Capítulo 18: "Vida en escuela"
Era un día despejado pero se sentía el frio de la mañana, no había ninguna nube en el cielo, el sol cada vez agarraba más vigor y el color azul del amanecer se perdía al pasar los minutos. Eva caminaba con sus dos hijos al colegio. A distancia se escuchaba la bulla de los niños, cruzan la calle aproximándose al portón, Mac observa impresionado la enorme escuela, se cohibía al ver tantos niños y niñas corriendo y hablando, Nima se fija en los muros y rejas pues la hacía sentir como si estuviera enjaulada. Los gemelos estaban iniciando su primer día de clase.
El pequeño no quería soltar a su madre, apretaba con fuerza su mano, Nima miraba de una forma asqueada a los pequeños que ya transpiraban por correr. Enseguida suena el timbre del inicio y todos los infantes hacen una larga fila para poder entrar, Eva suelta la mano de su hijo diciendo —Bueno mis amores, aquí el resto del viaje lo caminan ustedes.
— ¿Por qué? ¿Tú no vienes?— inquiere el nervioso infante con los ojos intranquilos. Eva sonríe sobándole la frente de forma tierna—No Mac.
—Pero, ¿A dónde vas?
—Yo me voy a casa, vendré más tarde en recogerlos
— ¡No! No quiero que te vayas, quiero irme contigo— insiste el asustadizo chico cogiéndole la mano
—Mac, no te preocupes estarás sin mí por unas horas, además no estás solo tienes a tu hermana— gira su rostro y ve la expresión de su consanguínea arqueando la ceja con una mirada de muy pocos amigos. —Por favor quiero irme contigo ¡No me dejes!—pide nervioso. A su madre se le hace un nudo en la garganta pues le afecta ver a su hijo triste y suplicante pero reflexiona pues esta etapa es importante para su crecimiento, niega diciendo con un beso en su frente—hijo, tienes que ser fuerte, estoy segura que te encantará, creme... ya verás que después querrás regresar, vas hacer muchos amigos, confió en que lo lograras pues en ti veo mucha fuerza, solo tienes que sentirte seguro de ti mismo ¿Me prometes que lo vas a lograr?
Con ojos vidriosos a punto de soltar una lagrima, se los estruja afirmando con la cabeza, Eva también le cambio la tonalidad de los suyos y le abraza diciendo —Te quiero mucho hijo.
—Y yo a ti mamá
Nima aprieta sus puños, aquella escena le causaba cierta molestia en su interior, Eva suelta a su pequeño y se dirige a ella extendiendo sus dos manos para despedirla con un cariño. Chasquea la lengua y gira la mirada cruzándose de brazos, hasta que recibe un inesperado beso en la mejilla y le susurran al oído —Ya sabes de lo que hablamos, cuida a tu hermano.
Resopla pues no le agradaba mucho la idea, vuelve a sonar el timbre y su madre les ordena —Vamos niños, los quiero—. Acudieron a la fila y Mac gira su rostro caminando, observa a su mamá perdiéndose en la distancia, continua en espera a que entren al patio. Como último gesto extiende su mano para despedirse y Eva le responde de la misma forma, cerrándose la reja del patio.
Ya han pasado una hora y todos estaban en sus salones, los gemelos andaban sentados juntos en el centro de las filas, la profesora estaba pasando la lista y cada quien se presentaba como dinámica para darse a conocer a la clase.
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Han pasado unas tres horas y suena el timbre del receso, todos se levantan de sus asientos y hacen una fila para salir del salón, la profesora les pide que extiendan sus brazos para estar a la misma distancia de ellos, Mac y Nima andaban en el medio sin comprender la razón de hacer todo esto, hasta que la profesora le sujeta la mano a una niña que está de primera, saliendo las dos juntas, todos las siguen en la misma posición, el pequeño se tropieza un poco hasta que le halló el sentido y camina en la misma formación.
Estando en el patio, Nima con una mirada indiferente gira a ver a su nervioso hermano cruzado de manos y un tanto encorvado, suspira de burla susurrando —Vaya llorón, no entiendo que fuerza le vio mamá— se aleja dejándolo atrás y Mac se sobresalta siguiéndola, continua caminando para alejarse de él pero aquel no lo permite, ella se desespera exclamando— ¡Ya deja de seguirme!— el pobre Mac baja la cabeza con cierta tristeza sin decir nada, ella resopla y sigue su marcha.
