Capítulo 47: "Viendo el pasado"


Había una luz que se hacía más clara, era casi cegadora, pero no se sentía su calor como si no estuviera — ¿En dónde estoy?— inquiría Mac cubriéndose los ojos como si estuviera viendo el sol hasta que de forma instantánea suena los llantos de un bebé. Se dejaba guiar por aquel sonido si ninguna explicación aparente pero esa desconocida luz se estaba desvaneciendo, sentía que podía abrir sus ojos y advierte que aquella lumínica habitación era el cuarto de alguna casa.

No muy lejos estaba una mujer joven de piel tan blanca como la leche y de un cabello violenta tan vibrante como los pétalos de una flor en plena primavera, Mac se queda contemplando aquella dama acostada sobre una cama mientras que de sus brazos, en vuelto en una frazada se hallaba el origen de aquel llanto.

A pasos lentos sin hacer ruido se acerca a ver a ese pequeño de cabeza pelada, estaba dormido emanando su dulce inocencia mientras se afincaba en la seguridad de su madre, aquella mujer le veía con mucha ternura y un cariño tan fuerte como si fuera indestructible. Su protección de madre era algo que atraía su atención, aquella imagen le causaba cierta inexplicable nostalgia como si anhelara el recuerdo de una vieja foto.

Intenta comunicarse con ella, quería saber quién era, quería saber porque aparece en sus sueños, por fin conocer su nombre y el significado que tiene en su vida, pero muy, muy en el fondo conocía la respuesta, solo que le era algo muy imposible de creer. Extiende su mano a pocos milímetros de tocar su hombro hasta que escucha la voz del niño

— ¡Oye!— se detiene y retrocede solo la palma pero no la muñeca.

En su misma posición solo devuelve la mirada y ve a ese desconocido infante decir por delante de otra puerta — ¿Qué haces?— arruga el cejo enrarecido por ver alguna extraña acción.

—Quería preguntarle su nombre— dice Mac con cierto desconcierto.

— ¿Al espejo?

Mac queda enrarecido —No, Hablo de...—gira a verla y solo encuentra su intimidante reflejo—Ya no ¿Esta?— exhala viendo sus temibles ojos rojos llenos de odio y dolor — ¿A dónde...— se devuelve a ver al pequeño pero solo está la puerta entreabierta con una luz blanca que emanaba desde atrás—Fue?— completa la pregunta con la boca abierta.

No sabía si era curiosidad o una corazonada que le guiaba como si fuera el niño pero sin pensarlo mucho camina para entrar a la siguiente habitación, otra fuerte luz le obligaba a cubrirse los ojos pero esta vez siente su calor más una brisa cálida que le acompañaba. Una vez más, aquella luz se desvanece y solo ve una calle de pueblo. Extiende la vista de extremo a extremo y le era muy familiar aquel bulevar. El día era soleado pero no sentía calor si no frío, camina atravesando una plaza como si conociera el camino de aquella particular casa.

Los sentimientos de nostalgia volvieron al asedio, una triste emoción sin ninguna explicación, no sabía porque pero quería llorar y luego reír, era algo sumamente incómodo para Mac, se sentía seguro y a la vez desprotegido como si estuviera abandonado.

— ¿Por qué me siento así?— inquiría con ansiedad en su mente.

Ahora ve la puerta roja de esa simple casa de rejas negras, esperando algo que está apunto ver como si advirtiera las misma escena de una película que vio en repetidas oportunidades. De ella sale un niño con una bicicleta roja y detrás de él le acompañaba un joven de piel morena que sonreía de placer mientras hablaba con ese pequeño de melena corta.

—Creo a ver visto esto en alguna parte— dice Mac con el corazón latiendo más rápido de lo habitual—Esa casa, esa bicicleta y ese...— por un momento no dice nada ahogado en su impresión y solo ve a ese joven marchándose con el niño a la esquina de esa calle—Tengo que saber ¿Quién es?— corre detrás de ellos hasta que escucha la voz de ese fantasmal infante que le guiaba —Ya lo sabes.

— ¿Qué?— gira a hablar con él pero no ve a nadie y la calle en donde estuvo desapareció, dejando solo oscuridad de origen desconocido— ¿Cómo lo sabes?— no hay respuesta— ¿Quién eres?— su grito se extiende en un eco repetitivo, vuelve a su posición de antes y no ve nada, todos habían desaparecidos menos el espejo que se le atravesaba reflejando su amarga apariencia.

