Capítulo 49: "Suceso inesperado"
El forzoso aterrizaje hizo que el brazo de Junkelbim se maltratara intensamente, le dolía mucho— ¡Maldita sea!— queja sobándose el codo derecho, el que usa para disparar, sigue graznando adolorido y se levanta profiriendo vulgaridades. Con dificultada se pone de pie, se le sumó un amargo dolor en la rodilla izquierda—Vamos, por favor no me falles ahora—decía preocupado, aquel dolor no era algo nuevo. Hace tiempo se acostó con la novia de su jefe y el día en que lo descubrió, estuvo a punto de matarlo, cuatro tiros fallidos, pudo escapar a tiempo pero el quinto llegó a esa rodilla. Día después tuvo que convencer a un amigo que fue doctor a que le extrajera esa bala, pues no podía ir a un hospital convencional por temor a que lo descubran ya que su perseguidor era un hombre con muchos contactos e influencias.
Al final se lo quitaron a un precio muy elevado pero los ligamentos no se recuperaron, algunas veces no podía caminar, cojeaba y tenía que tomar calmantes, era doloroso, ya no podía vivir más riesgos pues cargaba consigo una debilidad y aunque no lo quisiera debía usar bastón en algunas ocasiones. Llevaba semanas que no le molestaba, de seguro por la adrenalina a causa de ser secuestrado, pero ahora, gracias a esa caída, su rodilla estaba tirando la toalla.
—No, por favor ¡no ahora!— exclama afincado el pie bueno, no podía correr, intenta pisar pero cuando era el turno de flexionar le picaba en ardor, se detiene, respira agitadamente, sobándose la coyuntura de su rodilla, estaba hinchada más de lo habitual, devuelve su atención hacia su compañero y ve como intenta esquivar a la inminente bestia cornada, se ve que está cansado y nervioso, este animal no es como el oso, debía actuar rápido.
Decidido, marcha en pasos brincados a su destino, por fin llega, coge de una mesa blanca una enorme escopeta y consigo se encuentra una caja con cinco balas, lanza un grito que llega a oídos de David y carga el arma. Nuestro héroe sostiene el cuerno largo del animal, manteniéndolo estático pero era muy difícil, aquel lo levanta del suelo como si fuera un muñeco de trapo.
El maleante intenta apuntar pero su brazo tiembla por el codo lastimado, cuando dispara la primera bala, esta rebota en el lomo acorazado del animal, ni lo sintió—¡Diablos!— queja el hombre volviendo a cargar una segunda bala, intenta de nuevo y esta rebota en su trasero como si sintiera un pellizco. David ya no podía más, estaba llegando al límite de su fuerza y el animal cada vez se estaba poniendo más agresivo.
Vuelve a cargar y por culpa de su pulso tembloroso caen las otras que faltaban, respira hondamente, tratando de calmarse, cuando por fin se sentía preparado, exhala su ultimo respiro contenido y dispara. El animal se estremece pero no pasa más nada como si lo hubiesen empujado y ya. Se da cuenta que el hombre que sostiene su cuerno no es el único, gira su atención en el maleante y hace un estrepitoso bufido, estaba furioso, David se da cuenta que está siendo ignorado, intenta con el resto de su fuerza en contenerlo pero no pudo, el rinoceronte en un meneo incesante de su cuerno lo lanza lejos, por fin está libre, listo para derribar a una segunda amenaza.
— ¡Junkelbim CORREEE!— grita David en el suelo extendiendo su brazo.
El maleante se agacha con ardor a recoger las balas caídas, no se ha percatado del peligro que corre, David intenta ir tras del rinoceronte —Noooooooo.... — grita, pero ya era demasiado tarde, cuando ese pobre hombre por fin está listo en cargar su arma lo primero que vio fue el grisáceo cuerno manchado hasta que sintió como es clavada en su abdomen partiendo sus costillas y siendo lanzado a la pared, golpeando su cabeza.
La gente gritaban eufóricos de las tribunas proclamando << Death, Death, Death, Death >> y el animador reía a carcajadas, brincando con burla y gracia como si fuera un bufón.
