh... para nada me eh olvidado de ti, siempre dejo lo mejor para el final— dice Robert frotando su mano sobre la cabeza pelada del pequeño —Mac, Te presento al pequeño Víctor.

—Hola Mac— saluda el niño con una sonrisa placentera guardando su picardía de traviesa —Hola — saluda él con un gesto caído — ¿De dónde vienes?

—De muy...— le interrumpe —Oye porqué tu cabello tiene flecos violeta.

—Bueno es... porqueee...— balbucea el chico sin saber que responder— Ya Víctor, no molestes a nuestro invitado— reprende Robert —Pero... pero... ni modo— entrecoge sus brazo el pequeño con un débil gesto de enfado, hasta que cambia su humor diciendo — ¡Adivina quién comerá ración doble hoy! — Exclama con brillo en su mirada, girando los hombros de forma jocosa — Víctor sabes que las apuesta son malas.

—Malas para el que pierde

— ¡Víctor!

— ¿Qué?— inquiere desviando la mirada —Sabes que debes devolverlo— señala Robert como si fuera un padre regañón

—Pero me la gané, además todo fue idea de Darwin ¡No tengo la culpa de que perdiera!

Mientras que iba discutiendo la moral de las apuestas a lo lejos eran vigilados por un sujeto de atuendo oscuro, piel pálida como si fuera un cadáver, sombrero negro y de sombría mirada, estaba detrás de una ventana, en un edificio abandonado al frente de donde se encuentran ellos, baja su binocular, saca su teléfono —Habla centinela solitario, creo que lo acabo de encontrar— cuelga de forma brusca su teléfono y revisa otro aparato, era pequeño como un reloj digital sin correa, tenía ilustrado un mapa en verde, marcando un punto rojo que se apagaba y encendía. Al parecer Mac tenía en alguna parte de su cuerpo una especie de rastreador, se lo implantaron en algún momento cuando estaba inconsciente.

El sujeto vuelve hacer otra llamada — Soy yo, en cuanto tiempo te tomara en traer al grupo— mientras que se escuchaba los bullicios de la respuesta, sonríe placida pero lascivamente como si su negocio fuera la captura y tortura de ciertas presas y por lo visto lo disfrutaba— Excelente. Los espero pronto...


Continuará...

Hola mis queridos "Protylectores" como siempre espero que hayan disfrutado del capítulo. Ahora sabemos en donde está Mac ¿No se esperaban que iba a terminar en el mundo de los vagabundos? Pues así es la realidad que le imparte este escritor (Por favor no me lancen tomates xD) Siguiente intriga: Mac fue acogido por un grupo de gente sin hogar ¿Acaso se quedará con ellos? ¿Cómo una persona, sano, lucido y bien hablado como Robert terminó en una situación como esa? Ahora, a Mac ya lo descubrieron y son las personas que lo quieren capturar ¿Qué ocurrirá? Todo eso lo sabrán en el siguiente capítulo, Un saludo Pacman ':v


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