— ¿Qué es esto?— retrocede pavorido y se tropieza con algo hasta caer al suelo, ahora ve que detrás de él se hallaba el reflejo de ese enigmático niño de voz chillona, diciendo — ¿Por qué tienes miedo? Deberías estar alegre— Mac de un brinco se levanta, meneando la cabeza mientras se alejaba del espejo —No, ¡No lo estoy! Por favor Déjame en paz— sale huyendo hacia un oscuro destino desconocido.

— ¿A dónde vas?— inquiere esa voz en todo el eco del infinito espacio negro — ¡Quiero alejarme de ti!— exclama mientras corría, enseguida se le atraviesa otro espejo—No puedes hacer eso— Mac de un brinco lo esquiva y corre con más velocidad— ¿Por qué? ¿Cómo lo sabes?— seguía huyendo sin saber en dónde.

—Tú lo sabes

—No, ¡no lo sé! ¿Quién eres?

— ¿Por qué no lo reconoces? No puedes huir de ti mis...— en cuestión de la nada se le atraviesa otro espejo pero este tenía forma de puerta, estrellando todo su ser, sin avistarlo y entra a la siguiente habitación con todos los cristales rotos de atrás...


*********


— ¿Cristian?— inquiere Ernesto fingiendo estar relajado — ¿Qué haces aquí? Pe...Pensé que te...te fuiste con Rebeca

Cristian se queda callado.

— ¿Cómo entraste?

No le da respuesta...

— ¿Qué pasa? ¿Por qué no res...

— ¿Por qué?— le interrumpe con voz severa

— ¿De qué hablas?— dice Ernesto con una mirada nerviosa

Cristian arroja el frasco de cianuro, rodando en el suelo — ¿Por qué nos traicionaste?

Aquel temblante y culpable joven queda amargamente perplejo, le descubrieron— ¿De qué hablas? E...e...Es...Ese frasco es pa...pa...para un experimento que...que... estoy haciendo— frunce su ceño temblante, fingiendo estar confundido. Cristian sin vacilar, niega con la cabeza diciendo —Podre no ver como todos ustedes pero veo que me estas mintiendo, el sonido de tu corazón lo delata— cierra sus puños.

Ernesto traga saliva, estaba fatalmente nervioso, sus pupilas se contraen, comienza a sudar frío y el pulso le temblaba más que el de una vieja, ya no sabe que decir— ¡Confiesa!— ordena Cristian molesto. Se desespera, retrocede y huye corriendo, Cristian sin vacilar vas tras él.

El cobarde Ernesto se movía muy rápido, como era de contextura muy delgada le daba cierta agilidad en sus torpes movimientos, logró perderse bajando las escaleras. Cristian no tenía su ventaja pero para un ser humano corriente ya con perderlo de vista era una mayor desventaja pero en su caso no era así pues, detrás de todas las paredes no lo perdía de vista, ni aunque se escondiera por debajo de la tierra, solo debía atraparlo antes de que logre salir al exterior.

Ernesto llega a la planta baja, corriendo sin ningún rumbo en diferentes pasillos, creía que ya lo había perdido, observa atrás y no lo divisa, se detiene, agitado se limpia la frente, suspira del alivio y camina más relajado pero a la expectativa—Tengo que salir de aquí rápido— piensa, va de camino al ascensor, toca el botón y espera ansioso, revisa su reloj.

Todos los días viene en carro, lo estaciona en el sótano tres antes de subir, en el mismo lugar donde anda reservado con seguridad. Se abre las puertas y adentro estaban cinco personas una detrás de las otras esperando llegar hacia abajo, Ernesto solo observa el rostro de un sargento que lo veía con mucha indiferencia como era habitual, en pocas palabras nadie sabe que está a punto de escapar.

Respira un poco mientras se va cerrando las puertas, se sentía nervioso pues no quería seguir imaginándose detrás de las rejas por su traición y a la vez el horrible castigo de Nima por no cumplir su misión, solo quería huir de todos, escapar lejos y desaparecer para siempre de aquí, es por eso que no se atreve en ver a mas nadie para que no distingan su pálido rostro sudoroso y luego digan <<Oigan yo a él lo vi>> si es que su perseguidor está preguntando por él, en alguna parte.

El ascensor llega al sótano uno y se bajan dos personas, un hombre y una mujer hablando sobre los excesivos precios cuando hacen sus mercados, se cierran las puertas y sigue bajando, Ernesto hace un golpeteo con el pie izquierdo repetidas veces, andaba muy impaciente.

Llegan al sótano dos, sale el cerio sargento diciendo —Hasta luego— como un gesto de educación, con alguien atrás que solo escribía en su teléfono sin ver hacia a donde va como si supiera el camino de memoria—Hasta luego— exhala Ernesto aliviado y se recuesta en la pared mientras se cerraba la puerta.