El animal quería rematarlo, da un girón en agarrar vuelo listo para la cornada final, David arroja una granada de humo y aquella bestia se espanta y repliega huyendo, nuestro héroe corre a su encuentro, lo consigue en el suelo con un enorme hueco pululando sangre, se le veía el hígado abierto, estaba acabado —Capitán, CA... CA... PITAN— dice aquel convaleciente hombre botando una baba roja de sus labios.
—Aquí estoy. Te pondrás bi...— lo último no se atreve a decirlo, el resultado estaba más que claro.
—No te preocupes— toce una saliva de sangre—No dejamos que esos perros nos muerdan los traseros ¿Eh?— sonríe con sus dientes manchados de rojo. David asiente intentando sonreír, aferrándose a sus manos —Pe...perdóname— declara con una voz más débil y forzada—Te eh pre...prejuzgado— lo mira perdiendo poco a poco el brillo de sus ojos—Eres la per...persona más valiente y fu...fuerte que eh conocido— toce otra saliva roja. David recuesta su espalda en la pared —Como quisiera a verte co...conocido an...antes, hu...hubiésemos he...hecho un...un gran e...e...equipo— David solo asiente con ojos vidriosos—Prométeme u...u..una co...cosa
— ¿Qué cosa?— dice por fin nuestro sentimental héroe
—Pro...pro...prométeme— vuelve a toser pero ya no tenía fuerza de rasgar su garganta, tan solo escupía saliva de sangre—Haz que...que esa...esa... zo...zorra su...sufra mu...mucho...o— pide con dificultad.
— ¡Te lo prometo!— exclama en tono seguro mientras se aferraba más a sus débiles manos manchadas.
El maleante asiente por última vez. Sin cerrar sus ojos, reposa el resto de su cabeza y muere.
David con mucho pesar cierra sus parpados, recostando su cuerpo al suelo —Que descanses— dice después de haberse erguido.
Enseguida escucha los bufidos del animal, no se ha marchado, todavía quería continuar, terminar esta pelea en una sangrienta victoria. David gira a verlo y lo tiene al frente pero no se mueve, estaba cansado y ya no sabía que hacer—Oh... Dios, es mi turno— exhala nervioso. La gente de las tribunas gritaban << Death, Death, Death, Death >> con los pulgares abajo como en los tiempos romanos.
Nuestro héroe se prepara una vez más en defenderse, no planeaba morir en esta arena pero tampoco quería dañar a otro animal. No había otra salida, separa sus dos piernas, listo para recibir otra cornada. El animal arrastra repetidas veces una pierna delantera como un toro y en el momento cuando por fin agarra corrida, una estruendosa explosión invade el extremo izquierdo de las tribunas.
A todos los agarró por sorpresa y uno de los escombros cae encima del animador, arrojándolo a la arena y quemarse con pavor en el fuego. El bravío rinoceronte se espanta por el intenso fuego y huye lejos, abandonando a nuestro sujeto, David queda perplejo, contemplando como las llamas se va consumiendo al resto de las personas y las que no fueron alcanzadas, huían a pie de estampida, aterrorizados se pisaban los unos a los otros deseando escapar.
Entre el fuego vio algo que anhelaba, una salida, una oportunidad para escapar —Bien— suspira aliviado pero mantiene su cautela.
Mientras tanto, la explosión llegó a oídos de Nima, pues era fuerte y causó un pequeño temblor más una parpadeante caída de luz — ¿Qué pasó?— exclamó nerviosa— Viene del área oeste— dice un subordinado. A lo lejos divisa una maraña de personas corriendo con desesperación hasta caer encima de ellos. Nima queda perpleja, fue algo que nunca esperó, quería saber lo que sucedió, agarra a un hombre por el cuello, este grita en lágrimas incesantes, ella le abofetea y dice — ¡¿Qué pasó?!
—Una, una, explo, explosión— grita el sujeto tapándose la cara, con los labios temblorosos y se zafa de sus manos huyendo.
— ¡Explosión!— exclama con los parpados bien abiertos como si gritaran.
—Jefa, me informaron que hubo un accidente en la arena ¡Debemos ir para allá!— declara el sargento del escuadrón soltando el dedo índice de su intercomunicador. Nima con angustia, suspira en pesar y se queda pensando, no da respuesta, solo su gesto marcaba lo desagradable que se sentía, fruncía de ira su rostro —Jefa ¡responda! Debemos detener el fuego.
