Capítulo 11: "Él montañés"


Veía el cielo amarillento del atardecer, luego las piedras del acantilado y por último el rostro de mis secuestradores, se estaban alejando de mí pero nadie se movía si no yo, pues me estaba cayendo al profundo vacío, me perdí en mis gritos de desesperación, dicen que cuando estas a punto de morir pasa toda tu vida ante tus ojos pero creo que solo es un mito urbano pues yo no vi nada de mi vida ¿O será que no lo recuerdo?

Giro por inercia observando mi último destino que era una línea de rio que cada vez se hacía más gruesa, movía desordenadamente mis brazos y piernas hasta que por un segundo me pongo a pensar en frio y tomo una postura de clavadista para no sentir el fuerte golpe de la masa de agua, por mi vida esperaba a que fuera profunda.

Gracias a Dios que sí lo era, sentí el fuerte golpe en el agua pero luego me detuve por el descenso profundo, asiendo a la superficie antes de no aguantar más la respiración, saco mi cabeza y abro mi boca lo más que puedo para coger oxígeno, un poco de agua se me introduce en la nariz y oído ¿Desde cuándo aprendí a nadar? Me sentía como perrito en el agua, logro flotar y deslizo mis manos sobre la ondulada superficie, pataleó lo más que puedo con mi pierna sana "Nunca creí que nadar fuera tan fácil".

El agua estaba helada, me temblaba los labios y notaba que la corriente del rio era muy fuerte, de hecho demasiado, comencé a moverme con gran violencia, era muy rápido, intentaba esquivar algunas piedras pero inevitablemente acertaba en otras golpeándome la espalda y parte de mi cabeza, era muy doloroso con la velocidad en que corría ¿Qué está pasando? Hasta que escuché el golpe de las aguas cayendo una detrás de otra, pues se trataba de una profunda y poderosa cascada.

Empecé en hacer brazadas con desesperación para salvar mi vida, tenía que llegar lo más pronto a la orilla, pataleaba con una pierna ya que la otra si la muevo con brusquedad, el inoportuno dolor volvería, pero sentía que no hacía mucho, la corriente era más fuerte que mis brazos, de repente diviso una enorme piedra encallada en la arenilla, era lo bastante grande para recostar mi cuerpo y así refugiarme de la corriente, nado lo más que puedo en acercarme y la aserto.

Recosté mi cara sobre mi mano sosteniéndose en la roca, jadeaba un poco, la corriente poco a poco me sacudía de un extremo a otro como si quisiera llevarme al siguiente abismo de agua, las gotas de rocíos se impregnaban en mi cara y el sonido del agua era muy envolvente, estaba un poco aliviado pero tenía que salir de aquí antes de que oscureciera, enseguida diviso en la orilla a un viejito barbudo con una caña de pesca en la mano, estaba recogiendo su señuelo a punto de marcharse.

Grité con todo mi aliento —¡Heyyyyyyy... oigaaaa... aquiiiii... auxiliooooooooooo...!— el viejo no me escuchaba, ya estaba sosteniendo el gancho con el señuelo adentro, seguí insistiendo—¡Auxilioooooooooooo... aquiiiii...!— extendí mi mano derecha de un lado a otro pero no me veía ni escuchaba, tenía que llamar su atención o no podría salir de aquí, bajé mi mano hacia lo más profundo de la roca y cogí una piedra, ya el señor estaba a punto de dar la media vuelta y con toda mis fuerzas lancé esa piedra hasta tal punto de que golpea su espalda.

Él se voltea exaltado viendo en distintas direcciones hasta que logra divisarme, yo volví a extender mi mano para hacerme visible, el señor se pone una mano sobre su frente para cubrir sus ojos de la luz del sol y así apreciarme mejor, él camina hasta lo seguramente hondo del rio y con su caña de pescar la levanta hacia atrás para agarra vuelo y lo lanza hacia adelante hasta llegar a mí, se escuchaba el silbido del nailon girando en la manivela.

Estaba cerca, lo suficiente para cogerla de un solo brinco, me lancé hacia ella y la sujeté con mis dos manos teniendo cuidado con el filoso gancho de la carnada, él rueda la manivela y al mismo tiempo va retrocediendo, andaba forcejeando pues la corriente también luchaba por obtenerme de nuevo, yo le ayudaba tratando de patalear lo más que pueda, el nailon estaba muy tenso y la caña estaba muy ondulada como si estuviera a punto de partirse, jamás se imaginaria a ver pescado a un ser humano.