Enseguida ve en el reflejo metálico del marco izquierdo que no estaba solo, había alguien atrás, se exalta de los nervios pero se mantiene calmado, traga saliva y se despega de la pared, lentamente se coloca las manos en los bolcillos de su bata blanca sosteniendo la jeringa cargada de cianuro como si sujetara un cuchillo, falta unos cuantos segundos para que llegue a su último destino.

Inmediatamente alguien le sujeta de los hombros y lo sacude golpeando su cabeza sobre las puertas antes de abrirse, luego lo jala arrojándolo al espejo del ascensor, pega toda su lengua sobre su reflejo y al final lo lanza al exterior en el momento justo cuando llegaron a su destino.

Ernesto besa el amargo sabor a concreto y escucha que le decían —No esperabas encontrarme en el ascensor— camina a su alrededor con una sonrisa de ímpetu, Ernesto se estaba desesperando, mete su mano derecha en su bolcillo, se levanta diciendo — ¡Está bien! ¡Está bien! Me...me... me rindo— esquiva su rostro —Por favor no me... me... me... lastimes— añade limpiándose la sangre de su boca.

—Eso depende— dice Cristian en tono amenazante

—No le hice na...nada a tu amigo, ¡por favor déjame en paz!— pide con miedo en su mirada

—No— menea la cabeza—Quiero que me digas ¿Por qué?—aunque cargaba unos lentes oscuros, su expresión indicaba que lo andaba fulminando con la mirada— ¿Quién te mandó?—añade.

—Que...que...que..qui...qien me ma..man...do— balbuceaba el atolondrado genio mientras se arrastraba con los pies.

Cristian camina muy despacio hacia él— ¡Vamos responde!— ordena enojado.

—No sé de...de... de... qué... que me hablas— objeta el cobarde Ernesto intentando de levantarse, mientras lo hacía sostenía una pequeña piedra que acababa de conseguir.

—No sigas mintiendo, yo no creo que un tonto como tú haya obrado sin ninguna razón.

—Ustedes no saben a lo que se... se... enfrentan—retrocede lentamente— no saben nada y ¡No te lo voy a decir!— lanza la piedra y cae directo a los ojos de Cristian tumbando sus lentes, él se estremece, cubriéndose el rostro del dolor. Ernesto aprovecha e intenta clavarle la jeringa con el veneno, pero justo nuestro joven héroe adquiere otra repentina habilidad, veía como se movía con lentitud el cuerpo de aquel a punto de envenenarlo, lo retuvo en el momento justo, hace tiempo practicó karate hasta llegar a la cinta marrón, le aplicó una llave, arrojándolo al suelo.

Cristian lo tenía mordiendo asfalto pues ese torpe genio no podía ni derribar a un niño pequeño, la jeringa se lo arrebató de las manos, acercando la punta húmeda en su mejilla colorada— ¡PORFAVOR NO!— lloriqueaba el miedoso Ernesto pegando la lengua al suelo— ¡Querías envenenarme verdad!— asevera Cristian entre dientes —No, por favor, no qui...quiero morir ¡Te lo... lo suplico!— pide el frágil científico con lágrimas en sus ojos.

—Entonces quiero que me digas ¡TODO! ¿Quién desea asesinar a Mac? Y ¿Cuál es su plan?

— ¡Está bien!,¡está bien!, te lo diré To...to...todo pero por favor protégeme de...de ella

— ¿De quién?

—Su nombre es Nima...


*********


El sádico público de las tribunas gritaba de la emoción, esperando ansioso como ese herido oso iba a despedazar a un desprotegido sobreviviente, el malhechor huía corriendo del intenso miedo porque comprende que un animal herido es más peligroso que uno agresivo. David seguía recostado en el suelo, era tan noble que no quería verlo morir, se levanta lo más rápido que puede y parte tras el animal—No, porfavor NOOOOO...— gritaba el malhechor en lágrimas, cubriéndose el rostro esperando ser devorado, se retorció como armadillo tirado en el suelo cuando sintió el hediondo aliento de la bestia rugir.

—Haaaaaaaaaaa...— gritó del pánico a la expectativa de una espantosa muerte pero no pasa nada, se escuchaba el rugido pero seguía ileso. Se descubre el rostro y queda completamente anonadado como su compañero luchaba con aquel animal como si fuera otro hombre. David sostuvo su grueso y musculoso cuello aplicando una llave, lo arroja al suelo y la pobre bestia forcejeaba desesperado, se sacudía de un lado a otro mientras intentaba agarrar alguna bocana de aire, David afincaba más sus brazos para acabar con su vida sin hacerle sufrir mucho tiempo.