Continua andando al parecer su hermano le obedeció, se detiene para escoger qué camino seguir, la izquierda o la derecha, hasta que escucha un chirrido de la suela sobre la cerámica pulida, medio ojea atrás y nota la sombra de su hermanito, le sigue a la distancia, se enfurece entrecerrando los ojos y golpea la pared, esta vibra y se agrieta al mismo tiempo, Mac se entrecoge de hombros y se echa para atrás.
Por fin se fue el indefenso niño pero... al parecer esa no será la única razón que la haga irritar, mientras caminaba siente que es empujada por unos niños que iban corriendo y no se fijaron de ella, cae al suelo de nalgas, observa fruncida a los críos que se perdían a la distancia, se levanta sacudiéndose, sigue su recorrido sin un punto en específico, llega a la cancha, un lugar grande con muchos juegos deportivos. Ve a los más grandes jugar futbol, se sienta en un banco a contemplar el partido, pasan los minutos, se estaba aburriendo — ¡Qué lugar más aburrido!— piensa, enseguida el balón se escapa y le llega a sus pies, lo recoge y a la distancia estaba un chico esperando a que se la regresara, de repente se le ocurre una idea, a la distancia le pregunta — ¿Puedo jugar?
El chico levanta sus cejas y abre sus labios de forma no muy complaciente, gira a ver a sus compañeros y ellos niegan con la cabeza—Eeehhh... ya estamos completo— responde de forma esquiva, Nima baja la mirada con un gesto pensante, sube y añade —Pero puedo jugar para los dos equipos— exclama emocionada. Todos los chicos se ríen por escuchar tan absurda propuesta, eso no le gustó, tensa su mandíbula y entrecoge la mirada. —Hehehehe... No niña, así no se juega, vamos devuélveme el balón— pide el chico con una sonrisa burlona en sus labios, la actitud amistosa de Nima cambió, ahora se le ocurrió otra de sus perversas ideas. Baja el balón y agarra un poco de vuelo para patearlo, en el momento en que la iba a patear una fuerte corriente de brisa desvía la pelota haciendo que falle y golpee el aire.
Otra vez los críos volvieron a reír a carcajada, estaba muy enfadada, no soportaba que ellos se burlaran de ella, enseguida el muchacho le propone —Vamos niñita solo lánzame el...— suena un fuerte chasquido de golpe haciendo un eco profundo por toda la cancha, no pudo completar su frase pues la pelota golpeó su barriga tan fuerte que cae al suelo perdiendo el aire, estaba tosiendo saliva y retorciéndose del dolor, todos sus compañeros acudieron a su auxilio y Nima se había marchado pero feliz por causarle el sufrimiento a alguien más.
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Han pasado las semanas y los gemelos se van acostumbrando a la idea de ir al colegio, empezaron en irse solos. Mac estaba perdiendo el miedo de estar sin su mamá más sin embargo era tímido y le costaba hacer algunos amigos, prefería quedarse en el salón durante el receso para dibujar en su cuaderno, de repente se le cae el lápiz, se agacha en recogerlo y en una incómoda posición de pecho sobre rodilla observa un libro de dibujos, él curioso lo abre pero no era eso si no un comics y no cualquiera sino un manga de Evangelion, desde entonces comenzó su afición por ellos.
El pequeño y solitario Mac le encantaba leer esos libros ilustrados y acude a la biblioteca del salón a leer otro, pero tan solo habían del capítulo uno al cinco en la cual saca su cuaderno y dibuja sus personajes, fantaseando de cómo será el siguiente capítulo en su imaginación.
Mientras tanto estaba Nima en el patio caminando sin ningún destino en específico, no soportaba ver a todos esos niños riendo y jugando, se sentía sofocada, percibía que todas esas risas era una burla hacia ella o más bien sus felicidades le era una imagen irritante, no lo soportaba, además una incómoda sensación de encierro la invade en lo más profundo de su interior, percibía a su alrededor un enorme muro verde, ella no aguanta ver ese alto muro imponente y sus rejas, aparte se aburría con facilidad y no toleraba las inmadureces de sus compañeras que la ignoraban cuando se acercaba—Jugar con muñecas ¡Que absurdo!— pensaba.