Luchaba en no resbalarme por esa fina fibra brillosa, estaba a punto de llegar a la orilla hasta que inoportunamente la estaca de rama se golpea contra una roca de abajo, el dolor hizo que el nailon se me resbalara de las manos pero cuando la vuelvo a coger sentí el filo del gancho rasgando la piel de mi mano, estaba sangrando y la solté del dolor, nuevamente la corriente me agarró y sin darme cuenta había un tronco caído sobre una piedra, supe de ella segundo después porque mi cabeza se golpeó contra ella haciéndome desmayar.

Abro mis ojos y veo un cielo violeta muy extraño, siento que estoy dentro de una casa observando por la ventana pero ¿Qué hago aquí? Y ¿Cómo llegue acá? Desde no muy lejos diviso a un joven moreno muy familiar y más abajo veo a una chica de cabello violeta vestida de negro intenso, sosteniendo a otra parecida a ella pero creo que andaba dormida o tal vez muerta, con unos hombres vestidos de negro como si fueran la SWAT, atrás de ella, apuntando sus enormes rifles sobre el indefenso joven, no escucho de lo que están hablando pero ese joven se ve muy perplejo como si lo hubieran traicionado y la chica que más que todo parece una niña o adolescente hace un gesto burlón sobre su rostro, de repente comienzo a ver la escena más borrosa, hasta que veo todo blanco y vuelvo a despertar.

Abro mis ojos otra vez pero andaba tosiendo, vomitando agua por mi boca y chorreando moco por la nariz, mis oídos también se estaban destapando, inhalo violentamente para recuperar el oxígeno que perdí, mi respiración se estaba normalizando, subo mi cabeza y veo al señor limpiándose la boca con la manga de su camisa, diciendo —Chico estuviste apunto de nadar con los peces para siempre.

—Gracias— bufe limpiándome los fluidos que tenía en mi boca.

—No hay de que, si no fuera por esa roca que te sostuvo hasta que yo llegara, si estuvieses perdido, tienes mucha suerte o por lo que veo no tienes mucho de eso— idealizo observando la rama clavada en mi muslo, creo que andaba buscando la razón de como termine así, adelanto diciendo — Ehhh... si, tuve un día fatal, créame que la suerte hoy me jugo una mala pasada— le observe muy atento pero desanimado a la vez.

—Mmm... si ya veo— pensó jaloneando de su profunda y canosa barba— Tenemos que sacártela antes de que se te infecte y pierdas la pierna— lo último que dijo me dejó muy nervioso.

Muerdo mis labios y mis ojos se abrieron como plato por escuchar el posible diagnóstico, inquiriendo — ¡¿Cómo me lo quito?!

—Hace tiempo fui médico, pero necesitaremos unas herramientas para sacártela con seguridad y cubrir la herida sin que pierdas mucha sangre, lamentándolo mucho no tengo nada de eso— negó un poco desanimando.

—Pe..pe..pe..pero usted es médico, no me lo puede quitar jaloneándolo— expresé echando un gesto tembloroso con mis ojos.

—Chico yo no creo que lo aguantes, será muy doloroso y además la herida va estar desprotegida y será peor ya que puede infectarse al doble.

En realidad sabía que en mi caso eso no sería ningún problema ya que podría cerrarse como el resto de mis heridas y fracturas pero tenía que convencerlo de que me quitara esa estaca— Yo puedo aguantar, soy fuerte y no sangro mucho, créame que si lo aguantare.

Él señor me veía extrañado, frunciendo las cejas y luego propuso — Mejor hay que llamar a una ambulancia— saca un teléfono pequeño y arcaico pero chasqueo su lengua de la insatisfacción ya que no había cobertura, vio hacia arriba y notó que la tarde estaba culminando, el bosque cada vez se hacía más oscuro y frio, me observa con cierto descontento y añade — ¿Puedes caminar? — asentí y él luego ordenó con un tono un poco insensible — Bien, entonces ¡levántate y vamos a mi cabaña!— siguió andando dejándome atrás y yo me levanté lo más rápido que pude muy desconsolado, pues no me esperaba a que me tratara de esa manera como si le fuera una carga.

Llegando a la cabaña la veía algo rara o muy rustica, pues era de madera oscura sin refinar, sacada directo de los árboles, tenía dos ventanas en ambos lados pero solo el marco ya que no había lamina de vidrio alguno, solo una cortina de sabana, entramos y él enciende un solo bombillo en medio de su sala, el suelo estaba cubierto de piel de animal, no distinguía que clase de criatura era, él se fue a la cocina diciendo— Toma asiento, te traeré un poco de agua— me desconcertó un poco por el drástico y hospitalario gesto del extraño hombre.