— ¡OH... ESTA BIEEEEN!— grita con una voz odiosa afincado sus puños, su meticuloso plan ya comenzaba a tener inconvenientes.
Afuera en el exterior, Rebeca y su grupo se andaban distribuyendo furtivamente en los jardines de la mansión, enseguida observan que los guardias de vigilancia estaban entrando rápido al interior, cosa que le causó una extraña impresión. Detrás de los arbustos comenzó a ver una gran cantidad de personas con finos y elegantes trajes saliendo en una corrida como si algo los persiguiera. El escuadrón de rescate se veía las caras con impresión, algo pasó adentro, enseguida vieron humo negro escapándose de alguna esquina de la enorme mansión, Rebeca queda amargamente abatida, solo pensó en una persona —Oh... ¡David!
**********
Cerca de la Mansión, en las solitarias carreteras del oscuro bosque, corría una negra camioneta, en ella se hallaba Cristian y Ernesto con el chofer de rostro pálido y gesto tieso como un muñeco de odiosa expresión. Cristian divisa entre el espeso bosque un color naranja fosforescente con forma cuadrada liberando energía amarilla, no le era nuevo, la última vez que vio algo parecido fue la casa bañada en fuego, donde se hallaba Rebeca y Mac.
—Pfss... pfsss— palpa el hombro más cercano de Ernesto— ¿Qué sucede?— inquiere en susurros—Hay un incendio— responde en voz baja, hablando en su oído — ¡Un incendio!— exclama un poco más alto tapándose su boca segundo después, casi llega a oídos del sombrío chofer— ¿A qué te refieres? Y ¿Cómo lo sabes?— pregunta confundido.
—Puedo ver a través de los objetos y un poco más. Es por eso que te encontré
Ernesto con la boca abierta como una cueva entre frunce el medio de sus cejas pero no había tiempo de extenderse a más explicaciones si no creer en sus palabras. Enseguida el vehículo se desvía de la carretera tomando un camino de tierra, algo le sabía muy mal, ya no se sentía tan cómodo como ahora —Eh... ¿Va...vamos a llegar?— indaga con voz torpe y quebrada, el chofer solo se limita a decir —Pronto— con su voz profunda e inquietante.
No se veía casi nada, solo oscuridad y troncos manchado de luz por el carro, Ernesto se estaba poniendo nervioso, le era extraño que el lugar a donde iban, está lejos de la carretera, Cristian percibía que se estaba alejando de ese brilloso colorido, intuía que allí era el destino —¿A dónde vamos?— inquiere a oídos del quebradizo científico.
—Eeehhh... pro...pronto vamos a llegar, es, eso creo— replica con inseguridad. Para Cristian esa respuesta le causaba una agria sensación y una sospecha incesante — ¿Cómo que crees? ¿Qué sucede?— sigue pero tenso, quería más respuesta, no le gustaba como se sentía ahora —Es, que, no, no lo sé... no lo sé— se quiebra el nervioso Ernesto a punto de llorar, sabe que el lugar a donde va no es el esperado — ¡Cálmate! Por favor ¡Cálmate! O se dará cuenta— expresa en soplidos fríos de aliento en su oreja, Ernesto asiente ansioso con una expresión de sollozos y soplidos de nariz frenética. Cristian no podía contar con él, estaba devastado del miedo, de forma repentina el vehículo comienza disminuir la velocidad, el frágil científico chilla de la amarga impresión, estaban en un valle completamente aislado de la civilización, el lugar perfecto para ser ejecutados y tirar un cuerpo muerto sin saber de su ubicación, el sitio que todo asesino en serie sueña tener.
El sombrío chofer sabe que ellos se dieron cuenta pero no se inmuta ya que no los considera mayor amenaza, pone el seguro de mano, saca de su bolcillo una pistola y dice —Salgan ahora.
—Pe...pe... pero ¿Por qué? Ella me prometió protección ¡Me lo prometió! Por favor ¡me lo prometió!— lloriquea el desesperado Ernesto.