Se sienta en un banco suspirando de fastidio, apoya su mentón sobre su palma y su codo a la rodilla, esperando a que todo esto termine —Mi madre me debe odiar lo suficiente para hacerme venir a este lugar— piensa, de repente observa una fila de hormigas bajar por el tubo oxidado del banco, ella aplasta una y otra, caminando con sus dedos mientras iba estrujando la fila de hormigas pero, ya no le causaba la misma excitación de hace un tiempo atrás.
Se apoya en el caliente espaldar y comienza a imaginar a esos menores como si fueran una enorme colonia de bachacos, fantasea una mano gigante viniendo del cielo aplastándolos a cada uno como si fueran hormigas. Ella chita un poco de la risa pues esa idea le causa gracia en su interior, de repente algo vuelve a fulgurar con la misma sensación que sentía cuando torturaba aquellos animales.
Pasan los días y la pequeña Nima se sentaba en ese banco de cemento, sola, observando con una mirada risueña a todos los niños del patio, le gustaba imaginar el sufrimiento de todos ellos, lo disfrutaba y fantaseaba con eso, al principio era con todos pero ahora quería hacerlo con cada uno, a cada niño y niña le tenía un método distinto de tortura y como hacérselo sin causarle la muerte, si no regalarle el sabor de la agonía que era lo que disfrutaba oír.
Comenzó a imaginar el sonido del dolor de cada niño escuchando su voz — ¿Cómo sonara su grito?—se hacia esa macabra pregunta, para ella el grito cambiaba según el tono y la fuerza de voz, era como probar el mismo dulce con un sabor diferente. Seguía pensando, cada vez sentía el deseo de querer realizar algunos de sus métodos, quería volver a divertirse nuevamente pero ahora a un nivel inagotable, al final soñó con los ojos abierto a todos esos niños gritando y sufriendo mientras eran consumidos por el fuego, aquella horrorosa escena le era una hermosa imagen, un cuadro de belleza pura que si lograba tomar una foto la colgaría de por vida en la pared de su cuarto, esa idea le causa una risa de forma escalofriante, tan fuerte que muchos que transitaban cerca se echaban para atrás con la idea de ver a una loca.
Pero para su infortunio tan solo era un sueño, ahora regresa a la triste realidad, reflexiona que no podía hacerlo así de fácil pues asumiría muchos riesgos, estos no son hormigas ni animales abandonados pues son seres humanos, era algo completamente diferente más sin embargo, tan solo pensarlo como reto la vivificaba más.
Suena el timbre de la conclusión del receso, todos los niños voltean y caminan a paso relajado a sus salones, Nima con un gesto de no querer subir camina fastidiada, a lo lejos aparece un niño muy inquieto y tremendo, su nombre era Darwin Ojeda, era un chiquillo flaco, moreno, ojos oscuros, no muy alto, de cabello castaño oscuro liso pero despeinado a la vez y siempre olía a frituras. Se le conoce por ser muy fastidioso y de excesiva energía, le gustaba molestar, especialmente a las niñas como un infantil y desesperado gesto de llamar su atención, el pequeño venia corriendo todo sudado y se detiene a ver a Nima, sonríe de forma jocosa y corre haciéndole un chicote en toda su oreja.
Aquel ataque le sensibiliza su oído desarrollado, en la cual se tapa la oreja con su mano como una reacción hacia el dolor, se entrecoge un poco y cuando pasa aquella desagradable sensación sube su vista pillando al chico, ahora comenzó a mosquearlo.
En el transcurso de la semana el pequeño y pobre Darwin veía de manera vislumbrante a su víctima de cabello violeta, no lo perdía de vista ni por un momento, al parecer comenzó a gustar de ella, poco a poco fue buscando la manera de acercarse, no conocía los sensibles gestos de tratar a alguien especial, tal vez porque le era penoso hacerlo y actuaba de forma más practica si es de decirlo de esa manera. Cuando la tenía cerca caminando a su lado, volvía con otro chicote por detrás de su oreja, Nima cada vez le desagradaba más ese chico, lo veía tan fulminantemente que pareciera imaginar la peor de las muertes con su mirada.