Seguí examinando el lugar, no podía ver mucho, solo hasta donde llegaba la luz amarilla, no tenía muchas cosas; solo había un sofá viejo cubierto de piel de animal, una mesa de madera gastada, unos cuantos estantes sin puertas, un cuadro paisajista sin marco, el cráneo esquelético de algún felino en la pared y bueno las sillas que tan solo eran troncos de madera cortado y en una de ellas me senté yo, además el olor húmedo era como el del bosque, pareciera que estuviera afuera.

El señor sale con un vaso de tronco en la mano que se chorreaba un poco en su base, me lo entrega humedeciendo mis manos y comienzo a beber, él agua sabia diferente pero me gustaba, se sentía que de verdad refrescaba y era suave de tragar.

Él sigue caminando sacando algunos troncos de una esquina oscura diciendo con cierto descontento —Creo que te tendrás que quedar esta noche en mi casa, ya es muy tarde y a esta hora las montañas devoran pero tus padres deben estar muy preocupados.

—Si— bufe bajando la cabeza con cierto desconcierto.

— ¡Este pedazo de chatarra no agarra señal!— se quejó sacudiendo su arcaico teléfono en la mano y enseguida sueno un avasallador trueno por todo el cielo, él observa el cielo chasqueando la lengua muy amargamente, diciendo —Perfecto, durante todo el mes no llovió y hoy tiene que llover— se puso sus dos manos sobre la cintura observando desde su desprotegida ventana.

Le seguí mirando a la expectativa de que él recordara que tiene que atender mi pierna, sale de la cabaña y se mete entre la oscura maleza, sacudiendo un enorme plástico negro, él entra con aquel brillante pliego sucio, chasqueando de nuevo con la lengua, murmurando —Vaya estúpido, tuve que montar esto en el techo esta mañana ¡Maldición!— intercedí curiosos, diciendo— ¿Qué sucede?

—Tengo que montar esto sobre el techo de la casa o nos bañaremos en la lluvia.

—Si quieres te puedo ayudar.

—No chico, a como estas me ayudas mas no haciendo nada.

—Créame que si me quita el tronco del muslo le seré una buena ayuda.

— ¿Qué idea tan descabellada? Si te quito el tronco lo más seguro es que mueras desangrado porque aquí no hay nada que te pueda tapar esa herida ¡Es ridículo!

—Por favor, eso no pasara se lo garantizo— suplique extendiendo mis manos

—Chico tonto, creo que ese golpe en la cabeza ya te fundió las neuronas.

—Le digo la verdad, sonara muy loco y no creíble pero mis heridas se cierran al instante, es por eso que no tengo otra si no está.

Aquel escéptico y amargado hombre se queda callado, pasando su lengua sobre sus labios, comenzó a negar con la cabeza y yo insistí diciendo— Se lo puedo probar, solo deme un cuchillo o algo cortante y le probare que digo la verdad.

Aquel hombre frunce sus cejas y escupe un moco salivado por la ventana, limpiándose con el dedo pulgar sobre sus labios observándome con cierta incertidumbre, saca de su bolcillo un enorme cuchillo de caza y se lo entrega sosteniendo el filo entre sus dedos, descubriendo el mango, contestando en un tono incrédulo —Ok chico maravilla pero procura no derramar sangre sobre mis pieles o te obligaré a lamerlo— Cojo del cuchillo, tragando saliva por la amenaza que me declaró.

Veo la gastada y opaca hoja semioxidada, como se nota que lo ha usado en distintas ocasiones, además el mango estaba forrado de tirro grueso, créame que no me sentía muy seguro de lo que iba hacer pero tenía que ser fuerte para poder salir de aquí, me trague todo mi miedo y decidí pincharme el dedo pulgar derecho, puyo y deslizo, sentía la fría hoja raspando mi yema, la sangre baja un poco pero trataba de alejarme de la alfombra de piel, tenso la mandíbula, andaba incomodo, ahora la herida tenía el tamaño suficiente para ser notoria.

Enseguida lo esperado ocurrió, mi herida dejo de sangrar y la línea roja cada vez se hacía más fina hasta perderse y volver a su estado natural, como si nunca me hubiese cortado, ni si quiera quedo alguna cicatriz, aquel escéptico hombre se echa para atrás de la impresión, su burlona cara cambia drásticamente a una completamente anonadado y su canosa barba tiembla por el movimiento de su mandíbula, sus cansados ojos se sobresaltaron hasta ver completamente la contracción de sus pupilas.

— ¡Por todos los huesos de mi esposa!— enseguida hace la señal de la cruz consigo mismo— ¡¿Quién carajo eres tú?!— se recuesta en la pared asustado.

—No se asuste, ni yo mismo lo sé pero necesito que me quite esto y ya no le seré una carga.