Aquel pálido hombre no profiere ninguna expresión, sus lentes oscuros escondido por las sombras que no alcazaba la luz del interior le daba un faz fantasmal —Sal— ordena con una voz tan grave que rasgaba el oído, girando el chasqueante tambor de su arma —Sera mejor que no lo hagamos esperar— dice Cristian tratando de calmarlo —Vamos— añade palmeando su espalda y abriendo la puerta...
**********
David a pasos quietos pero firme iba entrando a la llameante vía de escape, esquiva las brasas que se alimentaban de los escombros, se estaba extendiendo poco a poco. Recorre con la vista cada metro y centímetro que pudiera alcanzar, el humo del fuego creaba un muro ciego al fondo, enseguida vio algo que ni por chiste le rosaba en su cabeza, era el brillo de una hoja pero no una cualquiera, esta era especial y bien reconocible pues era su espada.
Entre frunce el medio de sus cejas, no lo podía comprender ¿Qué hacía allí? Era muy extraño, andaba tirado en el suelo como si un bebe de coche hubiese arrojado un chupón. A pasos lentos se aproximaba al objeto, le era sospechoso verlo allí tirado como si no tuviera mayor importancia, en el fondo se sentía un tanto ofendido pero la duda ante aquel encuentro era algo de pura sospecha, no sabía qué hacer.
Pero no era lo único, al lado de esa arma brillosa había una botella que decía "Inflamable" y para poner la cereza sobre la torta estaba una pistola de diseño peculiar porque no era como las otras que hubiese conocido ¿Quién habrá puesto eso allí? Aquella interrogante le daba una sensación de que todo esto fue planificado, pero ¿Para qué?
Sea cual sea la razón hay alguien que sabe que está allí, alguien sabe que esa es su espada y ese desconocido le está ofreciendo algo más de lo esperado, como si estuviera entregando los instrumentos para darle la ventaja de algún esperado encuentro ¿Acaso esa persona sabe cuál es su propósito acá? ¿Acaso sabe sobre su venganza?
Aquella idea le pone la piel de gallino pero a la vez se alivia un poco porque reconoce que alguien está jugando a su favor. Por fin recoge su arma y vacilando por unos segundos decide coger los otros instrumentos, observa la botella y a un lado de ella estaba pegada con cinta adhesiva un palillo de fosforo, se le estremeció el corazón— ¿Qué es lo que quiere que haga?— inquiere con una mirada de amarga sorpresa— ¿Quién será?
Enseguida cuando baja la botella y ve por inercia el fondo, mas adentro observó la razón de sus motivos, allí estaba, en bandeja de plata, su enemiga, Nima. Andaba con sus hombres esquivando las llamas y buscando los extintores, tan solo veía no muy complacida su teléfono tecleando unos números como si la escena no le importara en lo más mínimo, hace una llamada pero no sabe a quién tiene cerca. Como que si alguien por allí se la estuviera entregando, era su tercera oportunidad de acabarla, hacerle pagar por todo su sufrimiento como también la última...
Continuará...
Hola "Protylectores" debo informarles que para el 22 de abril se cumple el primer aniversario de este libro, no pensé que esta historia se extendería todo un año y bueno aquí estamos todos en las travesías de las aventuras de estos personajes, le garantizo que para ese día publicaré otro capítulo en honor a su aniversario. Sin más nada que decir vamos a las intrigas: No se esperaba que el maleante muriera de esa manera ¿verdad?, pobre hombre y ahora parece que alguien anda jugando a favor de David ¿Quién será? Ya me imagino que conocen la respuesta mis inteligentes lectores pero ¿Por qué lo hizo? ¿A caso quiere que David gane? O ¿Algo más estará planeando? ¿Por qué le dio todos esos instrumentos? ¿Acaso le está revelando la debilidad de Nima? Que extraño ¿No? Y Cristian como Ernesto no se escapan de un trágico destino ¿Cómo harán para liberarse de ese verdugo? Y ¿Cómo harán para llegar a la mansión? Aparte ¿Qué pasó con Mac? No ha sido mencionado en este capítulo. Bueno hay muchas interrogantes que serán respondidas en los siguientes capítulos, un saludo ^^
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