Increíblemente ella no hace nada pues estaba rodeada de muchos chamacos en la cual pasa de largo. Transitan los días y Darwin se sienta detrás de ella, él pobre no sabe a quién está acosando, en plena clase Nima grita y todos voltean a verla pues Darwin le pullo la espalda con su lápiz, la profesora le pregunta — ¿Qué sucede?— ella responde sonrojada en un tono pedante — ¡Nada! profesora.
Ya se estaba cansando, quería buscar la manera de fulminarlo de una vez por toda pero esperaba el momento y el lugar perfecto, seguía paciente hasta que Darwin derramó la última gota de su paciencia.
Un día entrando al salón de laboratorio, todos los niños entran a esperar a la profesora, Nima como siempre estaba muy fastidiada en la cual llegó de última, busca un banco para sentarse y en el momento en que apoya su nalga sobre el asiento, Darwin se lo quita haciendo que ella caiga de trasero contra el suelo.
Todos comienza a reír a carcajada incluyendo a Darwin, lo que más odia en la vida es la risa y peor aún a que se burlen de ella, se levanta, saca de su mochila una cartuchera, la abre y coge un lápiz y su sacapuntas, Mac se agacha por debajo de la mesa, preocupado, pues vio la tonalidad roja de los ojos de su hermana, por lo visto despertó el asesino "Uno" de su interior.
Termina de sacarle una filosa y larga punta, se dirige a su víctima, el chico estaba hablando con sus amigos pero de repente las miradas de ellos se tornaron del susto como si vieran el semblante de la muerte, él siente que alguien toca su hombro, voltea y ve el rostro endemoniado de Nima, se estremece un poco, nunca imaginó ver esa imagen—Te gusta burlarte de mí ¡¿verdad?!—dice de forma punzante. Él estaba tan impactado que no sabe que responder hasta que de repente todos comienza a gritar de desesperación y salen corriendo del salón, pavoridos.
La profesora en el pasillo estaba muy extrañada y entra a ver qué sucede, cuando llega abre del horror sus ojos, viendo a Nima como le apuñalaba el cuello y la espalda al pobre y miserable Darwin una y otra vez hasta que se cansara, fue tan fuerte que se derramo sangre por todo el salón como si le estuvieran clavando un cuchillo, el niño deja de gritar y se desmaya perdiendo su sustancia.
La horripilante Nima jadeaba empapada de sangre, disfrutaba ese fluido rojo impregnarse en su rostro, sus ojos estaban llenos de sádica excitación y satisfacción, se sentía viva y feliz, quería seguir de nuevo hasta despellejarle la carne y dejarlo hasta los huesos pero se da cuenta que la descubrieron. Mas tarden llegan los paramédico y se llevan al pobre niño que estuvo a punto de perder la vida, todo el colegio estaban sobresaltados, inquietos, inseguros y temerosos pues la noticia del incidente se esparció a los minutos.
Ella veía desde la ventana de la dirección como se llevaban al convaleciente niño y sonríe de forma satisfactoria, no estaba arrepentida al contrario quería volver a vivir esa asesina experiencia...
Continuará...
Ahora si lo deseas puedes enviarme un dibujo de los personajes para publicarlo en mis capítulos a mi correo: [email protected]
Hola queridos "Protylectores" una vez más con la intensa y sádica Nima, como siempre trayendo susto para todos ustedes. Pobre Darwin creo que esta experiencia no lo olvidara nunca y que ganas tiene ella de querer quemar la escuela pero no la escuela en sí, si no los estudiantes para poder tomarle una foto y enmarcarlo en su cuarto, tan bella la niña ¿Verdad? Jejeje. En fin, siguiente intriga: consiguió a su primera víctima humana o más bien el acudió a ella, uso su lápiz como un instrumento de muerte y ahora fue atrapada, ¿Qué pasará? ¿La van a expulsar? ¿Vendrá la policía y se la llevará? O ¿La van a perdonar? ¿Acaso esta acción la habrá delatado? Todo eso lo sabrán en el siguiente capítulo, un saludo ^^
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