Nuestro hombre veía con lastima los ojos lloroso del desesperado animal. Cierra los suyos, no quería seguir viéndolos pues hace años fue veterinario y por ende amaba a los animales, juró proteger las vidas de cada uno, independientemente de la especie que sea, amaba esa profesión. Pero ahora estaba haciendo algo que muy en el fondo no se lo podía perdonar, NUNCA... pero no le quedaba de otra, se sentía horrible, logró romper el collarín eléctrico que le aprisionaba pero ya era demasiado tarde.

El animal chillaba horriblemente, estaba sufriendo, la gente seguía gritando en alabanza, disfrutando de aquella ejecución como si mataran a un enfermo pedófilos y asesino de niños. David seguía ahorcándolo, comienza a llorar sobre el lomo de aquel inocente animal como si lo abrazara —Lo siento Mjs... lo siento... MJS... ¡PORFAVOR LO SIENTO...!— el triste oso cede, estaba agotado y solo le quedaba un hilo de vida, cae entre sus brazos y David lo sostiene, lo recuesta con delicadeza en el suelo y besa su frente, seguía llorando sobre su pecho, nunca se imaginó tener que hacer algo tan horrible como esto.

La gente grita emocionado y el animador seguía su rutina burlona y desafiante pero David y el Malhechor que se hallaba mudo por aquella reacción de su compañero no le prestan ni la más mínima atención como si estuvieran en otro lugar, se acerca a ver a su dolido compañero como se restregaba los ojos — ¿Estas bien Capitán?— inquiere con pesar, David asiente esquivando su rostro y resoplado su nariz, ahora dice —Por favor, sácale la llave. Avísame cuando lo tengas en la mano— se aparte dándole la espalda porque no desea ver como abren a ese pobre e inocente oso.

—Está bien— afirma sin ánimo su compañero.

Ya faltaba un minuto <<00:59... 00:58... 00:57.... 00:56 >>

—Está listo— apremia el malhechor con ánimo arrojando el machete bañado de sangre al igual que sus brazos y la llave en su mano.

David andaba perdido viendo con asco sus dos palmas, se sentía despreciable—Capitán— escucha que le llamaban, le atiende con los ojos—Nos queda poco tiempo— dice su compañero con una mirada seria. Asiente y corren a la siguiente puerta.

Los otros dos sobrevivientes al ver todo lo ocurrido no dieron ni la menor resistencia, contra un hombre más fuerte que un oso no tenía ni las más remota garantía de ganar, solo observan como unas tontas estatuas temblorosas <<00:05... 00:04... 00:03... 00:02... 00:01>> David y el malhechor entran al siguiente nivel en el momento justo, se cierra la puerta activándose una alarma roja. Las puertas de atrás se abren y entran con violencia desesperada los salvajes lobos en busca de carne fresca.

— ¿Ya ganamos?— inquiere el maleante a la expectativa, divisando cada rincón y advierte una caja con tres granadas de humo, una caja de balas y otra llave.

—Me temo que no— suspira con pesar David esperando las instrucciones del animador, algo le decía que no le sería muy sencillo salir de aquí.

— ¡Vaya Sorpresa!, Sorpresa— dice el animador con voz maliciosa—Estas en lo cierto Sansón. Ahora como dije, les espera el último reto sorpresa para ganar— a lo lejos se escuchan los bramidos del feroz rinoceronte, acercándose a ellos con inclemencia.

—Espero que se diviertan— sonríe con su jocosa maldad.


Continuará...

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Feliz viernes "Protylectores" esta semana pasó full rápido, siento como si hubiese publicado el capítulo anterior ayer, jejeje tampoco así pero ya sabe a lo que me refiero ¿No? <<Ya deja de hablar tonterías y di las intrigas>> Esta bien a eso voy xD, vaya público :-p. Siguiente intriga: Al parecer nuestro Mac tiene un viaje hacia al pasado a través de sus recuerdos y el niño que aparece como fantasma es el o ¿No? ¿Qué pasará ahora? ¿Recuperará por fin sus recuerdos? Y si es así ¿Qué hará después? También el miserable Ernesto no pudo lograr su objetivo ahora ¿Qué hará Cristian?. Por último, pobre David, nunca se imaginó tener que matar de una manera horrible a un animal, esos juegos le ha hecho hacer cosas abominables y todavía no ha terminado, ahora ¿Qué hará? ¿Tendrá que matar a ese rinoceronte? Y ¿Cómo? ¿Tendrá el ánimo de hacerlo?... todo eso lo sabrán en los siguientes capítulos, un saludo ^^


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