Aquel hombre asiente recuperando el aliento y ordena señalando al fondo de la casa—Por allá hay una mesa para que te recuestes, ayúdame a traerla.

— Si señor— respondí entusiasmado.

Arrastramos la chirriante mesa de madera, yo cojeando pero eso no me importaba, cuando lo dejamos en el medio de su sala él comento—Tenemos que movernos rápido antes de que comience a llover.

Me senté en la mesa y él se va al fondo de su casa, hurgando en un closet, yo estaba debajo del bombillo pues era la única luz de la casa, me preguntaba como una persona como él logro vivir en estas condiciones, abandonado y viviendo de lo que le ofrece las montañas ¿será que este señor no está del todo bien de la cabeza? Aquella idea me ponía en alerta, ya no me sentía del todo confiado a que él me quitara esta rama pero no había otra manera.

Enseguida llega con un serrucho en la mano, unos cuantos trapos y unas extrañas pinzas, luego dijo —Iré a lavarme las manos y a traer un poco de agua— se aleja y yo me recuesto en la mesa, observando la suave luz del bombillo y una polilla volando a su alrededor, volteo un poco a la derecha y noto una puertilla en el suelo justo donde no pega la luz, me daba una curiosidad inquietante aquella puertilla.

Sale de la oscuridad y con suspiro de aliento dice — ¿Estás listo?— asentí con gesto inseguro —Aquí vamos— alienta él.

Agarra el serrucho y comiza a cortar la parte expuesta del tronco, el leve movimiento me punzaba un poco por dentro de mis tejidos, cerré los puños y tense mi mandíbula afincando mis dientes, él se limpia la frente y advirtió—Ya terminó la parte fácil ahora viene la difícil— me señaló con su enorme pinza de aluminio que más bien parecía una tijera con garras, la introduce en la herida expuesta y comienza a agitar.

Estaba forcejeando con el punzante dolor del tronco, gimoteaba tensamente pero me esforzaba en no moverme y él ordenaba todo concentrado —¡No te muevas o será peor!— enseguida jala girando rápidamente el pedazo de tronco que quedaba, salió un chorro de sangre, manchando los trapos y derramándose en el suelo y yo grite liberando todo el dolor contenido.

A continuación empecé a sentir un suave hormigueo dentro de mi herida, se detuvo el sangrado y los tejidos desprendidos se comenzaron a entrelazar hasta cerrarse concluyendo con él cierre de los músculos y la piel, perdiéndose completamente la marca de la herida sin dejar ninguna cicatriz.

Él anciano hombre volvió a quedarse con el mismo gesto de hace unos minutos, retrocede hasta tocar la pared, susurrando —Pero qué clase de cosa es..., este chico no es normal.

Ya me sentía mejor, ahora si podía caminar sin ningún problema, me bajo de la mesa diciendo —Ahora vamos a cubrir el techo— él asiente con un gesto intimidado.

Cuando estábamos arriba la lluvia inicio, era fuerte con brisas y relámpagos, aquel montañés sugirió en voz alta— ¡Debemos movernos rápido!— el agua caía como regadera y la brisa nos sacudía un poco, me lanza extendiendo la enorme tela plástica y la cogí deslizándome hacia una esquina.

Ya estaba a punto de concluir con el trabajo hasta que inoportunamente un relámpago cae casi cerca de nosotros sin tocar la casa pero fue lo suficientemente fuerte para asustarme y perder el equilibrio en la cual caí del techo hacia los montes y los arbustos.

Mi pecho al igual que mis brazos y barbilla se empanturró en toda la tierra mojada, aquel hombre gritaba desde arriba — ¡¿ESTAS BIEN?!— enseguida una desagradable sorpresa emergió, aparece a lo lejos otro relámpago iluminando por unos segundos todo el espeso bosque pero fue el tiempo suficiente para ver en frente de mi un cráneo humano siendo desenterrado por la lluvia ¿Acaso este hombre es un homicida?...


Continuara...

Hola queridos lectores de "Prototypa" como siempre otro esperado viernes, quería recordarle que ya mis libros están participando en los Wattys2016 y bueno cuento con el apoyo que me van a dar, muchas gracias. Ahora la siguiente intriga: Mac es rescatado, tuvo un extraño sueño ¿A caso será un recuerdo olvidado? O ¿Sera un producto de su mente? Y ahora esta con el señor que le rescató ¿Por qué vive solo en una casa incompleta y rustica? ¿Acaso esconde algo? Mac vio que el cráneo de un cadáver afuera ¿Acaso ese hombre será un asesino en serie y anda escondido? ¿Ahora que pasara con Mac? Lo sabrán en el siguiente capítulo, un saludo ^^


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top